La alcaldesa de Madrid se reivindica ante el PP como posible candidata en 2015 mientras la exlíder regional se deja querer.
José María Aznar no llamó a Alberto Ruiz-Gallardón a La Moncloa en
2002 para pedirle sino para exigirle que fuera candidato a la alcaldía
de Madrid.
La dirección del PP ya le había dicho de muchas formas que tenía que dejar la presidencia regional para salvar la ciudad, que las encuestas daban por perdida con José María Álvarez del Manzano, Mercedes de la Merced o Esperanza Aguirre como cabezas de lista. Pero Gallardón se hizo el loco. No quería.
Así que Aznar le llamó para dejarle las cosas claras.
Una década después, la candidatura del PP a la alcaldía parece de nuevo en peligro
. Resulta imposible vaticinar la decisión que tomará el ahora presidente del partido y del Gobierno, Mariano Rajoy, pero las posibles soluciones son, en cualquier caso, bien distintas: la alcaldesa, Ana Botella, casada con Aznar y colocada ahí por Gallardón, reivindicó el jueves su derecho a seguir siéndolo si lo desea, enojada por las especulaciones sobre quién la sustituirá en 2015.
Sus colaboradores más próximos traducen su discurso tras la derrota de Madrid 2020 como un mensaje “que llegó a quién tenía que llegar” y se resume así: “Quiero poder ser candidata”.
Nadie cree que tenga decidido ya que quiere serlo, y no puede autodescartarse porque eso la convertiría en un pato cojo a dos años aún de las elecciones.
No hay duda de que hará lo que le pida Rajoy sin queja pública alguna.
Si le pide que dé un paso al lado, lo dará e incluso reclamará como suya la decisión.
Tiene la convicción de que el bien del partido está por encima de sus ambiciones.
Pero quiere tener derecho a decidir. Por eso dijo a EL PAÍS que se ve “muy fuerte” incluso sin los Juegos. Por eso quiso presentarse sola (“sin padrino, no como otras”, desliza un edil), ante los periodistas el jueves. Y cree que cuenta con el apoyo de Rajoy, que la invitó a volver en su avión de Buenos Aires tras la derrota olímpica y mandó a la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, al acto.
“Estoy hoy y mañana al servicio de los madrileños y seguiré trabajando con la misma ilusión con la que empecé hace 10 años”, dijo Botella.
Su núcleo duro lo traduce: “Estoy dispuesta y disponible”. Y saca aún más jugo a su respuesta a las insistentes preguntas sobre Esperanza Aguirre.
Ante la petición de primarias que lanzó la presidenta del PP madrileño en Twitter, Botella recordó que eso se decide en un congreso nacional, o lo que es lo mismo, que ya lo llevó uno de los hombres de Aguirre, Íñigo Henríquez de Luna, a la cita de Valencia en 2008 y no prosperó.
Cuando se le preguntó su opinión sobre batirse por la candidatura con la expresidenta regional, la alcaldesa replicó:
“Que responda ella”. Aguirre estaba entre el público, pero declinó hablar.
Botella quería dejar claro que ella es la alcaldesa, y si alguien quiere disputarle el puesto tendrá que ser ese alguien quien así lo diga.
“Aguirre se siente cómoda en su atalaya de conciencia crítica del PP.
Siempre ha hecho un discurso nacional, ahí han estado sus mayores logros.
Le gustaría estar a tiempo para aspirar a La Moncloa, pero como puede que no sea posible, hay gente que calcula las ventajas de que sea alcaldesa, y ella se deja querer.
¿Está dedicando ella sus esfuerzos a eso? No, ni como primera ni como segunda opción.
La cuadra aguirrista lanza mensajes un día sí y otro también de que lo tendría chupado, de que lograría la alcaldía en dos días, y ella se pasa el día desmintiendo que quiera serlo, lo que la coloca a la altura de su amigo Gallardón”, interpreta un lugarteniente municipal.
“Aguirre quiere otra cosa, pero cuando vea que esto es lo único que le queda no le hará ascos”, asegura un hombre fuerte de Botella, que añade:
“Las cañerías de Génova ya están en marcha contra la alcaldesa”. ¿Podría la delegada del Gobierno, Cristina Cifuentes, apoyada por la secretaria general del PP, Dolores de Cospedal, disputar el puesto?
“Está ganando reconocimiento público a marchas forzadas y tiene muchísima ambición; ya ha logrado que, cuando se haga una encuesta de posibles candidatos, se cuente con ella”, señala un poderoso edil aguirrista. Sobre la expresidenta regional, añade:
“Es la mejor candidata, pero será la última carta de Rajoy.
Su problema es que tiene elecciones generales seis meses después de las municipales: si Aguirre se presenta y pierde, el fracaso será de ella.
Pero si Rajoy se empecina en no ponerla y su candidato, sea quien sea, pierde, entonces el fracaso será de él. Además, Aguirre no solo sería candidata a la alcaldía, impulsaría la Comunidad y todos y cada uno de los pueblos, como en 2011”.
“Tengo la intuición y convicción de que será Aguirre
. A ella siempre le ha gustado el Ayuntamiento. Puede ser el broche de su carrera, sería feliz, y es la única que sumaría más votos que la marca PP en este momento”, abunda un alto cargo. “¿La va a dejar Rajoy? O, mejor dicho, ¿puede evitarlo Rajoy?
Si es la única que asegura la mayoría, no se va a arriesgar.
Pero quizá quiera poner a un candidato suyo”, añade.
Los mentideros apuntan incluso a Sáenz de Santamaría, “inédita electoralmente y que se llevaría la alcaldía de calle”, pero sobre todo se centran en algún ministro o futuro ministro.
“Puede haber una crisis de Gobierno en diciembre, coincidiendo con el anuncio de candidatos para las europeas de junio. Rajoy podría aprovechar para meter y sacar a gente del Consejo de Ministros pensando en convertirlos luego en candidatos autonómicos o municipales”, aventura un concejal de la máxima confianza de Botella que conoce los entresijos del partido.
Todas las fuentes consultadas cifran entre julio (“justo tras las europeas, si hay que acallar de raíz una derrota dolorosa”, dice un edil) y octubre el anuncio de las candidaturas. “Los aspirantes tienen que hacer su carrera pero sin pasarse porque pueden quemarse”, avisa un edil aguirrista.
A Botella le queda un año para recuperarse en las encuestas. ¿Es suficiente? “
Tiene mucho espacio para crecer. Su figura va a subir entre los votantes del PP”, apunta un miembro de su Gobierno, que incluso cree, y en esto hay consenso en el Ayuntamiento, que las chanzas por su discurso ante el Comité Olímpico Internacional la van a ayudar
: “Las bromas pueden convertirse en un activo, como le pasó en su momento a Aguirre.
Esperanza no tiene sentido del ridículo y Ana sí, pero tiene mucho sentido del humor y se ha reído incluso con algunas bromas
”. “No creo que sea tan negativo como pensábamos al principio; ha entrado a la broma, ha quedado claro que la frase no es suya, y puede volverse a su favor”, añade un edil que vivió de cerca casos similares de Aguirre.
Lo que de verdad preocupa es la falta de dinero y, sobre todo, cómo lo afronta Botella: “La austeridad la está matando. La gente no aplaude ser el más austero de España.
Tenemos la ciudad a fuego lento; aunque no se apaga la llama, no basta para ganar las elecciones”, dice un aguirrista. “Está obsesionada con las cuentas y descuida el resto; eso no le va a dar ningún voto.
Se le ha ido la pinza con el déficit, hay mucho que se podría hacer con poco dinero”, añade un gallardonista.
“Hay que hacer política sin convertirse en sucursal de una gran constructora; lo que no es normal es inventar la ciudad cada cuatro años, parecía una subasta. Pero se pueden hacer cosas.
Queda tiempo”, concluye otro.
La dirección del PP ya le había dicho de muchas formas que tenía que dejar la presidencia regional para salvar la ciudad, que las encuestas daban por perdida con José María Álvarez del Manzano, Mercedes de la Merced o Esperanza Aguirre como cabezas de lista. Pero Gallardón se hizo el loco. No quería.
Así que Aznar le llamó para dejarle las cosas claras.
Una década después, la candidatura del PP a la alcaldía parece de nuevo en peligro
. Resulta imposible vaticinar la decisión que tomará el ahora presidente del partido y del Gobierno, Mariano Rajoy, pero las posibles soluciones son, en cualquier caso, bien distintas: la alcaldesa, Ana Botella, casada con Aznar y colocada ahí por Gallardón, reivindicó el jueves su derecho a seguir siéndolo si lo desea, enojada por las especulaciones sobre quién la sustituirá en 2015.
Sus colaboradores más próximos traducen su discurso tras la derrota de Madrid 2020 como un mensaje “que llegó a quién tenía que llegar” y se resume así: “Quiero poder ser candidata”.
Nadie cree que tenga decidido ya que quiere serlo, y no puede autodescartarse porque eso la convertiría en un pato cojo a dos años aún de las elecciones.
No hay duda de que hará lo que le pida Rajoy sin queja pública alguna.
Si le pide que dé un paso al lado, lo dará e incluso reclamará como suya la decisión.
Tiene la convicción de que el bien del partido está por encima de sus ambiciones.
Pero quiere tener derecho a decidir. Por eso dijo a EL PAÍS que se ve “muy fuerte” incluso sin los Juegos. Por eso quiso presentarse sola (“sin padrino, no como otras”, desliza un edil), ante los periodistas el jueves. Y cree que cuenta con el apoyo de Rajoy, que la invitó a volver en su avión de Buenos Aires tras la derrota olímpica y mandó a la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, al acto.
“Estoy hoy y mañana al servicio de los madrileños y seguiré trabajando con la misma ilusión con la que empecé hace 10 años”, dijo Botella.
Su núcleo duro lo traduce: “Estoy dispuesta y disponible”. Y saca aún más jugo a su respuesta a las insistentes preguntas sobre Esperanza Aguirre.
Ante la petición de primarias que lanzó la presidenta del PP madrileño en Twitter, Botella recordó que eso se decide en un congreso nacional, o lo que es lo mismo, que ya lo llevó uno de los hombres de Aguirre, Íñigo Henríquez de Luna, a la cita de Valencia en 2008 y no prosperó.
Cuando se le preguntó su opinión sobre batirse por la candidatura con la expresidenta regional, la alcaldesa replicó:
“Que responda ella”. Aguirre estaba entre el público, pero declinó hablar.
Botella quería dejar claro que ella es la alcaldesa, y si alguien quiere disputarle el puesto tendrá que ser ese alguien quien así lo diga.
“Aguirre se siente cómoda en su atalaya de conciencia crítica del PP.
Siempre ha hecho un discurso nacional, ahí han estado sus mayores logros.
Le gustaría estar a tiempo para aspirar a La Moncloa, pero como puede que no sea posible, hay gente que calcula las ventajas de que sea alcaldesa, y ella se deja querer.
¿Está dedicando ella sus esfuerzos a eso? No, ni como primera ni como segunda opción.
La cuadra aguirrista lanza mensajes un día sí y otro también de que lo tendría chupado, de que lograría la alcaldía en dos días, y ella se pasa el día desmintiendo que quiera serlo, lo que la coloca a la altura de su amigo Gallardón”, interpreta un lugarteniente municipal.
“Aguirre quiere otra cosa, pero cuando vea que esto es lo único que le queda no le hará ascos”, asegura un hombre fuerte de Botella, que añade:
“Las cañerías de Génova ya están en marcha contra la alcaldesa”. ¿Podría la delegada del Gobierno, Cristina Cifuentes, apoyada por la secretaria general del PP, Dolores de Cospedal, disputar el puesto?
“Está ganando reconocimiento público a marchas forzadas y tiene muchísima ambición; ya ha logrado que, cuando se haga una encuesta de posibles candidatos, se cuente con ella”, señala un poderoso edil aguirrista. Sobre la expresidenta regional, añade:
“Es la mejor candidata, pero será la última carta de Rajoy.
Su problema es que tiene elecciones generales seis meses después de las municipales: si Aguirre se presenta y pierde, el fracaso será de ella.
Pero si Rajoy se empecina en no ponerla y su candidato, sea quien sea, pierde, entonces el fracaso será de él. Además, Aguirre no solo sería candidata a la alcaldía, impulsaría la Comunidad y todos y cada uno de los pueblos, como en 2011”.
“Tengo la intuición y convicción de que será Aguirre
. A ella siempre le ha gustado el Ayuntamiento. Puede ser el broche de su carrera, sería feliz, y es la única que sumaría más votos que la marca PP en este momento”, abunda un alto cargo. “¿La va a dejar Rajoy? O, mejor dicho, ¿puede evitarlo Rajoy?
Si es la única que asegura la mayoría, no se va a arriesgar.
Pero quizá quiera poner a un candidato suyo”, añade.
Los mentideros apuntan incluso a Sáenz de Santamaría, “inédita electoralmente y que se llevaría la alcaldía de calle”, pero sobre todo se centran en algún ministro o futuro ministro.
“Puede haber una crisis de Gobierno en diciembre, coincidiendo con el anuncio de candidatos para las europeas de junio. Rajoy podría aprovechar para meter y sacar a gente del Consejo de Ministros pensando en convertirlos luego en candidatos autonómicos o municipales”, aventura un concejal de la máxima confianza de Botella que conoce los entresijos del partido.
Todas las fuentes consultadas cifran entre julio (“justo tras las europeas, si hay que acallar de raíz una derrota dolorosa”, dice un edil) y octubre el anuncio de las candidaturas. “Los aspirantes tienen que hacer su carrera pero sin pasarse porque pueden quemarse”, avisa un edil aguirrista.
A Botella le queda un año para recuperarse en las encuestas. ¿Es suficiente? “
Tiene mucho espacio para crecer. Su figura va a subir entre los votantes del PP”, apunta un miembro de su Gobierno, que incluso cree, y en esto hay consenso en el Ayuntamiento, que las chanzas por su discurso ante el Comité Olímpico Internacional la van a ayudar
: “Las bromas pueden convertirse en un activo, como le pasó en su momento a Aguirre.
Esperanza no tiene sentido del ridículo y Ana sí, pero tiene mucho sentido del humor y se ha reído incluso con algunas bromas
”. “No creo que sea tan negativo como pensábamos al principio; ha entrado a la broma, ha quedado claro que la frase no es suya, y puede volverse a su favor”, añade un edil que vivió de cerca casos similares de Aguirre.
Lo que de verdad preocupa es la falta de dinero y, sobre todo, cómo lo afronta Botella: “La austeridad la está matando. La gente no aplaude ser el más austero de España.
Tenemos la ciudad a fuego lento; aunque no se apaga la llama, no basta para ganar las elecciones”, dice un aguirrista. “Está obsesionada con las cuentas y descuida el resto; eso no le va a dar ningún voto.
Se le ha ido la pinza con el déficit, hay mucho que se podría hacer con poco dinero”, añade un gallardonista.
“Hay que hacer política sin convertirse en sucursal de una gran constructora; lo que no es normal es inventar la ciudad cada cuatro años, parecía una subasta. Pero se pueden hacer cosas.
Queda tiempo”, concluye otro.
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