27 sept 2018
Jesús de Medinaceli: tres deseos para un Cristo cautivo
Las filas llegaban hasta Atocha este mediodía. Doce horas antes, a medianoche del viernes, comenzaba el incesante paseo ante la fervorosa imagen.
Cagarse en Dios...................................... Luz Sánchez-Mellado .
Como crecí oyendo blasfemar sin que nadie agraviara a nadie, me escandaliza que un juez procese a Willy Toledo por herir los sentimientos religiosos.
Mi padre blasfemaba como un poseso.
En plata: se cagaba en Dios todo el tiempo.
Más que con un afán antirreligioso o una diarrea anticatólica, sus exabruptos tenían que ver con la tradición familiar y la economía lingüística.
Que juraba cual íncubo como muletilla verbal y tributo a los suyos, vaya.
Quizá para vengarse de sus nombres de pila, su padre —Nicéforo: el santo del día— y sus tíos —de Emeterio para arriba— instruían a sus niños varones en el arte de la blasfemia, para oprobio de las madres de las criaturas, que no sabían si reír o llorar ante las procacidades de su progenie.
“Cágate en Dios, Pete”, le pedían a uno de los primillos, y el tal Pete rehuía hasta que un día, entre cansado y temeroso de que le cayera encima alguna hostia sin consagrar, claudicaba y soltaba un “me cago en Dios y en su puta maaade”,con su lengua de trapo que dejaba a aquellos energúmenos muertos de la risa.
Hijo de la misma escuela, mi padre se cagaba en Dios y en su puta madre y en todos los santos de la letanía varias veces al día.
Luego iba el primerito a todos los bautizos y los funerales, y su Audi corinto fue el coche de todas las bodas por la iglesia de toda la familia, empezando por la mía.
Llegada su hora no quiso ni cura ni sepultura, lo cual no obstó para que su amigo del alma —un católico, apostólico y manchego que jamás se ofendió por sus barbaridades— le erigiera una cruz en el cerro donde aventamos sus cenizas, en el más hermoso adiós de un creyente a un ateo.
Quizá por eso, porque crecí oyendo blasfemar sin que nadie agraviara a nadie, me escandaliza tanto que un juez procese a Guillermo Toledo por herir los sentimientos religiosos de unos meapilas al cagarse en Dios en Facebook.
La perla de Willy puede ser de dudoso gusto. Tanto como llamar maricón a un juez en una juerga privada.
Pero lo que tiene delito son otras cosas. Por cierto: si hay Dios, mi padre está en el cielo.
En plata: se cagaba en Dios todo el tiempo.
Más que con un afán antirreligioso o una diarrea anticatólica, sus exabruptos tenían que ver con la tradición familiar y la economía lingüística.
Que juraba cual íncubo como muletilla verbal y tributo a los suyos, vaya.
Quizá para vengarse de sus nombres de pila, su padre —Nicéforo: el santo del día— y sus tíos —de Emeterio para arriba— instruían a sus niños varones en el arte de la blasfemia, para oprobio de las madres de las criaturas, que no sabían si reír o llorar ante las procacidades de su progenie.
“Cágate en Dios, Pete”, le pedían a uno de los primillos, y el tal Pete rehuía hasta que un día, entre cansado y temeroso de que le cayera encima alguna hostia sin consagrar, claudicaba y soltaba un “me cago en Dios y en su puta maaade”,con su lengua de trapo que dejaba a aquellos energúmenos muertos de la risa.
Hijo de la misma escuela, mi padre se cagaba en Dios y en su puta madre y en todos los santos de la letanía varias veces al día.
Luego iba el primerito a todos los bautizos y los funerales, y su Audi corinto fue el coche de todas las bodas por la iglesia de toda la familia, empezando por la mía.
Llegada su hora no quiso ni cura ni sepultura, lo cual no obstó para que su amigo del alma —un católico, apostólico y manchego que jamás se ofendió por sus barbaridades— le erigiera una cruz en el cerro donde aventamos sus cenizas, en el más hermoso adiós de un creyente a un ateo.
Quizá por eso, porque crecí oyendo blasfemar sin que nadie agraviara a nadie, me escandaliza tanto que un juez procese a Guillermo Toledo por herir los sentimientos religiosos de unos meapilas al cagarse en Dios en Facebook.
La perla de Willy puede ser de dudoso gusto. Tanto como llamar maricón a un juez en una juerga privada.
Pero lo que tiene delito son otras cosas. Por cierto: si hay Dios, mi padre está en el cielo.
Un error de ‘Pasapalabra’ en el rosco le cuesta la eliminación a un concursante
La equivocación del programa en una respuesta de la prueba final fue detectada por un espectador experto en tenis.
Durante el programa de Pasapalabra
emitido el martes 25 de septiembre, el presentador Christian Gálvez
planteaba en el rosco, la prueba final del concurso de Telecinco, la
siguiente pregunta a uno de los dos participantes:
"Empieza por N. Apellido del tenista que ganó el Open de Estados Unidos en la edición de 1969".
Mario, el concursante al que le fue formulada, respondió Nastase, en referencia a Ilie Nastase.
El programa dio por errónea la respuesta, diciendo que el ganador fue John Newcombe.
Sin embargo, ninguna de las dos respuestas era correcta.
Fernando Gómez, comentarista especializado en tenis del canal Eurosport, corregía al programa a través de su cuenta de Twitter y puntualizaba que la respuesta correcta es el tenista australiano Rod Laver.
Además, ese año Laver ganó el Grand Slam, es decir, los cuatro torneos mayores del circuito internacional: Abierto de Australia, Roland Garros, Wimbledon y el US Open.
Por lo tanto, la pregunta no tenía respuesta posible con la letra N y no debería haber sido formulada en esa letra.
Como los dos concursantes, Fran y Mario, terminaron el rosco con los mismos aciertos pero un fallo más en el caso de Mario, fue este el que resultó perdedor del programa, con lo que en la entrega emitida este miércoles, 26 de septiembre, tuvo que luchar por sentarse de nuevo en la silla azul, prueba en la que fue eliminado definitivamente del concurso.
Además, la pregunta errónea le hizo perder también los 1.200 euros que se lleva el ganador de cada día.
Por lo tanto, ese fallo fue decisivo para el resultado final del programa.
"Empieza por N. Apellido del tenista que ganó el Open de Estados Unidos en la edición de 1969".
Mario, el concursante al que le fue formulada, respondió Nastase, en referencia a Ilie Nastase.
El programa dio por errónea la respuesta, diciendo que el ganador fue John Newcombe.
Sin embargo, ninguna de las dos respuestas era correcta.
Fernando Gómez, comentarista especializado en tenis del canal Eurosport, corregía al programa a través de su cuenta de Twitter y puntualizaba que la respuesta correcta es el tenista australiano Rod Laver.
Además, ese año Laver ganó el Grand Slam, es decir, los cuatro torneos mayores del circuito internacional: Abierto de Australia, Roland Garros, Wimbledon y el US Open.
Por lo tanto, la pregunta no tenía respuesta posible con la letra N y no debería haber sido formulada en esa letra.
Como los dos concursantes, Fran y Mario, terminaron el rosco con los mismos aciertos pero un fallo más en el caso de Mario, fue este el que resultó perdedor del programa, con lo que en la entrega emitida este miércoles, 26 de septiembre, tuvo que luchar por sentarse de nuevo en la silla azul, prueba en la que fue eliminado definitivamente del concurso.
Además, la pregunta errónea le hizo perder también los 1.200 euros que se lleva el ganador de cada día.
Por lo tanto, ese fallo fue decisivo para el resultado final del programa.
Tras conocerse el error cometido, Telecinco
anunció que próximamente Mario, el concursante eliminado, recibirá una
nueva oportunidad y regresará al progarma próximamente.
26 sept 2018
Paola de Bélgica y el paso del tiempo.
El estado de salud de la reina Paola preocupa en Bélgica.
La madre del rey Felipe, de 81 años, sufrió en la noche de este martes un derrame cerebral en Venecia (Italia), y será trasladada esta tarde a su país, según ha informado la cadena belga RTBF.
Su llegada se espera en la base militar de Melsbroek, aledaña al aeropuerto de Bruselas.
La Casa Real no ha concretado por ahora la gravedad de la dolencia. "Debido a un problema de salud, Su Majestad la Reina Paola será repatriada a Bélgica durante el día para seguir exámenes médicos", ha indicado en un comunicado sin mencionar el derrame. Medios belgas informan sin embargo de que su vida no corre peligro: está consciente y puede hablar y caminar con normalidad.
La reina Paola, de origen italiano, es la esposa del rey Alberto II, cuyo reinado se extendió durante dos décadas, entre 1993 a 2013, cuando abdicó en favor de su hijo Felipe.
En los últimos años se ha enfrentado a diversos problemas de salud. En septiembre 2015, tuvo que mantener un periodo de reposo total debido a una arritmia cardiaca.
A finales de 2016 sufrió una fractura de vértebras que la tuvo hospitalizada una semana en la clínica bruselense de Saint-Luc. Y en febrero de 2017 se fracturó el cuello del fémur en una nueva caída.
El Paso del tiempo suele ser cruel.
Esos sucesivos contratiempos no han evitado que haya realizado apariciones públicas puntuales.
Hace solo cinco meses, en abril, asistió a una conferencia sobre la situación de los menores inmigrantes en Europa.
Allí posó sonriente junto a la presidenta de Malta y representantes de organizaciones sociales de apoyo a los migrantes como Missing Children Europe, asociación a la que apadrina.
Nacida como princesa Paola Ruffo di Calabria el 11 de septiembre de
1937 en Forte dei Marmi (Italia), una estación balnearia donde su
familia poseía una casa de veraneo, Paola es la más joven de los siete
hijos del príncipe Fulco Ruffo di Calabria, héroe de aviación de la
Primera Guerra Mundial, y la condesa Luisa Gazelli.
La futura reina pasó toda su juventud en Roma, donde conoció, a los 21 años, al príncipe Alberto en una recepción organizada en la embajada de Bélgica al margen de las ceremonias de entronización del papa Juan XXIII.
Es madre de tres hijos, la princesa Astrid, el príncipe Laurent y el ahora rey Felipe.
Y su llegada al palacio de Laeken supuso un soplo de aire fresco, no solo por su belleza —dicen que hubiera podido hacer carrera como modelo o como estrella de cine—, sino por sus maneras más relajadas frente a la estricta religiosidad de su antecesora, la reina Fabiola.
Pese a su salida del trono real belga, la vida privada de su marido, Alberto II, ha seguido dando titulares en fechas recientes.
La escultora Delphine Boël lleva años luchando por que se reconozca que es hija del exmonarca, y la justicia belga podría pedir una prueba de ADN en los próximos meses. Su madre esSybille de Selys Longchamps, una aristócrata con la que mantuvo una relación durante 18 años, y que desveló que el monarca y su esposa Paola estuvieron dos veces al borde del divorcio, con todos los flecos legales ya cerrados.
La madre del rey Felipe, de 81 años, sufrió en la noche de este martes un derrame cerebral en Venecia (Italia), y será trasladada esta tarde a su país, según ha informado la cadena belga RTBF.
Su llegada se espera en la base militar de Melsbroek, aledaña al aeropuerto de Bruselas.
La Casa Real no ha concretado por ahora la gravedad de la dolencia. "Debido a un problema de salud, Su Majestad la Reina Paola será repatriada a Bélgica durante el día para seguir exámenes médicos", ha indicado en un comunicado sin mencionar el derrame. Medios belgas informan sin embargo de que su vida no corre peligro: está consciente y puede hablar y caminar con normalidad.
La reina Paola, de origen italiano, es la esposa del rey Alberto II, cuyo reinado se extendió durante dos décadas, entre 1993 a 2013, cuando abdicó en favor de su hijo Felipe.
En los últimos años se ha enfrentado a diversos problemas de salud. En septiembre 2015, tuvo que mantener un periodo de reposo total debido a una arritmia cardiaca.
A finales de 2016 sufrió una fractura de vértebras que la tuvo hospitalizada una semana en la clínica bruselense de Saint-Luc. Y en febrero de 2017 se fracturó el cuello del fémur en una nueva caída.
El Paso del tiempo suele ser cruel.
Esos sucesivos contratiempos no han evitado que haya realizado apariciones públicas puntuales.
Hace solo cinco meses, en abril, asistió a una conferencia sobre la situación de los menores inmigrantes en Europa.
Allí posó sonriente junto a la presidenta de Malta y representantes de organizaciones sociales de apoyo a los migrantes como Missing Children Europe, asociación a la que apadrina.
La futura reina pasó toda su juventud en Roma, donde conoció, a los 21 años, al príncipe Alberto en una recepción organizada en la embajada de Bélgica al margen de las ceremonias de entronización del papa Juan XXIII.
Es madre de tres hijos, la princesa Astrid, el príncipe Laurent y el ahora rey Felipe.
Y su llegada al palacio de Laeken supuso un soplo de aire fresco, no solo por su belleza —dicen que hubiera podido hacer carrera como modelo o como estrella de cine—, sino por sus maneras más relajadas frente a la estricta religiosidad de su antecesora, la reina Fabiola.
Pese a su salida del trono real belga, la vida privada de su marido, Alberto II, ha seguido dando titulares en fechas recientes.
La escultora Delphine Boël lleva años luchando por que se reconozca que es hija del exmonarca, y la justicia belga podría pedir una prueba de ADN en los próximos meses. Su madre esSybille de Selys Longchamps, una aristócrata con la que mantuvo una relación durante 18 años, y que desveló que el monarca y su esposa Paola estuvieron dos veces al borde del divorcio, con todos los flecos legales ya cerrados.
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