Las fotos
promocionadas en Instagram han multiplicado su precio por doce en los
últimos cinco años, pero el retorno de la inversión es cada vez mayor
para las marcas que deciden pagar por ellas.
Paula Gonu, Dulceida y Gracy Villarreal, en imágenes de sus cuentas de Instagram.
Los influencers son la nueva narrativa de las marcas. Vídeos que empezaron como un hobby
para mostrar rutinas de belleza o tutoriales de moda se han convertido
en uno de los principales escaparates de las empresas para publicitar sus productos. Por tanto, lo que al principio parecía un entretenimiento y, sobre todo en Instagram,
una recopilación de fotos bonitas se ha convertido hoy en un enorme
negocio que mueve miles de millones de euros y que no solo ha lanzado a
la fama a sus protagonistas, sino que también les reporta grandes
cantidades de dinero. Pingües beneficios que muchos de ellos mantenían
en secreto hasta hace poco, pero que cuando se han dado a conocer han
causado sorpresa y han abierto la puerta a interrogantes y polémicas. “Después de ver cientos de vídeos, me decidí a empezar a grabarme.
Y subí mi primer vídeo tutorial de maquillaje.
Encontré en YouTube una plataforma en donde la gente me pedía más y más vídeos, y yo cada día grababa sin parar”, cuenta a EL PAÍS Grace Villarreal, una de las más conocidas influencers españolas, que cuenta con 600.000 seguidores en Instagram.
Poco a poco, a medida que los seguidores de Villarreal subían, las
marcas empezaron a contactar con ella para que fueran su paleta de
sombras o sus brochas las que salieran en los videos. La práctica,
conocida en el mundo de la publicidad como "marketing
de influencia", movió nueve millones de euros en 2018 en España a
través de campañas publicitarias cuyo coste para las empresas oscila,
dependiendo del prestigio del contratado, entre los 3.000 y los 100.000
euros, según datos recogidos por el portal libremercado.com.
El salario de Gonu fue tendencia en Twitter durante días, donde había
quienes opinaban que esa cantidad tenía sentido y quienes la
consideraban desproporcionada. A ese respecto, ella respondió: “Las
personas que lo entiendan porque saben del tema están de acuerdo con el
argumento de que cobras en relación con lo que generas. El segundo grupo
de personas son los que se llevan las manos a la cabeza y ven injusto
que se cobre por, según ellos, hacer mierda de vídeos y tonterías en
Internet”. La polémica en redes está servida. La firma de marketing
Izea analizó lo que pagan las marcas por contenido patrocinado en
Internet y descubrió que en Instagram el precio de una foto promocionada
se ha multiplicado por más de 12, ya que pasó de 124 euros en 2014 a
1.544 euros en 2019. ¿De qué depende que a un influencer le paguen más que a otro que hace lo mismo?. “Normalmente, a mayor número de seguidores, mayor es el caché del influencer”,
afirma el CEO de BrandManic, Luis Soldevilla. “Los creadores de
contenido digital le ganan la partida a la publicidad en televisión. Todo apunta a que los influencers generan una respuesta
emocional mucho más fuerte que la publicidad en televisión, y por eso
las marcas han decidido incrementar su inversión en este sector”,
explica Soldevilla. A falta de una tabla oficial de precios, los
expertos trabajan con sus propias estimaciones: “Por un paquete de
publicaciones en Instagram, dos historias de 24 horas y una foto, un influencermicro, que tiene más de 20.000 seguidores, podría pedir alrededor de 250 a 300 euros”.
Pero todo está aún en construcción. Hace pocos días, Paula Gonu, una de lasinfluencers más seguidas de España —con más de 1,6 millones de seguidores en su canal de YouTube y dos millones en Instagram— le contó a sus seguidores que en diciembre había ganado 15.062,96 dólares (unos 13.600 euros) gracias a sus publicaciones. Entonces arrancó la polémica, similar a la que cuando se supo que Luisa Fernanda W, unainfluencercolombiana con 13 millones de seguidores en Instagram,cobraba 8.500 eurospor un post en su Instagram y 5.000 euros por una historia en su perfil (que dura 24 horas).
Para La Pereztroica, una youtuber con casi dos millones de
seguidores en Instagram, su relación con las marcas se asemeja a la que
se tiene con cualquier cliente: “Ellos me contactan y nos ponemos de
acuerdo para construir una manera de trabajar para conseguir crear
fidelidad”. Al final, el valor de cada influencer es único. “Para que la
gente pueda vivir de sus redes, hay un gran trabajo detrás”, explica la
manager Lina Cáceres. “La idea de este trabajo es crear una comunidad
que sea fiel a su celebridad digital”. “La gente cree que ser influencer
es simplemente hacerse selfis, mientras que la realidad es que son
personas que se están reinventado todo el tiempo para tener siempre
contenido nuevo que ofrecer”, explica. En esto coincide la influencer colombiana Daniela Pérez,
con 1,6 millones de seguidores: “Dependes de las campañas y de tus
números”, explica. “Es una presión muy grande porque puedes estar
haciendo el mejor contenido, pero no sabes si se va a volver viral o la
gente lo va a seguir”.
Iker Casillas
no concibe la vida lejos del fútbol. Se crió con una pelota entre los
pies y, a punto de cumplir 39 años, quiere seguir vinculado a este
deporte con el que ha alcanzado la gloria —tres Ligas de Campeones con
el Real Madrid
y dos Eurocopas y un Mundial con la selección española—. Quien durante
un lustro ha sido considerado por la FIFA y la UEFA el mejor portero del
mundo quiere ser el nuevo presidente de la Federación Española de
Fútbol, una decisión que ha comunicado en sus redes sociales: “Sí, me
presentaré a la Presidencia de la RFEF cuando se convoquen las
elecciones. Juntos vamos a poner nuestra Federación a la altura del
mejor fútbol del mundo: el de España. #IkerCasillas2020”. El
anuncio no ha sorprendido a sus compañeros. Casillas siempre ha sido un
líder en los vestuarios en los que ha estado. Por su veteranía ha
llevado el brazalete de capitán muchos años en el Real Madrid y en la
selección española, y le ha tocado defender los intereses de sus
compañeros. Él era, por ejemplo, el encargado de negociar las primas y
los acuerdos publicitarios. Aunque carece de una formación académica
superior, conoce el mundo del fútbol y a sus dirigentes como pocos. Cambiar la portería por un despacho le apetece. Sabe que ganar las elecciones al actual presidente, Luis Rubiales, no será tarea fácil, pero está decidido a jugar también este partido.
No ha sido fácil para Casillas el último año. Desde que en mayo pasado
se le paró el corazón ve la vida de manera diferente y, más aún, desde
que su esposa, Sara Carbonero,
iniciara una dura batalla contra el cáncer. Estos tiempos convulsos han
unido más a esta pareja, que hasta ese momento vivía una ola de fama y
triunfo profesional. Han sido 10 meses en los que ambos han estado
apartados de su trabajo. Casillas vinculado al Oporto en tareas más de
representación y despacho, y Carbonero enfocada en su tratamiento. Oporto ha sido el destino elegido para pasar esta delicada etapa, una
ciudad en la que se han sentido protegidos gracias a un cierto
anonimato, pero cerca de España y de los suyos.