Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

24 sept 2017

‘Tres bodas de más’ | Niños y nupcias...................... Martín Piñol.

La invitación o prohibición de los hijos en una boda puede tensar más de una amistad.

Para algunos novios, un niño en su boda es peor que diez borrachos en la barra libre.
Para algunos novios, un niño en su boda es peor que diez borrachos en la barra libre.
Pocas cosas pueden tensar más una amistad que una boda. Tanto por si te invitan y no querías ir como por si no te invitan y te morías de ganas de estar allí, porque la lías en la barra libre o porque acabas criticando en voz alta y algún familiar te delata.
Pero para los padres, la polémica capaz de generar mal rollo es la invitación o prohibición de niños al evento.

Justo ayer, fuimos a Madrid a la boda de uno de mis mejores amigos, el cómico Juan Solo y de su ya mujer Montse. 
Ellos pertenecen a la opción acogedora: no sólo aceptaban niños sino que se preocupaban de que hubiera menú infantil, tronas y sillas adecuadas, y animador y canguro durante todo el rato.
Piensan que los amigos con hijos, sobre todo los que tienen que viajar para el evento, necesitan estar con su prole, por amor y por simple organización familiar
Pero otros novios opinan distinto, seguramente porque aún no tienen hijos.
 Saben que es su día, que les cuesta un dineral, que habrá muchos nervios y muchas emociones, y no quieren que un pequeño hóbbit se lo estropee chillando, llorando o vomitando en el momento más especial.

La imagen de la princesita entrando los anillos por el pasillo es bucólica, de exclusiva del Hola, pero muchos novios imaginan hordas de niños bárbaros saltando de mesa en mesa y fileteando a los invitados con el cuchillo de la tarta nupcial.
Están en su derecho, claro (igual que en el de elegir el puñetero sorbete entre platos).
 Pero la manera de comunicarlo (sobre todo si es por escrito) puede ser poco afortunada y generar una onda expansiva de reproches.
Habrá padres que aprovechen la ocasión para dejar a la criatura con canguros y salir a desfasar como hacía tiempo que no podían. 
Pero otros preferirán llevar con ellos a la personita que más quieren.
 No sólo para que viva una bonita experiencia sino para presentar al crío a amigos que hace tiempo que no ves o tener una excusa para largarte antes si te aburres de la gente que te ha tocado en la mesa.
Si vigilar a un niño media hora en el parque ya es cansado, hacerlo durante 6 horas, con americana o vestido de noche y zapatos elegantes, puede resultar agotador. 
Y si hay que desplazarse desde otra ciudad, con los trajes, ya ni te digo.
 Pero me gustaría que los padres tuvieran el derecho a decidir si llevan a la criatura o no, si quieren aumentar las ronchas de sudor en el sobaco a cambio de poder vivir juntos un día especial con mucha gamba y jamón.
Una cosa es cierta, futuros novios: varias parejas invitadas al enlace se separarán pronto. 
El novio/la novia de X ya no será tal y vuestro álbum estará lleno de fantasmas como la foto de El resplandor, mientras que los hijos de vuestros invitados siempre serán sus hijos.
 

 

Antonio Banderas: “Lo de Cataluña es un animal extraño, parece una película de Berlanga”



 

El malagueño recibe el Premio Nacional de Cinematografía en un acto marcado por los acontecimientos políticos.

Antonio Banderas, con el diploma que acredita su Premio Nacional en la mano.

En un acto marcado por la tormenta política que sufre España y el descenso del IVA al cine anunciado el día anterior por el ministro de Educación, Cultura y Deporte, Íñigo Méndez de Vigo, Antonio Banderas ha recibido hoy, sábado, el Premio Nacional de Cinematografía como es habitual, en el Festival de San Sebastián, pero por primera vez en el centro Tabakalera.
 Tan primera vez, que el galardonado se ha llevado de regalo un rastro vertical de pintura blanca en la espalda de la chaqueta de su impoluto traje negro.
 En los días anteriores el cineasta (Málaga, 1960) ya había avisado de que su discurso se centraría en las tres palabras que dan nombre al reconocimiento
. Un discurso templado, medido, que luego ha desarrollado en un corrillo con periodistas con una voz gastada por su viaje relámpago desde Sudáfrica, donde está rodando una película. 
En el corrillo ha estado más incisivo que en su parlamento previo: “No me preocupaba explicar el concepto nacional porque me cuesta desgranar ideas que no comprendo, pero esa la tengo clara.
 Yo he crecido en este país y he pasado de niño a hombre mientras España estaba en esa Transición. 
Y creo que se hicieron las cosas muy bien en aquel momento. Aquello acabó en una obra de arte política que se aprobó con el voto de los españoles.
 Naturalmente pasan muchas cosas en el trayecto y hay que mirarlas en positivo.
 Como mi vida, en la que he tenido muchos obstáculos. Y siempre he tratado —que no quiere decir conseguido— reciclarlos en positivo.
 Tirar hacia adelante y no quedarme estancado”.
 El malagueño paró un momento y rio: “Estamos hablando sin querer mencionar lo de Cataluña.
 Pues bien, lo de Cataluña es un animal extraño, difícil de observar; a veces parece una película de Berlanga. 
Votar es lógicamente uno de los grandes preceptos de la democracia, pero no debemos olvidar que no es el único. 
Están el respeto a la ley, al Estado de Derecho, muy importantes. Se pueden plantear referendos ridículos, como eliminar a los que no son de nuestra raza. 
Y alguien llamaría a eso democracia. La democracia está formada por muchas otras ramas de ese árbol. 
Tenemos que tenerlo claro”. Y preguntado sobre las acciones del Gobierno español en Cataluña, explicó: "Eso es como la tarjeta roja en el fútbol.
 ¿Quién la saca, el árbitro o el jugador que ha pegado la patada?".

 En su discurso previo, Banderas comenzó reconociendo que lo peor de un premio es "recogerlo". 

"Hablando de enunciados, el de este reconocimiento reza como Premio Nacional de Cinematografía. Esto suena serio, contundente e institucional". 

Para el actor, la clave estaba en la palabra nacional. "Porque en los tiempos que estamos viviendo, las otras dos quedan eclipsadas". 

Y desgranó: "Empecemos por Premio. Lo mejor son los inesperados.

 Me despierto. Mañana gris en Londres y tengo que bajar a la ciudad a una reunión con abogados.

 Me duele la espalda. Me preparo un té. Recibo la llamada de concesión del premio. 

Pues ya no está tan nublada la mañana. Cambio el desayuno por otro más grande, con huevos fritos, tocino, zumo y bollos. Le hago otro a mi novia. Le subo la bandeja y ya no me duele la espalda".

 

Y siguió con su análisis: "Nacional, la estrella del día. A ver cómo se retrata Banderas, estarán algunos rumiando.
 Crecí y maduré de forma paralela a un país que pasaba de dictadura a democracia [...]. Creí entonces, y sigo creyendo ahora, en ese proyecto común llamado España.
 Como me pasa conmigo mismo, a veces me siento orgulloso de él y a veces no, pero no puedo evitar quererlo. Uno de los desafíos a los que se enfrenta nuestro país es su maravillosa imperfección". Aseguró que el futuro "que nos espera es una prueba de carácter, de voluntad y de capacidad para sobreponerse y crecer". 
"A veces me pregunto si ese reto apasionante no es en realidad lo que debería de ser llamado España".
Finalmente, llegó a Cinematografía: "El universo cinematográfico es subjetivo, esa es una de sus grandezas y de sus miserias.
 Lo que a mí me toca el corazón a otros les toca otro órgano de la anatomía humana menos noble. Siempre ha sido y será así en la historia del arte". Banderas reiteró que no le gusta la palabra carrera, que sirve "para enjaular a artistas".
 Y remarcó: "El cine tiene un alma propia, rebelde y libre que reclama su autonomía, que no pertenece a nadie.
 Puede que mi carrera no tenga sentido hasta que muera, y a pesar de los chistes sin gracia que a veces me cuenta mi corazón, no es esto algo que entre en mis planes inmediatos". 
Y al final explicó: "Espero que, tras 37 años de carrera, esto haya sido útil a alguien, a un joven [...], al tiempo en que me tocó vivir, a quienes cruzaron su camino con el mío y a mi tierra".

La extinción de los lagartos gigantes altera los ecosistemas de Canarias



Los gatos asilvestrados exterminan a los reptiles que dispersan las semillas de plantas únicas.


 
Lagarto gigante de Gran Canaria.
La reducción de lagartos gigantes en Canarias está trastornando los ecosistemas de las islas, según una investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Estos animales son frugívoros —se alimentan de frutos— y contribuyen a dispersar las semillas de las plantas.
 Por lo tanto, su extinción comprometería la supervivencia de flora que solo existe en esa región del mundo.

"Estamos perdiendo unos jardineros muy efectivos", asegura Alfredo Valido, director del proyecto de investigación de la Estación Biológica de Doñana del CSIC.
 La orijama es un arbusto endémico de las islas Canarias que depende exclusivamente de estos lagartos para dispersar sus semillas.
 El estudio, publicado en la revista Journal of Ecology, revela que la extinción de estos animales ha provocado una reducción en la conectividad y las características genéticas de las poblaciones de plantas.

Valido señala que la desaparición de los lagartos gigantes tendría repercusiones en la vegetación. 
Sin embargo, no cree que la orijama vaya a desaparecer a corto o medio plazo. 
"En el Amazonas hay árboles cuyos dispersores desaparecieron hace 500 años", explica.
La extinción de los lagartos gigantes tiene su origen hace 2.600 años, con la llegada de los primeros colonizadores a las islas y, sobre todo, de especies invasoras asociadas a los humanos, como los gatos o las cabras asilvestradas. 
Valido afirma que la solución para evitar la extinción de los lagartos es acabar con las especies que se los comen,al menos en las zonas protegidas.
 En el caso de los gatos, que son nocturnos, propone tender trampas.
 En cuanto a las cabras, considera que habría que dispararlas, porque es prácticamente imposible capturarlas en zonas con acantilados:

 “Es muy arriesgado”.

Cuatro días que cambiaron el mundo....................Juan José Millás

COLUMNISTAS-REDONDOS_JUANJOSEMILLAS
SI NO SUPIÉRAMOS que se trata de Ángel Nieto, pensaríamos que se trata de un héroe de la aviación de la I Guerra Mundial, quizá de la II, pues los cambios entre una y otra, en lo que nos ocupa, no fueron tan grandes. 
A esa estética responden el casco y las gafas del corredor de motos, incluso su mirada, dirigida hacia ese punto del infinito donde nos aguarda la gloria (a quien le aguarde). 
 El blanco y negro contribuye también a la creación de esa atmósfera que nos lleva tan lejos cuando en realidad estamos tan cerca.
 No se pierdan la hebilla del barboquejo, que debe de pesar más que un candado. 
El casco de un niño actual de cuatro años que estrena su primera bicicleta es sin duda más ligero, funcional y seguro que el del antiguo campeón del mundo.
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Tal avance en la calidad de los materiales y en la eficacia de las formas, que se ha producido en apenas cuatro días, ha afectado a cuanto nos rodea, incluidas las raquetas de tenis, las baterías de cocina y la utilería doméstica en general (por no hablar de la aparición de Internet).
 Tampoco las motos de ahora tienen mucho que ver con aquellas sobre las que cabalgó Nieto.
 El cambio ha sido exponencial. En unos pocos años, la realidad ha sufrido más transformaciones que en todo el siglo anterior, quizá que en los dos siglos anteriores.
 Significa que vamos hacia el futuro (sea lo que sea el futuro) a velocidades que el señor de la foto jamás soñó en alcanzar sobre su montura.
 Señalar por último que se pasó la existencia jugándose la vida sobre un artefacto de dos ruedas para ir a morir sobre uno de cuatro.
 El destino.