La expresidenta madrileña lleva 18 meses alejada de los focos. Solo colabora con Mediaset, que le ofreció estar en el ‘reality’.
Ver a Cristina Cifuentes saltando del famoso helicóptero que traslada a los concursantes de Supervivientes, uno de los realities estrella de Telecinco, a la isla de Cayos Cochinos (Honduras) ha sido el deseo de muchos esta pasada semana, cuando varios medios de comunicación se hicieron eco de que la que expresidenta madrileña había recibido una oferta de Mediaset.
Su nombre se convirtió rápidamente en trending topic y ella jugó al despiste publicando en sus stories de Instagram imágenes de naturaleza bajo el texto “respirar”. No fue hasta el jueves cuando la expolítica acudió de nuevo a sus redes sociales para descartar su participación.
Con su comunicado, Cifuentes, que admite que recibió la oferta por parte de la cadena y de la productora, zanja la posibilidad de tomar el testigo de Isabel Pantoja y convertirse en el fichaje estrella de la nueva edición que tiene previsto comenzar a finales de febrero.
El naufragio televisivo ha vuelto a poner en el foco mediático a la que fuera presidenta de la Comunidad de Madrid hasta abril de 2018, cuando presentó su dimisión después de verse envuelta en el caso máster —acusada de obtener un posgrado sin presentar su trabajo fin de máster— y tras la filtración de un vídeo en el que aparecía hurtando unas cremas en un supermercado casi una década antes.
Cifuentes desapareció de la política y de la vida pública.
Nadie sabía de ella. “El primer mes estuvo escondida, sin cogerle el teléfono ni siquiera a su madre”, cuentan desde el entorno de la exdirigente regional del PP.
Ella misma reveló el pasado septiembre en El programa de Ana Rosa que pasó un auténtico calvario. “Se han dicho muchas mentiras sobre mí, ha sido un año y medio muy difícil”, explicó en la que fue su primera entrevista y aparición en televisión desde su dimisión.
Quienes la conocen dicen de ella que es una luchadora, una mujer que ha peleado toda su vida, como ha demostrado a lo largo de las casi dos décadas que se ha dedicado a la política y también tras el accidente de moto que casi le cuesta la vida en agosto de 2013, por el que llegó a estar “clínicamente muerta”.Sin embargo, abandonar la política fue para ella un duro trance.
Por lo que suponía personalmente y por la decepción que se llevó por parte de muchos compañeros de profesión, a los que consideraba amigos.
Sin querer dar nombres, alguien que la conoce mucho asegura que ha sido eso lo que más le dolió.
“Seguro que más de un político tembló cuando escuchó la noticia de su participación en Supervivientes.
Lo que Cristina puede contar acabaría con muchas carreras”.
Su entorno la define fuerte y magnética, una mujer sin filtros, y admiten que su soltura delante de las cámaras podría haber preocupado a más de uno.
De lo que no hay duda es que pese a casi 18 meses alejada de todo y de todos, su nombre sigue suscitando interés.
A qué se ha dedicado este tiempo es una auténtica incógnita.
Cifuentes, de 55 años, solicitó una excedencia de dos años de su plaza de funcionaria en la Universidad Complutense de Madrid a la que tendrá que incorporarse después de este verano.
EL PAÍS ha intentado sin éxito ponerse en contacto con ella, pero la gente que la rodea asegura que se ha centrado en reencontrarse consigo misma y ser feliz:
“Familia, viajes, pilates, gimnasio y amigos”.
De todo ello ha dejado constancia en sus redes sociales. También se la ha visto en compañía de sus hijos, Cristina y Javier, fruto de su matrimonio con el arquitecto Francisco Javier Aguilar, o incluso comprando en mercadillos de marcas de lujo.
Una rutina que se ha roto en contadas ocasiones por sus colaboraciones esporádicas con una empresa francesa de relaciones internacionales, motivo por el que viajó un tiempo a París y, recientemente, por su aparición en varios programas de Cuatro y Telecinco, pues tiene un contrato temporal con la cadena en la que colabora como tertuliana política.
Ese es, por ahora, su único vínculo a Mediaset.
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