Durante muchos años me cupo, aunque encogía,
perfecta en mi cuerpito de niño en un barbecho,
casando con mis ojos tan llenos de inquietudes,
haciéndose amarilla según pasaba el frío.
Era como un pequeño amuleto incrustado
en mi pecho aterido y propenso a las nubes
y llevaba en las mangas sus medallas y estrellas
y la humilde conciencia de trepar las alturas.
Con el arte en la aguja de mi madre de noche
resistió no sé cuántos agujeros y augurios,
y otra vez al combate silenciosa y solemne
despertaba a la vida como un peto de acero.
En el cuello portaba cicatrices y auroras,
una historia siniestra contra el hambre enemiga,
un resumen de tela de una guerra inclemente
y los ojos zurcidos de una manos sagradas.
perfecta en mi cuerpito de niño en un barbecho,
casando con mis ojos tan llenos de inquietudes,
haciéndose amarilla según pasaba el frío.
Era como un pequeño amuleto incrustado
en mi pecho aterido y propenso a las nubes
y llevaba en las mangas sus medallas y estrellas
y la humilde conciencia de trepar las alturas.
Con el arte en la aguja de mi madre de noche
resistió no sé cuántos agujeros y augurios,
y otra vez al combate silenciosa y solemne
despertaba a la vida como un peto de acero.
En el cuello portaba cicatrices y auroras,
una historia siniestra contra el hambre enemiga,
un resumen de tela de una guerra inclemente
y los ojos zurcidos de una manos sagradas.
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Publicado por CARLA BRUNI para Huequitos de Sol el 6/13/2012 02:04:00 PM