Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

14 ene 2020

¿Por qué una crema puede llegar a costar 1.200 euros?

Sí, estas cremas existen y se están vendiendo: los expertos detallan los 8 aspectos que influyen en su precio final.

¿Por qué una crema puede llegar a costar 1.200 euros?
Foto: Getty Images
Retinol, Vitamina C, AHAs… Cuando una crema facial quiere convencer al consumidor de que va a ralentizar el envejecimiento y eliminar del rostro arrugas y líneas de expresión, despliega su lista de ingredientes en la cara frontal de su caja. 
A esta práctica se suman tanto esas que conocemos bajo la etiqueta de “marca blanca”, como aquellas que llegan a costar 1.200 euros –siendo esta cantidad tan solo un ejemplo, porque el mercado cosmético no conoce límites y encontramos productos tanto de 3, como de 30 o de 400 y hasta de más de 2.000 euros–.
Para saber valorar cada crema, el paso previo es asumir que ninguna será milagrosa ni hará desaparecer las arrugas como por arte de magia. 
 Es por eso que los dermatólogos y demás expertos advierten con tanta insistencia sobre la importancia de tener una rutina facial desde que se es joven. 
El siguiente paso es entender cuáles son los principales obstáculos que una crema tiene que superar para ser realmente efectiva: son, de hecho, los mismos factores que determinan su precio de venta.

Penetrar en la dermis

“Traspasar la epidermis, que es la capa más superficial de la piel, es muy complicado.
 Por eso la mayoría de los cosméticos se quedan en esta capa. En la dermis es donde se encuentran los fibroblastos –las células encargadas de sintetizar colágeno y elastina–.
 Y para que una crema sea verdaderamente eficaz, debe llegar hasta la dermis para ayudar al fibroblasto a trabajar.
  Si no lo consigue, solo podrá proteger e hidratar la epidermis, que también es fundamental”, explica Marta Barrero –farmacéutica, experta en dermocosmética y co-directora de The Secret Lab– a S Moda.
De este modo, a mayor concentración de principios activos –como por ejemplo sucede en el caso de los sérums–, más capacidad para penetrar en la dermis y, por supuesto, mayor coste.

 Investigación y tecnología

Todos los expertos coinciden al tratar el tema: el factor más determinante a la hora de establecer el precio de un cosmético es la inversión realizada en investigación.
 “Es muy complicado formular un principio activo verdaderamente eficaz que, además, llegue a la dermis. 
 Los principios activos que de verdad funcionan y tienen efecto real sobre nuestra piel actualmente son muy escasos.
 Formular los principios activos para que la piel los reconozca como propios es un reto que exige una gran inversión en investigación.
Normalmente en las cremas introducimos los que ya forman parte de nuestra piel pero que, con los años, se van perdiendo como el colágeno o ácido hialurónico”, advierte Barrero.
 En esa lucha se encuentran las grandes firmas –con muchas más posibilidades que otras más pequeñas que, a menudo, aprovechan dichas investigaciones una vez finalizadas las patentes–, a la caza de nuevos ingredientes: 
“Gracias a un gran equipo de científicos repartidos por todo el mundo podemos crear nuestros propios ingredientes activos exclusivos o las microburbujas que permiten llevarlos a las capas más profundas de la piel”, afirmaba Armelle Souraud, directora de comunicación científica de Chanel, durante uno de los últimos lanzamientos de la firma, la línea Le Lift en su versión renovada.
 Habían introducido en ella, por ejemplo, el concentrado botánico de alfalfa que aseguran «es tan eficaz como el retinol».

Ingredientes y concentración

Ese listado de ingredientes siempre visible es una forma correcta de conocer el cosmético que vamos a comprar, pero no ofrece toda la información.
 “Los principios activos que contiene una crema antiarrugas no solo han de ser de la mejor calidad, sino también estar presentes en la mayor concentración para garantizar su eficacia.
Los ácidos, por ejemplo, existen en multitud de variedades y no es lo mismo encontrarlos en un 0,001% que en un 1% en nuestras cremas”, explican los expertos de Laboratorios Forenqui. Un truco: el orden en el listado de ingredientes que aparece en la etiqueta o el prospecto revela la concentración aproximada en la que se encuentran. Debemos saber que a mayor cantidad de ingredientes y mayor concentración de estos, mayor es el coste.

 Materias primas exclusivas

“Muchas marcas justifican precios altos porque sus cosméticos llevan ingredientes exclusivos como extractos de algas, plantas o flores de una región muy concreta del planeta… Científicamente son componentes que no han demostrado un potencial efecto superior al del ácido retinoico, que es mucho más barato.  
Al final, lo que se vende es la exclusividad de esos ingredientes”, cuenta Antonio Clemente Ruíz de Almirón, dermatólogo miembro de la Fundación Piel Sana de la AEDV, a S Moda.
Este es el caso de casi todas las cremas caras lanzadas por reconocidas firmas de lujo. De La Cure Dior Prestige (1.220 €), un tratamiento basado en la creación de la Rosa de Granville, única en el mundo y que los expertos de la firma tardaron 10 años en cultivar, a uno de los últimos lanzamientos llegados a España, la crema regeneradora intensiva AQ Meliority de la nipona Decorté (1.100 €), que debe su poder al Te Púrpura de Kenia, de cultivo orgánico y en cuyo tallo solo se encuentran dos pequeñas hojas muy difíciles de conseguir y que, aseguran, tienen más poder antioxidante que ningún otro producto de la naturaleza.

. Elaboración y coste de producción

La misma capacidad que las firmas de lujo tienen para dedicar tiempo y dinero a la investigación, influye en la innovación y las nuevas tecnologías que incorporan a la hora de crear sus cosméticos.
 Además, no es lo mismo elaborar un producto de forma casi artesanal y exclusiva, que hacerlo en grandes partidas.
 Lo confirman en Laboratorios Forenqui, donde fabrican cosméticos y productos capilares que se comercializan en grandes superficies como Lidl o Mercadona: 
“Elaboramos el producto en grandes cantidades y eso nos permite lograr un precio asequible, porque el coste de todos los procesos anteriores se divide entre todas las unidades”.

 Sostenibilidad y eco-conciencia

No es ningún secreto: los usuarios y consumidores de productos cosméticos cada vez se interesan más por que todos los aspectos anteriores respeten al máximo el medioambiente.
 En los últimos años, la cosmética ecológica y natural, así como los packagings reciclados y/o reciclables han ganado adeptos y se han convertido en protagonistas del mercado.
Sucede algo así con los productos de La Mer, cuyos envases se elaboran a base de cristal de ópalo, más eco que el plástico y capaz de optimizar la conservación del producto. 
Lo mismo ha ocurrido con la nueva versión de La Crème Orchidée Impériale de Guerlain, cuya producción ha adoptado un enfoque de lujo sostenible reduciendo un 58% la huella de carbono de la crema, entre otras cosas.
 Además, su lujoso tarro ha sido diseñado para convertirse en más ligero y menos contaminante.
 Satisfacer la ética y la conciencia ecológica cada vez más extendida, tiene un precio.

Experiencia sensorial

“Una crema puede llegar a costar 1.200 euros por el mismo motivo por el que un vino puede costar 10.000 o un perfume miles de euros: porque existe un mercado de lujo que está dispuesto a pagar esos precios elevados por acceder a productos exclusivos”, opina Ruíz de Almirón, de la AEDV. 
Los expertos, incluidas las marcas de lujo, coinciden: la alta cosmética aporta, además del cuidado de la piel, una experiencia sensorial que el resto de marcas no conllevan. 
Desde el aroma hasta la textura del producto, pasando por el lugar de compra o una composición exótica y exclusiva. 
Cuando una marca cuida al máximo los detalles se tiene que ver reflejado en el precio.

 Envase y marketing

El último y, a priori, más superficial aspecto es el que, en la mayoría de los casos, más encarece los costes. 
“Cuando los precios elevados en cosmética responden a la investigación que llevan detrás, puede llegar a ser justificable y merece hacer el esfuerzo de pagarlo, pero la mayoría de las cremas caras lo son por la inversión en marketing y publicidad que realizan las marcas. 
En mi opinión, una crema de 1.200 € solo está justificada si presenta una formulación realmente revolucionaria, de calidad y efectiva al 100%”, cuenta Barrero a S Moda.

 

 

12 ene 2020

Triste Faena, cuándo no puedes devolver una vida ¿Que se debe hacer? x


José Ortega Cano,en Sevilla. / GTRESONLINE
 
 
El silencio rodea al que fuera famoso matador de toros José María Ortega Cano.
 Un hombre hecho a sí mismo, que pasó de vender melones en la madrileña Puerta del Sol a hacerse un sitio entre la élite del toreo en los años ochenta y noventa. 
Sus allegados no hablan; el novillero que apadrina, Rafael Cerro, se excusa por teléfono, y su popular cuñada Rosa Benito deja sin contestar los mensajes de EL PAÍS.
 “No es momento de entrevistas”, dice el abogado de Ortega, Enrique Trebolle, con despacho en Zaragoza, cuando se le pide un contacto con su cliente.
 Y es que la situación del ­extorero, de 58 años de edad, que se enfrenta a una petición fiscal de cuatro años de cárcel en el juicio por homicidio imprudente que se celebrará en ­Sevilla el próximo marzo, es bastante delicada.
Hace ahora un año, la noche del sábado 28 de mayo de 2011, el empresario y ganadero regresaba a su finca Dehesa Yerbabuena al volante de su nuevo coche por la A-8002, la carretera que une Castilblanco de los Arroyos con Sevilla.
 Su monovolumen Mercedes R320 CDI, una máquina poderosa que pesa más de dos toneladas y alcanza una velocidad de 250 kilómetros por hora, invadió de pronto el carril contrario y se estrelló casi de frente contra un Seat Altea, conducido por Carlos Parra Castillo, un vecino de Castilblanco de 48 años de edad, que se dirigía a Sevilla.
El impacto fue brutal. Parra falleció en el acto, y el extorero resultó con heridas muy graves que le mantuvieron mes y medio en el hospital Virgen Macarena de Sevilla.
 Allí, nada más ingresar, se le extrajo sangre que fue analizada por el Instituto Toxicológico Nacional, como es normal en estos casos. Ortega Cano presentaba un índice de alcohol en sangre de 1,26 gramos por litro, dos veces y media superior al permitido.
 La Guardia Civil de Tráfico determinaría más tarde que en el momento del choque el vehículo del extorero iba a unos 125 kilómetros por hora, en una carretera con límite de 90.
La familia del fallecido pensó que el caso estaba resuelto. 
Y la Asociación Estatal de Víctimas de Accidentes DIA pidió que el juicio fuera ejemplar. 
El propio diestro tuvo palabras que hicieron pensar que asumía su responsabilidad y estaba realmente abatido. 
“Las primeras manifestaciones fueron muy correctas, pero luego ha cambiado”, cuenta Manuel Ruiz Lucas, exalcalde de Castilblanco por el partido Nueva Izquierda Verde Andaluza (Niva) e íntimo amigo del fallecido.
 Fuentes próximas a la familia Parra aseguran que el extorero no les ha visitado para pedirles perdón, algo que su amigo el periodista Tico Medina dijo que haría con seguridad. 
Y sus escasas declaraciones se han ido ajustando cada vez más a la línea de defensa marcada por su abogado, quien considera que su cliente no debe ser tomado como chivo expiatorio. 
 “No me parece correcto que se pida una sentencia ejemplar. 
Tendrá que ser una sentencia que se ajuste a los hechos, a las pruebas y a los testimonios”, dice. Trebolle lamenta que los resultados de la prueba de alcoholemia y el informe de la Guardia Civil se hayan filtrado a la prensa, sin dar tiempo a que se establezca la verdad.
En su última aparición televisiva, Ortega Cano dijo que hubiera preferido morir él en el choque, para reconocer después que la idea de ir a la cárcel le pone “los vellos de punta”
Ortega Cano y Jurado, en su boda en Yerbabuena, en febrero de 2005. / JOSÉ MANUEL PÉREZ CABO
 
Ante el juez de instrucción, en septiembre pasado, el diestro había atribuido el accidente a un supuesto desvanecimiento, debido quizá a la medicación contra la arritmia cardiaca que estaba tomando. Negó que su conducción la noche del suceso fuera peligrosa y errática, pese al testimonio de varias personas. 
Al contrario, dijo que se encontraba bien y conocía a fondo la carretera. 
Y si se olvidó de apagar las luces del coche al aparcar frente a un hotel fue porque este era nuevo y no estaba familiarizado con él.
El abogado Trebolle presentó informes de expertos universitarios en los que se demuestra supuestamente, con elaboradas fórmulas matemáticas, que el diestro conducía despacio y puso en duda la validez de las pruebas toxicológicas a que fue sometido su cliente, aduciendo que no se atuvieron a un protocolo que garantice la fiabilidad de las mismas. 
Ya lo había dicho el extorero. El alcohol en sangre era el que empapaba los algodones que se usaron al tratar de encontrarle una vena para extraerle la sangre.
“Pero si se rechazan los análisis de sangre efectuados a Ortega Cano, entonces habría que rechazar también las miles de pruebas de este tipo que se realizan en España en casos similares”, dice Francisco Canes, presidente de DIA, muy crítico con la conducta del torero. 
“La justicia debe ser contundente con casos así. Todo el mundo sabía que bebía y seguía conduciendo”.
 Y no es igual que el suceso se debiera al consumo de alcohol, lo que constituye un delito, que al efecto de los medicamentos, que sería una falta.
Los abogados de la familia Parra, Andrés Avelino Romero y Luis Romero, del bufete Luis Romero y Asociados, cuentan con testigos que vieron supuestamente a Ortega Cano adelantar en prohibido y vomitar al detener su coche en un hotel de la localidad de Burguillos, próxima a Castilblanco. 
Una pareja llamó incluso a la policía para alertar sobre la peligrosidad del conductor de un Mercedes negro, el que guiaba el extorero.  
“Hemos solicitado más pruebas al Juzgado de lo Penal número 6, donde se celebrará el juicio”, dicen los letrados.
En Castilblanco, un pueblo de 5.000 vecinos, el ambiente está cargado. 
 “La gente quiere que se haga justicia, pero justicia con sentido común, que les parezca justa”, dice el exalcalde Ruiz Lucas. Carlos Parra, la víctima, era un vecino conocido, aunque hubiera pasado años en el extranjero.
 Ortega Cano es solo uno de los latifundistas de la zona, donde abundan las propiedades en torno a las 600 hectáreas, como las que tienen Mario Conde o el expresidente del Sevilla CF José María González de Caldas. 
“Aunque Ortega Cano es de los pocos que vive en su finca”, cuenta Ruiz Lucas, “por el pueblo se le ve poco. 
Va a la farmacia o al médico.
 Sus hijos vienen más. La niña estudió la secundaria aquí, y los dos tenían sus pandillas”. 
Por lo demás, la fama del extorero no impresiona. “Otra cosa era Rocío Jurado, que levantaba pasiones”, añade el exalcalde. 

El naufragio de Cristina Cifuentes de ‘Supervivientes’

La expresidenta madrileña lleva 18 meses alejada de los focos. Solo colabora con Mediaset, que le ofreció estar en el ‘reality’.

Cristina Cifuentes, en una imagen de su Instagram de noviembre.
Cristina Cifuentes, en una imagen de su Instagram de noviembre.

Ver a Cristina Cifuentes saltando del famoso helicóptero que traslada a los concursantes de Supervivientes, uno de los realities estrella de Telecinco, a la isla de Cayos Cochinos (Honduras) ha sido el deseo de muchos esta pasada semana, cuando varios medios de comunicación se hicieron eco de que la que expresidenta madrileña había recibido una oferta de Mediaset.

 Su nombre se convirtió rápidamente en trending topic y ella jugó al despiste publicando en sus stories de Instagram imágenes de naturaleza bajo el texto “respirar”. No fue hasta el jueves cuando la expolítica acudió de nuevo a sus redes sociales para descartar su participación

 Con su comunicado, Cifuentes, que admite que recibió la oferta por parte de la cadena y de la productora, zanja la posibilidad de tomar el testigo de Isabel Pantoja y convertirse en el fichaje estrella de la nueva edición que tiene previsto comenzar a finales de febrero. 

El naufragio televisivo ha vuelto a poner en el foco mediático a la que fuera presidenta de la Comunidad de Madrid hasta abril de 2018, cuando presentó su dimisión después de verse envuelta en el caso máster —acusada de obtener un posgrado sin presentar su trabajo fin de máster— y tras la filtración de un vídeo en el que aparecía hurtando unas cremas en un supermercado casi una década antes.

 Cifuentes desapareció de la política y de la vida pública.

 Nadie sabía de ella. “El primer mes estuvo escondida, sin cogerle el teléfono ni siquiera a su madre”, cuentan desde el entorno de la exdirigente regional del PP.

 Ella misma reveló el pasado septiembre en El programa de Ana Rosa que pasó un auténtico calvario. “Se han dicho muchas mentiras sobre mí, ha sido un año y medio muy difícil”, explicó en la que fue su primera entrevista y aparición en televisión desde su dimisión.

Quienes la conocen dicen de ella que es una luchadora, una mujer que ha peleado toda su vida, como ha demostrado a lo largo de las casi dos décadas que se ha dedicado a la política y también tras el accidente de moto que casi le cuesta la vida en agosto de 2013, por el que llegó a estar “clínicamente muerta”. 
Sin embargo, abandonar la política fue para ella un duro trance.
 Por lo que suponía personalmente y por la decepción que se llevó por parte de muchos compañeros de profesión, a los que consideraba amigos.
 Sin querer dar nombres, alguien que la conoce mucho asegura que ha sido eso lo que más le dolió. 
“Seguro que más de un político tembló cuando escuchó la noticia de su participación en Supervivientes
Lo que Cristina puede contar acabaría con muchas carreras”.
 Su entorno la define fuerte y magnética, una mujer sin filtros, y admiten que su soltura delante de las cámaras podría haber preocupado a más de uno.
De lo que no hay duda es que pese a casi 18 meses alejada de todo y de todos, su nombre sigue suscitando interés. 
A qué se ha dedicado este tiempo es una auténtica incógnita.
Cifuentes, de 55 años, solicitó una excedencia de dos años de su plaza de funcionaria en la Universidad Complutense de Madrid a la que tendrá que incorporarse después de este verano. 
EL PAÍS ha intentado sin éxito ponerse en contacto con ella, pero la gente que la rodea asegura que se ha centrado en reencontrarse consigo misma y ser feliz: 
“Familia, viajes, pilates, gimnasio y amigos”.
 De todo ello ha dejado constancia en sus redes sociales. También se la ha visto en compañía de sus hijos, Cristina y Javier, fruto de su matrimonio con el arquitecto Francisco Javier Aguilar, o incluso comprando en mercadillos de marcas de lujo.
 Una rutina que se ha roto en contadas ocasiones por sus colaboraciones esporádicas con una empresa francesa de relaciones internacionales, motivo por el que viajó un tiempo a París y, recientemente, por su aparición en varios programas de Cuatro y Telecinco, pues tiene un contrato temporal con la cadena en la que colabora como tertuliana política. 
Ese es, por ahora, su único vínculo a Mediaset.

Cristina Cifuentes asegura que no participará en Supervivientes 2020, pero no hay que olvidar que sus decisiones son algo variables y, si no, basta con recordar el famoso vídeo del “no me voy, me quedo, me voy a quedar, voy a seguir siendo vuestra presidenta” que la expolítica grabó solo un mes antes de presentar su renuncia a la presidencia de la Comunidad de Madrid y a su acta de diputada autonómica.

 Y también que Mediaset obliga por contrato a sus concursantes a no desvelar su identidad hasta que ellos lo hagan de manera oficial.

Los premios que (no) otorgáis .......................... Leila Guerriero

Los premios que (no) otorgáis 

¿Qué se premia cuando se premia a un escritor? ¿Su obra, su capacidad de hablar en público, su buena salud?.

PRÓLOGO: DESDE EL punto de vista periodístico, lo relevante no es que un perro muerda a un hombre, sino que un hombre muerda a un perro. 
Siguiendo esa lógica, un premio que pocos días después de otorgarse queda en suspenso es la excepción a la regla que transforma una circunstancia normal en extraordinaria. 
Sin embargo, la noticia de que el premio se otorgó fue publicada en todas partes, y la de que su entrega quedaba suspendida, en muy pocas.

Los hechos: El 28 de octubre de 2019 un jurado decidió dar el Premio de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz, un reconocimiento a la obra escrita por mujeres que otorga la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, a la argentina María Gainza por su novela La luz negra (Anagrama, 2018). 
El jurado destacó su “prosa lúcida e impecable”.

El jurado destacó su “prosa lúcida e impecable”. Las virtudes de la obra permanecen, pero es posible que María Gainza no reciba los 10.000 dólares con los que está dotado el premio.

La cronología: María Gainza iba a recibir el galardón en una ceremonia que se realizaría el 4 de diciembre de 2019 en la Feria de Guadalajara.
 Se habían organizado entrevistas y encuentros con lectores. Cuatro días antes del viaje, la hija de Gainza, de 12 años, tuvo fiebre alta. Se le diagnosticó gripe.
 La mañana en que Gainza debía partir desde Buenos Aires hacia México, la niña amaneció bien, pero a mediodía la fiebre superó los 39,5 grados y su madre la llevó a una clínica, donde la dejaron internada por una neumonía con derrame pleural. 
Gainza suspendió el viaje. Se dio aviso a los organizadores. Se le sugirió que viajara sola y que su “marido” se quedara cuidando a la niña. 
No hay marido.
 El padre de la niña falleció hace cuatro años. María Gainza la cría y la cuida sola.
La consecuencia: Al cancelarse el viaje y la ceremonia, los organizadores decidieron suspender la entrega del premio. 

Un comité decidirá —a fines de enero— si Gainza puede conservarlo.
La versión oficial: No hay comunicado oficial porque la Feria asegura estar ante una situación “no prevista en la convocatoria”. Se presume, entonces, que la entrega quedó suspendida porque la autora fue anoticiada, telefónicamente, de que su presencia era indispensable para hacerse con el galardón.
 La presencia del autor es un requisito que figura en la base de muchos premios.
 Sin embargo, no aparece en las del Sor Juana Inés de la Cruz publicadas en la web.

El veredicto: Más allá de lo que resuelva el comité, la suspensión funciona como reprobación pública y transforma un símbolo de reconocimiento en castigo a una conducta, además de reafirmar al escritor como figura performática antes que como sujeto que escribe.
Las preguntas: ¿Qué se premia cuando se premia a un escritor? ¿Su obra, su capacidad de hablar en público, su disposición para socializar con los lectores, su buena salud? Si su presencia es condición indispensable, los premios que la requieren sólo son aptos para escritores con un ecosistema familiar perfecto que al momento de recibirlos no estén sometidos a diálisis, ni cursando embarazos complicados, ni en crisis bipolar.
Los antecedentes: Hay abundancia. Se cita uno: en 2004, la escritora austriaca Elfriede Jelinek ganó el Premio Nobel y no lo recogió personalmente. 
Adujo problemas de salud psíquica. Lo recibió sin dificultades.
Adenda (no necesariamente relacionada con lo anterior): María Gainza es reservada y casi no realiza presentaciones públicas. Muchos colegas varones hacen lo mismo, pero en las mujeres esto no suele percibirse como autopreservación, sino como síntoma de fobia o divismo inverso.
 Esa postura vital puede hacer que muchos comportamientos no necesariamente derivados de ella se juzguen como la confirmación de que la autora es “difícil” y, por tanto, capaz de usar excusas para evadir compromisos públicos.
El concepto: Al premiar una singularidad —libros escritos por mujeres—, el galardón da por sentado que existe algo específicamente femenino en alguna literatura y, por tanto, asume también que la vida de las mujeres está dotada de dificultades y/o facilidades características del género (aplicables, por ejemplo, a criar un hijo sola).
La denominación: 
El premio lleva el nombre de una monja del siglo XVII que tenía ciertas ideas acerca de las mujeres.
 Escribía poemas. Uno de ellos dice: “Queréis, con presunción necia, / hallar a la que buscáis, / para pretendida, Thais, / y en la posesión, Lucrecia”. 
Es un poema sobre la hipocresía.