1 ago 2010
Una del Oeste
...Sol abrasador, llanura infinita, horizonte apenas moteado por arbustos moribundos. Botas de cuero gastado que hacen crujir la arena, levantan a cada paso una nubecita de polvo, y rompen las ramas que pisotean.
El hombre no tiene agua, ni siquiera conserva un pedazo de cecina. Ya no recuerda cuando perdió su sombrero, y en el tambor del revólver sólo queda una última bala. La piel se le abrasa, siente la lengua cuarteada. Se pregunta qué esperanzas tiene...
Mira hacia atrás, y contempla horrorizado que su perseguidor sigue su estela, implacable. No se da ninguna prisa, camina despacio, con el cubrepolvo ondeando al viento. Una mueca cruel que intenta ser una sonrisa adorna su cara:
-Aún estoy aquí- Parece decirle.
Detiene su huída con la vista nublada. Desesperado, saca su revólver y se lo coloca en la sien derecha. Una carcajada le llega como sonido de fondo, superponiéndose al aullido del viento. El dedo le tiembla sobre el gatillo...
¡BANG!
¡BANG¡
¡BANG!
El eco de los disparos ahuyenta a los cuervos, sólo sus graznidos rompen el silencio. El tiempo parece paralizarse mientras el hombre de negro se derrumba lentamente de espaldas...
Cae de rodillas. No entiende qué ha ocurrido. ¿Cómo puede ser que la última bala haya acabado con su perseguidor, después de haber fracasado tantas veces anteriormente? Pero sólo tenía una bala, y aún se escucha el eco de tres disparos repercutiendo en las colinas...
El hombre de negro se incorpora y le guiña un ojo:
-¿Creías que esto acabaría bien para ti? ¿Cómo puedes ser tan estúpido en pensar que podrías derrotarme? Sólo ha sido una ilusión, imbécil. Algo que suelo hacer a veces para divertirme. . . Prometí que haría sangrar tu alma y ahora cumplo mi promesa.
Siente un profundo dolor en el pecho, lugar hacia donde dirige sus manos. Una rosa roja se le dibuja en la mugrienta camisa. La sangre brota a borbotones mientras siente cómo la vida se le escapa entre los dedos...
La cámara se aleja mientras la música sigue in crescendo para subrayar el dramatismo de la escena del duelo final... Luego, un fundido en negro y las palabras the end se superponen en la pantalla.
Encienden las luces de la sala. El niño, que ha asistido entusiasmado a la proyección de su enésima película del oeste, arde ya en deseos de salir a la calle para acabar con todos los pistoleros imaginarios que se le ocurran...
Al western, el género cinematográfico que le enseñó a aquél niño a amar el cine...
martes 13 de octubre de 2009CORTOMETRAJE: Moments
¿Te has parado a pensar en la cantidad de momentos hermosos que hay en la vida? Probablemente no, porque por una oscura razón que se me escapa nos empeñamos en hacer incapié en lo negativo y lo demás acaba por convertirse en algo secundario. Este corto es una sucesión de imágenes que nos llena de argumentos para buscar en nuestros recuerdos y darnos cuenta de que la vida no es tan mala como tantas veces nos empeñamos en demostrar: Depende de nosotros, de nuestro ánimo y voluntad para afrontar nuestra existencia, el conseguir que valga la pena: Todo es susceptible de ser celebrado, incluso la muerte si nos ponemos en un último extremo... Porque un final siempre es el principio de algo.
Emocionante, y afortunadamente en versión original. Devolver el cariño que nos han ofrecido... Una reflexión sobre la relación entre padres e hijos.
Nacho Vigalondo escribió, dirigió y protagonizó el cortometraje '7:35 de la mañana' (2003), con el que consiguió el Premio Luna de Bronce al Mejor Cortometraje en el Festival de Cine Joven de Valencia, el Premio de la Audiencia al Mejor Cortometraje en el Festival de Cine Fantástico de Suecia, el Premio de la Juventud en el Festival de Cine de Clermont–Ferrand (Francia), conocido como el Cannes de los cortometrajes; además de dos nominaciones en los premios de la Academia de Cine Europea y en los Oscar de Hollywood.
Se trata de un musical estupendo, una historia aparentemente surrealista y llena de contrastes, con una enorme carga de humor negro, una coreografía desastrosamente bien calculada, y que mantiene la intriga hasta la sorpresa final, dejándonos un sabor agridulce en la boca. Realmente magnífica.
El cine español ya tiene una referencia para el año 2010. Hacía tiempo que me preguntaba en qué historias relacionadas con el séptimo arte estaría metido Fernando Trueba, del que se sabía que trabajaba en su proyecto para dar una salida discográfica a diferentes músicos de jazz latino. Al leer el número de hoy del periódico ‘el país’, me he llevado una sorpresa mayúscula. Y sólo de pensar lo que puede significar, se me hace la boca agua: Se ha desvelado el pequeño misterio y ardo ya en deseos de ver sus consecuencias en la pantalla:
En titulares, significa que Trueba y el dibujante y diseñador Javier Mariscal están en pleno proceso de producción de una nueva película: ‘Chico y Rita’: Una historia basada en un guión del propio director e Ignacio Martínez de Pisón que habla del amor entre un pianista cubano que sueña con hacerse un hueco en el mundo del jazz y una cantante de voz fascinadora.
Está pensada como una especie de bolero de amor que transcurre en las calles de La Habana y el Nueva York de los años cuarenta y cincuenta, una ensalada que se promete extraordinaria y que mezcla la sensualidad cubana con la ebullición rítmica de los clubs neoyorquinos donde la vida era música.
Pero hay más, mucho más. Porque hablamos de una película de animación, basada en los dibujos del gran Javier Mariscal, en la que llevan trabajando más de cuatro años, y un homenaje vital al maravilloso Bebo Valdés (suyo es el sonido del piano del protagonista), y a los músicos de su generación.
Las fotos que acompañan al reportaje prometen muchísimo. Y las cifras asombran: Para un metraje de 90 minutos se necesitarán 129.600 fotogramas en 146 escenas, basados todos en los dibujos originales de Mariscal.
CORTOMETRAJE: 'Alumbramiento', de Víctor Erice
Con sólo tres largometrajes en su carrera, Víctor Erice debería ser un referente cinematográfico en España, dado que suyas son obras maestras como ‘El Sur o ‘El espíritu de la colmena’. Lo es allende las fronteras de este país donde sus obras han tenido muchísima más repercusión que en nuestras salas comerciales. Pero las propuestas de Erice no son fáciles: Sus guiones nunca toman caminos perfectamente trazados, sino senderos tortuosos que aparentemente no llevan a ninguna parte, pero donde cada imagen es en sí misma una fascinante propuesta, que convierte a la película en un rico museo de simbología, experiencias y encuentros.
En el año 2002, la productora de Wim Wenders elabora dos films colectivos en los que recoge cortometrajes de varios directores con una temática común. Uno de ellos es “Ten minutes older: The trumpet” que, bajo el tema “El Tiempo”, reune la visión libre de siete cineastas: Aki Kaurismaki, Víctor Erice, Werner Herzog, Chen Kaige, Spike Lee, Jim Jarmusch y el propio Wim Wenders. Sólo deben cumplir dos condiciones concretas: cada trabajo ha de durar 10 minutos y en todos tiene que aparecer un reloj, al menos en una ocasión.
Víctor Erice dirige para este recopilatorio “Alumbramiento” (”Lifeline” en su título original), rodado en riguroso blanco y negro, y lo ambienta en la España franquista de 1940, año en el que nació. El film, cargado de simbolismo, es una mezcla de diversos géneros cinematográficos que nos habla en lenguaje difuso de la muerte y la lucha por la vida, de las diferencias sociales, de la España rural aturdida por la guerra recién pasada y de la venidera en Europa.
Un espantapájaros que en lugar de sombrero de paja lleva en la cabeza un casco militar, una manzana y una serpiente deslizándose, un niño muy pequeño sangra, la madre despertada por un gato negro que hace balancear la cuna… imágenes que a modo de collage componen un trabajo metafórico, contemplativo, inquietante, intimista y eminentemente poético, donde los escasos sonidos se dejan caer en el momento adecuado jugando el papel de un símbolo más, evocador, abierto, pero en el que ningún elemento es banal ni sobra.
. Título: SCHNECKENTRAUM (El Sueño del Caracol)
Galardonado con más de 40 premios internacionales.
Comentario: Un bellísimo y triste cortometraje sobre la timidez y las jugarretas del destino. Porque historias como esta demuestran que hay cosas peores que la obtención de un no como respuesta a nuestros interrogantes y temores...
Este es el tercer corto del realizador Hugo Stuven Casasnovas. Realizado en Betacam digital y luego pasado a 35 milímetros, narra una triste y hermosísima historia, que parte de un guión del propio autor y Mariano Merino: En ella un hombre abre una carta, que está directamente relacionada con un dramático suceso que ha marcado su vida y que difícilmente superará...
El lirismo que se desprende de la conjunción de imágenes y sonido es verdaderamente sorprendente. Y la reflexión sobre las terribles consecuencias de la intolerancia, también: De lo mejor que ha llegado hasta mis sentidos últimamente.
Hay que ser valiente o tener muy claro la manera de adaptar la historia a la gran pantalla, para arriesgarse a llevar al cine una novela como ‘Ensayo sobre la ceguera’, de José Saramago, el escritor portugués que ha elegido la isla de Lanzarote como lugar de residencia. Desde que se publicó en 1995, la novela fue considerada por la crítica un clásico de la literatura, y me consta que está entre los libros favoritos de mucha gente.
Se trata de una magnífica parábola sobre la extrema delgadez de la línea que nos separa de la barbarie, y expone sin tapujos nuestra ceguera metafórica ante las catástrofes (naturales o no) que asolan la ‘civilización’ que hemos construido. Pero también reflexiona sobre la necesidad de colaborar los unos con los otros para salir adelante y afrontar positivamente los avatares negativos a los que tenemos que hacer frente en la vida.
Afortunadamente ha sido Fernando Meirelles, el director brasileño que tiene en su nómina obras tan importantes como ‘Ciudad de Dios’, o ‘’El Jardinero Fiel’, quien aceptara el reto: Leyó una y otra vez el libro para captar todas sus sutilezas y lo que significa la idea de una comunidad expuesta a una situación límite, pasó horas con los ojos vendados intentando captar la manera en que se escucha el mundo y lo que pasaría si uno se quedase ciego de repente... El resultado se agradece: Opta por no ofrecer una verdad al espectador y plantea que las cosas no son analizables desde la dualidad blanco-negro, porque la realidad ofrece una gama de colores muy variada. En cuanto a las soluciones... el reto sociológico está en encontrar de manera individual las posibles respuestas a las interrogantes que se nos abren, y cada espectador habrá de encontrar por sí mismo el camino cuando se enciendan las luces del cine.
Lo más estremecedor es asumir que una sociedad avanzada sólo es un pequeño paso adelante en el camino que ha de recorrer la humanidad para escapar de la ancestral fase de barbarie de la que procedemos. Y lo sencillo que puede ser el volver sobre nuestros pasos... La visión de la película es obligada para todo aquél que aún conserve inquietudes sociales. Olvidemos por una vez la tentación de compararla con el libro original, un lastre que no conduce a nada, y disfrutemos de la propuesta de su director. Todos saldremos ganando con ello.
Resulta un misterio el hecho de que ‘Gran Torino’ se estrenase en USA en diciembre y haya sido ninguneada por la academia de cara a los Oscars de este año. No es que importe demasiado, pero es un feo detalle tratándose de la despedida como actor de Clint Eastwood. Ha sido un ejercicio de emociones disfrutarla:
Primero porque la película vale la pena por sí misma. Rebosa calidad desde la sencillez de sus planteamientos, al tratar de la manera en que lo hace un tema donde la violencia tiene un papel preponderante. Resulta curioso el diferente concepto estético con que el director ha afrontado las dos obras que nos ha obsequiado este año: Lo que en ‘El Intercambio’ era una cinta de estética clasicista, aquí se convierte en película cercana a planteamientos casi de telefilm. Pero da igual, porque la maestría de este hombre rebosa perfección a raudales.
Segundo porque para la última interpretación, ha elegido a sus 78 años de puro talento aglutinar de forma definitiva los dos personajes que marcaron su figura como actor: El del duro pistolero o policía y el del hombre situado al final del camino que elige comprometerse para dejar un legado de cariño y amistad. Gran Torino se convierte así en un testamento brillante, construido a conciencia y lleno de guiños al espectador que le ha seguido durante tantos años. Termina convirtiéndose en una aguda reflexión sobre la vejez y como la sociedad en que vivimos desaprovecha la experiencia y sabiduría de sus ancianos. Todo tratado con un sentido del humor que se agradece.
Afortunadamente el Eastwood director sigue adelante. Ya se encuentra en pleno rodaje su nuevo proyecto, ‘Human Factor’ en el que llevará a las pantallas la vida de Nelson Mandela desde el momento de la liberación de la cárcel, hasta lo que significó la sorprendente vinculación con la selección de rugbi de Sudáfrica como una de las vías para la reconciliación del país.
Clint Eastwood. Lo de este hombre es algu verdaderamente inaudito: Se ha encumbrado a un nivel tal, que es imposible que defraude al amante del buen cine. Estamos ya ante un autor clásico, un director que acabará con su nombre encumbrado entre los mejores de la historia del séptimo arte. Y lo dice plenamente convencido alguien que en materia de cine se tiene por muy exigente.
La nueva maravilla que tiene actualmente en cartelera se titula 'El intercambio'. Después de haberla visto, sorprenden algunas críticas que he llegado a leer sobre ella: En mi modesta opinión tenemos entre nosotros un nuevo clásico, una obra maestra llena de tensión y verdad, que en manos de cualquier otro hubiera derivado en sensiblería estúpida y en la búsqueda de la lágrima fácil: Eastwood la convierte sin embargo en un cuento moral, casi en una historia de cine negro que reflexiona sobre la necesidad de existan en la sociedad mecanismos que nos protejan de las arbitrariedades de los que se supone que están para protegernos. Filmada con elegancia y precisión, acompañada como siempre de una banda sonora magnífica, es una película imprescindible.
No hay lugar a dudas: El western es el género cinematográfico por excelencia, y desde luego mi preferido. Lástima que lleve tanto tiempo agonizante y las nuevas generaciones lo hayan dado por muerto. Ya casi no se estrenan películas del Oeste, pero afortunadamente la fórmula no está completamente agotada y de vez en cuando llegan a las carteleras ejemplos significativos de que no ha desaparecido del todo el amor por el género.
Un magnífico ejemplo es Appaloosa, la película recién estrenada en nuestras pantallas y que significa el debut en la dirección del gran Ed Harris. Narra la amistad entre dos hombres que se dedican al peligroso oficio de hacer respetar la Ley, poniendo el servicio de tal empresa su habilidad con las armas. Narrada con una contención que se agradece, llena de diálogos brillantes y contundentes, con personajes imprevisibles que nunca son de una pieza y situaciones llenas de tensión... Es un western raro y seco, construido con un enorme amor al género que representa. Una historia que queda prendada en la retina y la memoria del espectador hasta mucho después de salir de la sala.
Y en lo referente al elenco de intérpretes, poco hay que decir, pues sus nombres hablan por si solos: Ed Harris, Viggo Mortensen, Jeremy Irons, René Zellweger, que llenan la pantalla de minutos inolvidables. Sólo incidir en la aparición de nuestra Ariadna Gil, en un papel secundario pero magníficamente aprovechado. Otro paso más en su cada vez más imparable carrera internacional.
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