Tanta irrisión que te causaron los medradores, los petulantes, los
citistas, los llamados a ocupar el escenario, y cómo todo eso ahora ha
quedado inmerso en una corrupción mayor, en una impostura demoledora, en
un naufragio de los valores que, por su intensidad, ya no causa ninguna
reacción.
Quien no subió al escenario fue porque no valía para eso.
De tener el
talento del escalador, hubiera subido el segundo.
Y qué más da, después
de todo, ese escenario, con las viejas tablas tambaleantes, las rendijas
cada vez más vacías.
Bochorno del aire húmedo, estancado, el cielo cubierto como sobre las miasmas.
Jose Carlos Cataño
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