Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

30 ago 2019

Luis Enrique comunica la muerte de su hija de nueve años por un cáncer óseo

"Nuestra hija Xana ha fallecido esta tarde a la edad de nueve años después de luchar durante cinco intensos meses contra un osteosarcoma", ha escrito el exseleccionador en Twitter.

En foto, Luis Enrique, el pasado marzo en Valencia, durante un partido con la selección. En vídeo, Luis Enrique anuncia la muerte de su hija.
Luis Enrique, exentrenador de la selección española de fútbol y del Barça, ha comunicado este jueves en Twitter la muerte de una de sus hijas por un cáncer óseo. "Nuestra hija Xana ha fallecido esta tarde a la edad de nueve años después de luchar durante cinco intensos meses contra un osteosarcoma. 
Damos las gracias por todas las muestras de cariño recibidas durante estos meses y agradecemos la discreción y comprensión", se lee en el texto publicado por Luis Enrique, que renunció el pasado junio al cargo de seleccionador por cuestiones personales que entonces no se dieron a conocer. 
El presidente de la federación, Luis Rubiales, decidió ante su salida poner al frente de España hasta la Eurocopa de 2020 a Robert Moreno, ayudante hasta ese momento del técnico asturiano.

El exseleccionador también ha agradecido en su comunicado la labor de los sanitarios que trataron a su hija: "También agradecer al personal de los hospitales Sant Joan de Deu y Sant Pau por su dedicación y trato, a los médicos, enfermeras y a todos los voluntarios.
 Con una mención especial al equipo de curas paliativas de Sant Joan de Deu". 
El texto termina con un mensaje para Xana, la pequeña de sus hijas: "Te echaremos de menos, pero te recordaremos cada día de nuestras vidas con la esperanza de que en un futuro nos volveremos a encontrar. 
Serás la estrella que guíe a nuestra familia.
 Descansa Xanita".
La grave enfermedad de su hija provocó que Luis Enrique tuviera que abandonar la concentración de la selección española el pasado marzo, solo unas horas antes de que España se midiera a Malta en La Valeta en un partido de clasificación para la Eurocopa 2020.
 Su segundo, Robert Moreno, ocupó en ese encuentro su puesto. Para los duelos de junio, contra Islas Feroe y Suecia, Luis Enrique elaboró la lista de convocados, pero no se desplazó a los estadios para seguir a los internacionales en directo. 
Tampoco hizo acto de presencia en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas, donde Moreno ya dirigió los entrenamientos sin el entrenador asturiano durante una semana, aunque se comunicaba a diario con él.
 El 19 de junio, Luis Enrique, al que la federación había transmitido que no le presionaría para que marcara una fecha de regreso o para dejar el cargo, comunicó a Luis Rubiales que abandonaba la selección y este hizo oficial que Robert Moreno le reemplazaba.
El Barcelona, club en el que Luis Enrique jugó la mayor parte de su carrera y en el que logró más títulos como futbolista y entrenador, ha dado el pésame al técnico asturiano en su cuenta de Twitter: "Nuestras condolencias y toda nuestra estima para Luis Enrique y toda su familia en estos momentos tan duros. 
DEP, Xana". Y el presidente blaugrana, Josep Maria Bartomeu, ha escrito en su cuenta en esta red social: 
"Todo nuestro apoyo y afecto a Luis Enrique, su esposa y toda su familia en este momento tan doloroso.
 Todos los barcelonistas sentimos mucho la pérdida de Xana. Nuestras condolencias, recuerdo y estima hacia la familia Martínez Cullell".
También la selección española se ha unido al duelo en Twitter por el fallecimiento de la pequeña: 
"Un día conseguimos nuestra estrella y desde hoy tenemos otra que nos ilumina desde el cielo con su luz Descansa en paz, pequeña Xana.
 Desde la selección nos unimos al duelo de la familia Martínez Cullell y compartimos la gratitud por su admirable ejemplo de amor y entereza".
El Real Madrid, donde el exseleccionador jugó cinco temporadas, se ha sumado a las muestras de cariño hacia el asturiano: 
"El Real Madrid C. F. se une al dolor de Luis Enrique y de su familia por el fallecimiento de su hija y quiere transmitirles su más sentido pésame en estos momentos tan difíciles". 
En España casi todos los equipos de primera división han enviado ya en la noche del jueves mensajes de apoyo al exseleccionador: además de Barça y Madrid, han dado el pésame a Luis Enrique Atlético, Valencia, Athletic, Real Sociedad, Alavés, Betis, Espanyol, Osasuna, Leganés, Getafe, Celta, Eibar, Granada, Levante y Villarreal.
Los líderes de los principales partidos políticos también han dado el pésame a Luis Enrique en Twitter.
 El presidente del Gobierno en funciones y líder del PSOE, Pedro Sánchez; el presidente del PP, Pablo Casado; y el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, han tenido palabras de apoyo para el técnico en esta red social.
 "No hay palabras que puedan acompañar en este dolor. Mi sentido abrazo a Luis Enrique, y a toda la familia, ante la pérdida de su pequeña Xana", ha escrito Sánchez.

A las condolencias se ha unido el ministro de Cultura y Deporte en funciones, José Guirao, que ha mandado un mensaje de apoyo al técnico a través de la cuenta oficial de Twitter del ministerio: "Mando un fuerte abrazo al exseleccionador nacional Luis Enrique por el fallecimiento de su hija Xana de nueve años. Todo nuestro apoyo para ti y para toda la familia en estos duros momentos".

 

El máximo saqueador de canciones ajenas

Jimmy Page ensució la carrera de Led Zeppelin con una ristra de plagios extraídos del blues y el folk.

Escucha las canciones robadas por Led Zeppelin
Entre las composiciones que el guitarrista Jimmy Page plagió para la banda están los éxitos 'Whole Lotta Love' y 'Dazed and Confused'. La icónica 'Stairway to Heaven' se ha salvado después de una larga batalla legal.
 
Led Zeppelin plagio
El guitarrista Jimmy Page, retratado en 1970.
Podríamos afirmar que Led Zeppelin dominó el rock de los años setenta
. Como los Beatles en la década anterior, Jimmy Page y compañía acumularon popularidad, influencia y ¿respeto? 
 No, falló el tercer ingrediente.
 Desde el principio, hubo hostilidad entre el grupo y los medios.
 La arrogancia de Led Zeppelin resultaba antipática y empeoraba por los modos brutales de su mánager, Peter Grant.

La crítica sospechaba que Led Zeppelin era un producto diseñado para satisfacer una demanda, detectada por Jimmy Page en sus viajes por Estados Unidos: desde 1967, el negocio del rock crecía imparable, ocupando emisoras de FM y grandes recintos. 
Su oferta superaba las expectativas: nadie podía negar la fuerza avasalladora de Led Zeppelin en vivo y en disco.
Pero su concepción no era inmaculada.
 Hasta el nombre había sido expropiado: fue una ocurrencia de Keith Moon, baterista de The Who, durante un intento de formar un supergrupo.
 Humor británico: “Esto volará como un zepelín de plomo”. Además, seguía un patrón preexistente: el primer elepé de Led Zeppelin reflejaba el debut del grupo Jeff Beck Group, publicado pocas semanas antes de que entraran en Olympic Studios.
 Beck exhibía gran inventiva como guitarrista, pero entonces parecía carecer de motivación: contratado para tocar en Woodstock, prefirió no acudir.
 Y desperdició una banda que incluía a Rod Stewart, Ronnie Wood o Nicky Hopkins.
 Por lo demás, coincidían las fórmulas: rock apoteósico, blues pesado, chispazos de folk.
 Sin embargo, Jimmy Page tenía un vicio: se apuntaba la autoría de todo lo que tocaba.
 Con el tiempo, derivó en caricatura: el soberbio rock star que se embolsa los derechos correspondientes a empobrecidos bluesmen negros.
 Page creía que aquellos antecesores no podían reclamar, ya que se habían ido al otro barrio.
 Se equivocaba: no servía como excusa y todavía vivían Bukka White, Sleepy John Estes, Howlin’ Wolf o Memphis Minnie.
 No estaban en condiciones de pleitear, pero ese no era el caso de Willie Dixon, uno de los principales artífices del Chicago blues, que advirtió que Whole Lotta Love, el mayor éxito de Led Zeppelin, constituía una versión turbo de su You Need Love, grabada por Muddy Waters.

Dixon demostró que se podía litigar contra el imperial Led Zeppelin y conseguir indemnizaciones millonarias (y aparecer en los créditos de posteriores lanzamientos). 
Jimmy Page no aprendió la lección: echaría la culpa a su compañero Robert Plant, al que aseguraba haber encargado nuevas letras que no llegó a escribir; de rebote, venía a confesar que no las tenía todas consigo.
 Tampoco debía de considerarlo algo digno de recompensa: en el primer elepé, el joven Plant no firma nada.

El músico Willie Dixon, en Los Ángeles en 1991.
El músico Willie Dixon, en Los Ángeles en 1991. GETTY IMAGES
Dado que casi todas las grabaciones de estas “canciones inspiradoras” pertenecen al dominio público, abundan los discos con títulos como Las raíces de Led Zeppelin, que recopila hasta veintitantos temas añejos que cayeron en manos de Jimmy Page. Ojo: en la práctica, el hombre también carecía de escrúpulos a la hora de chulear a artistas blancos.
 A veces, se trataba de errores: sacó Baby I’m Gonna Leave You de un elepé
de Joan Baez, donde figuraba como Tradicional; en realidad, pertenecía a una aficionada de San Francisco, Anne Bredon, que solo a partir de 1990 fue reconocida como coautora (sic).
 Dazed and Confused era obra del estadounidense Jake Holmes; durante décadas, Page negó conocer ese dato, aunque había tocado la pieza con los Yardbirds, su grupo previo a Led Zeppelin.
 En 2010, tras un acuerdo extrajudicial, siguió atribuyéndosela, con el añadido de “inspirada por Jake Holmes”. Aparte de unos dedos prodigiosos, Jimmy Page sabía elegir los modelos a imitar. Para Black Mountain Side se basó en la adaptación de la canción folclórica Black Waterside, realizada por Bert Jansch. 
No fue el único préstamo tomado del maestro escocés de la guitarra acústica, que pensó en denunciarle y no lo hizo por el alto costo de recurrir a la justicia en el Reino Unido.
En los últimos años, hemos visto mucho alboroto por una querella respecto a la más misteriosa canción de Zeppelin, Stairway to Heaven; supuestamente, su inicio plagia Taurus, un instrumental de Spirit, grupo de culto californiano.

 El caso todavía sigue coleando, para consternación de Jimmy Page.
 Y tiene razón: comparado con el resto de sus trucos de alquimia, pudo ser pura casualidad.

La crítica sospechaba que Led Zeppelin era un producto diseñado para satisfacer una demanda, detectada por Jimmy Page en sus viajes por Estados Unidos: desde 1967, el negocio del rock crecía imparable, ocupando emisoras de FM y grandes recintos. Su oferta superaba las expectativas: nadie podía negar la fuerza avasalladora de Led Zeppelin en vivo y en disco.
Pero su concepción no era inmaculada. Hasta el nombre había sido expropiado: fue una ocurrencia de Keith Moon, baterista de The Who, durante un intento de formar un supergrupo. Humor británico: “Esto volará como un zepelín de plomo”. Además, seguía un patrón preexistente: el primer elepé de Led Zeppelin reflejaba el debut del grupo Jeff Beck Group, publicado pocas semanas antes de que entraran en Olympic Studios. Beck exhibía gran inventiva como guitarrista, pero entonces parecía carecer de motivación: contratado para tocar en Woodstock, prefirió no acudir. Y desperdició una banda que incluía a Rod Stewart, Ronnie Wood o Nicky Hopkins. Por lo demás, coincidían las fórmulas: rock apoteósico, blues pesado, chispazos de folk.
La crítica sospechaba que Led Zeppelin era un producto diseñado para satisfacer una demanda, detectada por Jimmy Page en sus viajes por Estados Unidos: desde 1967, el negocio del rock crecía imparable, ocupando emisoras de FM y grandes recintos. Su oferta superaba las expectativas: nadie podía negar la fuerza avasalladora de Led Zeppelin en vivo y en disco.
Pero su concepción no era inmaculada. Hasta el nombre había sido expropiado: fue una ocurrencia de Keith Moon, baterista de The Who, durante un intento de formar un supergrupo. Humor británico: “Esto volará como un zepelín de plomo”. Además, seguía un patrón preexistente: el primer elepé de Led Zeppelin reflejaba el debut del grupo Jeff Beck Group, publicado pocas semanas antes de que entraran en Olympic Studios. Beck exhibía gran inventiva como guitarrista, pero entonces parecía carecer de motivación: contratado para tocar en Woodstock, prefirió no acudir. Y desperdició una banda que incluía a Rod Stewart, Ronnie Wood o Nicky Hopkins. Por lo demás, coincidían las fórmulas: rock apoteósico, blues pesado, chispazos de folk.
La crítica sospechaba que Led Zeppelin era un producto diseñado para satisfacer una demanda, detectada por Jimmy Page en sus viajes por Estados Unidos: desde 1967, el negocio del rock crecía imparable, ocupando emisoras de FM y grandes recintos. Su oferta superaba las expectativas: nadie podía negar la fuerza avasalladora de Led Zeppelin en vivo y en disco.
Pero su concepción no era inmaculada. Hasta el nombre había sido expropiado: fue una ocurrencia de Keith Moon, baterista de The Who, durante un intento de formar un supergrupo. Humor británico: “Esto volará como un zepelín de plomo”. Además, seguía un patrón preexistente: el primer elepé de Led Zeppelin reflejaba el debut del grupo Jeff Beck Group, publicado pocas semanas antes de que entraran en Olympic Studios. Beck exhibía gran inventiva como guitarrista, pero entonces parecía carecer de motivación: contratado para tocar en Woodstock, prefirió no acudir. Y desperdició una banda que incluía a Rod Stewart, Ronnie Wood o Nicky Hopkins. Por lo demás, coincidían las fórmulas: rock apoteósico, blues pesado, chispazos de folk.

 

29 ago 2019

LA MUÑECA GRANDE de Mary Rancel

LA MUÑECA GRANDE de Mary Rancel


De pequeña, siempre estaba enferma de la garganta;  me daba mucha fiebre y pasaba días en cama.  
Cuando tenía seis años, el médico decidió que debía ser operada de amígdalas, para acabar de ese modo con este recurrente malestar.  
Después de la preparación previa y los análisis pertinentes, decidieron la fecha de la intervención para extirparme  esas glándulas que tanto daño me hacían.  A tal fin, nos trasladamos a Santa Cruz y nos quedamos unos días en casa de una hermana de mi padre.  
Mi tía tenía tres hijos; dos chicas y un varón, y la más pequeña de las niñas era de mi edad y, juntas, lo pasábamos estupendamente, jugando todo el tiempo.
La operación se llevó a cabo en una clínica de la calle del Castillo. 
 El cirujano fue D. Fernando Rey Valentín; no he podido olvidar su nombre.  La primera noche tras mi operación, la pasé en la clínica pero, al día siguiente, volvimos a casa de mi tía.
  Allí me daban helados y purés que me encantaban.  Papá se marchó porque tenía trabajo y yo me quedé con mamá dos días más.
El día que regresábamos a casa, mi madre apareció con una gran caja que me entregó de inmediato. 
 Era una muñeca casi tan grande como yo.  Caminaba, cerraba los ojos y decía mamá. 
 Me quedé prendada de ella; era la más bonita que había visto nunca.  Aquel obsequio era el premio por haber sido una buena niña.  
Una vez en casa, mamá me hizo un vestido igual al que llevaba la muñeca, de la misma forma y color. 
 Resultó ser otro regalo importante.  Lo estrené el día de la presentación de mi increíble muñeca a las amigas.  Ese día todas pudimos jugar con ella

Eslabones perdidos del jazz.................................. Diego A. Manrique

Ve la luz ‘Rubberband’, álbum grabado por Miles Davis en 1985 y rechazado por Warner.

 Otro regalo inesperado: el rescate de una banda sonora de Coltrane.

jazz
Miles Davis, en una actuación en Nueva York en 1985. Getty
Puede que todo comenzara con Betty Mabry. Modelo y cantante, se movía por los círculos neoyorquinos del rock y del soul. 
Fue casualidad que coincidiera con Miles Davis y que entre ambos surgiera una relación abrasadora.
 En 1968, se convirtió en la segunda esposa legal del trompetista y cambió tanto su música como su look.
 Por entonces, Davis mantenía su rutina profesional, ante públicos decrecientes.

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Miles Davis, en una actuación en Nueva York en 1985. Getty
Puede que todo comenzara con Betty Mabry. Modelo y cantante, se movía por los círculos neoyorquinos del rock y del soul. 
Fue casualidad que coincidiera con Miles Davis y que entre ambos surgiera una relación abrasadora.
 En 1968, se convirtió en la segunda esposa legal del trompetista y cambió tanto su música como su look.
 Por entonces, Davis mantenía su rutina profesional, ante públicos decrecientes.
Reconvertida en Betty Davis, ella le hizo ver que estaba descolocado. 
El jazz parecía aspirar al suicidio comercial, tras la eclosión del free; Betty le llevó al territorio donde estaba la acción. Primero, renovó su vestuario.
 Segundo, le sumergió en discos de Hendrix, Otis, Sly, Cream. Poco a poco, Miles se fue electrificando.
 Hay indicios en Miles in The Sky (1968), pero se hace evidente al año siguiente, con In a Silent Way.
Davis controlaba su evolución con pulso firme; no ocurría lo mismo con su matrimonio, envenenado de celos y violencia.
 Los temas dedicados a Betty reflejan ese deterioro, del exquisito Mademoiselle Mabry al despectivo Back Seat Betty.
  Se divorciaron en 1969, sin romper el contacto.
 Con su apellido de casada, Betty se reinventó como lúbrica vocalista de funk-rock, sin lograr gran impacto.
 Miles se estableció en la emergente escena del jazz-rock, creando escuela con discos dobles como Bitches Brew y On the Corner. 
 Sin embargo, tampoco logró entrar en el mainstream de la música negra.
 No formaba parte de la dieta sonora del gueto: su ámbito eran los palacios del rock, el circuito europeo del jazz, Japón.
Entre 1976 y 1980, Miles desapareció de la circulación, perdido entre cocaína, dolorosos achaques y confusión íntima: se transformó en el Príncipe de la Oscuridad, como decía su leyenda. Le salvó una intervención familiar, encabezada por su hermana Dorothy y su futura tercera esposa, la actriz Cicely Tyson. Reapareció en 1981 con una balada que pegó en la radio: Time After Time, de Cindy Lauper.
 Todavía no había recuperado su pericia en la trompeta, pero lo disimulaba con una banda que incluía bestias como el guitarrista Mike Stern, el saxofonista Bill Evans y el bajista Marcus Miller.

Aunque hubo algunas recaídas en las drogas, aprovechando ausencias de Cicely, todo funcionaba perfectamente hasta que dio un puñetazo encima de la mesa: abandonó Columbia, su hogar desde 1955.
 Le molestó algún gesto de tacañería, aunque la disquera le había mantenido durante sus años de inactividad. 
Y le indignaba el asunto Wynton Marsalis: la nueva estrella de la trompeta también grababa para Columbia y, mientras ascendía a capo del jazz en Nueva York, no ocultaba su antipatía por el Miles eléctrico.
 También había roto amarras con Teo Macero, su productor en Columbia.
La modelo y cantante Betty Davis, segunda esposa de Miles Davis, en una imagen sin datar.
La modelo y cantante Betty Davis, segunda esposa de Miles Davis, en una imagen sin datar.
Sin avisar a esa compañía, en 1985 fichó con Warner. Decidió debutar con un disco que le estableciera como figura del funk.
 El álbum, que nunca se publicó y verá la luz el próximo 6 de septiembre (mes en el que habrá otra operación de rescate en la sección de leyendas del jazz con otra referencia olvidada de John Coltrane), tenía título, Rubberband, y los cómplices adecuados: chavales de Chicago a los que había conocido a través de su sobrino, el baterista Vince Wilburn Jr.

Ya habían trabajado con Miles y sabían de sus peculiaridades: les dejaba solos en el estudio y, al final, él sumaba su trompeta.
 Aparte de Vince, al proyecto Rubberband se unieron Randy Hall y Attala Zane Giles, músicos y productores de soul contemporáneo. Nada de jazz: Miles quería “el sonido de la calle”. 
Usaron Ameraycan, estudio del guitarrista Ray Parker Jr., situado en North Hollywood (Los Ángeles). 
Hasta el ingeniero tenía pedigrí: Reggie Dozier era hermano de Lamont Dozier, gran constructor del Sonido Motown. 
Soportaban los arrebatos de Miles: insultos, golpes de boxeo, groserías varias. 
Dozier se quedó aterrado al comprobar que podía tocar fuera de micro; intentaba, luego lo explicaría, explorar los armónicos y asegurarse de que no desafinaba. 
 
Terminaron contentos: Miles añadió su trompeta (y algo de sintetizador) en 11 temas. Faltaba rematar uno e incorporar las voces de Al Jarreau y Chaka Khan cuando cayó el mazazo: Tommy LiPuma, responsable de jazz en Warner, decretó que aquello no se debía publicar. ¿Tan horrible era?
 No para los oídos de Miles: Rubberband, Carnival Time, Wrinkle y I Love What We Make Together sonaron en muchos conciertos; otras dos piezas fueron recicladas en Doo-Bop, su disco póstumo.

Con la publicación de Rubberband constatamos que no se trataba de un disco radical. 
Aunque ahora se haya endulzado con las gargantas de Ledisi y Lalah Hathaway, el moderno r&b estaba compensado con música trepidante a lo Miami Vice, algunas baladas y hasta un exotismo smooth jazz (Paradise).

Reconvertida en Betty Davis, ella le hizo ver que estaba descolocado.
 El jazz parecía aspirar al suicidio comercial, tras la eclosión del free; Betty le llevó al territorio donde estaba la acción.
 Primero, renovó su vestuario.
 Segundo, le sumergió en discos de Hendrix, Otis, Sly, Cream. Poco a poco, Miles se fue electrificando. 
Hay indicios en Miles in The Sky (1968), pero se hace evidente al año siguiente, con In a Silent Way.

LiPuma prefería que Miles colaborara con Marcus Miller: tocaba prácticamente todos los instrumentos, tenía olfato comercial, sus producciones encajaban en el sonido esterilizado de los ochenta y… era flexible a la hora de los créditos.
 Funcionó, hay que decirlo, con Tutu (1986) y Amandla (1989). El truco: LiPuma exigía firmar como coproductor, multiplicando su sueldo.
 Tampoco Miles está exento de culpa: no peleó por Rubberband. Y cometió errores de primerizo: fiándose de David Franklin, abogado que también guiaba la carrera de su esposa actriz, firmó sin advertir que cedía sus derechos editoriales a Warner Chappell. 
Los adelantos tampoco fueron generosos: recibía casi medio millón de dólares para gastos de producción de cada disco… pero se gastaba mucho más, con lo que empezaba endeudándose con Warner.
Lamentablemente, el sello tampoco ha sido capaz de honrar la memoria de Miles.
 No ha llegado a materializar The Last Word, la tantas veces anunciada panorámica de sus seis últimos años.
 Su único lanzamiento comparable con las exhaustivas cajas de Columbia es The Complete Miles Davis at Montreux 1973-1991, una iniciativa de Claude Nobs, fundador del festival suizo. Tampoco ha logrado juntar en un disco las grabaciones confeccionadas por Prince para el trompetista, reinventadas en giras y en un estudio alemán. 
No esperen grandes revelaciones, pero todavía queda Miles por descubrir.