22 may 2019
Rania y Letizia, frente a frente............................ MÁBEL GALAZ
La reina de Jordania y la princesa de Asturias, juntas y con estilos similares en la visita de los Príncipes a Ammán.
Era una de las fotos más esperadas y la que sus protagonistas en un principio intentaron evitar.
Pero al final Rania de Jordania y Letizia Ortiz han posado juntas justo antes del almuerzo oficial en el Palacio Real de Ammán al que han asistido 17 miembros de la familia real jordana, siete integrantes del Gobierno y seis grandes empresarios.
Los príncipes llevan varios días de visita oficial por Oriente Medio, y han visitado Israel y los territorios palestinos. El acto, de gran importancia empresarial e institucional, ha quedado minimizado por el encuentro entre ambas.
Desde hace tiempo los especialistas en moda vienen observando cómo el estilo de Rania y Letizia tiene cada vez más puntos de coincidencia.
En esta ocasión parece que se han puesto de acuerdo hasta en rizarse el pelo.
Para esta cita las dos han coincidido también en la elección de sus trajes, ambos en tonos pastel.
Letizia ha apostado por un diseño rosa -un color que usa a menudo, y con el que la hemos visto en más ocasiones esta temporada- y Rania por un conjunto gris azulado.
Los modelos tenían coincidencias: cintura entallada, hombros marcados, falda tubo y altos tacones.
La relación entre las familias reales de Jordania y España es muy buena.
El príncipe de Asturias fue el primer mandatario extranjero que visitó a Abdalá tras su ascenso al poder, a la muerte de su padre, el rey Hussein, en 1999; y Jordania fue también la primera escala fuera de España en la luna de miel de los Príncipes de Asturias, en 2004. La infanta Cristina, invitada por la familia real jornada, pasó también su luna de miel en Petra.
Y es habitual que doña Sofía comparta ratos de ocio con la reina Noor de Jordania.
Pero al final Rania de Jordania y Letizia Ortiz han posado juntas justo antes del almuerzo oficial en el Palacio Real de Ammán al que han asistido 17 miembros de la familia real jordana, siete integrantes del Gobierno y seis grandes empresarios.
Los príncipes llevan varios días de visita oficial por Oriente Medio, y han visitado Israel y los territorios palestinos. El acto, de gran importancia empresarial e institucional, ha quedado minimizado por el encuentro entre ambas.
Desde hace tiempo los especialistas en moda vienen observando cómo el estilo de Rania y Letizia tiene cada vez más puntos de coincidencia.
En esta ocasión parece que se han puesto de acuerdo hasta en rizarse el pelo.
Para esta cita las dos han coincidido también en la elección de sus trajes, ambos en tonos pastel.
Letizia ha apostado por un diseño rosa -un color que usa a menudo, y con el que la hemos visto en más ocasiones esta temporada- y Rania por un conjunto gris azulado.
Los modelos tenían coincidencias: cintura entallada, hombros marcados, falda tubo y altos tacones.
La relación entre las familias reales de Jordania y España es muy buena.
El príncipe de Asturias fue el primer mandatario extranjero que visitó a Abdalá tras su ascenso al poder, a la muerte de su padre, el rey Hussein, en 1999; y Jordania fue también la primera escala fuera de España en la luna de miel de los Príncipes de Asturias, en 2004. La infanta Cristina, invitada por la familia real jornada, pasó también su luna de miel en Petra.
Y es habitual que doña Sofía comparta ratos de ocio con la reina Noor de Jordania.
La vida no tan de color de rosa de Sara Carbonero e Iker Casillas
La pareja, calificada como "perfecta" en las encuestas de popularidad, ha tenido que solventar en el pasado importantes problemas.
Ahora se enfrentan al cáncer de la periodista y a los problemas cardíacos del portero.
Mábel Galaz
En ellos dos, contaban los
expertos en imagen, se veía a una pareja joven, guapa y triunfadora.
Por eso, a la periodista se la rifaban las firmas para sus campañas de
imagen. Por eso, Iker Casillas se lanzó también al mundo de la
publicidad.
Pero no ha sido todo de color de rosa en estos años; aunque
nada tan dramático como que en 20 días el portero haya sufrido un infarto y que Carbonero haya sido operada de un cáncer de ovario.
En los últimos días, todas las miradas estaban puestas en Casillas, en su recuperación.
Y de ahí las especulaciones sobre si seguiría ligado al mundo del fútbol en el cuerpo técnico del Oporto o regresaría a España. Porque lo que él ya sabe es que los médicos le han desaconsejado colocarse de nuevo bajo los palos de la portería.
Pero la pareja, pocos días después de regresar a su hogar portugués con un convaleciente Iker, descubría que tenía por delante otra batalla que librar.
En un control rutinario, los doctores le detectaban a la periodista un tumor en uno de los ovarios.
Una vez operada —la intervención fue el pasado viernes 10 de mayo en la clínica Ruber de Madrid—, descubierto que era cancerígeno y diseñado el tratamiento posterior, Sara Carbonero decidió contarlo en Instagram.
Horas antes, ella había publicado un post deseando ánimo y mostrando su amor a su marido que cumplía 38 años, en un aniversario no muy feliz, como él mismo se encargó de contar. "Esta vez, no ha sido un gran cumpleaños", confesaba el propio Casillas en el arranque de su mensaje.
"Estoy seguro de que en algún momento de vuestras vidas os ha pasado alguna cosa, ese día o días atrás, que hace que no tengáis tan buen recuerdo.
No estamos exentos de que eso nos pase.
Aún así, he tenido que posar y mostrar esta cara algo alegre", relataba el integrante del Oporto.
Lo que nadie sospechaba era que el portero estaba pensando en su esposa, también convaleciente.
"Cuando aún no nos habíamos recuperado de un susto, la vida nos ha vuelto a sorprender.
Esta vez me ha tocado a mí, esa dichosa palabra de seis letras que todavía me cuesta escribir", cuenta Carbonero en su publicación en la red social y para sus 2,3 millones de seguidores.
"Hace unos días en una revisión, los médicos me vieron un tumor maligno de ovario y ya he sido operada.
Todo ha salido muy bien, afortunadamente lo hemos pillado muy a tiempo, pero todavía me quedan unos meses de lucha mientras sigo el tratamiento correspondiente.
Estoy tranquila y con la confianza de que todo va a salir bien.
Sé que el camino será duro pero también que tendrá un final feliz. Cuento con el apoyo de mi familia y amigos y con un gran equipo médico.
Aprovecho para pedir desde aquí a mis compañeros periodistas el respeto y la comprensión con los que siempre me habéis tratado, especialmente en estos momentos tan difíciles y delicados para mí y mi familia", concluye.
La periodista ha desvelado que, tras la operación, deberá someterse a
un tratamiento.
Si le cuesta pronunciar la palabra de seis letras, cáncer, lo mismo le sucede con la palabra quimioterapia.
Y es que, aunque el tumor ha sido detectado en una fase muy temprana, los médicos recomiendan seguir este procedimiento para asegurarse una total recuperación. Los pronósticos son muy optimistas.
La pareja, tras el tsunami de emociones vivido en solo 20 días, debe planificar su vida. Casillas quiere seguir ligado al fútbol pero el tratamiento de su esposa probablemente le lleve a decidir regresar a España.
Y de ahí las especulaciones sobre si seguiría ligado al mundo del fútbol en el cuerpo técnico del Oporto o regresaría a España. Porque lo que él ya sabe es que los médicos le han desaconsejado colocarse de nuevo bajo los palos de la portería.
Pero la pareja, pocos días después de regresar a su hogar portugués con un convaleciente Iker, descubría que tenía por delante otra batalla que librar.
En un control rutinario, los doctores le detectaban a la periodista un tumor en uno de los ovarios.
Una vez operada —la intervención fue el pasado viernes 10 de mayo en la clínica Ruber de Madrid—, descubierto que era cancerígeno y diseñado el tratamiento posterior, Sara Carbonero decidió contarlo en Instagram.
Horas antes, ella había publicado un post deseando ánimo y mostrando su amor a su marido que cumplía 38 años, en un aniversario no muy feliz, como él mismo se encargó de contar. "Esta vez, no ha sido un gran cumpleaños", confesaba el propio Casillas en el arranque de su mensaje.
"Estoy seguro de que en algún momento de vuestras vidas os ha pasado alguna cosa, ese día o días atrás, que hace que no tengáis tan buen recuerdo.
No estamos exentos de que eso nos pase.
Aún así, he tenido que posar y mostrar esta cara algo alegre", relataba el integrante del Oporto.
Lo que nadie sospechaba era que el portero estaba pensando en su esposa, también convaleciente.
"Cuando aún no nos habíamos recuperado de un susto, la vida nos ha vuelto a sorprender.
Esta vez me ha tocado a mí, esa dichosa palabra de seis letras que todavía me cuesta escribir", cuenta Carbonero en su publicación en la red social y para sus 2,3 millones de seguidores.
"Hace unos días en una revisión, los médicos me vieron un tumor maligno de ovario y ya he sido operada.
Todo ha salido muy bien, afortunadamente lo hemos pillado muy a tiempo, pero todavía me quedan unos meses de lucha mientras sigo el tratamiento correspondiente.
Estoy tranquila y con la confianza de que todo va a salir bien.
Sé que el camino será duro pero también que tendrá un final feliz. Cuento con el apoyo de mi familia y amigos y con un gran equipo médico.
Aprovecho para pedir desde aquí a mis compañeros periodistas el respeto y la comprensión con los que siempre me habéis tratado, especialmente en estos momentos tan difíciles y delicados para mí y mi familia", concluye.
Si le cuesta pronunciar la palabra de seis letras, cáncer, lo mismo le sucede con la palabra quimioterapia.
Y es que, aunque el tumor ha sido detectado en una fase muy temprana, los médicos recomiendan seguir este procedimiento para asegurarse una total recuperación. Los pronósticos son muy optimistas.
La pareja, tras el tsunami de emociones vivido en solo 20 días, debe planificar su vida. Casillas quiere seguir ligado al fútbol pero el tratamiento de su esposa probablemente le lleve a decidir regresar a España.
Carbonero, que tiene sus médicos en Madrid, parece
que prefiere volver para tener cerca a su madre y a su hermana. La pareja sigue teniendo su casa en la urbanización madrileña de La
Finca, en Pozuelo de Alarcón, donde puede instalarse con sus hijos
Martín y Lucas.
Precisamente la noticia de la enfermedad de Carbonero
llega cuando todavía resuenan unas declaraciones en las que aseguraba
que aún pensaba tener más hijos.
Lo que sí tendrá que dejar de momento la periodista es su trabajo en Cuatro,
donde regresó hace poco más de tres meses con un programa de
entrevistas a deportistas tras un tiempo dedicada a su familia y a sus negocios en la moda.
Fue realizando un reportaje en Tarifa cuando supo que Iker había sufrido un infarto.
En las últimas horas, las redes sociales se han llenado de mensajes de apoyo a ambos.
Desde Alejandro Sanz a Carles Puyol, todos hablan de su fortaleza para sortear los envites.
En la memoria están las críticas de tinte machista que Carbonero sufrió en la primera fase de su relación con Casillas.
Los problemas del portero con José Mourinho que forzaron su salida del Madrid y de la selección española.
Y, entre medias, las desavenencias familiares del futbolista con sus padres cuando este quiso hacerse con el control de sus financias y negocios, lo que provocó un largo periodo de incomunicación.
Detrás de toda historia, por muy de color de rosa que se vea desde fuera, hay sombras.
Casillas y Carbonero son un claro ejemplo de ello, pero también de superación.
Con 38 y 35 años respectivamente tienen por delante un nuevo reto que afrontan más unidos que nunca y con el cariño de siempre de la gente que sigue viéndoles como la pareja perfecta.
Fue realizando un reportaje en Tarifa cuando supo que Iker había sufrido un infarto.
En las últimas horas, las redes sociales se han llenado de mensajes de apoyo a ambos.
Desde Alejandro Sanz a Carles Puyol, todos hablan de su fortaleza para sortear los envites.
En la memoria están las críticas de tinte machista que Carbonero sufrió en la primera fase de su relación con Casillas.
Los problemas del portero con José Mourinho que forzaron su salida del Madrid y de la selección española.
Y, entre medias, las desavenencias familiares del futbolista con sus padres cuando este quiso hacerse con el control de sus financias y negocios, lo que provocó un largo periodo de incomunicación.
Detrás de toda historia, por muy de color de rosa que se vea desde fuera, hay sombras.
Casillas y Carbonero son un claro ejemplo de ello, pero también de superación.
Con 38 y 35 años respectivamente tienen por delante un nuevo reto que afrontan más unidos que nunca y con el cariño de siempre de la gente que sigue viéndoles como la pareja perfecta.
"Y una vez que la tormenta termine, no recordarás cómo lo lograste, cómo sobreviviste.
Ni siquiera estarás seguro si la tormenta ha terminado realmente. Pero una cosa si es segura. Cuando salgas de esa tormenta, no serás la misma persona que entró en ella. De eso se trata esta tormenta".
Estas palabras del escritor Haruki Murakami recordadas por Sara Carbonero en su Instagram son la manera de afrontar su particular batalla.
El matemático que dejó de estudiar galaxias para intentar curar el cáncer
Manuel Ansede
En 2003, el Instituto Nacional del Cáncer de EE UU le puso al frente de la Alianza para la Nanotecnología contra el Cáncer, un programa nacional que financió a miles de científicos en todo el país.
Y, desde 2010, Ferrari presidía el Instituto de Investigación del Hospital Metodista, un centro en Houston con más de 1.000 investigadores y cientos de ensayos clínicos de nuevos fármacos en marcha.
Ferrari compara su estrategia contra el cáncer con la exploración
espacial.
Los ingenieros de la NASA, subraya, se percataron de que no podían llegar a la Luna con “una sola bola de cañón”.
En su lugar, inventaron un cohete con diferentes módulos para poder salir de la órbita terrestre, alcanzar el satélite, alunizar y regresar a casa.
El equipo de Ferrari intenta hacer lo mismo con el cáncer, diseñando nanopartículas con múltiples etapas: la primera aterriza en el vaso sanguíneo que alimenta al cáncer, la segunda penetra en el tumor, la tercera entra en la célula maligna.
“Matar células cancerosas es muy fácil.
Puedes hacerlo con agua. Puedes ahogar las células cancerosas. El problema no es qué fármaco utilizar, lo difícil es asegurarte de que no mate a todo lo demás”, repite Ferrari en sus conferencias.
Las charlas del italiano tienen un final feliz.
Tras la “increíble tragedia” de la muerte de Marialuisa, Ferrari comenzó una relación con Paola Del Zotto, que había sido su amor platónico en el instituto.
Al poco de empezar, su nueva pareja se quedó embarazada de gemelas. “Paola no tenía hijos y en unos pocos meses tenía cinco. La llamaban la señora De cero a cinco”, bromea el investigador.
Ahora, Mauro, Paola y sus cinco hijos —Giacomo, las gemelas Kim y Chiara y las gemelas Ilaria y Federica— suelen acudir juntos al evento anual itinerante que, desde 1999, homenajea a Marialuisa e intenta concienciar al personal sanitario sobre la necesidad de estar atentos a los primeros síntomas del cáncer y al dolor de los pacientes.
Al matemático le gusta mencionar a Simón de Cirene, el campesino que, según el relato bíblico, se encontró por casualidad con la comitiva que llevaba a Jesucristo a la crucifixión.
El labrador regresaba a su casa del trabajo y, sin comerlo ni beberlo, acabó cargando con la cruz de Jesús. Así se siente Mauro Ferrari.
El nuevo presidente del mayor organismo financiador de la ciencia europea cambió las matemáticas por la medicina tras la trágica muerte de su joven mujer.
Ese chaval melenudo y barbudo de la foto, Mauro Ferrari, va a manejar
un presupuesto mayor que el de muchos países:
16.600 millones de euros para el periodo 2021-2027.
La Comisión Europea acaba de anunciar que ese chico, hoy un señor de 60 años, será el próximo presidente del Consejo Europeo de Investigación, el mayor organismo dedicado a financiar la ciencia en el continente.
Esta es la triste historia de aquella foto de 1987.
Ferrari, nacido en Padua (Italia) en 1959, suele empezar sus charlas mostrando un retrato de una chica veinteañera.
“Esta es Marialuisa”, proclama ante su audiencia.
La vio por primera vez, según explica, cuando ella tenía 20 años y él, 23. “Me enamoré de ella hasta tal punto que, unas horas después de conocerla, literalmente, le propuse que nos casáramos”, continúa.
La siguiente diapositiva muestra a Marialuisa en la playa unos meses después.
“Esta es una foto de nuestra luna de miel”, prosigue Ferrari, que por entonces era un jovencísimo matemático becado por la Universidad de California, en Berkeley.
Las imágenes se suceden en la pantalla: la boda, el primer niño, el segundo embarazo de dos niñas gemelas.
Y una foto de toda la familia en 1995.
“Esta es la última foto de Marialuisa viva”.
La mujer de Ferrari murió pocos días después por un cáncer galopante, entre terribles dolores, cuando apenas tenía 32 años.
El matemático, que en aquella época se dedicaba a hacer cálculos sobre el movimiento de las galaxias, se sintió incapaz de seguir investigando asuntos que no tuvieran que ver con la medicina.
“Fue muy trágico. Sentí que tenía que hacer algo contra el cáncer. Si vas a una guerra y tienes un cuchillo, vas con el cuchillo.
Y si tienes una piedra, vas con una piedra. Yo tenía las matemáticas y la física”, recuerda.
Ferrari, la primera persona de su familia que fue a la universidad, se convirtió muy pronto en un pionero de la nanomedicina.
Su laboratorio diseña partículas, de un tamaño de millonésimas de milímetro, que inyectadas en la sangre actúan como taxis que transportan fármacos directamente hasta los tumores.
De momento, ha tenido éxito en ratones. Ferrari, que corre ultramaratones, sabe que la ciencia también es una carrera de larga distancia.
El investigador italiano, católico practicante, cree que “el sentido
de la vida, seas religioso o no, es transformar el dolor en algo útil
para otras personas”.
16.600 millones de euros para el periodo 2021-2027.
La Comisión Europea acaba de anunciar que ese chico, hoy un señor de 60 años, será el próximo presidente del Consejo Europeo de Investigación, el mayor organismo dedicado a financiar la ciencia en el continente.
Esta es la triste historia de aquella foto de 1987.
Ferrari, nacido en Padua (Italia) en 1959, suele empezar sus charlas mostrando un retrato de una chica veinteañera.
“Esta es Marialuisa”, proclama ante su audiencia.
La vio por primera vez, según explica, cuando ella tenía 20 años y él, 23. “Me enamoré de ella hasta tal punto que, unas horas después de conocerla, literalmente, le propuse que nos casáramos”, continúa.
La siguiente diapositiva muestra a Marialuisa en la playa unos meses después.
“Esta es una foto de nuestra luna de miel”, prosigue Ferrari, que por entonces era un jovencísimo matemático becado por la Universidad de California, en Berkeley.
Las imágenes se suceden en la pantalla: la boda, el primer niño, el segundo embarazo de dos niñas gemelas.
Y una foto de toda la familia en 1995.
“Esta es la última foto de Marialuisa viva”.
La mujer de Ferrari murió pocos días después por un cáncer galopante, entre terribles dolores, cuando apenas tenía 32 años.
El matemático, que en aquella época se dedicaba a hacer cálculos sobre el movimiento de las galaxias, se sintió incapaz de seguir investigando asuntos que no tuvieran que ver con la medicina.
“Fue muy trágico. Sentí que tenía que hacer algo contra el cáncer. Si vas a una guerra y tienes un cuchillo, vas con el cuchillo.
Y si tienes una piedra, vas con una piedra. Yo tenía las matemáticas y la física”, recuerda.
Su laboratorio diseña partículas, de un tamaño de millonésimas de milímetro, que inyectadas en la sangre actúan como taxis que transportan fármacos directamente hasta los tumores.
De momento, ha tenido éxito en ratones. Ferrari, que corre ultramaratones, sabe que la ciencia también es una carrera de larga distancia.
En su caso, la muerte de Marialuisa hizo que Ferrari consagrara su vida a aprender sobre el cáncer para poder derrotarlo.
En 2002, la Universidad Estatal de Ohio le fichó como profesor de medicina interna y el científico se dio cuenta de que sabía mucho sobre lo diminuto y muy poco sobre lo demás.
Así que, a sus 43 años, se matriculó en el primer curso de Medicina como un alumno más.
“Los otros estudiantes podían ser mis hijos”, recuerda entre risas.
Sin embargo, Ferrari no tuvo tiempo para acabar la carrera en la que era alumno y profesor a la vez.En 2003, el Instituto Nacional del Cáncer de EE UU le puso al frente de la Alianza para la Nanotecnología contra el Cáncer, un programa nacional que financió a miles de científicos en todo el país.
Y, desde 2010, Ferrari presidía el Instituto de Investigación del Hospital Metodista, un centro en Houston con más de 1.000 investigadores y cientos de ensayos clínicos de nuevos fármacos en marcha.
Los ingenieros de la NASA, subraya, se percataron de que no podían llegar a la Luna con “una sola bola de cañón”.
En su lugar, inventaron un cohete con diferentes módulos para poder salir de la órbita terrestre, alcanzar el satélite, alunizar y regresar a casa.
El equipo de Ferrari intenta hacer lo mismo con el cáncer, diseñando nanopartículas con múltiples etapas: la primera aterriza en el vaso sanguíneo que alimenta al cáncer, la segunda penetra en el tumor, la tercera entra en la célula maligna.
“Matar células cancerosas es muy fácil.
Puedes hacerlo con agua. Puedes ahogar las células cancerosas. El problema no es qué fármaco utilizar, lo difícil es asegurarte de que no mate a todo lo demás”, repite Ferrari en sus conferencias.
Las charlas del italiano tienen un final feliz.
Tras la “increíble tragedia” de la muerte de Marialuisa, Ferrari comenzó una relación con Paola Del Zotto, que había sido su amor platónico en el instituto.
Al poco de empezar, su nueva pareja se quedó embarazada de gemelas. “Paola no tenía hijos y en unos pocos meses tenía cinco. La llamaban la señora De cero a cinco”, bromea el investigador.
Ahora, Mauro, Paola y sus cinco hijos —Giacomo, las gemelas Kim y Chiara y las gemelas Ilaria y Federica— suelen acudir juntos al evento anual itinerante que, desde 1999, homenajea a Marialuisa e intenta concienciar al personal sanitario sobre la necesidad de estar atentos a los primeros síntomas del cáncer y al dolor de los pacientes.
Al matemático le gusta mencionar a Simón de Cirene, el campesino que, según el relato bíblico, se encontró por casualidad con la comitiva que llevaba a Jesucristo a la crucifixión.
El labrador regresaba a su casa del trabajo y, sin comerlo ni beberlo, acabó cargando con la cruz de Jesús. Así se siente Mauro Ferrari.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)