Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

28 ene 2015

El arte de epatar, según Karl Lagerfeld............................................................ CARMEN MAÑANA

Chanel hace alarde de su capital artesanal en la colección de alta costura que presenta en la semana de la moda de París.

Desfile de Karl Lagerfeld para alta costura de Chanel. / Rindoff/Dufour (Getty Images)

La semana de la alta costura es un negocio sólido. 
Las casas que presentan sus colecciones de primavera/verano hasta el jueves en París insisten en ello.
 Aunque, a priori, el balance entre el deber y el haber se antoje tan creativo como sus diseños.
 A un lado de la ecuación: diez minutos de desfile, cuyo coste se valora en millones de euros para las grandes firmas
. Al otro, los compradores, que se cuentan, en el mejor de los casos, por miles.
 Sin embargo, en el sector del lujo existen siempre otras variables a tener en cuenta: la presentación constituye en sí misma una gran campaña publicitaria, un espectáculo para epatar y reforzar la imagen de marca, además de una oportunidad para exhibir el saber hacer de la firma, su capital artesanal. 
Para sacar pecho.
 Y en este ámbito nadie puede negar a Karl Lagerfeld la condición de maestro.
El director creativo de Chanel ha perfeccionado el arte de acaparar la conversación y la atención mediática.
 Si para mostrar sus dos últimas colecciones de prêt à porter invitó a las modelos a hacer la compra en un supermercado corporativo y a manifestarse con pancartas de “Señoritas primero”, este martes no podía permitirse ser menos efectista, pero sí sutil.
 En el centro de la pasarela un enorme jardín blanco de papiroflexia recibía a los invitados.
 Al sonar la música, las hojas comenzaron a abrirse revelando pétalos de colores, mientras de las ramas más altas crecían enredaderas.
 La belleza del truco resultaba inversamente proporcional a su tiempo de vida: apenas un minuto. 
Y estaba inspirado, según el diseñador, en los cuentos desplegables infantiles.
Sobre la pasarela, Lagerfeld volvió a reinterpretar el clásico traje de chaqueta de Chanel, una fuente de inspiración literalmente inagotable para el diseñador alemán.
 Primero llegaron las piezas de cortes limpios y siluetas años sesenta.
 Después, los conjuntos de tweed deshilachado y las toreras que dejaban al descubierto los ombligos de las modelos.
 Más tarde, los increíbles abrigos de pailletes rematados en grandes flores cosidas. 
Finalmente, las faldas de rejilla con acolchados circulares y los vestidos preñados de camelias de plástico, perlas y piedras. 

Esta colección no cambiará la historia de la moda -y seguramente este no fue nunca su objetivo- pero reivindica la grandeza de las petites mains (pequeñas manos) como solo puede hacerlo una propuesta que nunca será fabricada en serie sino a medida.
 Las prendas representan un alarde de la fuerza artesanal de Chanel: de los once ateliers, o talleres, que la marca ha adquirido y entre los que se encuentran una firma especializada en la confección de botones (Desrues); la sombrerería Michel o la casa de bordados Montex
. Con su compra, la maison francesa no solo ha preservado estas empresas familiares, sino también las técnicas que en ellas se vienen desarrollando, a veces, desde hace siglos.
 La mejor excusa para hacer ostentación.

 

La Infanta y Urdangarin cierran la venta del palacete de Pedralbes..................................... Andreu Manresa

Solicitan permiso para la operación al juzgado, que tiene embargada la mitad de la propiedad.

 
 
 
El palacete de Pedralbes (Barcelona) en venta. 

La defensa de Iñaki Urdangarin ha comunicado este martes al juez José Castro que ha llegado a un acuerdo para la venta del palacete de Pedralbes (Barcelona) y le ha solicitado permiso para cerrar la operación.
 El juzgado tiene embargada la mitad de la propiedad del inmueble para asegurar el depósito de primera fianza civil impuesta del duque, de 6,2 millones.
 Los abogados de la copropietaria de la mansión, la Infanta Cristina de Borbón, se han adherido a la petición del duque, aunque aún el juez Castro no ha resuelto estas peticiones.
El palacete estaba en venta desde hace un año y medio por 9,8 millones y el traspaso de la propiedad puede haber cerrado en menos de seis millones. 
El juez anunció que quería controlar el destino de los fondos obtenidos en la venta porque quiere garantizar la consignación de las fianzas establecidas a los dueños.
 Los menos de seis millones ingresados no bastan para cubrir la mitad de las fianzas de la pareja.
Urdangarin y la Infanta están imputados en el caso Nóos, pendientes de juicio y han de afrontar una fianza civil de más de quince millones, de los que 13,5 corresponden a Urdangarin. Fuentes judiciales han confirmado la iniciativa de los duques de Palma para desprenderse finalmente de la que fue su mansión.

Las mayores obras de arte creadas desde el odio y la bancarrota............................. M. E. Torres

Leonard Cohen grabó un disco para salir de la ruina y Dylan, de un divorcio. Aquí, las necesidades detrás de las grandes obras del siglo XX.

Bob Dylan, encantado de dar una rueda de prensa en París en 1966 / Rue des Archives (Cordon Press)
Para Samuel Wordsworth, escribir era “trasladar al papel el latido del corazón”. Para Ernst Hemingway, “sentarse en un escritorio y sangrar”.
 Y para Stephen King, según afirmaba en su autobiografía literaria Mientras escribo, “acercar los labios a la fuente de la vida”
. Es así como suele concebirse la escritura en la tradición occidental.
 Tormento y éxtasis
. Un goce supremo, pero también un esfuerzo extenuante e ingrato. 
Una compulsión, un impulso vital. Incluso un cínico profesional como Henry Miller escribía en Trópico de Cáncer (1934) sobre la necesidad de sacar a flote los libros que “crecían” en su interior, como “tumores” o “plantas tóxicas”.
 Una vez más, la escritura entendida como un acto de exorcismo personal que pone al escritor en contacto con lo sublime.
Cohen canceló su jubilación tras perder cinco millones de dólares.
 Al volver al estudio, su bajista le preguntó: “¿Has vuelto al negocio porque estás arruinado?”. “Digamos que esa es una de la principales razones”, le respondió
La historia de la producción cultural de las últimas décadas nos demuestra que es perfectamente posible crear (algo que valga la pena) por razones mucho más terrenales, prosaicas e incluso mezquinas.
 Ya lo decía el crítico musical Greil Marcus en un artículo de Village Voice de mediados de los setenta: 
“Algunas de las canciones más hermosas que he escuchado se escribieron por interés, por resentimiento o por despecho”
. Y lo mismo podría decirse de algunos de los mejores libros y de las mejores películas.

Leonard Cohen se ha referido en alguna ocasión a Dear Heather (2004) como el primero de sus discos “póstumos”.
  El anterior, Ten new songs (2001), había sido concebido como el último de su carrera.
 Cohen pensaba dedicar sus últimos años a la meditación trascendental en el monasterio budista de Mount Baldy, en las montañas de San Gabriel, cerca de Los Ángeles.
 Un proyecto frustrado: tuvo que renunciar a su retiro espiritual cuando su hija Lorca le confirmó que había sido estafada por su representante y amiga íntima, Kelley Lynch, que llevaba años sustrayendo dinero de las cuentas corrientes del artista hasta llegar a una cantidad cercana a los cinco millones de dólares. 
Cuando Cohen se presentó en el estudio oliendo aún a sándalo, pero dispuesto a grabar un nuevo álbum con el que volver a hacer caja, su bajista y hombre de confianza, Roscoe Beck, le preguntó: “¿Has vuelto al negocio porque estás arruinado?”. 
“Digamos que esa es una de la principales razones”, le respondió el músico y poeta de Montreal, que hoy sigue en activo (y litigando contra la mujer que le arruinó) a sus 80 años.

Marvin Gaye también tuvo que renunciar a su proyecto de jubilarse (en su caso, de manera un tanto prematura) debido a problemas económicos sobrevenidos.

 Dos divorcios y una adicción a las drogas se cruzaron en su camino.

 En 1977, a los 38 años, le costó cerca de un millón de dólares divorciarse de su primera esposa, Anna Gordy, hermana de su jefe, el productor y fundador de Tamla Motown, Berry Gordy. Ese desastre financiero fue la principal razón por la que accedió a grabar Here, my dear.

 Justo es reconocerle que supo hacer de la necesidad virtud: las canciones exudan virulencia y genuino rencor, porque se nutren del resentimiento acumulado en diez años de matrimonio y casi cinco de cruda batalla judicial. 

La propia Anna Gordy, que se embolsó parte de los royalties de Here, my dear, declararía años después: “Con el tiempo, he acabado apreciando todos los álbumes de Marvin, pero tengo que reconocer que este sigue siendo el que menos me gusta”. 

Ya en 1981, un Marvin Gaye de nuevo al borde de la ruina, recién divorciado de Janis Hunter y con tendencias depresivas y paranoicas acrecentadas por el consumo de cocaína, aceptó grabar otro álbum, In our lifetime, tal vez el menos inspirado de su carrera. 

Según el hombre que trató de hacerle de hada madrina en sus últimos años, el dj y productor belga Freddy Cousaert, “ese disco existe porque Marvin necesitaba el dinero, no hay mucho más que decir”.

13 años más tarde, otro grande de la música negra, Prince, extravió su hasta entonces rutilante carrera discográfica en un intento de librarse lo antes posible de sus lazos contractuales con Warner Bros.

 Cuatro discos publicados en apenas año y medio, entre 1994 y 1996, todos ellos fracasos artísticos y comerciales, para un artista que por entonces insistía en presentarse en público como El Esclavo y que pronto recuperaría la libertad, pero ya no la inspiración. 

Según el crítico musical Robert Christgau, “en algún momento de su largo pulso contractual con Warner, Prince perdió la pasión por crear música que estuviese en contacto con su personalidad y sus emociones, y ese es el problema que arrastra desde entonces”.

Bob Dylan reconoce en sus memorias que muy rara vez ha vuelto a hacer algo a la altura de su periodo más fértil, finales de los sesenta (“ya no siento galaxias en combustión en mi interior”), pero su álbum Blood on the tracks (1975) es una deslumbrante apología de la rabia y las malas vibraciones, un poderoso artefacto cuyo combustible es el odio larvado que llegó a sentir contra la que era su esposa y madre de sus cuatro hijos, Sara Lownds, de la que se divorciaría poco después.

 

Ya no puedo vivir sin ti, Juan Ramón............................................................... Winston Manrique Sabogal

El conmovedor diario de la escultora Marga Gil, que se enamoró en secreto del poeta y Nobel español, se publica 83 años después de quitarse la vida.

Marga Gil Roësset, pintora y escultura española, en 1932. / EL PAÍS

“No lo leas ahora”
. Fueron las últimas palabras que Marga Gil Roësset dijo a Juan Ramón Jiménez, en la casa del poeta en la calle Padilla, de Madrid, mientras dejaba sobre su escritorio una carpeta amarilla
. Guardaba la revelación de su amor imposible por él, que la había llevado a una decisión fatal.
 Marga salió del despacho del escritor, fue a su taller, en el que había trabajado en los últimos meses, y destruyó todas sus esculturas, excepto un busto de Zenobia Camprubí, la esposa de su amado. 
“No lo leas ahora”… Abandonó el lugar para cumplir el destino que había previsto. 
Pasó primero por el Parque del Retiro; luego tomó un taxi hasta la casa de unos tíos en Las Rozas y allí se disparó un tiro en la sien.
Era el jueves 28 de julio de 1932
. Ella tenía 24 años; él, 51.
 Ocho meses antes había conocido al poeta y a su esposa, con quienes entabló una sincera y afectuosa amistad
. Pero en la joven pintora y escultora, a quien Juan Ramón y Zenobia llamaban “la niña”, también se desató en silencio una pasión amorosa no correspondida
. Amenazadora.
 Hasta que ese amor colonizó toda su vida y la convirtió en tragedia.
“…Y es que…
Ya no puedo vivir sin ti
…no… ya no puedo vivir sin ti…
…tú, como sí puedes vivir sin mí
…debes vivir sin mí…”.

Ese deseo lo plasmó con su letra angulosa en una de las hojas de la carpeta que entregó a Juan Ramón Jiménez (1881-1958)
. Las escribió en las últimas semanas de ese verano.
 El autor le hizo caso. “No lo leas ahora”
. Un poco de sombra cubrió su corazón para siempre.
 Un poco de luz salió de allí para su obra poética
. Ese otoño del 32, él quiso rendirle homenaje publicando el manuscrito del diario de Gil, pero no pudo
. En 1936, salió casi inesperadamente al exilio por la Guerra Civil.
 Ochenta y tres años después del suicidio de Marga Gil y de la voluntad de Juan Ramón Jiménez (JRJ), ese deseo del poeta se convierte ahora en realidad.
 Se titula Marga. Edición de Juan Ramón Jiménez y está editado por la Fundación José Manuel Lara.
 Suma un prólogo de Carmen Hernández-Pinzón, representante de los herederos de JRJ; un texto de Marga Clarck, sobrina de la artista, y escritos del poeta y su mujer sobre Marga Gil.
 Un relicario literario acompañado por facsímiles de las anotaciones de la escultora y varios de sus dibujos y fotos.
Una de las páginas del diario de Marga Gil Roësset. / EL PAÍS
Amor, silencio, alegría, desesperación, amor. 
El desconcierto se plasma en la nota que la joven dejó a Zenobia Camprubí: “Zenobita… vas a perdonarme… ¡Me he enamorado de Juan Ramón!
 Y aunque querer… y enamorarse es algo que te ocurre porque sí, sin tener tú la culpa… a mí al menos, pues así me ha pasado… lo he sentido cuando ya era… natural… que si te dedicaras a ir únicamente con personas que no te atraen… quitarías todo peligro… pero eso es estúpido”.
Esa confesión figuraba en aquel diario extraviado tantísimos años. Desde 1939, cuando tres asaltantes —Félix Ros, Carlos Martínez Barbeito y Carlos Sentís— robaron la casa de JRJ mientras se hallaba en el exilio. 
 El poeta, quien ganaría el Nobel de Literatura en 1956, siempre estuvo inquieto por el destino de esos documentos.
 Siempre preguntaba por ellos a su gran amigo Juan Guerrero.
 Lo recuerda Carmen Hernández-Pinzón, hija de Francisco, sobrino del autor de Espacio y representante de sus herederos.
 Parte de ellos fueron divulgados en 1997 por el diario Abc
. El suicidio de Gil afectó mucho a JRJ y a su esposa.
 “Los dos quedaron muy abatidos, y él no quiso escribir durante un tiempo. Nunca la olvidaron”, dice Carmen.

Ese “No lo leas ahora” es un asomo al amor que revitaliza la vida y, a su vez, esteriliza a quien no es correspondido, mientras vive de migajas secretas que son el triunfo de su existencia:
“…Y no me ves… ni sabes que voy yo… pero yo voy… mi mano… en mi otra mano… y tan contenta…
…porque voy a tu lado”.
Ahora todos lo saben. 
Y ella fue más que ese feliz y fatal susurro amoroso. “Quiero que se la conozca como la genial artista que fue y sigue siendo
. Muchas estudiosas y especialistas en las vanguardias del siglo XX han dedicado su tiempo a investigar su obra”, cuenta Marga Clarck. La publicación del diario le parece importante, ahora que la figura de su tía se empieza a reconocer. 
Confía en que sirva “para que ella pueda navegar sola porque su obra es muy potente.
 Y Juan Ramón quería que ella pasara a la historia como artista”.
El poeta lo sabía.
 Ese amor desconocido era parte feliz de su vida, aunque no lo pidiera.
 Era suyo, también.
 Un rincón de su casa lo inmortalizó.
 Tras la muerte de Marga, mandó hacer un aparador de roble sobre el que puso el busto de Zenobia esculpido por “la niña”. 
La cara del amor de su vida cincelada por la mujer que no soportó vivir sin él.