Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

26 jul 2010

Proverbio

"Quien no disfruta de sus momentos felices
no puede ser llamado afortunado.
El que se siente feliz en los momentos de dificultad
es en verdad un sabio."

Provervio chino.

Sensibilidad y fuerza

Sensibilidad y fuerza



"Hace dos o tres años, mi coche acababa de perder una rueda en un arrozal, y al apearme, ví un billete de mil yen en la cuneta; en ese mismo instante un buey que se había acercado lo pisó; inmediatamente después, vino un campesino detrás del buey, que cogió el billete, lo limpió de barro y lo guardó, mirando de reojo que nadie le viese. Como yo estaba en apuros, no se me ocurrió cogerlo.

Más tarde me puse a pensar en aquel hombre que se había hecho con el billete cautelosamente y se lo había guardado en el bolsillo después de que el buey lo hubiera pisado.
Había observado al pasar que su manera de actuar y la rapidez de sus gestos habían cambiado después de su acción; lo más evidente era que ya no se fijaba en mí, mientras que antes de coger el billete me había parecido que se dirigía hacia mí y me miraba, puesto que allí no había nadie más que yo. Después de recoger el billete, quedó como encogido y no vino a ayudarme.

Un buey pisa tranquilamente un billete de cualquier valor mientras que un hombre puede cambiar totalmente con sólo verlo; pues un billete de la cantidad que sea no sirve de estímulo para el animal, pero para el hombre sí. La materia en sí no representa ningún estímulo, es la sensibilidad del hombre la que le da fuerza."

Haruchika Noguchi

COMPRO ORO David Trueba


Semanas atrás nos llegó la imagen del Papa repartiendo bendiciones en audiencia privada a los empresarios que han puesto dinero para patrocinar la gira del Santo Padre por España.
El respeto por la visita de un jefe de estado, aunque sea de un estado de ánimo, no evita que aquella imagen tuviera algo de deportiva.
Emparentó al Papa con el ganador del Tour o de un GP de Fórmula 1, que tiene que hacerse la foto con los patrocinadores, para que quede claro que nada es gratis en esta vida, ni mucho me temo que en la otra.
Ayer mismo, Contador y Alonso, nos regalaron otro fin de semana de éxitos deportivos nacionales, algo que ya es casi habitual y provoca que muchos quieran cambiar el nombre al Reino por el de República Deportiva.


El goce de sus victorias se resiente al verlos abducidos por tal cantidad de publicidad. Más que deportistas de élite, a veces parecían aquellos hombres anuncio que el alcalde Gallardón quiso retirar de las aceras de Madrid porque consideraba que verlos portar los cartelones de "Compro Oro" atentaba contra su dignidad.
Por lo visto, los pobres tienen que tener más dignidad que los ricos.
La transmisión de La Sexta es muy respetuosa con el epílogo de las carreras, porque ahí es donde los pilotos pasean de patrocinio en patrocinio.
En este GP de Alemania, la presencia del Banco de Santander tuvo algo de exagerada, casi pesadillesca.
Hasta el punto de que uno de los trofeos fue entregado por el alto ejecutivo de la rama alemana.
Pasa a menudo. Deberían aprender de Hollywood, por más que las empresas japonesas de tecnología o las petroleras tejanas han sido dueñas de los estudios de cine, jamás sus ejecutivos se han atrevido a entregar ellos el Oscar a mejor actriz o mejor película.
Siempre han respetado el sentido del espectáculo, no queriendo mancillar demasiado con la apabullante autoridad del dinero las ingenuas ilusiones de los ciudadanos ni restregar la marca hasta empobrecer el show.
La cosa resulta tan grosera como ver salir del restaurante a un tipo presumiendo a gritos de que ha sido él quien ha pagado la cena a sus invitados.

25 jul 2010

Mientras Pienso...


No entiendo nada, para decirlo con el rastrero prosaísmo de la expresión. Paso por los análisis financieros en la prensa generalista y se me aturden los sesos, que sólo se empeñan en fantasear cómo serían los techos altos de una casa propia.
A los comentaristas políticos, así a lo grueso, les doy a todos la razón, y me asombro del perfecto engranaje del sistema, que sigue moliendo polvo y nada como si con él no fueran los percances.
Me provoca vértigo el trinfo del pelele, o el de la furcia, siendo tantísimos los contrincantes a los que han de enfrentarse para salir a relucir.
Para qué hablar de la ininteligibilidad de la tecnología, de la que hago uso sin más miramientos.
Los nombres que aprecio tocaban las piedras, los metales, la madera y el lino. Se asomaban al enigma y algunos creían en un ser superior, o lo negaban, y continuaban inmutables y metódicos.
Todo era palpable. Lo huidizo o lo invisible lo evocaban mediante el arte, convencidos de su vocación, espoleados por la sed de cumplir. Se realizaban tras largas tribulaciones.
A los que no llegaban a la meta, por lo menos les quedaba la conciencia tranquila, luego de haberse dejado la piel en el empeño.
Hace un rato, no había nada en la calle. Casi podía decir que ni en la vida, si no fuera por la limpieza, por la inocencia del cielo.
Después he dado una vuelta por la zona de los cines. Sobre las esparcidas hojas alimonadas de las acacias japonesas, en la acera, adolescentes de cabellera hasta la cintura y pantaloncito cortado a ras de ingle, intercambiaban impresiones de la primera parte-supongo- de las vacaciones.
Las impresiones son más bien palabras sueltas, "Formentera", y enseguida una carcajada, un meneo de la pelambre, un moreno todavía más crecido en las piernas y los brazos. De siempre me ha conmovido la feúcha,
la que se concentra en los grupos con el mismo entusiasmo que el resto, igual de vestida que las vestales pero con una calidad en el tejido que salta a la vista. El rasgo de inferioridad es apenas imperceptible.
También todo esto forma parte de los misterios del universo que me anonadan.
Tengo tantas cosas que hacer, tantas que comenzar y algunas que concluir, y me lo he repetido tantas veces, que paso por estas líneas como para reírme de la insistencia de alguien ajeno a mí.
De un otro, paralelo a mí, que acaso entienda partes del mundo, o que no le desasosiegan las que permanecen sin explicación ni armonía ni. Otro, que acaso cumpla algo en esta vida mientras yo deambulo con la mirada en el suelo y, a veces, en las copas de los árboles, en las nubes, en lo que no dice nada.
Publicado por JOSÉ CARLOS CATAÑO