Mis padres no hubieran pasado el examen pero nos enseñaron a ser libres.
Karelys,
la examiga del diestro Cayetano Rivera, ha abierto la boca y el corazón
exclusivamente para la revista ¡Hola! y le ha entregado uno de los
mejores titulares posibles: ““Quiero hablar y aclararlo todo
Más allá de la ficción, hay alguna realidad donde también se desayuna con diamantes. La hija mayor de la familia de joyeros Tous,
Rosa Tous, recuerda que, cuando ella y sus tres hermanas eran pequeñas,
en su casa de Manresa (Barcelona) “se desayunaban pulseras, se comían
pendientes y se cenaban sortijas”. Es su manera de decir que la joyería
familiar formaba parte de su cotidianidad. Con un menú diario así, no es
de extrañar que las cuatro hijas de Rosa Oriol y Salvador Tous estén
ahora trabajando en la empresa que fundó su abuelo, una compañía que se
ha hecho famosa por un osito de peluche convertido en joya, y que ha
conseguido llegar a su centenario, que se cumple precisamente este 2020,
con más de 4.000 empleados y presencia en más de 50 países con 700
tiendas.
Esta semana, la firma del osito ha saltado a los medios porque afronta una investigación en la Audiencia Nacional por presunta estafa. La Asociación de Consumidores y Usuarios de Joyería (Consujoya) les ha
denunciado por rellenar las joyas con un plástico, metacrilato. Tous
defiende que esta técnica, llamada electroforming, está
autorizada por la Administración pública y expresamente permitida por la
ley, y la empezaron a utilizar de manera pionera hace más de 25 años. La empresa defiende que es una tecnología especialmente adecuada para
piezas de grandes volúmenes, a la vez que ligeras y sin soldaduras, algo
que apoya la Asociación Española de Joyeros, Plateros y Relojeros, que
ha salido en su defensa asegurando que esta técnica es "común, normal y
habitual en el sector".
Así las cosas, los Tous se enfrentan a un nuevo bache en su
trayectoria pública, ya que la familia tuvo que asumir una gran
exposición con el juicio a su yerno, Lluís Corominas, que era
responsable de seguridad del matrimonio fundador de la firma cuando en
2006 disparó mortalmente a un asaltante de su chalé en Sant Fruitós del
Bages (Barcelona).
Un jurado popular le absolvió al considerar que actuó
en legítima defensa.
El siguiente tropezón fue con el procés,
cuando los Tous tuvieron que lidiar tanto con unionistas como
independentistas. Los primeros llamaron a boicotear sus productos a raíz
de una foto donde salían con Carles Puigdemont llevando una estelada (bandera
independentista), a lo que la familia respondió asegurando que no
estaban a favor de la secesión de Cataluña, y entonces fueron los
independentistas los que mostraron su rechazo a la compañía.
A pesar del revuelo que se genera alrededor de una empresa con tanta
repercusión, las cuatro hermanas Tous siguen al pie del cañón por la
buena marcha de la casa y cada mañana desayunan juntas en las oficinas. Alba, la segunda por edad y con formación empresarial, es la presidenta,
y Rosa, la primogénita y gemóloga, es la vicepresidenta. Pero las dos
menores también trabajan en la firma, que tiene las oficinas en Manresa y
la producción en Sabadell (Barcelona). Laura, con estudios de empresa,
lleva el sello patrimonial, y Marta, diseñadora de joyas, ha tomado el
relevo creativo de su madre y lidera la creación de las colecciones. Aun
así, Rosa Oriol es quién se ocupa de diseñar la colección de más alta
gama, Atelier Tous, que nació de su fascinación por las gemas de
colores. Su marido también sigue activo y es el presidente de honor. La fama mundial llegó con el osito, creado en 1985.
Fue una visión de
Oriol, quién se inspiró viendo un escaparate de juguetes en Milán, y
llevó esa fantasía de convertir el osito de peluche, tierno recuerdo de
infancia, en el icono de su firma. Tous se remonta a 1920, y fue fundada
por el padre de Salvador.
La familia de Rosa tenía una zapatería
enfrente de la joyería de los Tous, en la calle Born de Manresa.
Y el
destino quiso que la hija del zapatero se casara con el hijo del joyero
en 1965.
Cuando el padre de Salvador se jubiló tres años después, el
matrimonio asumió las riendas.
Compaginaron la crianza de sus cuatro
hijas con la joyería, convirtiendo el taller en sala de juegos.
Oriol se
entregó al diseño de joyas exclusivas y visitó ferias del sector.
Se
dio cuenta de que había mucho recorrido y no dudó en seguirlo.
"Democratizamos la joyería o, como decimos ahora, hicimos el lujo
accesible", recuerda en un libro sobre su vida. En 1989, abrieron la
primera tienda en Barcelona, y no han parado de crecer.
'Arde Madrid', la serie original de
Movistar+ creada y dirigida por Paco León y Anna R. Costa, refleja por
qué una mujer tan independiente como Ava decidió vivir en la España
franquista.
Arde Madrid', la serie de Paco León de la que todo el mundo habla, recién estrenada por Movistar+, repasa distintos y sonados episodios vividos por la actriz norteamericana Ava Gardner durante 10 intensos días de 1961 en la capital.
Sin embargo, durante los 13 largos años que residió en España, la actriz se volvió loca de amor por Madrid.
Aquí se emborrachó y enamoró de su olor, su ambiente, sus fiestas, el flamenco, el alcohol y los hombres hasta decir basta.
Ava
descubrió España en 1950 cuando vino a rodar aquí 'Pandora y el
Holandés errante' donde interpretaría un personaje premonitorio: la
mujer amada por todos los hombres, pero incapaz de conseguir la
felicidad. Ella misma lo confesaría en sus memorias:
"Nada de lo que hice antes o después de Pandora tuvo un impacto igual en mi vida. Gracias a ella, descubrí España, y en España viví como nunca antes había vivido". Y
aquí se enamoró del clima, del sol, del carácter español, de la fiesta
nacional y de los toreros. Todos los tópicos de nuestro país fueron la
auténtica pasión del "animal más bello del mundo".
Entraba a matar por la puerta grande
Nada
podía gustarle más que rematar la noche con una buena faena y si era
con un varón latino y torero mucho más. Matadores objeto de deseo, y
dispuestos a la conquista, siempre ha habido en España. Lo difícil en
aquella época no era encontrarlos, sino que estuvieran dispuestos a ser
"utilizados" por una mujer, algo de lo que siempre hizo gala la actriz. Le encantaba el sexo, y era lo que sobre todo buscaba en los hombres. En 'Pandora' se topó con Mario Cabré, un apuesto torero
y actor, y con planta de galán latino. Cayó rendido a sus pies, o eso
dicen. A los pocos días de comenzar el rodaje, saltó el rumor del idilio
entre ambos. Hacían buena pareja: ella tenía 28 años y él 34. El
romance, sin embargo, no cuajó. Ni los poemas de amor que le escribía el
matador, por cierto bastante malos, ni su pésimo inglés contribuyeron a
consolidar una historia de amor con poco recorrido desde un principio,
más allá del buen sexo que dicen, proporcionaba a la actriz. Y menos
todavía ayudó, el tercer marido de Gardner, Frank Sinatra, que en cuanto se enteró, aterrizó en España y cortó el idilio por lo sano. En
abril de 1953, Ava Gardner aprovechó un parón del rodaje de 'Mogambo'
en Italia, para disfrutar de unas vacaciones en España. Fue entonces
cuando se cruzó otro guapo y famoso torero en su vida, Luís Miguel Dominguín. El romance o la "locura de amor" que enseguida surgió entre ambos, se
alargó a duras penas, hasta finales de 1954. Dejó eso sí para la
historia una de las anécdotas más conocidas sobre ambos, ya convertida
en leyenda. Nada más terminar de hacer el amor, Luis Miguel Dominguín se
levantó de la cama, se vistió y cuando estaba a punto de coger la
puerta, Ava le preguntó: "¿A dónde vas?". Y él, impertérrito, respondió:
"Pues dónde voy a ir. ¡A contarlo!". Ambos eran guapos y la relación
tenía mucho de literario: al fin y al cabo, no todos los días se
conjugaba la pasión de un torero con el pedigrí de una gran estrella de
Hollywood.
España fue el refugio de la protagonista de 'La noche de la iguana', el lugar donde el animal más bello del mundo pudo alejarse de las imposiciones de Hollywood y vivir su particular capea,
con la única persona que la igualaba en eso de beberse la vida: un
torero español. De nuevo, los celos de Frank Sinatra enturbiaron este
romance. El idilio terminó en septiembre de 1954. Años más tarde, él la
seguía recordando con cariño: "Era la más guapa y la más fiera. Tenía yo
una loba muy feroz en una jaula".
La actriz Ava Gardner llega al aeropuerto de Barajas procedente de Londres. (Movistar /EFE)
La fiesta de día y de noche
La fiesta nacional para Ava Gardner no solo era el mundo de los toros y toreros, sino y sobre todo significaba noches de lujuria, desenfreno y alcohol mucho alcohol. Los
actores y actrices norteamericanos que aterrizaban en España se volvían
locos con la vida nocturna de Madrid. Ofrecía para unos pocos
acaudalados, todo lo que prohibía para el resto de los mortales la
dictadura.
La actriz,
que lleva más de tres décadas retirada en Málaga, recibirá el Goya de
Honor por su carrera el próximo enero con la incógnita de si acudirá a
recogerlo.
La última vez que se vio en público a Pepa Flores fue sobre las tablas del Teatro Cervantes de Málaga. Sorprendió al salir a cantar Tómbola
junto a su hija pequeña, Celia. Fue en diciembre de 2016, en el mismo
lugar donde años antes el público se había puesto una careta con el
rostro de Marisol en un homenaje liderado por Javier Ojeda. El 25 de enero de 2020 está invitada a volver a subir a un escenario para recoger el Goya de Honor. La Academia, que le otorga el premio por “sus inolvidables interpretaciones”, se lo ha puesto fácil: la gala se celebrará en Málaga .
Pero su entorno dice que la actriz y cantante, uno de los personajes
más idolatrados por el público español, no acudirá a la gala. Mantendría
así la invisibilidad y el alejamiento del foco mediático por el que
ella misma apostó.
De niña prodigio a mito erótico de la Transición, de la música al cine, de estampa del franquismo
a seguidora del comunismo, de Marisol a Pepa Flores, su biografía la
componen mil vidas en una. Capítulos de lo que podría ser una atractiva
serie para las plataformas digitales que tendría un giro inesperado en
1985 cuando, con apenas 38 años, se apartó de la vida pública. Comenzó entonces una etapa en la que ha ido fundiéndose con su Málaga
natal. Allí da caminatas por el paseo marítimo, cuida de su huerto en
una finca en La Axarquía y disfruta de sus dos nietos junto a su pareja,
el italiano Massimo Stecchini. Como dijo el escritor Juan José Téllez,
Marisol fue un accidente y Pepa Flores una conquista.
La vida de Josefa Flores González cambió cuando solo tenía 11 años. Como ella contaría más tarde, fue Manuel Goyanes quien la descubrió en 1959
en una actuación por verdiales en Televisión Española. Él mismo se
desplazó hasta la capital malagueña para convencer a su madre. Entonces
la pequeña Pepita Flores se alejó de Málaga y su familia. Dejó de ser
una niña. “Soy una señorita que pasó toda su infancia cenando en
compañía de hombres mayores, oyendo hablar de negocios, contratos,
rodajes… mientras yo permanecía como un mueble”, decía en la revista Blanco y Negro
en 1973. Jornadas laborales eternas, obligación de cantar ante Franco o
falta de libertad son ingredientes de unos años sobre los que también
han surgido sombras de abusos sexuales y físicos. Su entorno lo ha
desmentido, aunque ella no se ha pronunciado.
Su debut en el cine fue en 1960, en Un rayo de luz, con la que obtuvo el premio a la mejor actriz infantil en la Mostra de Venecia. A partir de ahí llegaron títulos básicos de la cinematografía española: desde Ha llegado un ángel y Tómbola a La chica del molino rojo, Los días del pasado, Bodas de sangre o Carmen.
Trabajó a las órdenes de Juan Antonio Bardem, Carlos Saura o Mario
Camus, y por todo ello es “una de las actrices más queridas y recordadas
por el gran público”, según explicó la Academia el pasado miércoles. Su
último trabajo en la gran pantalla fue Caso cerrado, en 1985.
Entonces decidió tomar definitivamente las riendas de su vida, algo que
no siempre había podido hacer. Su intensa juventud le había pasado
factura.
Como recoge el libro Corazón rebelde, de Luis García Gil, en
los años 60 la prensa le atribuía romances con Mel Ferrer, El Cordobés,
el rejoneador Ángel Peralta o Palomo Linares. Pero Marisol se casó con
Carlos Goyanes —hijo de su descubridor y con el que se había criado— en
mayo de 1969 en la iglesia de San Agustín en Madrid. Eran dos jóvenes
con ganas de rebelarse ante lo establecido, pero en menos de tres años
se separaron. Goyanes contó que su mujer, un año después de la boda, le
confesó que estaba enamorada de Joan Manuel Serrat.
Con él vivió un romance con citas en Barcelona y Begur. Entre sus cerca
de 500 canciones grabadas, aparecen temas del cantautor catalán como Tu nombre me sabe a hierba. Marisol se atrevió incluso a versionar el Hey Jude,
de Los Beatles. Entre los compositores de sus letras están Juan Pardo,
Manuel Alejandro, Aute, Augusto Algueró, Palito Ortega o Caco Senante. Su gran amor fue Antonio Gades. La relación comenzó en 1973. “Es el compañero que, sin saberlo , había esperado toda mi vida”, decía ese año a Fotogramas. Se enriquecieron y fortalecieron mutuamente. Tres años después Marisol aparecía desnuda en una inolvidable portada de Interviú. La fotografía era de su fotógrafo de cabecera, César Lucas. De la unión con Gades nacieron sus tres hijas: María, Celia y Tamara. Fue un amor sincero que también estaba unido por lo artístico y lo político desde la izquierda. Se casaron en 1982 por lo civil en Cuba con Fidel Castro como padrino
y se divorciaron cuatro años más tarde. Desde 1987, Pepa comparte su
vida con Massimo Stecchini, a quien conoció en su barrio de La
Malagueta. No se portó nada bien Antonio Gades como pareja con ella y con Serrat tuvo una gran desilusión . Los hombres la conquistaron pero la dejaron sola , hombres famosos pero parece que en contró su refugio en el actual compañero. Debería recoger el premio y no decir nada una sonrisa y un Adios sería suficiente porque ella es un mito para muchas mujeres de su generación. Con él vive hoy apartada de los focos. Cuando no pasea junto a la
playa —con gorra y gafas de sol— se acerca a Moclinejo, un pueblecito
blanco donde posee una finca en la que cría gallinas y planta
hortalizas. “Lo único que quiere es paz”, decía su hermana, Vicky
Flores, este verano en el programa de televisión Lazos de sangre. Con esa tranquilidad ejerce de abuela de dos nietos, y mantiene una estrecha relación con sus hijas. María, con una larga carrera como actriz y dos veces nominada a los Goya; Celia, dedicada al mundo de la canción;
y Tamara, que trabaja en una organización social, la Fundación
Secretariado Gitano, y siempre ha querido permanecer ajena al mundo del
espectáculo. Quizás sea una de ellas la que acuda a recoger el Goya de
Honor el próximo mes de enero. Habrá que esperar. Pepa Flores hace ahora
lo que le da la gana.