Pesadillas de refinado mal gusto
19.07.2009 Empieza el acojone. Reino Unido prevé 63.000 muertes por culpa de la gripe A (o porcina o como queramos llamarle). Siguiendo el cálculo que han hecho las preclaras mentes de los hijos de la Gran Bretaña, ¿cuántas muertes deberíamos prever en España? ¿52.000? ¿O tal vez más, contando los errores humanos que puedan surgir sobre la marcha?
Perdonen este comienzo tan insolente, pero tengo el día siniestro. No es que haya sucumbido a la contundencia de las matemáticas, sino a la tentación agorera. Si tuviera en cuenta esa máxima periodística según la cual una noticia no aguanta en primer plano más de tres días, hoy no hablaría de la muerte de Michael Jackson, sino de su resurrección. Pero hete aquí que se me ha cruzado en el camino la revista Hola con esa sección (Casas famosas) que tan buenos momentos me proporciona, y estoy presa del delirio.
Hay empresas de decoración que son especialistas en hostelería temática (un pub irlandés, una trattoria, un bistrot, una taberna española, etc). Con la casa de Michael Jackson pasa lo mismo. Dentro de la categoría de casas buenas de refinado mal gusto, la del cantante ocupa un lugar privilegiado.
Casa como de marquesa de sainete. Una decoración asfixiante que exhuma polvo acrílico a través de las fotos. Sólo de verla me pica la nariz. Cuántos estampados de Damasco, cuánto revoltijo de butaquitas Luis XV, cuánto bling bling (estilo del gusto de los afroamericanos ricos: bling bling es el ruido que hacen los objetos de oro al chocar entre sí), cuántas señoras anónimas colgadas sobre las chimeneas (y cuántas chimeneas pompadour colgadas del tiempo), cuánta lámpara historiada, cuánto cojín estratégico, cuánta Francia de gran almacén. Cuánto agobio.
Por unos momentos sueño que acerco una cerilla a esas lenguas de cortinones que se desparraman por el suelo y, como una Nerona postburguesa me entrego a la contemplación del fuego. La de Michael es una casa ideal para arder en una película. Me recuerda a Lo que el viento se llevó, o sin ir tan lejos, a la estética del marqués de Linares, cuyos excesos caricaturizó Berlanga en La escopeta nacional. También me recuerda a la casa de Sara Montiel, donde los jarrones chocan con los cuadros, y los cuadros, con los bandós de las cortinas. Parece mentira que en esa atmósfera tan pesada pudiera moverse libremente Jackson, un personaje escueto y vivaz que tenía alma de saltimbanqui.
En España, durante mucho tiempo, para imitar la decoración de las casas bien (bián, pronúnciese a la francesa) bastaba con sembrar las mesas de marquitos de plata. Yo les llamaba casas de médico porque entonces no tenía la suerte de conocer condes ni marqueses. Más tarde pasé a asociar la distinción genealógica con las labores de petit point, pero también eso se ha ido devaluando. Hoy, en cualquier casa puedes encontrar un cojín de petit point con el escudo del Real Madrid.
El fantasma de Neverland no es nada comparado con el fantasma que a buen seguro vaga por los salones de la casa apretada. Y es que las pesadillas estéticas tienen propiedades paranormales. En este caso, incluso trascienden los límites de la vivienda. Porque no me negarán que el funeral del rey del pop no parecía también inspirado en un extraño sueño. La imagen de los Jackson Brothers junto al féretro bañado en oro (estética bling bling) es la sublimación del estilismo. Y no digamos ya de las criaturas, en especial de Paris Michael Katherine, la hija mayor del desaparecido Michael Jackson.
Pobres criaturas. Pobre Paris. Ella es la gran revelación dramática de la temporada. Su llanto sin lágrimas estuvo a la altura de grandes damas de la comedia especializadas en desmayarse en el climax, como Consuelo Alcalá y Aramis Fuster. Tampoco hay que olvidar a las elegantísimas titas que presidían el cortejo, Tita Latoya (con pamela), tita Janet (con boina y guantes) y tita Rebbie, convertidas las tres en clac de la pequeña actriz. Tita Latoya destacó por su evidencia ornamental (ese día iba muy reinona). Parecía tita Elena (de España) en la etapa en que se hicieron famosas sus pamelas revelación.
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