Alba (I) y Rosa Tous (D), presidenta y vicepresidenta de la compañía joyera Tous. Albert GarciaEL PAÍSMás allá de la ficción, hay alguna realidad donde también se desayuna con diamantes. La hija mayor de la familia de joyeros Tous,
Rosa Tous, recuerda que, cuando ella y sus tres hermanas eran pequeñas,
en su casa de Manresa (Barcelona) “se desayunaban pulseras, se comían
pendientes y se cenaban sortijas”. Es su manera de decir que la joyería
familiar formaba parte de su cotidianidad. Con un menú diario así, no es
de extrañar que las cuatro hijas de Rosa Oriol y Salvador Tous estén
ahora trabajando en la empresa que fundó su abuelo, una compañía que se
ha hecho famosa por un osito de peluche convertido en joya, y que ha
conseguido llegar a su centenario, que se cumple precisamente este 2020,
con más de 4.000 empleados y presencia en más de 50 países con 700
tiendas.
Esta semana, la firma del osito ha saltado a los medios porque afronta una investigación en la Audiencia Nacional por presunta estafa. La Asociación de Consumidores y Usuarios de Joyería (Consujoya) les ha
denunciado por rellenar las joyas con un plástico, metacrilato. Tous
defiende que esta técnica, llamada electroforming, está
autorizada por la Administración pública y expresamente permitida por la
ley, y la empezaron a utilizar de manera pionera hace más de 25 años. La empresa defiende que es una tecnología especialmente adecuada para
piezas de grandes volúmenes, a la vez que ligeras y sin soldaduras, algo
que apoya la Asociación Española de Joyeros, Plateros y Relojeros, que
ha salido en su defensa asegurando que esta técnica es "común, normal y
habitual en el sector".
Así las cosas, los Tous se enfrentan a un nuevo bache en su
trayectoria pública, ya que la familia tuvo que asumir una gran
exposición con el juicio a su yerno, Lluís Corominas, que era
responsable de seguridad del matrimonio fundador de la firma cuando en
2006 disparó mortalmente a un asaltante de su chalé en Sant Fruitós del
Bages (Barcelona).
Un jurado popular le absolvió al considerar que actuó
en legítima defensa.
El siguiente tropezón fue con el procés,
cuando los Tous tuvieron que lidiar tanto con unionistas como
independentistas. Los primeros llamaron a boicotear sus productos a raíz
de una foto donde salían con Carles Puigdemont llevando una estelada (bandera
independentista), a lo que la familia respondió asegurando que no
estaban a favor de la secesión de Cataluña, y entonces fueron los
independentistas los que mostraron su rechazo a la compañía.
Rosa Tous da el biberón a sus hijas Rosa y Alba en 1968.
A pesar del revuelo que se genera alrededor de una empresa con tanta
repercusión, las cuatro hermanas Tous siguen al pie del cañón por la
buena marcha de la casa y cada mañana desayunan juntas en las oficinas. Alba, la segunda por edad y con formación empresarial, es la presidenta,
y Rosa, la primogénita y gemóloga, es la vicepresidenta. Pero las dos
menores también trabajan en la firma, que tiene las oficinas en Manresa y
la producción en Sabadell (Barcelona). Laura, con estudios de empresa,
lleva el sello patrimonial, y Marta, diseñadora de joyas, ha tomado el
relevo creativo de su madre y lidera la creación de las colecciones. Aun
así, Rosa Oriol es quién se ocupa de diseñar la colección de más alta
gama, Atelier Tous, que nació de su fascinación por las gemas de
colores. Su marido también sigue activo y es el presidente de honor. La fama mundial llegó con el osito, creado en 1985.
Fue una visión de
Oriol, quién se inspiró viendo un escaparate de juguetes en Milán, y
llevó esa fantasía de convertir el osito de peluche, tierno recuerdo de
infancia, en el icono de su firma. Tous se remonta a 1920, y fue fundada
por el padre de Salvador.
La familia de Rosa tenía una zapatería
enfrente de la joyería de los Tous, en la calle Born de Manresa.
Y el
destino quiso que la hija del zapatero se casara con el hijo del joyero
en 1965.
Cuando el padre de Salvador se jubiló tres años después, el
matrimonio asumió las riendas.
Compaginaron la crianza de sus cuatro
hijas con la joyería, convirtiendo el taller en sala de juegos.
Oriol se
entregó al diseño de joyas exclusivas y visitó ferias del sector.
Se
dio cuenta de que había mucho recorrido y no dudó en seguirlo.
"Democratizamos la joyería o, como decimos ahora, hicimos el lujo
accesible", recuerda en un libro sobre su vida. En 1989, abrieron la
primera tienda en Barcelona, y no han parado de crecer.
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