A nuestro alrededor hay muchas cosas que no vemos pero que intuimos o sentimos de otras formas diferentes a la vista. En el universo pasa igual, pero a gran escala.
La materia oscura existe sí o sí. Otra cosa es el exotismo de la materia oscura. La composición de nuestro universo, según el modelo más aceptado por los científicos, requiere que más del 80% de la materia, es decir, de todo aquello que tiene masa y ocupa un volumen, tiene que ser de naturaleza diferente a la que conocemos. Sin embargo, los astrofísicos y los físicos de partículas llevamos años intentando detectar directamente esta materia exótica sin mucho éxito, por lo que su existencia está empezando a ser puesta en duda. Para defender la afirmación con la que abrimos este artículo hay que empezar por explicar qué entendemos por materia oscura.
No es exactamente lo que hoy tenemos en mente los astrofísicos cuando hablamos de materia oscura, pero sí es la definición más básica: todo lo que no vemos es materia oscura. ¿Por qué no vemos algo? Según la RAE, porque carece de luz o claridad. Lo primero: ¿qué es ver? Y para explicar la visión hay que
ir a algo más básico, un concepto de los que más gustan a los físicos y
especialmente a los astrofísicos: la interacción de la luz con la
materia. Y seguimos diseccionando el tema: ¿qué es la luz? El
comportamiento de la luz se puede estudiar considerando que es un
conjunto de partículas, los llamados fotones, viajando a 300.000 kilómetros por segundo,
o es un campo eléctrico y magnético (electromagnético) que varía en el
tiempo periódicamente y se transmite por el espacio a la citada
velocidad.
Para explicar la interacción de la materia con la luz quizás
lo mejor es considerar esta como fotones.
La propiedad básica de un
fotón es su energía, que no depende de otra cosa nada más que de su
frecuencia, que sería la velocidad a la que varía el campo
electromagnético. También se suele hablar de fotones de una determinada
longitud de onda, relacionada con la frecuencia y que podríamos
considerar como una distancia característica de variación de la onda
electromagnética.Podemos
ver una cosa con nuestros ojos básicamente porque esa cosa emite
fotones o porque refleja los creados por otra cosa. La materia también
puede desviar fotones ligeramente sin llegar a reflejarlos como un
espejo, o puede absorberlos y hacerlos desaparecer. ¿Qué cosas emiten
fotones? Pues una bombilla, el Sol, las estrellas, la Tierra misma, o
Marte, tan bonito en estos días
que es visible durante toda la noche, emiten fotones, ¡y nosotros!,
todos emitimos fotones, ¡pero no los que vemos con nuestros ojos! La luz
que vemos de los planetas y de otras personas o cosas en la Tierra son
fotones reflejados, creados por el Sol o la iluminación artificial.
Aquí
está la otra parte del fenómeno de la visión: los fotones que nos
vienen de las cosas nosotros los detectamos con nuestra retina, que es
un detector de luz natural, análogo, aunque muchísimo peor, que los
detectores de luz de nuestras cámaras fotográficas
La retina es peor, entre otras cosas, porque solo es sensible a fotones
con energías específicas, los correspondientes a lo que se denomina
rango óptico. Nuestra retina es un detector de ondas de campo
electromagnético que varía del orden de 400 a 750 billones de veces por
segundo (o 400-750 terahercios). Si nos llega un campo electromagnético
que varía más rápido o más despacio, nuestro nervio óptico ni se entera
(salvo que podemos quemar los receptores). Si nos llega muy poca luz
tampoco nos enteramos, porque en realidad la retina solo detecta del
orden de dos de cada 100 fotones ópticos que recibe. Solo esos producen
una reacción química que se convierte en corriente eléctrica y que
provoca nuestra percepción visual.
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