Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

8 nov 2020

Vincent Van Gogh Pintor holandés Vincent Van Gogh nació el 30 de marzo del año 1853 en Holanda. Era el hijo mayor de un sacerdote de quien heredó la vocación religiosa, su familia no tenía demasiado dinero. En 1863 entró en el colegio de Zerenbergen, pero tuvo que abandonarlo por la situación económica de sus padres. A los 16 años empezó a trabajar como empleado en la Galería de Arte Goupil de La Haya, que estaba siendo dirigida por su tío. Allí comienza su afición por la pintura y la literatura. La galería se trasladó a Londres y Vincent decidió mudarse a una pensión. Allí llevó una vida tranquila y comenzó a dibujar, pero después de ser rechazado por la mujer de la que estaba enamorado, se volvió violento y huraño y se trasladó a París. En esos momentos tan deprimentes de su vida vio la religión como su único camino y decidió hacerse sacerdote, pero no fue admitido en el seminario. Al fin se hizo predicador, nombrado por el consistorio de Bruselas, y fue destinado a Borinage. Allí convivió con unos mineros, pero después de apoyar una de sus huelgas le retiraron de la vida religiosa y él decidió dedicarse enteramente a la pintura y a la lectura. Trabajó como profesor, predicador y vendedor de libros, hasta darse cuenta de que el dibujo era su verdadera pasión. Gracias a su hermano Theo entró a los 27 años en la Academia de pintura de Bruselas. En un viaje a La Haya en 1881 empieza a relacionarse con los círculos de artistas del lugar y decide interesarse por la naturaleza muerta.

5 nov 2020

Christian Gálvez: “El éxito me impactó. Me ha hecho ir al psicólogo”

 

El presentador se prepara para una nueva etapa profesional tras ‘Pasapalabra’ como productor teatral de una obra sobre Chaplin mientras ultima otro proyecto televisivo con Mediaset.

El presentador Christian Gálvez, en el acto 'Juntos brillamos más' de Ferrero Rocher en Madrid el miércoles.
El presentador Christian Gálvez, en el acto 'Juntos brillamos más' de Ferrero Rocher en Madrid el miércoles.SERENDIPIA91 / Gregorio González / 
 

Se ha cumplido un año desde que presentó su último programa de Pasapalabra, el concurso estrella de Mediaset que se despedía de la cadena de Paolo Vasile tras perder los derechos del formato por impago. Ahora se emite en Atresmedia y lo conduce Roberto Leal, pero Christian Gálvez (Madrid, 1980) seguirá siendo para muchos espectadores la cara del programa. Razón no les falta a aquellos que piensan que ha sido su gran escaparate para el público, pues 11 años y 3.292 programas al frente del concurso famoso por su rosco final y sus premios millonarios lo han convertido en uno de los presentadores más longevos de un formato televisivo, amén de Jordi Hurtado en Saber y Ganar.

Doce meses después, Gálvez mira todo con perspectiva y también con mucho cariño. Ha sido uno de los proyectos que más alegrías le ha dado, entre ellas haber conocido a su esposa, la exgimnasta Almudena Cid, con quien el pasado agosto cumplió diez años de matrimonio. Reconoce que no sigue el programa, “ni ese ni ningún otro, porque apenas veo la televisión”, pero no duda de que su nuevo conductor lo haga bien porque “es un crack”, dice de Leal, a quien no conoce en persona pero con quien se mensajeó deseándole suerte en su primer día.

La noticia del fin del programa supuso para Christian Gálvez un gran varapalo, pero no le impidió dormir por las noches. Que el consejero delegado de Mediaset quisiera seguir apostando por él y buscaran juntos un nuevo proyecto ayudó. También saber gestionar los problemas, algo que Gálvez aprendió hace unos años gracias al psicólogo. Cuando le desbordó el éxito tras sus primeras investigaciones sobre Leonardo Da Vinci comenzó a ir a terapia y las sesiones se intensificaron cuando llegaron las críticas. “Mi progreso en la tele ha sido paulatino, en cambio con el caso de Leonardo me vi de pronto dando conferencias en París o en California.
 Al ser un éxito inesperado, ver que tanta gente me seguía fuera del entorno audiovisual me impactó. 
Y eso fue a más al ver que había gente que criticaba todo lo que hacía solo porque trabajaba en televisión. Afortunadamente se puede decir cada vez con más libertad que uno puede ir al psicólogo para tratar sus historias”, explica a EL PAÍS respecto a la polémica que suscitó cuando en 2018 ejerció como comisario de una exposición sobre Leonardo da Vinci y el Comité Español de Historia del Arte le acusó de intrusismo laboral y poca rigurosidad. 
 

Se ha cumplido un año desde que presentó su último programa de Pasapalabra, el concurso estrella de Mediaset que se despedía de la cadena de Paolo Vasile tras perder los derechos del formato por impago. Ahora se emite en Atresmedia y lo conduce Roberto Leal, pero Christian Gálvez (Madrid, 1980) seguirá siendo para muchos espectadores la cara del programa. Razón no les falta a aquellos que piensan que ha sido su gran escaparate para el público, pues 11 años y 3.292 programas al frente del concurso famoso por su rosco final y sus premios millonarios lo han convertido en uno de los presentadores más longevos de un formato televisivo, amén de Jordi Hurtado en Saber y Ganar.

Doce meses después, Gálvez mira todo con perspectiva y también con mucho cariño. Ha sido uno de los proyectos que más alegrías le ha dado, entre ellas haber conocido a su esposa, la exgimnasta Almudena Cid, con quien el pasado agosto cumplió diez años de matrimonio.

  Reconoce que no sigue el programa, “ni ese ni ningún otro, porque apenas veo la televisión”, pero no duda de que su nuevo conductor lo haga bien porque “es un crack”, dice de Leal, a quien no conoce en persona pero con quien se mensajeó deseándole suerte en su primer día.

Lo cuenta sin avergonzarse y sin borrar su eterna sonrisa después de haber vuelto a un plató de televisión para la presentación de las candidaturas a mejor pueblo anfitrión de España que cada año organizan los bombones Ferrero Rocher y que en esta ocasión cuenta con la participación de cuatro embajadores, entre ellos el propio Gálvez. Él representa a Manzanares el Real, el municipio madrileño del que destaca “su patrimonio artístico y natural, su pasión por las tradiciones y su pasado de cine”, en alusión a las películas que allí se rodaron. El cinéfilo que Christian Gálvez lleva dentro se lo debe a sus padres, quienes le inculcaron su amor por la gran pantalla. Uno de sus próximos proyectos se centra precisamente en la historia de un actor legendario: Charlie Chaplin. El presentador se ha embarcado en una producción teatral sobre la vida y obra de Chaplin, para el que cuenta con el beneplácito de la familia del actor. Según confirma ahora, una “gran compañía” se ha interesado y espera que el resultado se vea a finales de 2021 o principios de 2022.

No es lo único que tiene entre manos. El que sigue siendo considerado una de las caras estrella de Mediaset prepara para la cadena un nuevo programa del que aún no puede confirmar la temática ni la fecha de estreno. Solo adelanta que será un formato diferente en el que además de entretener también enseñará cultura, por eso Gálvez cambiará el plató por distintas localizaciones, “siempre que las condiciones climatológicas y la pandemia lo permitan”, revela.

 

La noticia del fin del programa supuso para Christian Gálvez un gran varapalo, pero no le impidió dormir por las noches. Que el consejero delegado de Mediaset quisiera seguir apostando por él y buscaran juntos un nuevo proyecto ayudó. También saber gestionar los problemas, algo que Gálvez aprendió hace unos años gracias al psicólogo. Cuando le desbordó el éxito tras sus primeras investigaciones sobre Leonardo Da Vinci comenzó a ir a terapia y las sesiones se intensificaron cuando llegaron las críticas. “Mi progreso en la tele ha sido paulatino, en cambio con el caso de Leonardo me vi de pronto dando conferencias en París o en California. Al ser un éxito inesperado, ver que tanta gente me seguía fuera del entorno audiovisual me impactó. Y eso fue a más al ver que había gente que criticaba todo lo que hacía solo porque trabajaba en televisión. Afortunadamente se puede decir cada vez con más libertad que uno puede ir al psicólogo para tratar sus historias”, explica a EL PAÍS respecto a la polémica que suscitó cuando en 2018 ejerció como comisario de una exposición sobre Leonardo da Vinci y el Comité Español de Historia del Arte le acusó de intrusismo laboral y poca rigurosidad.

Christian Gálvez, en la presentación de las candidaturas a mejor pueblo anfitrión de España organizada por Ferrero Rocher el miércoles en Madrid.
Christian Gálvez, en la presentación de las candidaturas a mejor pueblo anfitrión de España organizada por Ferrero Rocher el miércoles en Madrid.SERENDIPIA91 / Gregorio González
 

 

4 nov 2020

No vemos todo lo que existe

 

A nuestro alrededor hay muchas cosas que no vemos pero que intuimos o sentimos de otras formas diferentes a la vista. En el universo pasa igual, pero a gran escala.

 

 
 
Una aurora boreal en el cielo de Noruega.
Una aurora boreal en el cielo de Noruega. Deniz / Unsplash

La materia oscura existe sí o sí. Otra cosa es el exotismo de la materia oscura. La composición de nuestro universo, según el modelo más aceptado por los científicos, requiere que más del 80% de la materia, es decir, de todo aquello que tiene masa y ocupa un volumen, tiene que ser de naturaleza diferente a la que conocemos. Sin embargo, los astrofísicos y los físicos de partículas llevamos años intentando detectar directamente esta materia exótica sin mucho éxito, por lo que su existencia está empezando a ser puesta en duda. Para defender la afirmación con la que abrimos este artículo hay que empezar por explicar qué entendemos por materia oscura.

No es exactamente lo que hoy tenemos en mente los astrofísicos cuando hablamos de materia oscura, pero sí es la definición más básica: todo lo que no vemos es materia oscura. ¿Por qué no vemos algo? Según la RAE, porque carece de luz o claridad. 
  Lo primero: ¿qué es ver? Y para explicar la visión hay que ir a algo más básico, un concepto de los que más gustan a los físicos y especialmente a los astrofísicos: la interacción de la luz con la materia. Y seguimos diseccionando el tema: ¿qué es la luz? El comportamiento de la luz se puede estudiar considerando que es un conjunto de partículas, los llamados fotones, viajando a 300.000 kilómetros por segundo, o es un campo eléctrico y magnético (electromagnético) que varía en el tiempo periódicamente y se transmite por el espacio a la citada velocidad. 
Para explicar la interacción de la materia con la luz quizás lo mejor es considerar esta como fotones.
 La propiedad básica de un fotón es su energía, que no depende de otra cosa nada más que de su frecuencia, que sería la velocidad a la que varía el campo electromagnético. También se suele hablar de fotones de una determinada longitud de onda, relacionada con la frecuencia y que podríamos considerar como una distancia característica de variación de la onda electromagnética.Podemos ver una cosa con nuestros ojos básicamente porque esa cosa emite fotones o porque refleja los creados por otra cosa. La materia también puede desviar fotones ligeramente sin llegar a reflejarlos como un espejo, o puede absorberlos y hacerlos desaparecer. ¿Qué cosas emiten fotones? Pues una bombilla, el Sol, las estrellas, la Tierra misma, o Marte, tan bonito en estos días que es visible durante toda la noche, emiten fotones, ¡y nosotros!, todos emitimos fotones, ¡pero no los que vemos con nuestros ojos! La luz que vemos de los planetas y de otras personas o cosas en la Tierra son fotones reflejados, creados por el Sol o la iluminación artificial. 
Aquí está la otra parte del fenómeno de la visión: los fotones que nos vienen de las cosas nosotros los detectamos con nuestra retina, que es un detector de luz natural, análogo, aunque muchísimo peor, que los detectores de luz de nuestras cámaras fotográficas
  La retina es peor, entre otras cosas, porque solo es sensible a fotones con energías específicas, los correspondientes a lo que se denomina rango óptico. Nuestra retina es un detector de ondas de campo electromagnético que varía del orden de 400 a 750 billones de veces por segundo (o 400-750 terahercios). Si nos llega un campo electromagnético que varía más rápido o más despacio, nuestro nervio óptico ni se entera (salvo que podemos quemar los receptores). Si nos llega muy poca luz tampoco nos enteramos, porque en realidad la retina solo detecta del orden de dos de cada 100 fotones ópticos que recibe. Solo esos producen una reacción química que se convierte en corriente eléctrica y que provoca nuestra percepción visual.

3 nov 2020

El iPhone 12 Pro, a prueba: mejores fotografías, más resistencia... más precio

El ‘smartphone’ es compatible con las redes 5G y por primera vez no incluye cargador en la caja

Nuevos accesorios y adaptador MagSafe para iPhone 12.
Nuevos accesorios y adaptador MagSafe para iPhone 12.Apple

 

 
 

Apple presentó en octubre, en plena pandemia de coronavirus y tras meses de rumores y retrasos, sus nuevos iPhone 12. Para múltiples fans de la compañía, eran los terminales más esperados del año y, si por algo se caracterizan, es porque por primera vez son compatibles con las redes 5G. EL PAÍS ha probado durante unos días el iPhone 12 Pro, que está disponible desde 1.159 euros y destaca por los resultados realistas y con una buena colorimetría en el ámbito de la fotografía y la estabilización de los vídeos.

El diseño del iPhone 12 Pro varía respecto al de sus antecesores. Si en las últimas generaciones la compañía de Cupertino había apostado por los bordes curvos, la última adopta laterales planos que recuerdan tanto al iPad Pro como a smartphones anteriores, como el iPhone 4 o el 5. El terminal está disponible en cuatro colores: gris, blanco, dorado y azul. La trasera, que no se ensucia con los dedos al utilizarlo, tiene un acabado mate y los bordes, metálicos. Además, se conserva en el lateral izquierdo el ya tradicional botón de silenciado físico.

Apple presentó en octubre, en plena pandemia de coronavirus y tras meses de rumores y retrasos, sus nuevos iPhone 12. Para múltiples fans de la compañía, eran los terminales más esperados del año y, si por algo se caracterizan, es porque por primera vez son compatibles con las redes 5G. EL PAÍS ha probado durante unos días el iPhone 12 Pro, que está disponible desde 1.159 euros y destaca por los resultados realistas y con una buena colorimetría en el ámbito de la fotografía y la estabilización de los vídeos.

El diseño del iPhone 12 Pro varía respecto al de sus antecesores. Si en las últimas generaciones la compañía de Cupertino había apostado por los bordes curvos, la última adopta laterales planos que recuerdan tanto al iPad Pro como a smartphones anteriores, como el iPhone 4 o el 5. El terminal está disponible en cuatro colores: gris, blanco, dorado y azul. La trasera, que no se ensucia con los dedos al utilizarlo, tiene un acabado mate y los bordes, metálicos. Además, se conserva en el lateral izquierdo el ya tradicional botón de silenciado físico.

La pantalla OLED del smartphone, de 6,1 pulgadas, está fabricada con lo que Apple llama ceramic shield, un material que supuestamente es más duro que cualquier cristal y cuatro veces más resistente a las caídas. El canal de Youtube EverythingApplePro ha puesto a prueba la durabilidad de esta pantalla dejando caer el smartphone desde diferentes alturas. La pantalla del iPhone 12 Pro ha llegado a sobrevivir a una caída desde una altura superior a los tres metros —aunque en la misma prueba la del iPhone 12 sí que acaba por romperse—. La trasera del terminal se rompe en ambos casos tras las caídas.

Contenido de la caja del iPhone 12
Contenido de la caja del iPhone 12Isabel Rubio / I.R

 

El iPhone 12 Pro, como la generación anterior, carece de lector de huellas. En su lugar, se desbloquea con reconocimiento facial. El sistema funciona bien, pero no es la opción más cómoda en plena pandemia de Covid-19 ante la obligatoriedad de llevar mascarilla. En estos casos, el usuario debe conformarse con introducir el código de desbloqueo. De esta manera, la experiencia empeora, por ejemplo, a la hora de intentar pagar rápidamente con el móvil.

Además de una cámara frontal de 12 megapíxeles, el iPhone 12 Pro mantiene el módulo cuadrado de cámaras con tres sensores, también de 12 megapíxeles cada una: una gran angular, una ultra gran angular y un teleobjetivo. En el ámbito de la fotografía, el iPhone 12 Pro es más ambicioso que sus hermanos pequeños —iPhone 12 Mini y iPhone 12—, pero menos que el Pro Max. El terminal no da un gran salto respecto al iPhone 11 Pro. Aun así, en general, los resultados son positivos. Se consiguen fotografías muy realistas, con una buena colorimetría y un nivel de detalle destacable.

 

A Apple no le cabe duda de que la realidad aumentada va a cambiar la forma de trabajar, aprender, jugar e interactuar con todo lo que nos rodea. Una de las principales novedades de este smartphone es que incorpora un sensor LiDAR, que sirve para calcular la profundidad de diferentes objetos en una habitación y mejorar así las posibilidades en el ámbito de la realidad aumentada. Del mismo modo, puede ser útil en el campo de la fotografía, ya que permite mejorar el enfoque en condiciones de baja iluminación. Aun así, en ambientes con poca luz, en ocasiones es imposible salvar el ruido en algunas imágenes.

La grabación se hace por defecto en HDR y Dolby Vision. Esta última tecnología —que pueden incluir desde ordenadores a televisiones, videoconsolas o smartphones— se caracteriza porque busca mostrar una imagen ultra vívida, reflejos más brillantes y una amplia gama de colores. Al igual que las fotografías, los vídeos grabados con el iPhone 12 Pro son realistas y se consigue una buena definición. Pero si hay algo que destaca en la creación de contenido, son los resultados que se consiguen con el sistema de estabilización.

 

Almacenamiento, batería y procesador

Hay tres versiones del iPhone 12 Pro —de 128 GB, 256 GB y 512 GB de almacenamiento—. El terminal que ha probado este periódico es el de 512 GB. En cuanto a la memoria RAM, Apple no suele revelarla en sus eventos, pero todo parece indicar que tiene 6 GB, según el portal MacRumors. la empresa tampoco suele especificar la capacidad de sus baterías. En este caso, la autonomía no destaca especialmente frente a otros terminales de gama alta pero, con un uso normal, se extiende durante un día entero.

Este año por primera vez los iPhone 12 no incluyen en la caja ni cargador ni auriculares. Solo vienen con un cable Lightning-USB tipo C. Esta decisión ha resultado polémica al ser vista también como una forma de quitar estos accesorios de la caja para aminorar costes y luego venderlos por separado. ¿Cómo puede afectar esta decisión al usuario? Depende. Algunos tendrán en casa algún cargador que les permita llenar la batería del móvil. Pero otros se verán obligados a comprarlo, especialmente teniendo en cuenta que una gran parte de los cargadores de móviles Android no tienen el USB tipo C que se necesita para cargar en este caso el iPhone.

 El usuario puede optar también por adquirir el cargador MagSafe. El smartphone cuenta en su trasera con un sistema de imanes que sirve para dejarlo fijado a este cargador al ponerlo encima.