La casa común del centroderecha español ha saltado por los aires. El PP,
aquel producto multiuso que reunía a todas las familias conservadoras y
ganaba elecciones, se ha fragmentado en tres. Detrás de la ruptura, la crisis en Cataluña, la corrupción y el aborto. Algunos, como Aznar, confían en que volverán a unirse. Mientras, todas afilan las armas para una campaña electoral en erupción.
En 1996, el año en que el Partido Popular liderado por José María Aznar ganó a los socialistas por un mínimo margen de votos,
la derecha quería ser de centro.
No estaba de moda ser conservador.
Menos aún purista. Porque los puristas no levantan mayorías.
Ni pescan
en los caladeros de la izquierda, como ellos conseguirían con una mayoría absoluta en 2000.
Dos décadas después, la derecha que se presenta a las elecciones de 2019 quiere ser de derechas. “Sin complejos” ni sordina; con toda la parafernalia patriótica y el revisionismo histórico; armadas de sólidos valores morales
y con un discurso cada vez más agresivo, de trazo grueso, poco dado a
sutilezas y consensos.
Muy de red social e impacto inmediato.
Y reparto a
domicilio. Que se ha contagiado a todo el arco conservador. “Yo no me
considero de extrema derecha porque durante muchos años no ha habido
derecha”, esgrime Iván Espinosa de los Monteros, número tres de Vox.
“Aquí ha habido mucha cobardía. Nosotros somos la derecha sin
apellidos.
La que quiere evitar que 100.000 niños mueran cada año
víctimas del aborto”.
Hoy, esa opción extrema (“derecha alternativa”, como la define a este periodista Rafael Bardají, uno de los teóricos de Vox)
marca la agenda de toda la derecha por primera vez en 40 años.
Muchos
pensaban que los ultras habían desaparecido tras obtener su mejor
resultado en 1979 (378.964 votos) y deslizarse hacia el olvido.
No era
cierto. Estaban latentes en el corazón del PP.
En esta campaña electoral no está bien visto ser moderado. Un término que remite a blando.
Como, dicen en el partido de Mariano Rajoy, era el expresidente.
“Y así perdimos Cataluña”, afirman en el entorno de Pablo Casado, dispuesto a eliminar las huellas de su exjefe, que fue vencido en una moción de censura contra Pedro Sánchez
sin librar batalla. En el PP de Casado la consigna es: “entrar a todas,
no rendirnos, no pedir perdón como hemos hecho frente a la izquierda,
sino escuchar a nuestros votantes molestos con nuestra labor de
gobierno”, explica Isabel Díaz Ayuso,
candidata del PP a la presidencia de la Comunidad de Madrid y miembro
del círculo de Pablo Casado.
“El votante de derechas se ha sentido
acomplejado frente al discurso progre. Tenemos que volver a estar en los grandes debates culturales. Con principios y valores.
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