La boda del mes
POLANCO-FERRER. Los funerales siempre se emparejan con las bodas. Estamos en plena temporada del tul ilusión y la gente hace cola para casarse. Sobre todo, los futbolistas (qué remedio: en julio es cuando libran). Ahora empieza un paréntesis de descanso que se prolongará hasta septiembre, momento en el que se casarán los rezagados.
Dicen que lo mejor de las bodas son las novias, pero tal creencia es susceptible de debate. Yo creo que lo mejor de una boda es la madrina. No hay color. Perdón, sí lo hay. Según el cliché, la madrina suele llevar vestido coral, lila o azul pavo (así se lo pide al modista), collar de perlas color champán, leve plumaje en la cabeza, zapatos de la misma tela que el vestido y si nos descuidamos, bolsito también a juego.
Ignoro cómo habrá vestido la madrina de la boda entre Jaime Polanco y Fiona Ferrer, aunque teniendo en cuenta que el bodorrio ha sido a lo grande (gran hotel en Tenerife, grandes invitados, grandes vísperas) puede que hayan contado con más de una. Todas las bodas de la gente sonada aspiran a convertirse en bodas del año, y ésta no quería ser menos. Fiona, al casarse con un hombre que ya tenía un matrimonio en su currículo, ha subido el listón para desbancar el pasado.
Tenerife se ha convertido pues en apeadero de ricos y famosos. Entre ellos, una pareja que huía de los paparazzi: Luis Miguel y Genoveva Casanova, que el día anterior al enlace cenaron ricamente (la cena costó un pastón) en compañía de Enrique Ponce y Paloma Cuevas. Me cuentan que el cantante y la ex condesa se hicieron muchas carantoñas con la mirada. Pamplinas.
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