Palabras para Jóse Agustín Goytisolo a 10 años de su muerte
Un congreso y la publicación de su poesía completa y una selección de sus trabajos periodísticos conmemoran su legado.
José Agustín Goytisolo. Foto: Archivo.
ELCULTURAL.es Son ya 10 años los que han pasado desde que José Agustín Goytisolo
se precipitó desde una de las ventanas de su domicilió barcelonés.
De
aquella caída, el 19 de marzo de 1999, resultó su muerte. Las
circunstancias nunca quedaron esclarecidas de manera definitiva. ¿Hubo
voluntad suicida?
Esa es la cuestión que todavía gravita en torno a
aquella despedida. Algunas personas de su círculo íntimo afirmaron que
el poeta atravesaba una de sus crisis depresivas, por lo que el
accidente parecía quedar descartado. Sin embargo, algunos de sus
familiares negaron rotundamente esa posibilidad. Advertían que era un
hombre muy preocupado por el orden doméstico y que su en el momento del
percance no hacía otra cosa que intentar arreglar la ventana desde la
que se despeñó.
“Estaba muy ilusionado con los recitales que preparaba
junto a Paco Ibáñez”, explicaba entonces Pedro Valicur, casado con Julia
Goytisolo, la hija a la que dedicó el célebre poema Palabras para Julia.
Como mitad
de Martes y 13 fue una presencia constante en el humor español durante
dos décadas.
Cuarenta años después del debut de aquel grupo, y con un
perfil mediático más bajo por decisión propia, se enfrenta a un futuro
en el que no sabe por dónde tirar.
Qué cosas más feas, ¿pero qué concepto hay
todavía, que estamos en el siglo XXI?
¿Usted ha notado homofobia en la televisión? Sí, la televisión ha sido imposible. Por eso te digo que con el Maricón de España, que lo hice en el año noventa, se la colé yo y todavía no doy ni crédito ni de cómo. ¿No le pidieron explicaciones por aquel número?
Nunca jamás. Hay una cosa que se llama vis cómica. Si una cosa tiene
gracia, déjala. No faltas al respeto a nadie. Lo que pasa es que ahora
solo hay polemistas y en los programas, si quieres destacar, tienes que
gritar. ¿No te has dado cuenta de que hoy todos los debates, incluso
políticos y deportivos, se parecen a Sálvame? Ya que ha nombrado Sálvame, ¿hay algo que no haya contado sobre el enfado que tuvo Encarna Sánchez con usted?
Aquello fue terrible, fue una persecución de lo más feroz. De
amenazarme con echarme de España, voces en mi contestador automático que
no conocía, recibir llamadas con voces distorsionadas… [Finge una voz
de ultratumba]: “Ojalá te mueras de cáncer”. Eso lo recibí yo a raíz de
aquello.
Para las nuevas generaciones que no están al tanto: la noche del 31 de diciembre de 1991, RTVE emitió el especial El 92 cava con todo,
escrito y protagonizado por Martes y 13. El hilo conductor del programa
consistía en las vacaciones de la tonadillera Isabel Pantoja y la
locutora de la COPE Encarna Sánchez, mediáticas amigas y personajes
constantes en la prensa rosa, en un bungaló en Palma de Mallorca. La
reacción de Encarna fue brutal. "Estos se van a tener que ir de este
país", dijo desde su programa de la COPE. "Sobre todo uno, Millán. [...] El tal Millán de feo te asusta [...] Tiene cara de mala gente, de amargao, de ir con gente, me han dicho, muy mayor, y no quiero hablar mal...". ¿Qué cree que le molestó tanto? Pero vamos a ver,
ese programa era absolutamente inocuo. Ya había salido publicado por la
prensa rosa que Encarna Sánchez e Isabel Pantoja habían estado pasando
unos días de vacaciones en Marbella en el chalé de Encarna. Y nosotros
teníamos todo el derecho ante Dios y ante los hombres de hacer una
parodia. Igual que ellas de ponernos una demanda. Me parece que Encarna
puso una querella a RTVE y a sus cómicos, o sea, a nosotros dos, y el
juez la desestimó. Es verdad que igual no éramos conscientes del poder
que teníamos nosotros saliendo en un programa como era el de fin de año. Creo que era un problema personal de ella, que no llevaba bien lo que
tenía que llevar, como llevan muchos o como llevamos muchos otras cosas. ¿Yo qué culpa tengo, tía, de que tú no tuvieras sentido del humor? Lo
que pasa es que luego se habló de que habíamos cortado cosas que
habíamos grabado con bollos, con tortillas… ¡juro que no! Josema y yo
hemos tenido mucho gusto siempre.
Por finiquitar el tema de Encarna, ¿cómo fue la reacción de la otra implicada, Isabel Pantoja?
Isabel y yo éramos amigos, trabajamos juntos. Cuándo Martes y 13 éramos
un trío estuvimos ocho meses de gira por Andalucía con ella. Ella era
guapísima, con ese pelo largo hasta los glúteos, y con ese pedazo de
torero guapo a rabiar de ojazos azules [el fallecido Francisco Rivera
Paquirri]. Hacían una pareja preciosa. Paco era un encanto.
Una vez contó que entró en el camerino de Paquirri cuando estaba duchándose y, vaya, había algo muy impresionante.
No, no cuento nada de eso, ¡fui incapaz de mirar! Yo llegué tarde una
vez que él toreaba en Linares y a él lo estaban vistiendo. Estaban en la
habitación Fernando Conde, Josema, la madre de la Pantoja y la Pantoja,
allí muy seria. Yo dije: “Perdón, pero me meo mucho”. ¿O tal vez dije
“me meo toa”? No lo sé. Y me responden: “Bueno, pues pasa al
baño, que Paco se está duchando”. Y yo: “¡Glups!”. Y yo entré, es que me
meaba mucho, joder. Me puse a mear, pero no había echado ni gota.
Entonces oigo que se descorre la cortina y yo pensé: “Ay, Dios mío, qué
situación”. Yo no le vi lo que tenía, si era grande o si era pequeña. Yo
no entré ahí para verle a él. Nunca ha sido mi tipo, además. ¿Qué opinión tiene de la Isabel Pantoja que conocemos hoy? Pues se me ocurren tantas frases… lo del boomerang,
lo de aquellos vientos traen estos lodos… Si tú eres altivo, que no lo
digo por nadie en concreto, vas a sembrar odio. Yo creo que Isabel ha
tenido demasiada ambición. Pero es lícito, allá cada uno. Pero hijo mío,
ser la alcaldesa de un punto de referencia tan importante como Marbella
a mí no me seduce. Y digo este caso como puedo decir otro. La ambición
es un pecado muy grande. ¿Qué le pasó con Mariló Montero? Para mí fue una
decepción. No tengo nada contra esta señora. Una vez comimos juntos
cuando estaba con Carlos Herrera y nos lo pasamos muy bien. Yo no quería
hacer más televisión, pero [en 2014] me ofrecieron un programa familiar
y blanco ” [El pueblo más divertido, en RTVE] y me pareció
bien ser copresentador con Mariló. Pero resulta que no me dejaron hacer
nada. ¡Yo no pintaba nada allí! No hubo feeling, no pegábamos ni con cola. Ella iba por un lado y yo por otro. “¡Ay, que me mancho, no quiero hacer esto!”. Yo, que soy muy destroyer,
hacía cosas como ponerme un pulpo a modo de peluca. Y ella: “¡Ay, no te
acerques!”. ¡Venga ya, tía! Aquello no funcionó y lo mejor que le pudo
pasar al programa fue que no lo viera nadie. De verdad que no estoy
quejándome, yo también tengo mi parte de culpa.
Últimamente también se habla mucho de la vida privada de otra
figura pública que es además cercano a ti, Miguel Bosé [el cantante, que
vio a Martes y 13 en un club en los setenta y los puso en contacto con
la discográfica CBS, fue considerado por el dúo como uno de sus
padrinos]. ¿Tú te crees que hay derecho a lo que le están
haciendo a Miguel Bosé? Luego ya se enfrentan las dos España. La
derecha, la izquierda, el rojo de mierda, el facha recalcitrante,
¡estamos siempre igual! Luego como profesional te gusta o no, pero hay
que ver que odios encontrados tenemos. Es una herencia que no vamos a
perder nunca. Un mal olor que nos perseguirá siempre. Mira Fernando
Trueba con su película, o lo que le pasó o el Willy Toledo, que ya ni te
cuento. Qué pena, si es un tío enrollado, muy majo y encantador, ¡en
qué berenjenal se ha metido! ¿Por qué?
Tal vez por defender sus ideas. ¿No está de acuerdo en que los artistas se signifiquen políticamente? No, no es que no esté de acuerdo, pero yo no lo voy a hacer nunca. Yo
tengo amigos de todos los lados: de arriba, de abajo, del este, del
oeste, heteros, homosexuales… maricones, que me gusta más decirlo. Pero
al que tiene la fama le sale inmediatamente una leyenda negra. La entrevista llega a su fin. Millán se levanta y pide un último
favor: “Sé bueno conmigo, que yo soy muy directo y muy dado a decirlo
todo y luego las frases se sacan de contexto. Es una indefensión y yo,
además, no tengo redes sociales. Me quedo con el WhatsApp".
Las
pelucas sintéticas pueden cortarse (el estilista Xavi García recomienda
dejarlo en manos de un profesional), pero no se debe jugar con su color
ni volumen.
Se lavan con agua tibia o fría y se pueden usar productos
como suavizante normal e incluso textil
para su mantenimiento.
Se han de limpiar con delicadeza para mantener su
forma, difícil de recuperar si la pierden.
Foto: Daniel Scheel
Para Najwa Nimri, llevar el pelo corto fue una decisión lógica
que tomó siendo una niña. «Practicaba muchos deportes como el surf y el skate
y llevar la melena cuidada requería mucho trabajo», explica. Aunque en
ocasiones ha optado por ir rapada, reconoce que casi siempre se ha
decantado por el flequillo y que en sus momentos más caóticos se pasaba
con la tijera porque padecía tricotemnomanía (el deseo irrefrenable de
cortarse en exceso el pelo). «Tu cabello refleja tu estado mental»,
asegura. Las cabelleras largas las deja para las pelucas. Las suele llevar, y
no solo por estética. Ponerse maquillaje, vestuario, pelo postizo e
incluso lentillas ayuda a la intérprete y cantante a meterse en los
papeles que escoge. «Soy una actriz muy física, entiendo los
personajes de fuera hacia dentro, primero transformo mi cuerpo para que
después lleguen a mi cabeza». El quitárselo todo tras el rodaje
le facilita la desconexión de esos papeles, generalmente muy complejos y
duros. «En el espejo, vuelvo a identificarme conmigo y me alejo rápido
de lo que estaba haciendo antes», cuenta. En 2018, ha estrenado dos películas (Quién te cantará de Carlos Vermut y El árbol de la vida de Julio Medem) y ha grabado dos series (la cuarta temporada de Vis a vis y la tercera de La casa de papel). No siempre ha sido así. En 2015, sumaba seis años sin actuar. «Me empecé a aburrir y me volqué de nuevo en la música.
No me había dado ni cuenta del tiempo que había pasado». En cuanto fue
consciente de ello, cambió de representante y en tan solo un día la
llamaron de la ficción carcelaria. «Cuando me ofrecieron la mala de la
serie, acepté de inmediato».
Cuando
no se usan, tanto unas como otras se deben poner sobre una cabeza de
maniquí con el mismo volumen que la melena natural. «Muchas clientas
maquillan el busto como si fueran ellas», cuenta el estilista Alberto
Cerdán. Si no se dispone de maniquí o se quieren guardar, se hace sin
doblar en una redecilla de pelo y una bolsa de plástico cerrada.
Pantalón de Comme des Garçons. Foto: Daniel Scheel
Nimri regresó por la puerta grande con su papel de Zulema, su primera
incursión en la televisión (con la que ha descubierto la disciplina de
los horarios), que la ha convertido en un ídolo entre los adolescentes.
Incluso muchos de sus seguidores se han tatuado el rostro de la más
despiadada de la prisión. «En la actualidad, la gente se tatúa
cualquier cosa, los valores son mucho más ligeros: hoy dibujas una
promesa y mañana pones otra encima o la borras con láser», afirma mientras muestra en su móvil decenas de esas obras en la piel que comparten sus fans en redes. En octubre, Netflix anunció su incorporación en la nueva tanda de episodios de La casa de papel. De su personaje se sabe bien poco: «Que la va a liar», según la cuenta
oficial en Twitter de la cadena, y su nombre, que nos confiesa ella
misma: Alicia Sierra. «Parece que se está generando una industria
potente en España; ya no es como antes, triunfar aquí puede tener
repercusión en todo el mundo». Ella lo sabe bien, pues Hollywood la ha
tanteado, pero nunca le ha cuadrado, la primera vez por su embarazo. «De
todos modos, si me hubiesen llamado Spielberg y Vermut al mismo tiempo,
me habría quedado con Carlos, que tiene mucho talento y es español».
Las
pelucas de cabello real deben tratarse como si fuera el propio pelo:
champú, acondicionadores, mascarillas, el secador a cierta distancia
para no quemar… Se pueden cortar, teñir y peinar.
Si se usan productos
de fijación, el estilista Eduardo Sánchez aconseja cepillarlas después
del lavado con cerdas de jabalí para eliminar residuos. Foto: Daniel Scheel
Considera su última colaboración con el director como el mejor papel
que ha interpretado en su vida, en un universo lleno de claroscuros. «Nunca me he reconocido menos en un vestuario, en las pelucas, en mis
propias canciones a las que pone voz Amaral…». Le costó no ser reactiva y
llegar hasta lo más hondo de esa protagonista, pues, según cuenta, a
Vermut no le gusta dar muchas explicaciones, prefiere que cada uno
llegue al fondo por sí mismo. «Lo más importante cuando trabajas con un autor es entenderle y comprender los perfiles que ha creado. Lo sé bien porque empecé así». Eso fue a mediados de los noventa. Participó en Abre los ojos de Alejandro Amenábar, pero su carrera despegó con Los amantes del Círculo Polar
de Medem en 1997. Como agradecimiento, ha vuelto a ponerse bajo sus
órdenes en su último largometraje, aunque no le apetecía demasiado la
situación a la que debía enfrentarse: «Sufrí mucho, en especial al rodar
con un niño que llora todo el tiempo. Lo hice porque se lo debo»,
apunta. Con tantos éxitos, se le ha acumulado el trabajo. «Tuve que rodar Vis a vis en verano después de terminar las dos películas: no disfruté de ninguna semana libre, ni siquiera de un día». De esos seis años sin aparecer por la pantalla, guarda un buen recuerdo y los considera también un triunfo: «Cuanto más consigues a nivel profesional, más se resiente lo demás. Ha sido una época magnífica de mi vida».
Najwa Nimri en una escena de Quién te cantará (2018) de Carlos Vermut, en la que interpreta a la cantante amnésica Lila.
Durante ese tiempo se centró en su hijo y en la música, su pasión:
«Es terapéutica, sienta bien, te olvidas de quién eres». Polifacética
desde sus inicios, opina que «no está aún muy bien visto lo de ser del
Renacimiento, multidisciplinar», pero no sería capaz de elegir entre una
de sus facetas: «Dedicarse a una de ellas ayuda a que se desarrolle la
otra». Ahora, prepara nuevo álbum en castellano y mano a mano con El Guincho, con quien está recomponiendo los temas. Nimri solo teme una cosa: perder la ilusión. «El día que me levante y
no sienta interés por nada, me haré vieja». Este año se propone
promoverla con creces en Navidad: «Es un fallo, lo sé –dice con sorna–,
pero me encantan estas fechas y generar momentos bonitos para recordar. Mi abuelo tenía dos hermanos jugueteros y siempre se esforzaba por
darnos la mejor celebración. Llevo desde noviembre empaquetando
regalos».
Rafa Mora y Miriam Saavedra se enzarzan en 'Sábado Deluxe'.
Miriam Saavedra, la ganadora de Gran Hermano VIP, acudió este sábado al Deluxe
(Telecinco) para zanjar todas las polémicas surgidas en la casa de
Guadalix y se enfrentó a los colaboradores que más críticos habían sido
con ella durante los tres meses que duró el concurso. Y de todos ellos,
el que salió peor parado fue sin duda Rafa Mora.
El colaborador y la invitada se pasaron toda la entrevista enzarzándose
en distintas discusiones, más o menos elevadas de tono.
Rafa Mora
acusaba a Miriam Saavedra de haber insultado a todos sus compañeros de
la casa, de echar la culpa siempre a los demás y de no asumir ninguna
responsabilidad.
La entrevistada respondió que lo único que había hecho en el concurso
fue defenderse porque los otros participantes siguieron con ella una
estrategia de acoso y derribo y que sus descalificativos no eran tan
graves como los que le dirigieron a ella. "Bueno,
llamabas zanahoria, vegetal, plátano...", acusó despectivamente Rafa
Mora. Los demás dieron la razón a su compañero y echaron en cara a
Miriam que cuando decía todo aquello, lo hacía con mucha maldad.
María Patiño le reprendió y él se defendió: "¡Ah! Qué ahora soy yo machista? Porque ya lo estoy escuchando". Y
efectivamente, su respuesta a Miriam, bastante salida de tono en un
programa de televisión, no pasó desapercibida en redes, donde la ganadora de GH VIP
cuenta con gran apoyo. Muchos usuarios empezaron a pedir en Twitter que
se expulsase al colaborador del plató por la ofensa, pero algunos
fueron más allá y reclamaron que Telecinco lo echase directamente del
programa por su comportamiento machista. Pero
Miriam insistió en que lo que ella decía no era comparable: "He tenido
que soportar cosas horrorosas por llamar zanahoria, porque yo no suelto
barbaridades por mi boca". Más tarde, mientras otros colaboradores
preguntaban a la invitada, Rafa Mora empezó a pincharla y se produjo un
diálogo entre ellos que parecía sacado de un patio de colegio infantil: —"Venga, zanahoria", espetó Rafa Mora. —"Platanazo", respondió Miriam Saavedra. —"Platanazo el que tengo aquí", escupió el colaborador.