Todas las ganadoras del Goya a mejor película, ordenadas de peor a mejor
Este sábado sabremos cuál es la película número 30 que se hace con el busto del pintor. Mientras tanto, repasemos las otras 29. Las más recordadas (y algunas olvidadas) están aquí.
. Vivir es fácil con los ojos cerrados (David Trueba, 2014)
Presentarse con un relato nostálgico ahora que Cuéntame va por el año 2027 y hacerlo con la fotografía más fea que algunos recuerdan parece un poco impertinente. Aún nos estamos preguntando si nos hemos perdido algo. Señor David Trueba, queremos más de su obra maestra Qué fue de Jorge Sanz, por favor.28. Mar adentro (Alejandro Amenábar, 2005)
Ha pasado el tiempo suficiente y ahora ya se puede decir: Ramón Sampedro no tenía absolutamente nada que contar y su programado biopic estaba tan desprovisto de entusiasmo como una sala de espera.El éxito de Mar Adentro, tan fríamente calculado, puso a la defensiva a buena parte de los espectadores. Las cacareadas sesiones de maquillaje diarias de cinco horas desembocaban en aquella secuencia en la que el camaleoniquísimo Javier Bardem en pijama y con una calva prostética espolvoreada de talco planeaba sobre el prado gallego
. Era también involuntariamente cómico el momento en que se sugería que Sampedro se había quedado tetrapléjico por tirarse al agua para impresionar a unas chicas en bikini. La historia realmente digna de contar era la de Ramona Maneiro, pero con ella habría sido más complicado ganar el Oscar.
Los lunes al sol (Fernando León de Aranoa, 2003)
La lírica marca Quechua de Fernando León de Aranoa alcanzó su cúspide con este artefacto obsceno e inspirado sobre el desempleo. El señor obsesionado con la factura de la luz que se dejaba una bombilla encendida al suicidarse, la adolescente que subcontrataba sus tareas de baby sitter a un señor parado, el tipo obsoleto que se pintaba el pelo con betún para hacerse pasar por informático en una entrevista… Era todo un festival non stop de sinvergonzonería poética. Bien pensado, mola.
26. Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto (Agustín Díaz Llanes, 1996)
Una de las obras más sobrevaloradas del cine español que representa un ejemplo perfecto de esas pelis que en su momento cuelan, pero en cuanto pasan cinco años uno no se explica cómo estuvo tan tonto el día que la vio. La película es de una falta de sentido del humor, de una violencia y sordidez tan artificiales, desmesuradas e innecesarias que parece imaginada por un equipo de hooligans. Victoria Abril estaba desbocada como Jim Carey, y el argumento era tan delirante que a su lado Cosa de hembras de John Waters parece un biopic de Fátima Báñez.
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