La actriz sueca Bibi Andersson, en 1963.Cordon PressKary Lasch
Pocas imágenes resumen la indagación emocional y el cine de autor del siglo XX como el plano de la cara que comparten Liv Ullman y Bibi Andersson en Persona (1966). Sus dos rostros se convierten, al fusionar sus mitades, en una imagen
del femenino que ilustra las mayores aspiraciones estéticas del autor de
esa imagen, Ingmar Bergman. Hoy, una mitad de ese plano mítico, la correspondiente a Andersson, ha
dejado de existir, ya que la actriz sueca ha muerto a los 83 años, según
ha informado su hija Jenny Grede Dahlstrand. A ese momento mágico llegó
Bergman cuando vio en amigable charla a quien entonces era su pareja
(Andersson) con quien se convertiría en su siguiente amante (Ullman) en
aquel rodaje, y percatándose de su semejanza, las unió para la historia
en ese prodigioso encuadre.
Sin embargo, Bergman, que lanzó la carrera de Bibi Andersson
-empezaron a colaborar cuando ella tenía tan solo 20 años- y le dio sus
mejores trabajos, es parco en palabras con la actriz en sus memorias Linterna mágica. Solo aparece en referencia a hechos concretos protagonizados por otros
colegas de interpretación, y en los que Andersson aparece como
secundaria. Algo injusto con la actriz de Sonrisas de una noche de verano (1955), El séptimo sello (1957), Fresas salvajes (1957) y Persona (1966), entre otras.
Muere la actriz sueca Bibi Andersson, musa de Ingmar Bergman
La
intérprete, fallecida a los 83 años, protagonizó filmes como 'El
séptimo sello', 'Persona', 'Sonrisas de una noche de verano' o 'Fresas
salvajes'
La actriz sueca Bibi Andersson, en 1963.Cordon PressKary Lasch
Nacida en Estocolmo en 1935, Andersson compaginó estudios y
publicidad. Y en esos estudios estaba en el Real Teatro Dramático de
Estocolmo cuando lo abandonó tras conocer a Bergman -en el rodaje de un
anuncio- y le siguió en su viaje al teatro de Malmoe. Junto a Bergman
logró sus mayores triunfos y aunque se separaran tras Persona, colaboraron posteriormente en Pasión, La carcoma y Secretos de un matrimonio,
ya en 1973, en la que interpretó a la amiga íntima de la pareja, que en
la secuencia inicial termina humillada por su esposo durante una cena. En total colaboraron en 13 largometrajes.
Andersson, Ullman y Bergman, en el rodaje de 'Persona'.
Andersson, con su pelo corto, perteneció a una generación de actrices
europeas que destacaron por su seriedad en su trabajo, su libertad y su
lucha por la independencia, una batalla en la que estuvieron la misma
Ullman, Monica Vitti, Jeanne Moreau, Jean Seberg o Julie Christie.
Lograron ser más que "la pareja de" o "la amante de" en la pantalla.
Y
detrás de ella, Andersson también logró ser más que la musa de Bergman.
Entre esos otros trabajos destacan La carta del Kremlin, de John Huston; Quinteto, de Robert Altman; Un cebo llamado Elisabeth, de James Toback; El enemigo del pueblo, de George Schaefer, Dos veces mujer, de George Sluizer, o Aeropuerto 80.
Sin olvidar su aparición en El festín de Babette, de Gabriel Axe, ganadora del Oscar en 1988. En España protagonizó Una estación de paso, de Gracia Querejeta, y La escarcha,
de Ferran Audí, junto a Aitana Sánchez-Gijón o Tristán Ulloa, en 2009
en el que sería su último trabajo, ya que ese mismo año sufrió un
derrame cerebral que le paralizó parte del cuerpo. Entre sus premios recibidos destacan el galardón a la mejor actriz en el festival de Cannes de 1958 por En el umbral de la vida, de Bergman, que compartió con el resto de sus compañeras de reparto, y el Oso de Plata de la Berlinale en 1963 por La amante, de Vilgot Sjoman.
Mercadona eliminará
de forma definitiva este lunes las bolsas de plástico de un solo uso
que se utilizan en las cajas para meter los productos comprados. La
cadena de supermercados de origen valenciano las suprimirá de sus más de
1.600 tiendas en España, según ha informado en un comunicado. A partir de este lunes 15 de abril, los clientes podrán
optar por otros tres tipos de bolsa cuando llenen el carro en sus
establecimientos:
Las de papel, que cuestan 10 céntimos.
Las de rafia, que cuestan 50 céntimos.
Las bolsas con un 50-70% de plástico reciclado, que cuestan 10 céntimos.
Estas tres opciones son reutilizables y reciclables. Las bolsas
de plástico reciclado se fabrican con 3.000 toneladas de plástico
procedente de los embalajes recuperados en sus tiendas. La cadena los
envía a sus centros logísticos y, desde allí, hasta la empresa la
empresa Saica. Esta compañía especializada en la recuperación de materiales
reciclables convierte estos embalajes en granza. Posteriormente, el
fabricante Plasbel les dé una segunda vida en forma de bolsas para transportar la compra.
La casa común del centroderecha español ha saltado por los aires. El PP,
aquel producto multiuso que reunía a todas las familias conservadoras y
ganaba elecciones, se ha fragmentado en tres. Detrás de la ruptura, la crisis en Cataluña, la corrupción y el aborto. Algunos, como Aznar, confían en que volverán a unirse. Mientras, todas afilan las armas para una campaña electoral en erupción.
En 1996, el año en que el Partido Popular liderado por José María Aznar ganó a los socialistaspor un mínimo margen de votos,
la derecha quería ser de centro. No estaba de moda ser conservador.
Menos aún purista. Porque los puristas no levantan mayorías. Ni pescan
en los caladeros de la izquierda, como ellos conseguirían con una mayoría absoluta en 2000. Dos décadas después, la derecha que se presenta a las elecciones de 2019 quiere ser de derechas. “Sin complejos” ni sordina; con toda la parafernalia patriótica y el revisionismo histórico; armadas de sólidos valores morales
y con un discurso cada vez más agresivo, de trazo grueso, poco dado a
sutilezas y consensos. Muy de red social e impacto inmediato. Y reparto a
domicilio. Que se ha contagiado a todo el arco conservador. “Yo no me
considero de extrema derecha porque durante muchos años no ha habido
derecha”, esgrime Iván Espinosa de los Monteros, número tres de Vox. “Aquí ha habido mucha cobardía. Nosotros somos la derecha sin
apellidos. La que quiere evitar que 100.000 niños mueran cada año
víctimas del aborto”. Hoy, esa opción extrema (“derecha alternativa”, como la define a este periodista Rafael Bardají, uno de los teóricos de Vox)
marca la agenda de toda la derecha por primera vez en 40 años. Muchos
pensaban que los ultras habían desaparecido tras obtener su mejor
resultado en 1979 (378.964 votos) y deslizarse hacia el olvido. No era
cierto. Estaban latentes en el corazón del PP.
En esta campaña electoral no está bien visto ser moderado. Un término que remite a blando. Como, dicen en el partido de Mariano Rajoy, era el expresidente. “Y así perdimos Cataluña”, afirman en el entorno de Pablo Casado, dispuesto a eliminar las huellas de su exjefe, que fue vencido en una moción de censura contra Pedro Sánchez
sin librar batalla. En el PP de Casado la consigna es: “entrar a todas,
no rendirnos, no pedir perdón como hemos hecho frente a la izquierda,
sino escuchar a nuestros votantes molestos con nuestra labor de
gobierno”, explica Isabel Díaz Ayuso,
candidata del PP a la presidencia de la Comunidad de Madrid y miembro
del círculo de Pablo Casado. “El votante de derechas se ha sentido
acomplejado frente al discurso progre. Tenemos que volver a estar en los grandes debates culturales. Con principios y valores.
Con Neus Català aprendías lo que era la vida de verdad. Su mirada, ahora que se ha apagado, nos hacía más falta que nunca.
Neus Català, tras ser liberada del campo de Ravensbrück.
Frente a los negros cuervos de Ravensbrück Neus Català
alzó las alas de la humanidad y la esperanza. También las de la
memoria. Sobrevivió al campo de concentración —“era también de
exterminio”, sostenía siempre ella, y a ver quién se lo iba a negar si
había estado allí y tenía ese carácter que cualquiera le llevaba la
contraria—, y lo hizo sin perder la fe en la gente y en que el mundo era
mucho más que aquel agujero negro inmundo al que la lanzaron. Un largo día tuve el privilegio de acompañarla en una de las visitas que hizo al campo, al este de Berlín. La vi estremecerse en los barracones, en la plaza de recuento, junto al
lago en el que las SS obligaban a trabajar a las deportadas hasta la
extenuación y la muerte. Y le agarré la mano —más espantado que ella—
ante los crematorios. Acabé el recorrido con temblor de piernas y
lágrimas en los ojos. Pero Neus no dudó en dar una segunda vuelta por
necesidades de un equipo de televisión. “Mi deber es testimoniar lo que
pasó aquí”, me dijo antes de regresar a dar otra vuelta al molino del
horror. Qué mujer. Recia y valiente. Siempre dispuesta a luchar contra
el olvido y contra el regreso de los cuervos como había luchado contra
los nazis y contra el hambre, la enfermedad y la agria desesperanza del
campo.
No dudó en enfrentarse a Enric Marco, el impostor de Mauthausen, que
la temía. Tan pequeña y tan íntegra y corajuda Neus. Hecha de tesón y
hierro viejo, de principios y de valores de la mejor especie. No se
fabrica ya gente como ella. Una tarde de invierno en su casa hablamos
durante horas de su vida. Cómo paso a Francia tras la Guerra Civil, cómo
la detuvo la Gestapo cargada con armas para la Resistencia, los
interrogatorios y Ravensbrück. Cayó la noche sin que ella encendiera las
luces. Apenas nos veíamos de un lado al otro de la mesa. Y me dijo “te
quedarás a cenar”. No era una pregunta. Sacó unas rodajas de fuet, un
poco de pan y dos vasos de agua. Y siguió hablando mientras dábamos
cuenta del frugal ágape y las presas rebañaban sus cuencos y gemían por
media patata o los restos de la sopa aguada de col y tifus.
Con Neus aprendías lo que era la vida de verdad y lo que valía y lo que
tenemos en cada mañana de estos tiempos que nos parecen problemáticos. Y
a apretar los dientes. Su mirada, ahora que se ha apagado, nos hacía
más falta que nunca. Era también poeta. De versos sencillos y directos
que recogían el tuétano de su experiencia. Vuela libre vieja amiga,
valerosa paloma a la que jamás darán alcance los cuervos de este mundo. Ojalá fuéramos capaces de seguir el ejemplo de tu compromiso y de tu
coraje.