Mundo antipatiquísimo.............................................................................. Javier Marías
Lo que tiene gracia y es amable, lo grato, también eso hay que “erradicarlo”.
Qué mundo antipático y hosco se nos quiere colocar.
Hace unas semanas Ángeles Carmona, Presidenta del Observatorio de Violencia Doméstica y de Género
(pomposo título, vive Dios), declaró con seriedad talibánica que habría
que “erradicar el piropo” porque “nadie tiene derecho a hacer en
público un comentario sobre el aspecto físico de la mujer, aunque sea
bonito y agradable”.
Supongo que para cuando se publique este artículo
ya habrán leído decenas de ellos sobre la cuestión, pues es vistosa y
socorrida para los columnistas.
Pero quizá se haya pasado por alto lo
que a mí más me choca del razonamiento de Carmona: esa afirmación
tajante de que “nadie tiene derecho a …” La jefa de ese Observatorio
parece desconocer la existencia de algo llamado libertad de expresión.
Es posible que nadie tenga derecho a insultar porque sí, ni a soltarle
obscenidades a nadie, sea mujer o varón, por mucho que el tono sea
admirativo.
Pero ella lo ha dejado claro: “… aunque sea bonito y
agradable”. Es decir, para ella nadie tiene derecho a hacerle a nadie un
comentario sobre su apariencia, del tipo que sea, eso siempre equivale a
“machismo”, “hostigamiento o acoso verbal”.
Yo me pregunto si, según su criterio, alguien tendría “derecho” a
censurar el trabajo de nadie, o sus modales, o su actitud.
Tal vez
cualquier observación sobre el comportamiento o la falta de aseo de una
persona (no sólo sobre su físico) resulte para ella una falta de
respeto, una impertinencia, una intromisión, un menoscabo de esa
persona, un atentado a su integridad.
Puede que los escritores,
cineastas, artistas en general, nos sintamos “intimidados”, “vejados” o
“violentados” cuando recibimos una opinión negativa sobre lo que hemos
hecho, que para algunos es tan “íntimo” como lo que más.
Pero sucede que
estamos en el mundo y que hemos hecho pública nuestra obra; que no la
hemos guardado en un cajón; que cualquiera se permite juzgarla y nos
tenemos que aguantar. Algo parecido nos ocurre con nuestra pinta cuando
decidimos salir a la calle.
Las calles están llenas de gentes a las que
nos mostramos.
Es frecuente que para transitar por ellas nos arreglemos,
nos afeitemos o maquillemos, que no aparezcamos de la misma guisa que
cuando estamos solos en casa.
Si no lo hiciéramos así, y saliéramos en
pijama y zapatillas, o sin peinarnos, o con ropa sucia de una semana, es
probable que algunos transeúntes nos soltaran al pasar: “Se te ha
olvidado traerte la cama”, o “Te voy a regalar una navaja de barbero”.
Según Carmona, tampoco esos individuos tendrían “derecho” a hacernos
llegar semejantes ofensas, porque cada uno es como es y va como le da la
gana sin que nadie haya de opinar “en público” ni llamarnos la
atención.
Y otro tanto se daría en el trabajo: ¿a santo de qué el jefe se va a
permitir felicitarnos por la tarea bien hecha o criticar la mal hecha?
También nos hiere que se valoren nuestras aptitudes, no digamos que nos
indiquen con qué clase de atuendo nos debemos presentar en una oficina, o
–más allá– en una recepción, una boda o un funeral.
¿Quién es nadie
para comentarnos nada? A este paso desembocaremos en eso, tan delicada y
fina se ha hecho la piel de la actual humanidad.
La imitación y copia de las represiones estadounidenses está acabando
con toda espontaneidad y está llevando a que todo esté regulado, cuando
no directamente prohibido, como en el Estado Islámico.
A lo largo de los
siglos la gente se ha manejado en la vida sin necesidad de recurrir
para todo a la autoridad y a la justicia. Ante un requiebro simpático o
inofensivo las mujeres han sabido fingir que no lo oían, o dar las
gracias, o sonreír sin más, o incluso dar un corte, a su elección.
Conozco todavía a muchas a las que un piropo amable les alegra la
jornada y les sube la autoestima, y lo mismo en lo que se refiere a
varones, que también apreciamos un elogio o nos sentimos halagados por
él.
Hace ya treinta años, estando en Estados Unidos, observé que los
piropos, no siempre bien vistos, resultaban admisibles si lo alabado era
la ropa que alguien llevaba.
Se juzgaba mal encomiar las piernas, pero
no la falda. “Bonita blusa” venía a ser una forma de decirle a una mujer
que le favorecía el busto o que estaba guapa con ella.
Una vez, en un
ascensor, una colega de la Universidad me preguntó qué colonia llevaba,
porque olía muy bien. Me imagino que para Carmona eso fue vejatorio, y
yo debería haberme sentido intimidado y violentado.
Y no, me quedé más
contento que unas pascuas, pensando que había acertado con la fragancia
desconocida (Jordache, me acuerdo) que había escogido al azar. La gente
anda escandalizada por un vídeo en el que, se dice, a una joven le
sueltan barbaridades mientras camina por Nueva York.
Lo he visto, y la
interpretación es falsa: con la excepción de un par de sujetos que
acompasan su paso al suyo y se ponen algo pesados (“¿No quieres hablar
conmigo? ¿Demasiado feo para ti?”, es lo más “agresivo” que sale de sus
bocas), casi todos los comentarios que la chica recibe son inocuos o
incluso amables: “Que tengas un buen día, guapa”, o “Caray”.
Es un
ejemplo más (hablé de ello hace unos meses) de cómo se convence a la
gente de que ve algo distinto de lo que ve.
Total Javier, que uste es como Pérez Reverte, Arturo, comentarios machistas sobre el machismo en los piropos que critica la Jueza Carmona. Ahora entiendo ese filin especial que tiene con Arturito, . Hay que saber que las mujeres no somos objetivos a lapidar por exacbructos masculinos, y no es lo mismo que puedan decirte que elegante va usted, porque la elegancia es innata, o decirte Mary Mary ¿quieres que te lleve el Bolso?....por ejemplo, un hombre a otro hombre preguntarle por el perfume que usa, no se engañe Sr. Marias es buscar otro tipo de conversación.
Y mire no, no estoy para aguantar nada, y entre ello que se vea normal que un Hombre piropee a una mujer, antes eran obreros, cuando habia trabajo a mi me daba miedo pasar debajo de donde estaba unido el Proletariado, porque no te decían precisamente Un Fantasma recorre el mundo...." NO, y te preguntabas......como a esos obreros le ibas hablar de la Dialéctica si te tomaban por una muñeca del PIM PAM PUM, y no eso Sr. Maria aunque su amigo Arturo ande ahora muy atareado con su Alatriste televisivo, que no pide permiso para darte un morreo y sin piropos por medio, eso si la espada está muy afilada, yo hice esgrima en la Universidad pero mi profesor jamás me hizo un requiebro con la espada, ni me morreó, vaya que si que fue un caballero y no como esos que denuncia la Jueza Carmona.....
Porque un beso de amor solo se lo doy a Marcello....
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