Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

6 oct 2019

Prejuzgados.......................................................Javier Marías

Las derechas vaticinaron hace mucho que los acusados por el procés serían condenados. El mismo veredicto esperan los líderes secesionistas.

SI NO ME EQUIVOCO, se espera para estas fechas la sentencia del famoso procés catalán 
. En contra de lo que debería ser no sólo aconsejable, sino obligado, se trata de un caso que casi todo el mundo ya ha prejuzgado.
 Es decir, los políticos, y buena parte de sus mayordomos periodistas, llevan meses o años actuando como si el fallo del tribunal se hubiera producido, o al menos estuviera cantado. 
Las derechas vaticinaron hace mucho que los acusados serían rápidamente indultados por el Gobierno socialista, dando así por descontado que serían condenados.
 Es obvio que no se puede indultar a quienes han sido absueltos, lo que indica que esas derechas no prevén ni conciben otra sentencia que la de “culpables”. 
Es más, indica que no aceptarán más que esa (otra cosa es “acatarla”, qué remedio les quedaría; pero imagínense las críticas furiosas contra los jueces si declararan “inocentes” a Junqueras, Romeva, Rull y compañía).

El mismo veredicto esperan, y aun dan por seguro, los líderes secesionistas y sus huestes mosqueadas. 
Han decidido que, como el Estado es represor y antidemocrático, y la justicia no es independiente y está servilmente a sus órdenes (justo lo que iba a suceder en la “República Catalana” por ellos diseñada), el fallo será contrario a sus “mártires”, que no han hecho nada punible.
 Con frecuencia se los califica de “gente de paz” que no ha tirado ni una piedra.
 Aquí se olvida que tampoco Rato y tantos otros, ni siquiera Mario Conde en su día, se habían manchado las manos. 
Se olvida deliberadamente que se puede delinquir sin violencia física, sin necesidad de puños ni pistolas.
Curiosamente, en este ámbito independentista, se da por cierto el “aberrante” fallo y a la vez se exige que éste sea absolutorio. Alguna energúmena con escasas luces (perdonen la redundancia) ha proclamado que todo lo que no sea absolución será “ignominioso”. Tanto las derechas como los secesionistas ya dan por sentenciado el caso. 
Los segundos, además, lo hacen contradictoriamente: ven muy claro que los reos son inocentes y con la misma claridad ven que los prevaricadores jueces los declararán culpables. 
Lo cual no es óbice, sin embargo, para presionarlos, amenazarlos e intentar torcer su veredicto aún no llegado. Todo racional y nítido.
En cuanto al indulto temido, pronosticado y previamente vilipendiado por las derechas, surge otro problema: al parecer, para que se otorgue, los condenados (si lo fueran) deberían solicitarlo, y ya hay unos cuantos que han anunciado que jamás se prestarían a eso: si lo pidieran, equivaldría a reconocer su culpa, y ellos no se considerarán culpables aunque resulten así declarados.
 Lo cual es otro absurdo: lo más probable es que la mayoría de los presos del mundo se vean a sí mismos inocentes, pero por desgracia poco importa lo que crean: les toca cumplir su pena si lo han determinado un juez o un jurado.
De todos es conocida la veleidad de la Agencia Tributaria: primero dice (lo dijo el ex-Presidente Zapatero) que es lícito cobrar a través de sociedades, y más tarde dice que no, y que además serán castigados retroactivamente quienes se valieran de ellas cuando estaban permitidas. 
 Como si mañana se decretara la Ley Seca y se multara retroactivamente a cuantos han bebido en el pasado.
 De la misma manera, lo que Hacienda juzgaba desgravable ahora lo juzga gravable, y los inspectores —si no estoy mal informado— perciben un bonus en función de lo que obtengan del contribuyente a su cargo. 
Se erigirían, de ser así, en juez y parte. 
Si todo esto fuera así, insisto, nos encontraríamos ante unas leyes cuando menos turbias.
 Pero son las existentes, y sé de muy pocos ciudadanos que hayan recurrido su aplicación ante Hacienda.
 La inmensa mayoría se aguanta, obedece y paga lo que se le exige.
Las leyes son a menudo injustas, estúpidas, abusivas.
 Pero, mientras no haya otras o se cambien, hay que cumplirlas.
 No me cabe duda, por ejemplo, de que un altísimo porcentaje de los contribuyentes que han tenido problemas con Hacienda (que ahora gusta de llamarse a sí misma Agencia Tributaria), inspeccionados y multados por ella, consideran que obraron de buena fe y de acuerdo con la legalidad.
Nuestra Constitución, como casi todas, prohíbe referendos de autodeterminación y defiende las autonomías, que no pueden ser abolidas, ni por Puigdemont y el Parlament (como lo hicieron con la catalana en septiembre de 2017) ni por Vox (que querría hacerlo con todas). 
Es posible discutir las leyes y modificar la Constitución, pero no contravenirlas por las bravas (que se lo pregunten a tantos contribuyentes damnificados). 
Personalmente no quisiera ver a Turull, Forcadell, Cuixart y compañía permanecer más tiempo en prisión; no les deseo ese mal, aunque hayan hecho enorme daño a Cataluña.
 Pero no soy quién para juzgar sus actos, o sólo con la opinión.
 Lo que no entiendo, y me parece sumamente nocivo, es que demasiados políticos, periodistas y ciudadanos se hayan erigido en jueces desde sus casas, hayan emitido su veredicto alegremente y los hayan prejuzgado. 
Culpables o inocentes, es lo mismo.

Tú sabes muy bien..........................................Mayra Montero

La relación del compositor Ernesto Lecuona y un joven, entonces alocado, dio pie al menos a una canción de despecho, según la autora.

QUERIDO PANCHO: Usted, que tenía respuesta para todo, dígame: ¿por qué cuando nos dicen que hagamos una carta pensamos en el amigo muerto?
Me gustaría que leyera esta.

 Hace unos años, cuando me avisaron que se había puesto grave, corrí al hogar de ancianos donde agonizaba y le hice una prueba para averiguar cuán claro estaba todavía.
 Le dije: “Cánteme la canción que le compuso Ernesto”.
Abrió los labios secos, trasteados por la muerte. Su voz, un hilo de ultratumba, salió afinada:
“Te he visto pasar, indiferentemente, y ni una emoción se apoderó de mí”.

Siempre se arrepintió de que su juventud alocada lo llevara a separarse de su gran amor, el insigne compositor cubano Ernesto Lecuona.
 El momento en que surgió el flechazo me lo contó mil veces. En esa época, mediados de los años treinta, usted tenía 16. 
Era atlético, buen nadador desde chiquito, con unos ojos verdes que mataban y un bigotito cómplice de los ardientes labios.
 El maestro Lecuona, sentado a una de las mesas de Los Aires Libres, esa terraza del paseo del Prado donde tocaba la primera orquesta de mujeres, lo vio pasar y saludar a un amigo en común. 
“Preséntamelo”, le suplicó Lecuona
El amigo se resistió. Usted, a tan tierna edad, ya era el amante de un famoso tenor de zarzuelas.
 Al maestro no le importó: “Preséntamelo”.
Se enamoraron en el acto y Lecuona se lo llevó a su finca, La Comparsa. 
Viviendo en ella alcanzó la mayoría de edad, realizó su sueño de coger clases de pintura y, como si fuera poco, asistió a momentos álgidos de la pasión cubana, como cuando Bola de Nieve se refugió entre ustedes, destrozado por la ruptura con su adorado novio, que era policía.
 O como cuando Ernestina Lecuona, compositora hermana del maestro, dolida por lo que consideraba alta traición, juró que jamás volvería a ver a Esther Borja, amiga y musa de Lecuona. 
Pero la infiel siguió frecuentando La Comparsa porque debía ensayar allí.
 Me daba risa cuando usted me contaba que, al anunciar que había llegado la cantante, el mayordomo se asomaba lívido al salón del piano: “Ahí viene la Borja”.
 Ernestina dejaba lo que estuviera haciendo y corría a encerrarse en su cuarto.

Algún tiempo después de abandonar la finca, donde terminó por sentirse como un pajarito enjaulado, coincidió con Lecuona, de pasada, en el enjambre de Los Aires Libres.
 A los dos días, el maestro compuso la canción del despecho y le mandó la partitura original, que usted, tan caprichoso coño, rompió en pedazos.
Quiero que sepa que guardé como un tesoro las cartas que se cruzaron siendo ya maduros, mientras Lecuona vivía en Tampa e intentaba crear nuevas operetas, encargándole que dibujara los bocetos. 
Terminé donándolas a una universidad, aunque me quedé con una. Fui incapaz de desprenderme de esa porque en ella hay una línea inacabada y clave: “Tú sabes muy bien…”.
Yo querría pensar que Lecuona estuvo a punto de escribir lo mismo que pone en su canción: “Tú sabes muy bien que fuiste mi locura”. Pero habían pasado los años.

 El maestro se acercaba al final, que lo sorprendió en Tenerife. Usted murió mucho más tarde, aquí en San Juan, llevándose en la boca el sabor de ese canto que balbuceó porque se lo pedí.
Descanse en brazos del genial fantasma. 
No se le ocurra seguir de largo nunca, pero nunca más. 



El mundo al revés...........................................Juan José Millás

Juan José Millás
 
El mundo al revés  
 
EL VIEJO CÓMICO y la vicepresidenta se encuentran en la calle, se saludan y él le hace un ruego:
—Poneos de acuerdo, por favor, seguid ha­blando.

El hombre, octogenario ya, continúa al pie del cañón. 
Se aprecian en el segundo plano de la foto los carteles anunciadores de la obra que representa en la actualidad: un monólogo de 85 minutos basado en una obra de Delibes. 
Hora y media, como el que dice, de un esfuerzo físico y mental que le exige una disciplina atroz.
 No se puede permitir el lujo de acatarrarse, de torcerse un tobillo, de padecer una dolencia digestiva, de coger la gripe.
 Antes de en Madrid, ya estuvo en Barcelona, con éxito, aunque las giras son agotadoras, se diría que están hechas para los jóvenes. Pero Sacristán, pese a la apariencia de desvalimiento de la imagen, se calza los zapatos cada día, se agacha para atarse los cordones como el que se amarra al mástil de la nave que le impide dejarse arrastrar por los cantos de sirena de la jubilación, y va y viene de su trabajo con la naturalidad de un tipo medio. 
O sea, que cotiza.
 Lo lleva haciendo desde la adolescencia, al principio como un proletario del torno; luego, como un obrero de las artes. 
Una vida, en fin, dura y maravillosa a la vez de niño de posguerra, con el padre en las cárceles franquistas y el hambre haciéndose sentir en el vacío existencial de los estómagos.
 Una vida repleta de contrastes que podrían haberle vuelto un poco loco.
 El rostro del viejo cómico sin embargo respira sensatez mientras que el de la vicepresidenta parece algo alterado. ¿Es el mundo al revés o me lo parece a mí? 

Me voy a arrepentir........................................Rosa Montero...

Crecí bajo el franquismo y durante años envidié a los ciudadanos de países con derecho al voto. Hoy puedo decir que la vida me ha colmado esa ilusión.

ME VOY A ARREPENTIR de publicar este artículo, lo sé, porque van a atizarme de todas partes, y porque, además, es posible que haya opiniones contrarias que me hagan dudar: así de confuso es el momento que vivimos. 
Confuso y desalentador.
 E incluso un poco grotesco. De todos los chistes que han proliferado tras la cansina convocatoria de nuevas elecciones, el que más gracia me ha hecho es ese que dice: “¿Qué hacéis ya con más frecuencia? Votar: 79%. Follar: 21%”. 
Los españoles siempre hemos sido proclives a relacionarlo todo con el sexo, y más aún a la hora de hacer chirigotas.
 No todas las culturas son así; en muchos otros países son más puritanos.
 Nuestro sentido del humor, en cambio, está lleno de connotaciones sexuales, a veces tan agudas como ésta. 
 Porque en apenas seis meses y medio muchos españoles iremos tres veces a votar.
 Que cada cual haga sus cuentas. Sobrecoge la cantidad, en cualquier caso. 

Desde 2015 hemos tenido cuatro convocatorias generales y otras diez elecciones de diversos niveles.
 Nací y crecí bajo el régimen de Franco y durante años envidié con toda mi alma (y con toda razón) a los ciudadanos de los países con derecho al voto.
 Hoy puedo decir que la vida me ha colmado esa ilusión de una manera ubérrima (hay que tener cuidado con lo que se desea, ya se sabe). 
Ironías aparte, lo cierto es que haber vivido en una dictadura me educó en el respeto a las urnas. 
Ni siquiera ahora, cabreada como estoy, dejo de apreciar la importancia del sistema electoral.
 Veo a mi alrededor a los votantes de las diversas izquierdas tan quemados (muchos son amigos muy cercanos) que prometen con furibundo énfasis abstenerse el 10 de noviembre. 
 Entiendo su enfado y están en su derecho, pero que quede claro que, aparte de liberar algo de su ira, con la abstención facilitarán que llegue al poder esta derecha tan zafia (recordemos a Vox reventando el minuto de silencio por una mujer asesinada con la pancarta de “la violencia no tiene género”: esta gente feroz no respeta nada).
 La abstención no te libra de participar en el circo electoral; abstenerse o votar en blanco es otra manera de votar. Es un apoyo directo para el equipo contrario. 
A mí me recuerda ese viejo dicho: “Para que mi capitán se fastidie, no como rancho”.
Las urnas mostraron una sociedad fragmentada, lo cual no está mal, porque el bipartidismo es demoledor. 
Pero claro, ese panorama no está mal si los políticos son capaces de actuar con madurez, con entendimiento del bien común y con espíritu de servicio al Estado, y no como en una guerra de bandas para ver quién araña más poder personal. 
 Estoy harta de los reproches cruzados de la izquierda, ese y tú más de patio de colegio, fuiste tú quien no me quiso y yo he sido un santo.
 Fue una pena que no saliera adelante aquella oferta de Sánchez de una vicepresidencia, tres ministerios y pactos de Gobierno, pero, en fin, está claro que el líder del PSOE tampoco ha sabido estar a la altura. 
No han llegado a un acuerdo y esto es desesperante e imperdonable.

Pero no perdamos el tiempo en reproches; tenemos que hacer algo, algo definitivo, para salir de este repetitivo día de la marmota en el que nos hemos instalado.
 Lo ideal sería que se renovaran todos los líderes, pero, como eso es más que improbable, sólo veo tres resultados electorales.
Uno: la izquierda se entrega a su natural tendencia autodestructiva, abandona en masa y permite que esta derecha tremenda se quede con todo. 
 Se me abren las carnes de sólo pensarlo
. Dos: volvemos a votar todos lo mismo y seguimos marmoteando dentro de un atasco colosal; porque podrían y deberían pactar, por supuesto, pero ya no confío en que esta gente sea capaz de hacerlo (salvo Errejón, que es nuevo y le concedo el beneficio de la duda). Y tres: el PSOE consigue votos suficientes para formar Gobierno, en solitario o quizá con Más Madrid.
 Creo que es el único partido con posibilidades de lograrlo; también creo que los diez primeros meses de su Gobierno fueron interesantes (aunque ahora ya casi se me han olvidado). 
Y pienso, en fin, que las otras opciones son peores. Puedo arrepentirme de publicar este artículo, sí, pero me arrepentiría más si me callara mientras la izquierda cede a la rabieta y se suicida.