Mila toca fondo en la víspera de su ingreso en GH VIP 7 como concursante estelar.
Mila Ximénez está a punto de embarcarse en una de las experiencias
más importantes y complicadas de su vida. Su paso por ‘GH VIP 7’ va a
dar mucho de qué hablar y ella lo sabe. Por eso, la salud se le han
visto un tanto resentida. La colaboradora de ‘Sálvame’ está poniendo
todo a punto para su estelar entrada en la casa más famosa de la
televisión. Una de esas drásticas decisiones ha sido la de implantarse
un balón gástrico para perder peso. Tal y como ha contado la propia Mila para una entrevista en
‘Lecturas’, esta decisión llega después de unos meses en los que ha
tocado fondo: «He estado deprimida, comiendo y bebiendo sin parar. Me refugié en la comida y la bebida»,
ha confesado. Además, Mila asegura que tiene mucho pudor debido a que
lleva viviendo sola mucho tiempo. Entre sus mayores manías, los olores y
el desorden. Algo muy habitual en la casa que le sacará de quicio. Aunque ahora mismo lo que más le preocupa es el encierro y coger peso
fruto de la mala alimentación y la ansiedad que le va a suponer estar
allí. Es por eso que Mila ha tomado la decisión ponerse ese balón. Una
declaración de intenciones con la que pretende cerrar esta mala etapa
para dar paso a una renovada Mila. Por otra parte, antes de embarcarse en la aventura, Ximénez ha tenido
una despedida muy emocionante. La concursante organizó una merienda con
sus amigos y compañeros de ‘Sálvame’ para despedirse de ellos antes de
su entrada en el ‘reality’. Belén Esteban, María Patiño, Belén Rodríguez
y Antonio Rossi se han convertido en un apoyo incondicional para Mila y
espera que así siga siendo durante su controvertido paso por el
concurso.
El hijo de Ana García Obregón ha confirmado que sufre un "contratiempo" que no sabe si le llevará de nuevo a EE UU.
Álex Lequio, de 27 años, ha sufrido un nuevo revés en su lucha contra el cáncer según él mismo ha desvelado a la revista ¡Hola!.
Al parecer durante una revisión rutinaria ha surgido "un contratiempo". Todavía no sabe si tendrá que volver a Estados Unidos, donde inició el
tratamiento contra la enfermedad. De momento ha contado que se irán
tomando decisiones paso a paso, con calma. Las alarmas saltaron cuando
el pasado fin de semana su madre Ana García Obregón no asistió a la
presentación del programa de TVE MasterChef Celebrity en el Festival de Cine de Vitoria. Álex Lequio comenzó su batalla contra el cáncer, una enfermedad que empezó como un simple “tirón de espalda”, hace 18 meses. Desde que hace un año regresara a España después de siete meses en Estados Unidos tratándose en el prestigioso Memorial Sloan Kettering Cancer Center de Nueva York, el hijo de Obregón y Lequio ha ido informado de su estado de salud a través de sus redes sociales y en contadas entrevistas. En abril de 2018 se conoció la noticia de su enfermedad, aunque no fue hasta diciembre, cuando concedió su primera entrevista y
desveló los detalles de su dolencia. En este tiempo perdió 15 kilos y
el pelo, algo que no pareció preocuparle. “A mí, mirarme al espejo y
parecer un reptil me hace gracia…”, decía sin perder ese sentido del
humor del que hace gala. “Esta es una enfermedad en la que, siendo
realista, desconoces las idas y venidas y lo que te queda es tomarte
cada día como si fuera el último y esperar lo mejor posible. Cuando me
pasó esto, digamos que me di cuenta de que no podía confiar en que,
después de este tren, fuera a pasar otro. Y ahora estoy como loco,
intentado saltar y subirme a cada uno que pasa", explicó el empresario a
la revista ¡Hola!,en una exclusiva que hizo para ayudar a su madre a pagar el caro tratamiento que sigue. Tras acabar la primera etapa de la terapia en EE UU, el joven sigue
ahora su evolución bajo los cuidados de la Clínica de Navarra en
Pamplona y con revisiones periódicas en Madrid. "Somos una familia que
nos reímos de todo, y así vamos a continuar", contó. Ejemplo de ello es
que, según ha explicado nunca ha dejado de bromear con su familia: "A
veces me ponía a temblar o a hacer cosas raras de broma, para asustar a
mi madre".
El joven había recuperado en los últimos meses su vida profesional y
había disfrutado del verano con su nueva pareja y pasando parte de sus
días de descanso en la casa familiar que los García Obregón tienen en
Palma de Mallorca
Doña Letizia ha estrenado un vestido
negro con microestampado de estrellas, un diseño de estilo lencero con
escote con aplique de encaje y falda plisada.
Arranca la semana laboral paradoña Letizia, que ha cumplido este martes con un nuevo acto: ha presidido en la sede de la agencia de noticias Servimedia la reunión de trabajo 'La inclusión de la discapacidad en los medios informativos'. Este tema parece interesarle, y mucho, a la Reina, pues la semana
pasada ya acudió a un compromiso relacionado con este asunto. En
concreto, asistió a la III Jornada sobre Tratamiento Informativo de la
Discapacidad en los Medios.
Presentado ya el acto, toca ahora
hablar del look elegido por la Reina que, a decir verdad, no nos acaba
de convencer demasiado. Doña Letizia ha estrenado un vestido negro con microestampado de estrellas,
un diseño de estilo lencero con escote con aplique de encaje y falda
plisada. Una opción que quizás la vemos más para un evento de tarde y
que, desde luego, no pega nada con esa chaqueta..
Y es que quizás para ser previsora, y por los 18 grados que hay en
Madrid, la esposa de Felipe VI se ha colocado una americana que ya
guardaba en su armario. Se trata de una blazer en color blanco y negro que pertenece a Carolina Herrera y
que estrenó el año pasado en un acto en Extremadura. Aquella vez eligió
una top también lencero negro y pantalones a juego; sin duda, una
elección mejor, ya que al ser la chaqueta tan formal no acaba de casar
con el vestido.
En cuanto a joyas, se ha decantado por las estrellas de Chanel relizadas
en oro blanco y diamantes que combinan a la perfección con el estampado
del vestido. Por otro lado, no se ha despegado de su anillo de plata
contrachapada bañada en oro amarillo de Karen Hallam. Suponemos que es muy especial para ella, pues apenas se lo quita. Volveremos
a ver a la Reina el jueves, cuando presidirá junto al Rey la III
Reunión del Pleno de la Comisión Nacional para la conmemoración del V
Centenario de la expedición de la primera vuelta al mundo de Fernando de
Magallanes y Juan Sebastián Elcano. Posteriormente, se trasladarán al
Archivo General de Indias, donde inaugurarán la exposición 'El viaje más
largo'.
Como complementos, la Reina ha elegido los salones destalonados de ante negro de CH Carolina Herrera que también tiene en azul, rojo, camel y nude, así como una cartera de mano en black & white de Magrit. Tiene los zapatos a juego con este clutch, pero no ha querido abusar de
la combinación optando por unos solo en negro. Decisión acertada.
La hermana pequeña de la reina
Letizia era una mujer muy especial, la que más trato tuvo con los
periodistas después de la boda.
Dejó su trabajo en una editorial porque
creía que le venía grande.
Érika Ortiz, en la boda de su hermana Letizia. (EFE)
Érika Ortiz Rocasolano era la pequeña de la casa. La más dulce y la que tuvo más relación con los periodistas una vez que el huracán Borbón formó parte de la familia. La boda de su hermana Letizia con el príncipe Felipe
supuso un cambio radical para todos ellos. Y más para Érika, que
aparentemente era la más vulnerable de las tres y también la menos
perfeccionista. En Oviedo los conocidos y amistades de la abuela Menchu las tenían clasificadas cuando se referían a ellas y no se acordaban de sus nombres. Eran la lista (Letizia), la guapa (Telma) y la bohemia (Erika). Cada una marcada por su vida académica y laboral. Este 7 de febrero se cumplían doce años de su desaparición, que conmovió no solo a sus amigos y conocidos sino a todo el mundo cuando se supo de la tragedia.
Con Érika tuve un trato más o menos cercano. La
primera vez que supimos de ella fue en la presentación oficial del
noviazgo en el Palacio de El Pardo. Ella estaba acompañada de Antonio
Vigo, que nunca quiso apropiarse de una fama colateral que le podía
haber venido bien, como sí hizo años después Telma al aceptar un puesto
que no existía y creado para ella en el Ayuntamiento de Barcelona.
En el caso de la pequeña Ortiz había estudiado Bellas Artes,
igual que Antonio Vigo, el padre de su hija Carla. La joven ha sido
invisible hasta que cumplió la mayoría de edad el año pasado y a partir
de ese momento ha querido compartir con sus seguidores parte de su vida. Lo último ha sido una carta muy emotiva dirigida a su madre en el
aniversario de su muerte. Desde que falleció Érika, Vigo tenía muy claro que su hija solo tenía que estar bajo su manto
protector, como así ha sido. Una vez que cumplió los 18 años, ha sido
ella la que ha elegido dar el paso y publicar sus inquietudes, gustos y
aficiones en su Instagram. Su padre sigue manteniendo ese anonimato del
que nunca quiso salir. Es profesor en Aranjuez, forma parte del grupo
Pro Arte y ha recibido premios por su trabajo como artista. El último ha sido del Gobierno chino en la exposición Internacional de Escultura WUHU.
Érika no tuvo tiempo para desarrollar su faceta estrictamente artística. Los que sí conocieron su obra (nunca expuesta) decían que tenía talento. Cuando se le preguntaba por ese tema prefería pasar de largo. Pensaba
que cualquier cosa que hiciera tendría repercusión por ser la
'hermanísima', un estatus que nunca utilizó. Después paso a ser 'erikísima' para la prensa y en vez de enfadarse, añadía ese aumentativo al periodista que así la había bautizado.
Trabajó durante un tiempo como directora de comunicación de la elitista revista italiana 'FMR/Arte' en
la delegación de Madrid. Un puesto que le vino grande y que abandonó al
cabo del tiempo. Recibía en su despacho, donde, a pesar de la
calefacción, siempre tenía frío. Los lunes cuando llegaba y aún no se
había caldeado el edificio se quitaba los zapatos y se colocaba unos patucos de lana, que contaba le había tejido la madre de una amiga. En ese trabajo tuvo que organizar varias presentaciones.
Se echó a llorar
Una de ellas fue en el Casino de Madrid de la calle Alcalá. Recibía a los invitados junto a los grandes jefes italianos. No lo pasó bien en los saludos porque desconocía el nombre de muchos de los convocados y
tuvimos que ser los periodistas los que la íbamos apuntando. Una de las
informadoras fue Paloma Gómez Borrero, que unos meses después se
encargó de enseñarle el Vaticano como solo ella sabía hacerlo. Una mañana se quedó dormida en el hotel y
no llegó a la visita privada con el enfado de la periodista y del resto
del grupo. En el almuerzo posterior, Érika estaba tan agobiada que se
echó a llorar ante el asombro de los presentes. A diferencia de sus
hermanas, esta vulnerabilidad que no supo o no pudo superar la acompañó
durante los últimos años. Como decía su hija, Carla Vigo, en su carta de
aniversario: “A veces pienso qué te hicieron. Yo sé que no eras tú y que, si hubiese sido por ti, no hubiese cambiado nada”.