Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

31 jul 2019

El millonario divorcio de Alejandro Sanz y su representante

Rosa Lagarrigue, la que fue agente del cantante durante 25 años, le exige nueve millones por romper su contrato de manera unilateral.

Alejandro Sanz, en Cádiz.
Alejandro Sanz, en Cádiz. GTRES

Alejandro Sanz se enfrenta en estos días a dos divorcios.

 El que tiene que resolver con su esposa, Raquel Perera, con quien se casó hace siete años y el de Rosa Lagarrigue, la que fue su representante durante 25 años y con la que rompió en 2016. Lagarrigue reclama al cantante nueve millones de euros por un supuesto incumplimiento de contrato.

 Los dos se vieron las caras el pasado miércoles en el juzgado nº 74 de Primera Instancia de Madrid, donde acudieron junto a sus abogados.

 Las imágenes las ofrece este miércoles la revista Diez Minutos. “Demandar a Alejandro Sanz ha sido lo más triste de mi vida profesional”, dijo la representante a este periódico en 2017, poco después de iniciar su batalla en los tribunales.

 EL PAÍS se ha puesto en contacto con Lagarrigue y ella ha declinado responder por consejo de sus abogados. 

“Yo empecé con Alejandro desde cero cuando era un chaval de Moratalaz, y mira dónde llegó.

 Pero para mí es complicado hablar porque hay problemas muy serios de por medio.

 Y tampoco tengo una explicación. La ruptura fue completamente unilateral y con contrato vigente, es decir, que ni fue hablada ni consensuada.

 Lo que es muy doloroso, claro”, añadió Lagarrigue al hablar de su ruptura con Alejandro Sanz. 

Y añadió: Le he tenido que demandar, claro. Sé que mucha gente piensa que él me ha demandado a mí, pero no. 

Le he demandado yo, y eso es lo más triste que he hecho en toda mi vida profesional. Es tremendo, porque yo solo tengo recuerdos magníficos con Alejandro.

 Y es un artistazo. Pero hoy la situación es otra. 

Y es muy triste, es lamentable, a mí me mata”. Y zanjaba: “Y no me gustaría hablar más de este tema”.

Rosa Lagarrigue, Alejandro Sanz y Jesús López, de Universal, en 2013 en Los Ángeles.
Rosa Lagarrigue, Alejandro Sanz y Jesús López, de Universal, en 2013 en Los Ángeles. GETTY
Fuentes conocedoras del conflicto aseguran que el cantante ha ofrecido una importante cantidad de dinero a quien ha sido su representante, pero esta no ha aceptado.
La ruptura se produjo en mayo de 2016, cuando en el despacho de Lagarrigue se recibió un escrito del administrador de Alejandro Sanz en el que se le comunicaba que rompía el contrato que le unía con RLM, como se llama su empresa.
 De esta manera acababa una relación muy larga en el tiempo y que en 2014 se había renovado hasta 2019.

“Cuando firmamos Alejandro estaba muy contento. En estos dos últimos años hemos hecho muchas cosas juntos. Dos giras, televisión y La Voz

Todo parecía ir muy bien”, cuenta la representante. Así que la marcha del cantante fue toda una sorpresa para ella, que aseguraba no tener muy claro a qué se debe su decisión. 

“Eso habría que preguntárselo a él”, dice.

No es la primera vez que Lagarrigue dice adiós a un artista. Antes la dejó Miguel Bosé, que era además su amigo, con quien compartió clase en el Liceo Francés de Madrid.
 Ella asegura que en el mundo de la música es normal que un cantante se marche de una agencia de representación a otra, pero lo habitual es que estos cambios se produzcan cuando acaba un contrato.
 Así sucedió con Bosé.

 

Brad Pitt, en busca de una nueva masculinidad

El actor, que estrena 'Érase una vez en... Hollywood' con Tarantino habla de las ventajas de hacerse mayor y asegura que el caso Weinstein ha ayudado a cambiar la industria "en el buen sentido"

 

Brad Pitt, en el estreno de 'Érase una vez en... Hollywood' en Los Ángeles, California, el 22 de julio. En vídeo, tráiler de la película. REUTERS
Brad Pitt tenía cuatro años en 1969.
 No cumplió los cinco hasta diciembre de ese año. No es que recuerde demasiado de aquella época, pero ahora ha regresado a ella gracias al nuevo proyecto que protagoniza, Érase una vez en... Hollywood, dirigida por Quentin Tarantino.
 Una película que ya se ha estranado en EE UU —en España el 15 de agosto— y que estos días le convierte en portada de revistas y en carne de entrevistas. 
Pitt protagoniza la cinta junto a otro de los iconos de su generación, Leonardo DiCaprio, 10 años menor que él.
 Así, en una charla con el diario británico The Times ambos juegan con el tiempo, con ese salto desde los asesinatos de la familia Tate por parte de Charles Manson (de los que habla la película), con cómo ha cambiado Hollywood y sus protagonistas en estas cinco décadas y con cómo cambiará.



"La gente empezó a cerrar las puertas de sus casas de nuevo", cuenta Pitt sobre aquella época, cuyos recuerdos le llegan a través de su familia. 
"Salíamos de una época de asesinatos y estaba el amor libre, el movimiento por los derechos civiles y, lo comprendo, todavía había esperanza. 
Pero, ¿en el momento en el que empezó esto y hasta los ricos y famosos blancos estaban en peligro?
 Entonces nadie estaba a salvo. 
 Hasta quienes vivían dentro de un sueño". 
Para Pitt, desde aquellos días oscuros, solo una cuestión ha sacudido a Hollywood de tal manera: "Harvey Weinstein". 
El todopoderoso productor había financiado todas las anteriores películas de Tarantino
"Creo que nos he hecho volver a recalibrarnos más de lo que pensamos.
 Pero en el buen sentido", reflexiona.
¿Y el futuro? ¿Cómo cree Pitt que será? "¿Quién lo sabe? Tengo curiosidad por verlo", reflexiona el intérprete. 
"Hay muchísimo contenido en streaming estos días, y a menos que la experiencia comunitaria del cine se reinvente y reinicie... La verdad, no lo sé. 
 Puede que seamos dinosaurios, pero mira a los años noventa, cuando rompimos con todo con las películas de Stallone y Schwarzenegger, y entonces aparece este chico, Tarantino, y el cine indie echa a correr. 
Hay un flujo de movimiento constante. 
No se puede decir que me haya perdido nada. He hecho todo el paseo. Estoy listo para los cambios". 

Brad Pitt, en una escena de 'Érase una vez en... Hollywood'. 
Brad Pitt, en una escena de 'Érase una vez en... Hollywood'. AP
Pitt no solo es flexible en cuanto a los cambios que pueda presentar su industria. 
También lo es en su concepto de la masculinidad. "Cuando empecé, me encantaban Mickey Rourke y Sean Penn
 Me encantaban porque había rudeza en ellos, que es como se nos enseñó a ser cuando crecimos.
 Pero también eran vulnerables, crudos y abiertos, y eso es algo que aprecio".
 Durante la entrevista con el diario británico, se ve que a Pitt le gusta el tema. 
Y sigue indagando en ello. "Lo que veo ahora es una nueva masculinidad, especialmente en aquellos que han pasado por Hollywood y por ese momento de recalibrarse.
 Un nuevo hombre que es más vulnerable.
 No se trata de ser blando, sentimentaloide, me refiero a un hombre que sabe de sus propias imperfecciones y está alerta y abierta acerca de ellas. 
Y vulnerable, con sentimientos reales, más que ser ese machote intentando hacerse el tipo duro. 
Pero quizá ese sea simplemente yo ahora que me hago mayor, en mi propio viaje, proyectando eso a todos los demás".  El joven que llegó a Los Ángeles desde su Oklahoma natal y empezó a trabajar como extra, un trabajo que le dio para comprarse un deportivo de toques futuristas (un Datsun 300ZX) y para empezar a coleccionar sombreros de losrodajes ("me llevé uno y se lo comió el perro. ¡Que le jodan! 
No volví a llevarme nada más"), vuelve ahora a sus orígenes haciendo de doble en esta película.
 De hecho, es el doble de DiCaprio, con quien nunca había trabajado (aunque los dos actuaron en la misma serie, Los problemas crecen, en épocas diferentes).
 "Todos llegamos a esta industria más o menos a la vez", contaba Pitt en una entrevista reciente en Esquire. "Así que todos hablamos el mismo idioma".
Un idioma forjado a base de décadas en Hollywood que le han convertido en la estrella que es, lejos de aquel jovencito que buscaba trabajos en el periódico y sobrevivía de hamburguesas de McDonald's. 
Su vida ha cambiado, y mucho, convirtiéndole en uno de los rostros más conocidos del planeta, con un par de sonadísimos divorcios y seis hijos.
 Cuestiones que le han hecho plantearse su vida, dudar. 
 "Es una batalla constante", cuenta acerca de la duda y el autoconocimiento.
 "Mientras envejeces, ganas sabiduría, por lo que el hecho de dudar de ti mismo va a menos, por suerte.
 Pero es algo universal, la batalla mental entre vencerte a ti mismo y encontrar un lugar de paz. 
Es algo de lo que cada uno tiene que estar atento en su interior. Pero por suerte la cosa va a mejor respecto a la aceptación cuando envejeces".
 
 

Un terrible crimen sirve de excusa a los ultras alemanes para avivar la xenofobia

El país, conmocionado después de que un hombre arrojase a las vías del tren a una madre y a su hijo, que murió arrollado en Fráncfort. El ministro del Interior interrumpe sus vacaciones.

 

Bomberos y policías en la estación de Fráncort después de que un hombre empujara a un niño a la vía, el 29 de julio. En vídeo, Alemania conmocionada después del suceso.
Un crimen espeluznante ha consternado a Alemania y ha evidenciado la crispación política que vive el país. 
 A las 9.50 del lunes, un hombre de 40 años arrojó a una madre y un niño de ocho años a la vía de un tren de alta velocidad en la estación central de Fráncfort.
 El niño murió arrollado por el tren y la madre logró salvarse. 
Una tercera persona, una mujer de 78 años y a la que el presunto asesino trató también de arrojar al tren, logró zafarse, según el relato de la policía. 
El sospechoso escapó corriendo, pero enseguida fue aprehendido por varios testigos y arrestado por la policía en la capital financiera alemana, donde se encuentra detenido.
 

Este crimen ha conmovido a Alemania.
 El ministro del Interior, Horst Seehofer, ha interrumpido sus vacaciones y convocado un gabinete de crisis en Berlín. 
Este martes, ha comparecido para ofrecer los datos a los que van teniendo acceso los investigadores.
 Se trata de “un asesinato a sangre fría”, dijo. 
Mientras, los medios de comunicación han seguido al minuto un caso, que conduce hasta Suiza, el lugar de residencia del presunto culpable.

A., padre de tres hijos y de origen eritreo, llegó a Suiza en 2006 y dos años más tarde obtuvo asilo, convirtiéndose en “un ejemplo de integración”, como señaló la policía en Berlín.
 Hasta enero de este año, tuvo un trabajo fijo
. Desde el pasado jueves, sin embargo, estaba siendo buscado por la policía suiza después de encerrar a su familia en su casa y de amenazar a una vecina con un cuchillo, para después darse a la fuga. 
La policía de Zúrich compareció también el martes ante la prensa y explicó que A. se encontraba bajo tratamiento psiquiátrico y que no habían hallado indicios de una motivación ideológica.
La Fiscalía de Fráncfort acusa a A. de homicidio en el caso del menor y de dos intentos de homicidio en el caso de la madre y de la otra mujer atacada en el andén siete de la estación central.
 Una portavoz de la Fiscalía indicó que no se habían encontrado restos de alcohol ni de drogas en el cuerpo del agresor y que barajaban la posibilidad de algún trastorno mental.


Con una sirena en Formentera.............................. Jacinto Antón

Sueño cada vez que me meto en el agua con que un día saltará de las páginas del libro para venir a nadar, este largo verano, conmigo.

Mi sirena es preciosa y misteriosa y peligrosa y desbordante de encanto y magia.
Mi sirena es preciosa y misteriosa y peligrosa y desbordante de encanto y magia.
Estoy con una sirena en Formentera.
 Me gustaría decir que literalmente, pero es literariamente.
 No el estar en Formentera, que eso tal cual, con lo puesto (o más bien con lo no puesto), sino lo de la sirena.
 Mi sirena es preciosa, como deben serlo, y misteriosa, y peligrosa, y desbordante de encanto y magia, y tiene cola de pez y ojos de tormenta.
 Pero está, ay, encerrada en un libro, como un genio en su botella. Es verdad que cuando lo abro, aquí en la playa de Migjorn, frente al mar azul inenarrable que acompaña la lectura con el rumor de las olas, mi sirena emerge de las páginas, su rubia cabeza, su mirada glauca oteando el océano. 
Yo creo que busca algún marinero pero de momento se tiene que contentar conmigo.
Mi sirena se llama Amelia –es el nombre humano que se ha dado a sí misma porque el suyo, el original, no está hecho para nuestros oídos– y es la protagonista de una bonita y conmovedora novela, muy romántica, que estoy leyendo, The mermaid, de Christina Henry (Titan Books, 2018), autora especializada en retellings, en revisar narrativamente, volver a contar, cuentos de hadas y clásicos fantásticos como Alicia en el país de las maravillas (Alice, considerada una de las mejores novelas del género de 2015, y Red Queen), Peter Pan (Lost boy, 2017) o Caperucita (The girl in the red, 2019). 
La escritora tiene su propio enigma: neoyorquina (1974), en realidad se llama Tina Raffaele y su seudónimo es una mezcla de su nombre, el de su marido, Chris, y el de su hijo, Henry. 
 La verdad, un retelling de La sirenita no es que fuera en principio mi lectura ideal para Formentera, donde desembarco año tras año con tantos deberes que parece que me hubieran quedado todas las asignaturas del bachillerato para septiembre, pero me cautivaron la imagen de la portada –una sirena como de Arthur Rackham, aunque con inquietantes uñas largas (de las manos, claro), atrapada en una red de pesca–, y sobre todo que en la historia ella, Amelia, cae en poder de ¡P. T. Barnum!, el gran coleccionista y exhibidor de maravillas, freaks y fakes
 La idea de mezclar el cuento y la historia del fascinante showman, empresario de circo y embaucador (se le atribuye la frase “cada minuto nace un idiota”), que tuvo entre sus atracciones a la supuesta nodriza de George Washington y, precisamente, la grotesca sirena de Fidji, compuesta por medio cuerpo de pescado y el otro de mono, es estupenda y funciona muy bien.

La sirena Amelia es una sirena de corte contemporáneo, como las de la serie Siren o las de Piratas del Caribe, en mareas misteriosas (ideadas por Tim Powers), es decir no un ser delicado de leyenda folclórica sino una criatura marina salvaje, una especie semihumana distinta a la nuestra. 
En su estadio acuático no se parece nada a las hermosas sirenas típicas de Andersen o Waterhouse: está completamente cubierta de escamas (un dato que ya daba Plinio el Viejo), tiene garras, membranas entre los dedos y los dientes largos y afilados.
 Cuando se transforma, un proceso que la primera vez le resulta tan doloroso y traumático como el del protagonista de Un hombre lobo americano en Londres, lo hace en una joven delgada pero de un raro atractivo subyugante.
Amelia, que una vez se enamoró perdidamente de un pescador de Nueva Inglaterra (no todo pueden ser príncipes), pasa ahora las vacaciones junto a mí en Formentera.
 Lo llevamos con discreción. 
Ella vive su aventura en la novela y consigue asombrar al mismo Barnum. 
Y yo sueño cada vez que me meto en el agua con que un día saltará de las páginas del libro para venir a nadar, este largo verano, conmigo.