Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

26 jul 2010

Luna de Miel Juieta Venegas&Mastreta

Un cuento Chino

"En la aldea china de Pou vivía una abuela con sus dos nietos huérfanos. Su casa estaba situada a las afueras de la aldea, en un paraje precioso rodeado de árboles centenarios.

Un día al atardecer envío a sus dos nietos con una carretilla a la aldea para la compra de víveres. Los dos muy contentos, por la confianza que su abuela había depositado en ellos, salieron con la bolsa del dinero andando por el sendero. Al llegar al puente vieron un pobre anciano que les preguntó a dónde iban. Les aconsejó, por lo tarde que ya era, que fueran por un atajo. Dándole las gracias se internaron por el atajo y a los pocos metros dos bandidos, hijos del pobre anciano, les robaron el dinero, la carretilla y la ropa.

Llenos de vergüenza, de rabia y miedo regresaron a su casa y le contaron a su abuela lo sucedido. Ésta les habló en tono sereno, los calmó, les dio de cenar, y los acostó dándoles un beso en la frente.

Antes de salir por la puerta del dormitorio le pregunto a uno: ¿tú Xan, qué has aprendido de esto?. Yo, abuela he aprendido que no nos podemos fiar de los viejos porque siempre nos engañan.

Sonriéndole le dijo: te equivocas, yo soy una anciana y jamás te he engañado.

Mirando al otro nieto repitió la pregunta: ¿y tú Pu, que has aprendido?. Yo, abuela he aprendido a esperar lo inesperado.

Buena respuesta, dijo, y mirándolos con profundo amor, les sonrió, les sopló un beso, apagó la candela de la chimenea y cerró la puerta."

Proverbio

"Quien no disfruta de sus momentos felices
no puede ser llamado afortunado.
El que se siente feliz en los momentos de dificultad
es en verdad un sabio."

Provervio chino.

Sensibilidad y fuerza

Sensibilidad y fuerza



"Hace dos o tres años, mi coche acababa de perder una rueda en un arrozal, y al apearme, ví un billete de mil yen en la cuneta; en ese mismo instante un buey que se había acercado lo pisó; inmediatamente después, vino un campesino detrás del buey, que cogió el billete, lo limpió de barro y lo guardó, mirando de reojo que nadie le viese. Como yo estaba en apuros, no se me ocurrió cogerlo.

Más tarde me puse a pensar en aquel hombre que se había hecho con el billete cautelosamente y se lo había guardado en el bolsillo después de que el buey lo hubiera pisado.
Había observado al pasar que su manera de actuar y la rapidez de sus gestos habían cambiado después de su acción; lo más evidente era que ya no se fijaba en mí, mientras que antes de coger el billete me había parecido que se dirigía hacia mí y me miraba, puesto que allí no había nadie más que yo. Después de recoger el billete, quedó como encogido y no vino a ayudarme.

Un buey pisa tranquilamente un billete de cualquier valor mientras que un hombre puede cambiar totalmente con sólo verlo; pues un billete de la cantidad que sea no sirve de estímulo para el animal, pero para el hombre sí. La materia en sí no representa ningún estímulo, es la sensibilidad del hombre la que le da fuerza."

Haruchika Noguchi