Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

7 abr 2019

¿Será buena persona el cocinero?........................Javier Marías

Sobre los artistas hay un foco y una lupa: hoy se estudian sus trayectorias de manera exhaustiva, en busca de episodios escandalosos, condenables y feos.
LA OBRA DE Baretti, de cuyo crimen hablé la semana pasada, no es la de un grande de la literatura, y su nombre sólo aparece en los diccionarios italianos e ingleses. 
Pero el hecho de que matara a un hombre no ha impedido a nadie acercarse a su Viaje de Londres a Génova y disfrutarlo, desde 1770. Otro tanto sucede con los cuadros de Caravaggio o las esculturas de Cellini, quienes también se llevaron por delante a algún individuo. Se lee Vida de este capitán, de Alonso de Contreras, y eso que ahí él mismo relata su historia desaforada, con unos cuantos homicidios, el primero cometido a los once años, si mal no recuerdo.
 Claro que él no era un literato, sino un soldado que dio cuenta de sus andanzas por escrito. 
Christopher Marlowe, el coetáneo de Shakespeare y de casi igual talento, fue violento y delictivo hasta que lo acuchillaron a los veintinueve de edad.
 Sería penoso que, en función de su turbia biografía, sus extraordinarios dramas fueran proscritos, incluidos Tamerlán el Grande y Doctor Fausto
De todos estos fantasmas hace ya mucho tiempo.

A menudo se dice —una vieja superstición— que los artistas tienen un lado oscuro, y se los pinta como a seres más bien desagradables o pesadísimos: atormentados, iracundos, histéricos, engreídos, despóticos, abusivos.
 Se les suele achacar una vanidad excesiva que a veces los lleva a creerse por encima de las leyes y de las demás personas, y a permitirse actitudes y acciones que a cualquier otro se le reprobarían. 
Yo creo que los artistas no se diferencian apenas del resto, de los funcionarios, los zapateros y los relojeros, los profesores, los jueces y los médicos. 
El problema es que sobre ellos hay un foco y una lupa: hoy se estudian sus trayectorias de manera exhaustiva, por lo general en busca de aspectos y episodios escandalosos, condenables y feos.
 Y cuando se rasca se descubre, desde luego, porque no ha habido mujer ni hombre que hayan pasado por el mundo sin tacha, sin incurrir en alguna indignidad o bajeza a lo largo de sus días.
 Lo mismo el escritor que el zapatero, el pintor que el relojero, el juez que el músico.
 La cuestión es que nadie se dedica a indagar en la vida de un juez o un relojero. 
 Durante siglos los artistas eran en realidad artesanos, cuando no menestrales, y hasta sus nombres eran desconocidos, no digamos sus actos.  

Plantearse, como pasa ahora, si debemos seguir admirando su arte cuando sabemos que algunos fueron todo menos ejemplares, es tan ridículo como preguntarnos si podemos visitar catedrales o palacios ignorando si fueron buenas personas quienes los planearon y construyeron. 
O si nos es lícito contemplar un fresco sin tener ni idea de si quien lo ejecutó fue un rufián o un ciudadano probo.
 Tampoco averiguamos las virtudes o vicios del artífice de nuestras ropas o nuestro calzado, ni del chef que ha preparado los platos del restaurante.
 Nos los comemos sin más, sin que nos importe nada si el cocinero trata bien a su mujer o es buen padre.
 En cambio, con los artistas… Cada cual es muy dueño de reaccionar como le parezca ante lo que sabe.
 Hoy hay quienes han decidido no volver a ver películas de Woody Allen, por las sospechas que pesan sobre él —jamás probadas—. Hay emisoras que han desterrado de su programación cualquier canción de Michael Jackson, y admiradores que han destruido sus discos.
 Kevin Spacey aún no ha sido declarado culpable por ningún jurado, pero hace tiempo que se lo ha expulsado y vetado en las pantallas. 
  Uno es libre de ver y oír lo que quiera, por los motivos que sean. Ya he contado otras veces que mi abuela Lola, muy católica, se negaba a ver nada de Chaplin porque se había divorciado muchas veces.
 Respeto esas decisiones, naturalmente, pero las entiendo mal.
 Una cosa es la persona y otra su obra, que no por fuerza está teñida por las peores pasiones de aquélla. 
Tengo una lista mental de individuos a los que nunca estrecharía la mano, por lo que sé de ellos, por lo que han dicho o hecho. 
Si viviera, no saludaría a Michael ­J­ackson, quizá, pero no me privo de escuchar sus magníficas canciones. 
No me abstengo de ver El pianista o La semilla del diablo, de Polanski, y eso que a él se lo condenó en un juicio.
 Rehuiría al antisemita Céline en un hipotético más allá en el que nos juntáramos todos, pero eso no me obliga a mantener cerrado su Viaje al fin de la noche.
 Que Heidegger tuviera tentaciones nazis me resultaría engorroso si hubiera de tratarlo, pero no por eso voy a perderme lo que expuso en El ser y el tiempo.
 Pero en fin, allá cada cual con sus manías y sus elecciones.
Lo que no es admisible es que se intente borrar de la faz de la tierra —que se trate de impedir que otros elijan— la obra de quienes son o fueron “malos ciudadanos”. 
Llegará un día en que Amazon se avergonzará de haber secuestrado A Rainy Day in New York, la última película de Allen, de haberle impuesto la brutal censura de la inexistencia.
 No por su contenido, sino por su autoría. Y habrá quienes se avergüencen de haber prohibido a Spacey y a Jackson sin veredicto. Quizá haya que esperar a que haga tanto tiempo de ellos como de Baretti, Caravaggio, Contreras y Marlowe.
 Esta época tan “virtuosa” se verá entonces, me temo, como un baldón de intransigencia y precipitada injusticia. 

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6 abr 2019

¿Por qué son desgraciadas las mujeres sabias?

 
 

Fernán Caballero fue en realidad una mujer disfrazada bajo un pseudónimo.

Una lectora sostiene la biografía de Fernán Caballero.
Una lectora sostiene la biografía de Fernán Caballero.
Algunos autores deben lamentar hoy no ser autoras para recibir algo más de atención en tiempos en que las editoriales buscan eminentemente voces de mujer ante el tsunami feminista.
 Pero a lo largo de la historia fue al contrario: muchas mujeres se vieron obligadas a adoptar pseudónimos masculinos para lograr publicar y abrirse paso en el mundo editorial. 
Fue el caso de Cecilia Böhl de Faber y Ruiz de Larrea (1796-1877), que eligió el nombre de Fernán Caballero y con él consiguió convertirse en “el autor español” más traducido y leído en Europa. El crítico José Fernández Montesinos le atribuye el inicio de la novela española contemporánea.

'Mujeres en la historia'

¿Por qué son desgraciadas las mujeres sabias?
La biografía ‘Fernán Caballero’ llega mañana a los quioscos (9,95 euros).
 Es la tercera entrega de la colección de EL PAÍS ‘Mujeres en la historia’, que está también disponible en la web
Recoge la vida de una treintena de mujeres que marcaron un hito.
Y no fue precisamente gracias a su padre el impulso que adquirió esta española hija de alemán y gaditana con una relación complicada que quedó plasmada en cartas que volaban como balas entre Alemania y España cuando se separaron.
 Él explicaba así las causas:
 “Las vejaciones que la suerte me impone por las rarezas de mi mujer. 
Si mi mujer ha tenido la inconcebible locura de imaginarse que tal cual es ahora es necesaria para mi felicidad, está atrozmente engañada.
 Si no quiere ser otra, ha hecho muy bien en marcharse; cuando ella cambie, cuando se convierta en humilde, dócil, obediente, complaciente y económica, será recibida por mí con los brazos abiertos”
. Lo escribió en 1805, según recoge la biografía escrita por Milagros Fernández Poza para la colección Mujeres en la Historia.

Esa madre que no quiso ser otra, ni dócil, ni obediente, ni económica, por el contrario intentó inculcar en sus hijos e hijas sin distinción el amor a la literatura. 
Sobre ello discreparon exmarido y exmujer en un diálogo de sordos que las cartas han reflejado como testimonio del machismo estructurado que intentaba doblegar entonces a la mujer:“La esfera intelectual no se ha hecho para las mujeres”, escribía el padre a su exmujer. 
“Dios ha querido que el amor y el sentimiento sean su elemento. ¿Por qué son desgraciadas todas las mujeres sabias? ¿Por qué se las detesta? ¿Por qué se las ridiculiza, por lo menos?
 No he encontrado todavía una mujer a quien la más pequeña superioridad intelectual no produzca alguna deficiencia moral. 
El día que quemes tus ‘Derechos de la mujer’ será para mí un gran día”.
En carta con fecha de 14 de septiembre de 1806, ella le responde: “Quitándoles a las mujeres la facultad de juzgar por sí, de formarse sus principios y carácter, se las hace esclavas de sus pasiones, y cuando las quieran subordinar a la razón del hombre –como si la razón y el alma tuviesen sexo–, y si aquel hombre destinado a guiarlas no tiene razón… ¿qué harán las pobres entonces?”.
Su madre no quiso ser otra, como le pedía su padre.
 Cecilia no fue otra sino otro, al menos de nombre. Un eficaz disfraz en forma de pseudónimo que adoptó para llevar adelante su carrera.
 Todo ha cambiado y los estantes hoy están llenos de autoras pero, por fortuna, ningún hombre necesita pseudónimo de mujer.

 

 

Las horas más oscuras de Nadiuska, el mito erótico de los setenta

Problemas psiquiátricos han llevado a la actriz a permanecer recluida en un centro. 

Los médicos aseguran que no pueden dar información ya que se lo impide la ley de protección de datos.

La actiz Nadiuska en 1988.

La que fuera considerada sex symbol por excelencia de la Transición española, protagonista de los primeros desnudos de las revistas eróticas más importantes de la época del destape, pasa ahora sus días en un centro psiquiátrico de Ciempozuelos, en Madrid.
 Nadiuska, cuyo verdadero nombre es Roswicha Bertasha, tiene 65 años y lleva los últimos —nadie sabe, a ciencia cierta, cuántos— internada con las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús.
La actriz y modelo fue diagnosticada de esquizofrenia hace 20 años y, desde entonces, su vida ha sido un constante devenir. 
Cuentan que su estancia en el centro psiquiátrico es tranquila, que está calmada pero que apenas recibe visitas de familiares y amigos.
Nadiuska en la película 'Conan, el bárbaro', junto a Jorge Sanz.
Nadiuska en la película 'Conan, el bárbaro', junto a Jorge Sanz.
EL PAÍS se ha puesto en contacto con el centro y sus médicos aseguran que no pueden dar información ya que lo impide la Ley de Protección de Datos, pero dicen que, "en el hipotético caso de que fuera cierta su estancia", no es beneficioso para la paciente el revuelo mediático que se forma año tras año a las puertas de la clínica. 
“Este es un centro abierto.
 Los pacientes tienen salidas a la calle y ver a la prensa apostada en la puerta del centro les puede alterar”, señalan desde la dirección.

De madre polaca y padre ruso, la actriz y modelo que de pequeña estudió ballet clásico llegó a España en 1971, con solo 19 años. 
Fue Damián Rabal, hermano del actor Paco Rabal y uno de los representantes más influyentes de la época, quien supo ver que su belleza exótica y su mirada felina le abrirían todas las puertas de una España que comenzaba a aceptar el erotismo y el destape.
 En 1972 debutó como actriz en la comedia Soltero y padre en la vida de Javier Aguirre y, tras participar en dramas o en aventuras de serie B, en 1975 protagonizó uno de sus primeros títulos eróticos: Zorrita Martínez, de Vicente Escrivá. 
A ellos le siguieron muchos otros en los que compartióescenas con grandes actores como Alfredo Landa, José Sacristán o José Luis López Vázquez.
La actriz y modelo Nadiuska en una de las portadas que protagonizó en la revista 'Interviú'.
La actriz y modelo Nadiuska en una de las portadas que protagonizó en la revista 'Interviú'.
Su desnudo para la revista Fotogramas en 1976 fue censurado y retirado de los quioscos, pero no impidió que Nadiuska mostrara su cuerpo desnudo en otras publicaciones como Playboy o Interviú, donde protagonizó varias portadas, la última en 1997. 
Se la llegó a catalogar como la nueva Brigitte Bardot y fue una de las intérpretes más taquilleras de la época.
Su carrera en el cine internacional se completó al encarnar a la madre de Conan, el bárbaro, teniendo por hijo a un jovencísimo Jorge Sanz (entonces con 12 años) y compartiendo créditos con Arnold Schwarzenegger en la cinta de 1982. En esos años, su presencia en las fiestas más exclusivas o la anulación de su matrimonio de conveniencia —se casó con un enfermo mental para conseguir la nacionalidad española— mantuvieron su popularidad intacta, pero su nivel de trabajo en la interpretación descendió.
 Probó suerte como empresaria: abrió un restaurante, se dedicó a la exportación de carne congelada e incluso se recicló como diseñadora de bisutería. 
Negocios que fracasaron paulatinamente y que, sumado a su desaparición en la gran pantalla —su última película fue junto a Chiquito de la Calzada en Brácula, Condemor 2—, hicieron que comenzara su declive.

A finales de los años noventa, Nadiuska sufrió graves problemas económicos y comenzó a tener trastornos psíquicos.
 Ingresó durante tres años en un centro, donde fue diagnosticada de esquizofrenia.
 Cuando recibió el alta, fue desahuciada de su apartamento. 
Por entonces era habitual verla vagabundear por las calles de Madrid.
 “Me alimento de los cubos de basura y ya me he intoxicado dos veces”, llegó a contar en varias entrevistas.
 Su deterioro físico ya era más que notable.
Atrás quedaron las curvas infinitas y los intensos ojos verdes que protagonizaban las fantasías eróticas de gran parte de los españoles. Su belleza, que tantos éxitos y triunfos le había otorgado, se volvió su gran enemiga y Nadiuska se convirtió en un juguete roto que dormía en los portales de los  cines que un día estrenaron sus películas.
 Ahora, a sus 65 años, vive arropada por esta congregación religiosa que cuida discretamente a la que un día fue la musa del destape.
 

 

Contra la matraquilla del oro de Negrín.............. Juan Cruz

Voluntarios custodian en Las Palmas el legado del republicano más vilipendiado de la historia.

Bajo la lluvia, voluntarios honran la memoria de Negrín. Desde la izquierda, Francisco, Ángeles, Mili y Juan Miguel.
Bajo la lluvia, voluntarios honran la memoria de Negrín. Desde la izquierda, Francisco, Ángeles, Mili y Juan Miguel.
Emiliana Velázquez, historiadora, secretaria de la Fundación Juan Negrín, dice nada más abrise la puerta de esta sede que en Gran Canaria defiende el legado y la honra del más insultado de los gobernantes republicanos que perdieron la guerra:
-¡A ver si se acaba ya la matraquilla del oro de Negrín!
Franco supo que, de ese oro que se mandó a la Unión Soviética, Negrín, destacado fisiólogo, primer ministro, luchador republicano también en el exilio, no se quedó ni un duro.
 La mentira ha querido ser más fuerte que la historia. Juan Marichal, Ángel Viñas, Santos Juliá, muchos otros, desmintieron esta fake news de patas sucias.
La matraquilla ha manchado la trayectoria del ilustre canario, pasto de los que ganaron la guerra.
Ese "libro del oro" guarda las notas del destino del dinero y se custodia aquí junto a 160.000 documentos que aún no han podido estudiarse a fondo.
 A la Fundación le sobra material y le falta el dinero para investigar. Un retrato de Negrín marca en el patio canario el culto republicano del hijo pródigo.
 Este lugar donde descansa su memoria fue Caja de Reclutas de Franco tras la República.

Cuando ella enseña "el libro del oro", sus compañeros, voluntarios que nutren con su entusiasmo la energía de la fundación, guardan el silencio que se debe a los símbolos.
 Con Mili están el también historiador Juan Miguel Ortega, la periodista Ángeles Arencibia, y Francisco Ramos Camejo, que ha ocupado cargos en administraciones culturales canarias.
Todos están aquí por amor al arte, deudores del entusiasmo republicano que desprende la figura de Negrín.
 En una de las salas una exposición refleja el trabajo científico de este gran discípulo de Santiago Ramón y Cajal.
 En el patio la lluvia que cae sobre Las Palmas no mueve la sonrisa de Negrín.
 Los voluntarios posan como si estuvieran amparando su reivindicación de la verdadera historia. 
Falta José Medina, alma de la fundación, su presidente, que está de viaje.
No es reliquia. Ramos Camejo recuerda que Negrín pregonó, "en sus discuros finales", lo que iba a pasar con la ultraderecha de Hitler. 
"Y ahora no viene mal recordarlo, ante la efervescencia de los fascismos que ahora tenemos en boga".
 Fue un incomprendido, "pero fue coherente, se quedó hasta el último momento, su lema fue resistir", dice Ángeles.
Juan Miguel subraya el origen de la matraquilla:
 "Fue Franco. 
El oro fue para financiar la guerra. La República sólo podía hacerse con armas a través de Moscú. 
Franco lanza la leyenda negra de que Negrín roba el dinero y se lo regala a Stalin.
 Negrín le envió a Franco esta documentación antes de morir. Cuando Ángel Viñas consultó los documentos reveló que todo era una grandísima mentira". 
No sólo fue una gran mentira, sino el principio de una enorme matraquilla. "Acabará", dice Mili.
Matraquilla, dice Emiliana. 
Esa expresión tan canaria alude a lo que se repite con la intención de engañar, o de marear con mentiras.
 Mili, así la llaman, se pone los guantes blancos con los que se manipulan los miles de documentos que aquí custodian con celo republicano.
Cuando ella enseña "el libro del oro", sus compañeros, voluntarios que nutren con su entusiasmo la energía de la fundación, guardan el silencio que se debe a los símbolos.
 Con Mili están el también historiador Juan Miguel Ortega, la periodista Ángeles Arencibia, y Francisco Ramos Camejo, que ha ocupado cargos en administraciones culturales canarias.