Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

10 abr 2020

El FMI pronostica para este año la mayor recesión desde la Gran Depresión de 1929

Georgieva dibuja un panorama aún más lúgubre que el que proyectó hace dos semanas.

La directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, en una imagen de archivo. En vídeo, las declaraciones de Georgieva este jueves. FOTO | VIDEO: REUTERS

Pablo Guimón

El mundo se enfrenta a “una crisis como ninguna otra”.
 La pandemia del coronavirus “ha alterado el orden económico y social a la velocidad de un rayo”, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), y provocará un impacto en la economía global que será el mayor desde la Gran Depresión de los años treinta.
 La directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, ha dibujado un escenario aún más sombrío que el que pintó hace apenas dos semanas.
La “previsión lúgubre”, ha asegurado la economista, se aplica tanto a las economías en desarrollo como a las avanzadas. 
“Pero igual que la crisis sanitaria golpea más duro a los más vulnerables, la crisis económica golpeará también más fuerte a los países vulnerables”, ha señalado.
“Los mercados emergentes y las naciones de rentas bajas, por toda África, América Latina y buena parte de Asia, están en alto riesgo”, ha advertido Georgieva. 
 “Estimamos que las necesidades brutas de financiación externa para mercados emergentes y países en desarrollo estará en los billones de dólares, y solo pueden cubrir una porción de eso por sí mismos. Necesitan ayuda urgentemente”.
La directora del Fondo califica de “alentador” que los Gobiernos hayan pasado a la acción, inyectando estímulos fiscales por un valor aproximado de ocho billones de dólares, y considera que ha habido una “coordinación significativa”. 
Georgieva ha resumido las prioridades a partir de ahora en cuatro puntos: primero, continuar con las medidas de contención y el apoyo a los sistemas de sanidad; segundo, proteger a las personas y compañías afectadas con medidas fiscales y financieras; tercero, reducir el estrés en el sistema financiero y evitar el contagio; y cuarto, mientras se avanza en la fase de contención, planear para la recuperación.
Así, ha explicado la economista, si la pandemia se disipa en la segunda mitad del año, el “supuesto de referencia” del Fondo es de “una recuperación parcial en 2021”. 
Pero ha subrayado que sigue habiendo “una tremenda incertidumbre” y hay muchos factores, incluida la duración de la pandemia, que podrían hacer que empeoren las proyecciones.
“Estos son los tiempos para los que el FMI fue creado”, ha recordado Georgieva.
 El Fondo, ha asegurado, coloca al servicio de sus miembros el billón de dólares de que dispone en capacidad de préstamos. Además, ha duplicado sus fondos de financiación de emergencia hasta los 100.000 millones de dólares para atender las solicitudes que han formulado más de 90 países. 
La semana que viene el Fondo y el Banco Mundial celebrarán, de manera virtual debido a la pandemia, sus reuniones de primavera, en las que se tratarán las acciones a llevar a cabo de inmediato. Estas determinarán, ha concluido Georgieva, “la velocidad y la fortaleza de la recuperación”.




Hace solo unos meses, ha recordado Georgieva en un mensaje difundido por Internet, el FMI esperaba para este año un crecimiento positivo en la renta per cápita en 160 de los 189 países miembros. “Hoy, ese número se ha dado la vuelta: ahora proyectamos que más de 170 países experimentarán crecimiento negativo este año”, asegura. Sigue habiendo “una extraordinaria incertidumbre” sobre la profundidad y duración de la crisis, ha advertido Georgieva, pero ya hay algo claro: “El crecimiento global se volverá bruscamente negativo en 2020 y anticipamos las peores consecuencias económicas desde la Gran Depresión”.

 

En la meca de la nostalgia

Un documental revive la energía del mítico club neoyorquino que revolucionó la noche.

Liza Minnelli, Bianca Jagger y Andy Warhol en Studio 54 en los setenta. En vídeo, tráiler de 'Studio 54'.

Elsa Fernández-Santos

Muchos hemos crecido con la estúpida ilusión de que algún día viviríamos nuestro propio Studio 54, ese club lleno de música y gente fabulosa capaz de revolucionar con su energía la escena nocturna de una ciudad y del resto del mundo. 
El club neoyorquino quedó fijado como un icono del glamur de los años 70, una suerte de milagro del que solo disfrutaron unos pocos y que de alguna forma dejó fijado la postal perfecta de la diversión.
Son tantas las fotografías que han alimentado ese Xanuadú, tantos famosos como los de antes desmelenados, tantos modelazos irrepetibles, que una película documental con todo ese material ya conocido y bastante más que permanecía inédito solo puede saborearse como un festín de nostalgia para estos días de confinamiento.
No se trata de ningún gran documental, aunque aporta testimonios de personas que hasta la fecha se han negado a contar su versión de los hechos.
 Da un poco igual. 
Con revivir cómo aquel negocio se convirtió en meca del hedonismo, en aquel milagro de esplendor y placer, merece la pena contemplarlo.
La historia se centra en los dos hombres que levantaron la empresa, Steve Rubell e Ian Schrager, dos amigos de la infancia que se repartieron los papeles de la discoteca. Rubell era el relaciones públicas y Schrager el cerebro.
 Los entresijos y bambalinas de cómo se puso en pie aquel proyecto es lo más interesante de una historia que no acaba de aprovechar su material.

Studio 54 se inventó una forma de jugar con la carta de las celebridades que aún perdura.
 Una estrategia que Rubell y Schrager supieron aprovechar con picardía: contrataron a un par de buenos fotógrafos y les dieron carta blanca para disparar sus flashes.
  De Robert de Niro a Diana Vreeland, Capote, Warhol, Liza Minnelli y, cómo no, Bianca Jagger y su caballo blanco.
El material además no es tan obvio y hay momentos sorprendentes: como una entrevista a un Michael Jackson de pelo afro y un terrible acné en la cara, o los travestis que bailaban semidesnudos liberando de prejuicios una pista de baile que ya no volvió a ser la misma.
 Se podría resumir todo en sexo, drogas, fama y dinero, pero sería injusto no admitir que para lograr que todo eso junto no descarrilase (como finalmente ocurrió) hizo falta al menos un segundo de innegable talento.




 

50 años sin The Beatles: por qué la banda más grande tuvo un final tan mezquino

Un tabloide que fuerza unas palabras de Paul McCartney y dos amigos que acaban accionando el ventilador de los odios.

 Un ocaso sombrío para un grupo que llenó de felicidad al mundo.

George Harrison, Ringo Starr, Paul McCartney y John Lennon: The Beatles en 1967. En vídeo, así fue la separación de los Beatles. VÍDEO: EPV

Carlos Marcos

Utilizaron a Ringo. 
Era el procedimiento habitual. 
El batería ejercía el papel de correveidile perfecto, el mensajero de las noticias malas para Paul McCartney, un tipo simpático y bondadoso que podía suavizar el mensaje.
 Los que lo enviaban eran, claro, John Lennon y George Harrison. Así que una vez más el bueno de Ringo Starr se presentó en casa de McCartney. 
 “Eee, hmmm, que hemos decidido John, George y yo que no puedes sacar tu disco en solitario en abril.
 Aquí tienes el escrito”. McCartney vociferó, insultó, señaló a Ringo con el dedo erguido, le lanzó su abrigo y lo empujó hacían la salida.
 Era marzo de 1970. Un mes después el grupo más grande de la historia del rock se había separado. 
Fue un final chusco. ¿Final? No se celebró una rueda de prensa para anunciarlo. 
 Solo mensajes entrelíneas, una manipulación periodística y el ventilador de los odios esparciendo munición.
 Un episodio enmarañado que echó un cierre amargo a diez años que hicieron felices al mundo.
 Ocurrió hace justo medio siglo.
“Ellos oficialmente nunca se disolvieron. No hubo ningún comunicado.
 Es por eso que mucha gente durante los setenta estaba esperando a que volviesen a grabar”, cuenta por teléfono desde su encierro en su casa londinense el escritor Philip Norman (Londres, 76 años), una de las personas que más sabe de los de Liverpool, con media docena de libros publicados: 
Shout!: The True Story of the Beatles, Days in the life: John Lennon Remembered o Paul McCartney: La biografía (Malpaso, 2017).
El conflicto aquel marzo de 1970 era el siguiente. 
Paul McCartney se proponía editar su primer disco en solitario, McCartney, en abril, con el sello del cuarteto, Apple Records. 
El escollo: Let It Be estaba programado para salir a la calle en mayo, también con Apple Records. 
Alguien reparó, no sin razón, que aquella competencia era absurda. Solución: que Paul posponga su álbum.
“Había algo de mezquino en la relación entre Paul y John. Pero esa competitividad era parte de lo que les hizo ser tan brillantes juntos: retándose para conseguir logros artísticos mayores.

El amor les mantuvo unidos, pero la presión les hizo comportarse de manera lamentable, sobre todo al final”, dice el escritor Peter Ames Carlin, autor de ‘Paul McCartney. La biografía’
La relación entre los cuatro era demasiado tóxica en aquellos tiempos. 
La elaboración de Abbey Road (último grabado por la banda; aunque Let It Be se publicó después, se registró con anterioridad) puso al límite la capacidad psicológica de los cuatro. Todos se desahogaron en las canciones.
 Harrison aprovechó la guerra entre Lennon y McCartney para colocar en Abbey Road dos de sus mejores obras, Something y Here Comes the Sun
Ringo Starr coló Octopus’s Garden, una metáfora acuática que revelaba lo que sentía con los Beatles: 
“Me gustaría estar debajo del agua”, y Paul McCartney dedicaba You Never Gime Me Your Money (Nunca me das tu dinero) a su bestia negra, Allen Klein.
Hay que dedicar un espacio en esta historia a Klein, un tipo turbio que saneaba empresas cortando las cabezas necesarias.
 Fue recomendado a los Beatles por Mick Jagger (otro cerebro de la contabilidad) cuando los agujeros de la tesorería de Apple eran profundos.
 McCartney se negó a aceptarle: sabía de su falta de escrúpulos y de su exigencia para trabajar con los de Liverpool, el 20% de las ganancias.
 McCartney prefería que se ocupase del papeleo de la banda su suegro, el abogado Lee Eastman, padre de su pareja, Linda
. Lennon fue el máximo defensor de Klein y Harrison y Starr también dieron el “sí, vale”.
 La película se podía llamar Todos contra Paul.
La furia de McCartney lo llenó todo.
 Llamó a los principales despachos de Apple, a mánagers, a periodistas, a gente influyente… Hasta que Ringo, otra vez el bonachón batería, convenció al resto para que le dejaran publicar su primer disco en solitario antes que Let It Be.
 Y llegó la venganza de Paul. Los primeros ejemplares de McCartney adjuntaban una extraña entrevista (o autoentrevista) donde el artista explicaba las motivaciones para grabar fuera de la banda.
 Escudriñada entrelíneas y conociendo el ecosistema contaminado estaba claro, pero no existía un mensaje concreto sobre el gran tema.
 La entrevista consta de una veintena de preguntas, pero las claves son estas tres:


Pregunta. ¿Este álbum es una separación de los Beatles o el inicio de una carrera en solitario?
Respuesta. El tiempo lo dirá. Que sea un disco en solitario significa que es el inicio de una carrera en solitario y que no lo haya hecho con los Beatles significa que es un descanso.
Pregunta. ¿Esta separación de los Beatles es temporal o permanente, y se debe a diferencias personales o musicales?
Respuesta. A diferencias personales, empresariales y musicales, pero más que nada a que me lo paso mejor con mi familia [Linda Eastman, pareja de Paul, era la única persona que participaba en el disco: lo tocó todo McCartney]. ¿Temporal o permanente? En realidad, no lo sé.
Pregunta. ¿Prevés en algún momento en el futuro que Lennon y McCartney compongan juntos?
Respuesta. No.

No parecen opiniones que diesen esperanzas a los seguidores del cuarteto, pero ¿se dice en algún momento que los Beatles se han disuelto? No claramente.
 “En realidad, no lo sé”, desliza McCartney. Los primeros ejemplares del disco, con la parodia de entrevista, se distribuirían a los medios el 10 de abril. 
Y aquí entra el tabloide Daily Mirror.
 Un periodista de ese diario se hizo con un ejemplar de la entrevista el día anterior, 9 de abril.
 La mañana del 10 de abril una tirada espectacular de ejemplares inundaba los kioscos con un titular a página entera: “Paul McCartney abandona los Beatles”.
 ¿Se deduce eso de la famosa entrevista? Sí, pero no. 
Dio igual. El silencio del resto del grupo, de Allen Klein y de los demás implicados daba oficialidad a ese titular. 
Al final, un periódico sensacionalista anunció el adiós del grupo.

La artillería más dañina estaba aún por aparecer. John Lennon encolerizó.

 Él fue el que el 20 de septiembre de 1969, en una reunión en las oficinas de Apple, había expresado su deseo de dejar los Beatles. 

Pero decidieron que no se hiciera público, ya que había proyectos en marcha, como Let It Be.

 “John fue el que antes se cansó de ser un beatle. Y buscó una salida. 

Pero no encontró el camino hasta que conoció a Yoko Ono. Ella fue la persona que le dijo: 

‘No tienes que estar en la banda si no te apetece’. Eso ocurrió en 1967. Así que fue una despedida muy lenta”, cuenta Philip Norman. 

Lennon era ya el tercer beatle que había amagado con marcharse. El primero fue Ringo Starr (que de hecho se marchó), luego Harrison y en el ocaso del grupo, Lennon.
 Paul no había abierto la boca. “Al final de su carrera los Beatles se sentían como en una prisión. 
 Decidieron no hacer conciertos en directo porque no se escuchaban los instrumentos, apagados por los gritos de la gente.
 Se apartaron del foco público ya que no soportaban la presión. 
Y crearon su propio mundo. Siempre estaban los cuatro juntos. Cuando se llevaban bien no había problema, pero cuando arreciaron las tensiones era una tragedia.
 El que intentó mantener al grupo con vida siempre fue Paul. Él era consciente de que si no tiraba del carro era el final”, cuenta Norman.
Aquella autoentrevista de McCartney provocó la ira de su compañero.
 Lennon llamó a su periodista de cabecera, Ray Connelly, para ofrecerle unas declaraciones: 
“Está adjudicándose el mérito de romper el grupo cuando yo lo dije en septiembre”, espetó. 
“Había algo de mezquino en la relación entre Paul y John. 
Pero esa competitividad era parte de lo que les hizo ser tan brillantes juntos: retándose para conseguir logros artísticos mayores. 
El amor les mantuvo unidos mucho tiempo, pero la presión de la fama llegó a un punto que les hizo comportarse de manera lamentable, sobre todo al final”, dice desde su confinamiento en Nueva York el escritor Peter Ames Carlin (Nueva York, 56 años), autor de Paul McCartney. La biografía (Viceversa, 2010).

La policía intenta impedir que fotógrafos y seguidores se acerquen a Paul McCartney y Linda Eastman el día de su boda civil. Fue en marzo de 1969. Pocos meses después, John Lennon anunciaría a sus compañeros que quería dejar la banda.
La policía intenta impedir que fotógrafos y seguidores se acerquen a Paul McCartney y Linda Eastman el día de su boda civil. Fue en marzo de 1969. Pocos meses después, John Lennon anunciaría a sus compañeros que quería dejar la banda.Bettmann / Bettmann Archive
En la guerra Paul/John, la prensa y la mayoría de los seguidores se posicionaron por el segundo. 
Mientras McCartney se deprimía por las malas críticas a su disco de debut, Lennon quedaba con periodistas influyentes, los trataba con inusitada amabilidad para ser una estrella arrogante y les contaba que el judas se llamaba Paul.
 Le creyeron. Los dos amigos ponían fin a su relación.
 John se enamoró de Yoko y Paul de Linda, ambos usaron a sus parejas como reemplazo del otro.
El siguiente movimiento de McCartney deterioró aún más su imagen.
 McCartney no podía admitir que el 20% de sus ganancias fueran a los bolsillos de Allen Klein.
 Y puso una demanda contra los Beatles. Paul se defendió, aunque removiera porquería íntima. 
“Paul llegó a decir que Klein había intentado congraciarse con él poniendo a parir a John, y sobre todo a Yoko, cuando la pareja no estaba delante”, dice Ames Carlin.
 Años más tarde la justicia dio la razón a McCartney y los Beatles (los cuatro, no solo Paul) recuperaron el porcentaje de Klein.

 

Durante los meses siguientes se recrudeció la guerra. 
Paul dedicó a John algunos mensajes nada elogiosos en su siguiente disco, Ram (1971). Lo hizo de forma sutil. 
Lennon, sin embargo, escribió temas como How Do You Sleep (de Imagine, 1971) desde el odio y sin careta, con frases como estas: “Lo único que hiciste fue Yerterday” o “el error que cometiste está en tu cabeza”. 
“Es triste que una banda tan alegre tuviese un final tan doloroso. Proyectaron tanta luz en el mundo que se pasa por alto la oscuridad que les rodeaba al final. 
La ola de amor que dieron tuvo una resaca: las presiones de la fama y el lado oscuro de la adoración que sentían por ellos sus admiradores”, reflexiona Ames Carlin.
El año 1970 vio seis discos de miembros de los Beatles: los mencionados Let It Be y McCartney, dos en solitario de Ringo Starr (Sentimental Journey y Beaucoups of Blues), uno de John Lennon (John Lennon/Plastic Ono Band) y uno (triple) de George Harrison (All Things Must Pass). 
 En ellos hay material suficientemente bueno como para tumbar la discografía entera de bandas ahora muy consideradas.
Mientras el mundo lloraba el final de la banda más grande de la historia del rock, en España, ese mismo 1970, nacía una estrella. Julio Iglesias, un joven de 26 años, representaba a España en Eurovisión con Gwendolyne.
 Quedó el cuarto, pero no hay nadie como él para sacar provecho de la derrota.
 Iglesias comenzó la conquista del mundo también justo hace 50 años.
 Y todavía sigue en la cima.

 

La calle tendrá que esperar: la lenta salida del confinamiento

Expertos en salud pública vaticinan que la vuelta a la normalidad solo llegará con la vacuna o cuando el 60% de la población haya pasado la enfermedad.

Larguísimas colas de ciudadanos para comprar en un hipermercado de un centro comercial. KIKE PARA / VÍDEO: ATLAS

Pablo Linde

|Jessica Mouzo

La prórroga del estado de alarma que aprobó este jueves el Congreso vino acompañada de dos advertencias del presidente del Gobierno.

 La primera es que no volveremos a la normalidad hasta que haya una vacuna en el mercado, lo que puede tardar al menos un año.

 La segunda, que con toda seguridad tendrá que volver al Parlamento a solicitar la ampliación del plazo de este periodo excepcional, lo que sitúa el horizonte en, al menos, el 10 de mayo. 


Pero estado de alarma y confinamiento no son sinónimos. Permanecer encerrados en casa hasta mediados de mayo es una posibilidad, pero el propio Pedro Sánchez advirtió hace una semana de que las restricciones no serán siempre las mismas. 
Igual que en esta nueva prórroga han vuelto al trabajo personas de sectores no esenciales, en la siguiente se podrían tomar medidas que abran la mano también para el resto de los ciudadanos.
 La ministra portavoz, María Jesús Montero, ya adelantó este miércoles que probablemente a partir del 26 de abril se podría empezar a regresar a la normalidad. 
El titular de Sanidad, Salvador Illa, es más prudente. 
 Su departamento, insiste, está trabajando en un plan de desescalada de medidas, pero se tienen que tomar con prudencia y si se dan las condiciones necesarias.
 También será necesario, en su opinión, que para entonces los sistemas de salud sean capaces de detectar de forma temprana los casos, para trazarlos y aislarlos.
¿Qué tendría que suceder para que en dos semanas comenzara a haber alguna relajación de las medidas entre la ciudadanía?
 La mayoría de epidemiólogos especula con que sería posible empezar las primeras salidas a la calle, siempre en solitario, respetando las distancias con otras personas, o con niños, cerca del domicilio.
 Pero para ello, explica Pedro Gullón, vocal de la Sociedad Española de Epidemiología, será necesaria una caída sostenida de los casos y los ingresos en las UCI.
 “Están empezando a bajar, pero tendríamos que ver que sucede mucho más rápido”, asegura. 

También será necesario, en su opinión, que para entonces los sistemas de salud sean capaces de detectar de forma temprana los casos, para trazarlos y aislarlos.
La Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (Sespas) publicó el miércoles un documento en el que abordaba cómo se debería llegar a esta fase de desconfinamiento.
 Aunque no pone fechas, asegura que, en una segunda fase de control de la epidemia, es deseable ir relajando algunos aspectos de la cuarentena para mitigar su impacto social y económico. “Seguramente los eventos de masas habrán de esperar, pero podrían retomarse actividades productivas que permitan minimizar la probabilidad de infección, además de aliviar el confinamiento extremo de diversos grupos, como los niños”, asegura el documento.

Pero para llegar a esa segunda fase, la Sespas también pone unas condiciones. 
Propone una segmentación territorial, ya que no en todas las regiones la pandemia está en la misma fase. 
También considera necesaria una reducción de la transmisión, que pasa por mejorar los esfuerzos en la detección precoz, generalizar el uso de mascarillas en lugares públicos y de trabajo, y establecer una monitorización social para comprobar la aceptación y el cumplimiento de las medidas.
“El escenario que nos va a permitir tomar medidas de desconfinamiento es la reducción de los casos.
 Sabemos que el infradiagnóstico es enorme. Ahora estamos en una meseta, pero no vemos que las cifras bajen. 
 Y mientras eso no ocurra, es imprudente rebajar las medidas. No hay base para decir eso, ninguna certeza”, advierte Francisco Bolúmar, catedrático de Epidemiología en la Universidad de Alcalá.

Medidas progresivas

La Sespas también señala que será necesario conocer el estado inmunológico de la población. 
Según sea mayor o menor, la reversión de las medidas de forma progresiva podrá ir más o menos rápido. 
María José Sierra, portavoz de Sanidad, recordó el jueves que el ministerio, a través del Centro Nacional de Epidemiología y del Instituto Nacional de Estadística, está preparando una encuesta serológica para comprobar cuántas personas han pasado la enfermedad y están, supuestamente, inmunizadas. 
Según la Sespas, para poder hablar de inmunidad de rebaño, es decir, para que haya una cantidad suficiente de población como para hacer de barrera frente al virus, será necesario que pase la Covid-19 un 60% de la ciudadanía. 
En este momento, los cálculos que apuntan más lejos cifran el contagio en alrededor de un 15%, si bien será necesario esperar cuatro semanas para que se conozca el resultado del estudio de Sanidad.
“Hasta que no alcancemos un nivel de inmunidad alto, tendremos subidas y bajadas y deberemos ir abriendo y cerrando la mano, afinando más los sectores en los que incidir. 
Se está frenando mucho la transmisión ahora y eso nos permitirá hacer una vigilancia epidemiológica extrema, mirar más caso a caso y sus contactos”, apostilla Joan Ramon Villalbí, expresidente de la Sespas.
En Alemania se presentaron el viernes los resultados preliminares del estudio realizado en Heinsberg, la zona conocida como el Wuhan alemán, al oeste del país, donde el virus se propagó con especial virulencia.
 Allí, donde la curva ya se está aplanando, los científicos llevan a cabo un exhaustivo estudio desde hace dos semanas y han hallado que el 15% de las personas analizadas están o estuvieron infectadas, buena parte de ellas asintomáticas o con síntomas leves, y ahora están inmunizadas. 
De ellas, solo el 2% está actualmente infectado.
 La tasa de mortalidad entre la población estudiada es de 0,37%, cinco veces menor de la que actualmente se registra en Alemania, lo que corrobora las sospechas de que la cifra de infectados es mucho mayor que la diagnosticada. 
El estudio, en el que participan mil habitantes del distrito debe aún completarse y publicar sus resultados definitivos.
 En esta primera fase han participado 500 vecinos, informa Ana Carbajosa.
Con todo, el impacto del factor inmunitario cojea por la falta de información sobre los anticuerpos que genera el organismo contra el coronavirus. 
“Creemos que la persona que ha pasado la enfermedad puede ser inmune durante un tiempo, pero no sabemos cuánto ni si este virus mutará”, apunta Villalbí. Coincide Bolúmar:
 “Estos virus tienen una inmunidad imperfecta, no es permanente. Si nos basamos en la que dio el SARS o la gripe, la inmunidad es de algunos meses”.
La vuelta a la vida anterior a la epidemia tendrá que adaptarse a todas estas variantes, pero como dijo Sánchez, puede que sin una vacuna no sea completamente normal.