Gurú de la comida sana, consejera para una vida mejor, la oscarizada actriz no deja indiferente.
No es fácil dirimir qué opinión suscita entre la población estadounidense el trasero de Gwyneth Paltrow, ganadora de un Oscar en 1999 por Shakespeare in love.
Pese a que ha sido un tema candente de la semana, desde que, el miércoles por la noche, la actriz lo dejara entrever a través de las transparencias del vestido, de Antonio Berardi, que llevó al estreno de Iron man 3 en Los Ángeles. Pero las reacciones, entre la admiración y el hastío, que empezaron a fluir por blogs y redes sociales no llegan una conclusión certera.
La polémica es algo muy común en esta actriz de 40 años.
La semana pasada fue nombrada la famosa más odiada del mundo por la revista Star y horas después, elegida como la mujer más hermosa del mundo por la revista People.
La primera afirmación es algo sabido: la muestra de un sentir muy popular entre quienes entienden a Paltrow como una pija desconectada de la realidad de la protagonista.
La segunda es solo un ejemplo de esa perfección que hace que odiarla sea algo todavía más deseable.
El público que disfruta odiando a Gwyneth Paltrow ha gozado, en las últimas semanas, de un festival de motivos para afilar sus cuchillos
. La actriz, autoproclamada portavoz de la comida sana, ha publicado su segundo libro de recetas cuyo título sería traducible como Todo está rico: Recetas deliciosas y fáciles que te harán verte bien y sentirte genial.
La acogida ha sido más bien tibia.
Aparte de las web que publican sus frases más ridículas
-“El pescado está más rico cuando lo saco del mar frente a mi casa de verano”,
“Sencillamente, no puedo vivir sin mayonesa vegetariana”- el libro en sí comienza con el relato de una migraña que ella tomó por un ictus y que le llevó a un endocrino en busca de una vida más sana.
La solución: “Deja el café, el alcohol, los lácteos, los huevos, el azúcar, el marisco, las patatas, los pescados que no vengan de la costa, el tomate, la pimienta, las berenjenas, el trigo, la carne y la soja”). Una web se molestó en calcular la relación de fotos que había de la actriz y de las recetas (más de 30 contra unas 50) y el libro fue, irremediablemente, de lo más vendido en Amazon.
Pero nada le ha restado más credibilidad que un pasaje en el que habla de la dieta de sus hijos con Chris Martin, cantante de Coldplay. La aspirante a gurú del buen comer reveló que Moses, de6 años y Apple, de 8, son alimentados con disciplina casi militar, sin granos procesados ni gluten. La revelación se unió al odio hacia Gwyneth y la bola de nieve resultante dio pie a rumores de que sometía a los niños a una dieta draconiana de algas y ningún carbohidrato.
“No sé de dónde sacan esas cosas”, se maravillaba hace dos semanas, cuando ya era demasiado tarde para que los rumores desaparecieran de la percepción colectiva, en el programa de televisión de Dr. Oz, otro aspirante a gurú de la salud. “Mis hijos comen Oreos y son de lo más normal”.
Esa polémica cobraría especial sentido tras una reciente publicación en Goop –su pizpireta página web, en la que recomienda “lo más positivo de la vida” como joyas valoradas en 1.200 euros y fundas de Valentino para iPad– en la que mostraba fotos de niñas de 4 años con biquinis de Melissa Obadash, como los que suele llevar Rihanna.
“Una cosa es que las niñas quieran vestir como sus madres y otra, incentivarles ser sexi”, critica Kristian Dooley, del Foro de Mujeres de Australia, una de las organizaciones que más criticó esa publicación. “No entienden las consecuencias de resaltar sus propios cuerpos.
Promocionar así estos productos es algo muy peligroso”.
Pese a que ha sido un tema candente de la semana, desde que, el miércoles por la noche, la actriz lo dejara entrever a través de las transparencias del vestido, de Antonio Berardi, que llevó al estreno de Iron man 3 en Los Ángeles. Pero las reacciones, entre la admiración y el hastío, que empezaron a fluir por blogs y redes sociales no llegan una conclusión certera.
La polémica es algo muy común en esta actriz de 40 años.
La semana pasada fue nombrada la famosa más odiada del mundo por la revista Star y horas después, elegida como la mujer más hermosa del mundo por la revista People.
La primera afirmación es algo sabido: la muestra de un sentir muy popular entre quienes entienden a Paltrow como una pija desconectada de la realidad de la protagonista.
La segunda es solo un ejemplo de esa perfección que hace que odiarla sea algo todavía más deseable.
El público que disfruta odiando a Gwyneth Paltrow ha gozado, en las últimas semanas, de un festival de motivos para afilar sus cuchillos
. La actriz, autoproclamada portavoz de la comida sana, ha publicado su segundo libro de recetas cuyo título sería traducible como Todo está rico: Recetas deliciosas y fáciles que te harán verte bien y sentirte genial.
La acogida ha sido más bien tibia.
Aparte de las web que publican sus frases más ridículas
-“El pescado está más rico cuando lo saco del mar frente a mi casa de verano”,
“Sencillamente, no puedo vivir sin mayonesa vegetariana”- el libro en sí comienza con el relato de una migraña que ella tomó por un ictus y que le llevó a un endocrino en busca de una vida más sana.
La solución: “Deja el café, el alcohol, los lácteos, los huevos, el azúcar, el marisco, las patatas, los pescados que no vengan de la costa, el tomate, la pimienta, las berenjenas, el trigo, la carne y la soja”). Una web se molestó en calcular la relación de fotos que había de la actriz y de las recetas (más de 30 contra unas 50) y el libro fue, irremediablemente, de lo más vendido en Amazon.
Pero nada le ha restado más credibilidad que un pasaje en el que habla de la dieta de sus hijos con Chris Martin, cantante de Coldplay. La aspirante a gurú del buen comer reveló que Moses, de6 años y Apple, de 8, son alimentados con disciplina casi militar, sin granos procesados ni gluten. La revelación se unió al odio hacia Gwyneth y la bola de nieve resultante dio pie a rumores de que sometía a los niños a una dieta draconiana de algas y ningún carbohidrato.
“No sé de dónde sacan esas cosas”, se maravillaba hace dos semanas, cuando ya era demasiado tarde para que los rumores desaparecieran de la percepción colectiva, en el programa de televisión de Dr. Oz, otro aspirante a gurú de la salud. “Mis hijos comen Oreos y son de lo más normal”.
Esa polémica cobraría especial sentido tras una reciente publicación en Goop –su pizpireta página web, en la que recomienda “lo más positivo de la vida” como joyas valoradas en 1.200 euros y fundas de Valentino para iPad– en la que mostraba fotos de niñas de 4 años con biquinis de Melissa Obadash, como los que suele llevar Rihanna.
“Una cosa es que las niñas quieran vestir como sus madres y otra, incentivarles ser sexi”, critica Kristian Dooley, del Foro de Mujeres de Australia, una de las organizaciones que más criticó esa publicación. “No entienden las consecuencias de resaltar sus propios cuerpos.
Promocionar así estos productos es algo muy peligroso”.
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