Un informe de la OCU hizo que corrieran ríos de tinta contra la
utilidad real de algunos cosméticos
. Los expertos nos explican por qué y
cómo miden su efectividad.
Una tarde cualquiera en la caja de una perfumería.
Dos mujeres de
mediana edad guardan cola para pagar.
Una lleva una crema antiarrugas de
280 euros; la otra,
una crema antiedad
de 14. ¿Hay ingredientes que justifiquen un precio 20 veces superior?
Ambos envases resultan bastante pintones, el envoltorio de los dos es
similar y prometen atenuar arrugas, patas de gallo, flacidez...
A pesar
de la crisis, las ventas de cremas de más de 200 euros, lo que se conoce
como
top luxury, subieron un 2,2% durante 2014
. Así lo asegura
un análisis de mercado llevado a cabo por Stanpa (la Asociación
Nacional de Perfumería y Cosmética).
El precio medio de estos
tratamientos es de 257 euros.
¿Tanto rico hay suelto? Yolanda Franco,
educadora de la firma Carita, señala que no se trata necesariamente de
un cliente con mucho dinero:
“Es una clientela que se dedica activamente
al cuidado de su piel y cuya principal preocupación es retrasar o hacer
desaparecer los signos de la edad”.
¿Qué pensaría usted si estuviera a
la cola detrás de nuestras protagonistas? ¿Creería que están estafando a
la compradora
premium?
La respuesta es un rotundo sí, si nos atenemos al estudio
recientemente publicado por la Organización de Consumidores y Usuarios
(OCU), que dictamina que para tratar las arrugas, la crema más eficaz es
Cien Crema de Día Q10, de Lidl,
que cuesta 2,99 euros.
Solo esta y otra, según el estudio, lograban
después de un mes de uso reducir levemente las arrugas. La medalla de
plata la ostenta Eucerin Hyaluron Filler, de 26,90 euros.
El trabajo
señalaba también que en la mayoría de los casos, los principios activos
que aseguraban mejorar el aspecto de las arrugas (alfahidroxiácidos,
retinol, colágeno…) no se encontraban en la concentración necesaria para
hacer bien su trabajo.
A vueltas con los estudios
Ileana Izverniceanu, portavoz de la OCU, ha facilitado a BUENAVIDA
los detalles de este estudio. En él participaron varios países
. Las 14
cremas elegidas afirmaban ser eficaces contra las arrugas y asegurar
resultados en el plazo de un mes.
“Por ese motivo nuestro estudio se
diseñó para valorar esta alegación tras un mes de uso”, explica la
portavoz.
Cada cosmético fue testado en ciego sobre 30 voluntarias.
“El producto control fue una crema de composición conocida que ya no
está en el mercado, y de la que hay datos acumulados durante años sobre
su comportamiento como antiarrugas y como hidratante.
Las usuarias
tenían que utilizar el producto estándar en un lado de la cara y en el
otro, el producto en investigación”, señala Izverniceanu.
Todo se desarrolló entre octubre de 2013 y enero de 2014 y las
voluntarias (de entre 31 y 70 años) debían aplicarse el producto en el
área periorbital durante cuatro semanas.
Para valorar los resultados se
contó con las herramientas más precisas.
“Para las arrugas se usó el
método
FOITS (
Fast Optical In vivo Topometry of Human Skin),
que está reconocido y publicado en la literatura biomédica para medir
reducciones en las arrugas
. Consta de una cámara que permite obtener y
analizar imágenes ampliadas y muy detalladas de la superficie de la piel
en 3D”, asegura Izverniceanu.
Para verificar el efecto hidratante, se
recurrió a otra técnica: la corneometría, y las mediciones se hicieron
en condiciones homogéneas y controladas de humedad y temperatura el día
0, antes de usar las cremas, y cuatro semanas después.
“Los datos fueron
enviados a cada fabricante individualmente antes de la publicación.
Para completar este estudio comprobamos si el etiquetado cumplía la
legislación vigente”.
Las voluntarias, por su parte, sí fueron muy
optimistas con respecto a las propiedades cosméticas y la percepción
subjetiva
. Aroma, textura, sensación o untuosidad juegan un papel
fundamental.
Ese es el quid de la cuestión.
La compra emocional
Un estudio de la Universidad del País Vasco titulado
¿Compramos cosméticos porque son útiles o porque nos hacen sentir mejor?
señalaba que las razones emocionales pesaban más que los efectos. El
estudio se llevó a cabo con 355 mujeres.
¿Las conclusiones?
La
sensorialidad de una crema, cómo nos hace sentir, la campaña
publicitaria, el mensaje de placer y la modelo del anuncio son los
factores que inducen a la compra.
Por encima incluso de los datos de
reducción de arrugas.
Eso puede explicar la compra de los productos más
caros.
Pero una vez encontrada la sensación adecuada, las mujeres se
mantienen fieles a su producto de cabecera.
En la firma Douglas lo
llevan observando mucho tiempo.
Patricia Díaz Sarralde, miembro del
equipo de márketing, insiste en que cuando un producto demuestra
resultados a corto o medio plazo la gente es fiel a él, y resulta
difícil cambiar sus costumbres a la hora de comprar.
Ninguna firma cosmética lanza una crema sin eficacia constatada
. Por eso
el presupuesto de I+D también se destina a invertir en avanzados
aparatos de medición.
Elio Estévez, director científico de Olay, nos
cuenta cómo miden ellos los resultados.
“Para valorar la hidratación se
emplea el corneómetro, que mide la capacitancia de la piel en una escala
del 0 al 120
. Cuanto más alta mejor.
Este instrumento permite medir
cuánto hidrata una crema, durante cuántas horas o cuánto más hidrata en
comparación con otras cremas”, señala Estévez.
Otra cosa es determinar
la integridad de la barrera de hidratación cutánea. “En ese caso se mide
la pérdida de agua en forma de vapor a través de la piel
. Para ello se
utiliza un vapómetro”, explica Estévez.
El cutómetro mide la elasticidad
y la resistencia de la piel y los resultados permiten calcular los
niveles de firmeza.
Así se comparan los beneficios de una crema
reafirmante antes y después de un tratamiento.
“Para poder medir
resultados significativos en firmeza, necesitamos tratamientos de por lo
menos cuatro semanas”, añade Elio Estévez. Real 3.0 mide, según el
experto, “la textura de la piel (arrugas, líneas de expresión) y
pigmentación (niveles y distribución de la melanina y la hemoglobina)”
.
Una vez que se toman estas imágenes pueden ser procesadas a través de
distintos programas informáticos que permiten cuantificar las áreas
pigmentadas o la profundidad y longitud de las arrugas
. Lo último, y por
el momento solo lo tiene Olay, es un método llamado Seahorse XF
Analyzer. “Mide la energía de la piel en vivo sin necesidad de hacer
biopsias y bajo diversas condiciones de estrés”, ilustra Estévez.
Todos
estos sistemas arrojan resultados rigurosos de mejora, pero no hay que
olvidar otro punto polémico: si las cremas llegan a penetrar realmente
en la dermis.
Las comparaciones no son odiosas
Hemos pedido a Gemma Prudencio, farmacéutica, cosmetóloga y fundadora
de GPSLab, que analizara, lista de ingredientes en mano, una crema de
lujo y una de farmacia, de 568 euros y 30 euros, respectivamente.
La fórmula perfecta
El doctor Ignacio Querol nos da la receta de la crema que formularía para conseguir un aval científico incontestable:
Protectores solares:
La exposición solar es el principal factor exógeno determinante de envejecimiento y se debe prevenir.
Antioxidantes:
El estrés oxidativo causa deterioro de los tejidos. Por ello, es
fundamental la incorporación de moléculas antioxidantes ya sean de
origen vegetal, como el extracto de vid roja, el ginkgo biloba o el
picnogenol, o de síntesis química, como el ácido ascórbico o el
ácido ferúlico.
Retinoides:
El ácido retinoico o tretinoina es la molécula antienvejecimiento con
mayor evidencia científica. Otros retinoides, aun teniendo una menor
potencia, también pueden ser de utilidad.
Alfa-hidroxiácidos:
El ácido láctico se utiliza desde la Antigüedad, pero hay otros
muchos, como el glicólico, el mandélico o el kójico, que tienen una
eficacia demostrada
. Ejercen una acción hidratante, exfoliante,
regeneradora, y despigmentante.
Según explica, “la diferencia de precio se debe al distinto posicionamiento, pero las dos son buenas como tratamiento
antiaging”.
En la fórmula “costosa” se utiliza gemoterapia, “algo muy innovador,
pero sin estudios de eficacia que demuestren estas propiedades”, señala
Prudencio.
Sin embargo, en cuanto a las características organolépticas
resultaría mejor.
“Tiene activos caros, como las células madre nativas
de loto, además de contener liposomas y cytovector, la diana que
estimula colágeno”.
En cuanto a la fórmula más asequible, la cosmetóloga
explica que cumple su función:
“Sus activos (ácido hialurónico de
cadena larga y oligopéptidos) son ideales para hidratar”. En conclusión:
“El lujo se paga, pero no quiere decir que sea más efectivo”.
La patente y el I+D siempre está detrás de una diferencia de precio
abismal.
Unas invierten y pagan y las otras esperan pacientemente hasta
que la ley libere las patentes
. Como señala Cristina Biurrun, directora
científica y de asuntos reglamentarios de
L’Oréal España,
depende mucho de los casos, “pero ante el hallazgo de un nuevo
ingrediente o tecnología, siempre habrá una primera marca que lo
comercialice, si bien, con el paso del tiempo, su uso de democratiza
haciendo asequible la innovación a todos los poderes adquisitivos”.
El
precio depende del país donde se registra cada invención, pudiendo ser
en un Estado o a nivel europeo.
“En España el registro del diseño se
otorga por cinco años contados desde la fecha de presentación de la
solicitud, y puede renovarse por uno o más periodos sucesivos de cinco
años hasta un máximo de 25”, explica Biurrun.
¿El precio? Desde 700 €
por una molécula en España hasta los 35.000 si se trata de una patente
europea.
Mouna Ghoul, portavoz científica de
European Research Center de Shiseido,
confirma que la relación entre precio y patentes protegidas es
directamente proporcional.
“Cuantas más patentes protejan un producto
más cara y costosa ha resultado la investigación. En el caso de Shiseido
en particular, el último lanzamiento, Ultimune Power Infusing
Concentrate, está protegido por 31 patentes”, explica Ghoul.