Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

24 mar 2019

Tamaña necedad .................................Rosa Montero.

Cuando tu vecino te suelte eso de que las chicas no valen para las ciencias, háblale de María Blasco, de María Vallet Regí, de Elena García Armada


Tamaña necedad


PROBABLEMENTE SI preguntas a tu vecino (o a tu vecina: nosotras también hemos sido educadas y deseducadas por la ideología machista) sobre la capacidad científica de las mujeres, te contestará con campante certidumbre que a las chicas se nos dan mal las ciencias. 
Se trata de un tópico muy extendido; según el informe Pisa de 2015, las niñas se creen menos capaces para alcanzar objetivos que precisen habilidades científicas.
 Esa inseguridad parece provenir de una presión social estremecedora.
 En una investigación de 2017 publicada en la revista Science preguntaron a niños y niñas si, cuando les hablaban de una persona muy inteligente, pensaban que era de su propio sexo; pues bien, hasta los cinco años no había diferencias, pero a partir de esa edad las chicas cada vez se desviaban más y priorizaban al varón.
 Ese íntimo desdén hacia nosotras mismas, esa sensación de ser segundonas es un aprendizaje.
 Parafraseando a Simone de Beauvoir, la mujer no nace, sino que se hace (y el hombre también, dicho sea de paso). 
Todo esto contribuye a que haya menos mujeres en la ciencia, sobre todo en las ingenierías informáticas.
Todo esto contribuye a que haya menos mujeres en la ciencia, sobre todo en las ingenierías informáticas. 
Lo cual es una paradoja, dado que el padre de la informática es una madre, Ada Lovelace, autora del primer programa de computación a mediados del siglo XIX. 
El pasado 7 de marzo moderé una mesa de mujeres científicas en el Congreso de los Diputados para hablar justamente de todo esto. Algunas de las mentes más brillantes de la ciencia española estaban allí y eran mujeres. Como la química María Vallet Regí, que, entre otras cosas, desarrolla nanopartículas capaces de transportar los  fármacos con toda precisión a los tejidos enfermos.O como la ingeniera y doctora en robótica Elena García Armada, fundadora de Marsi Bionics, la única empresa del mundo que desarrolla exoesqueletos pediátricos:
 ha creado el primer exoesqueleto biónico para niños con atrofia muscular. 
 En total eran siete, todas tremendas: Gema Climent (neuropsicóloga), Rosana Rodríguez (matemática), Rocío Vilar Cortabitarte (física)… También estaba Marieta Jiménez, presidenta y directora general de la potente farmacéutica Merck España.  

“La situación de las mujeres en las empresas depende del CEO (director ejecutivo)”, dijo Marieta con la completa seguridad de quien conoce el tema. 
Por eso en Merck impera la igualdad. 
Hace años, un alto cargo de la empresa le anunció a Marieta que ella jamás, pero jamás, jamás, llegaría a un puesto directivo.
 Sí, en efecto sabe de lo que habla. 
La séptima, en fin, era María Blasco, esa genio de la biología molecular que dirige desde 2011 el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) y que es una de las autoridades mundiales en un área tan rompedora y fascinante como los telómeros y la telomerasa. 
Los telómeros son los extremos de los cromosomas y sirven para proteger el material genético; se ha descubierto que, a medida que las células se dividen, los telómeros se acortan y la célula se va deteriorando hasta llegar a morir. 
Esto es, son la clave del envejecimiento.
En cuanto a la telomerasa, es una enzima que fomenta el crecimiento de los telómeros, pero resulta que sólo actúa durante el desarrollo embrionario y después de nacer se silencia. 
Salvo en los tumores, que consiguen reactivar la telomerasa: gracias a esa enzima, las células cancerígenas son inmortales.
 Así que estamos hablando de temas tan esenciales como la prolongación de la vida, la vejez o la posible curación del cáncer. En todo eso trabaja María, una científica excepcional que fue quien aisló el gen de la telomerasa y demostró la importancia de su función.
 Y es que la ciencia en ­España, pese a la trágica falta de presupuesto (como me explicaron hace unos días en el CNIO, desde 2009 ha habido un 40% de recortes en los planes estatales de investigación, ya exiguos en su momento), tiene en su haber logros formidables.
 Enorgullezcámonos del CNIO, que es el primer centro de investigaciones oncológicas de Europa y el cuarto del mundo. ¡Y lo dirige una mujer!
 Cuéntaselo a tu vecino cuando te suelte lo de que las chicas no valen para las ciencias.
 Y sobre todo dile que no repita tamaña necedad a sus hijas.
(¿Quieres hacerte amigo del CNIO? Yo me he hecho. Entra en  www.cnio.es
y apoya a este centro admirable).

 
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La invasión de los Caballeros Negros................Javier Marías

El mundo se ha llenado de personas tozudas, impermeables, graníticas, que dan la espalda a las evidencias.
 Me recuerdan a un personaje de Monty Python.


La invasión de los Caballeros Negros


TRAS LEER EN ESTE DIARIO el interesante reportaje de Javier Salas sobre los llamados “terraplanistas”, convencidos de que la Tierra es plana contra toda argumentación y demostración, y que creen que la afirmación de que es esférica responde sólo a una gigantesca conspiración (aunque no sepan con qué fin conspira desde hace siglos la mayoría de la humanidad), he llegado a la conclusión de que nada tiene de extraña la proliferación de individuos con fe inconmovible en fantasías.
 Entre ellos se cuentan quienes aseguran que las vacunas son dañinas, que los atentados de las Torres Gemelas fueron “otra cosa”, que Hollywood escenificó el alunizaje de Armstrong, que Bin Laden sigue vivo o que ya estaba muerto cuando el comando estadounidense lo alcanzó.
 Al parecer, la idea de que existe una conspiración planetaria para engañar a la buena gente reconforta a mucha de esa gente: si todo está estudiado, planeado, preparado y falsificado, el universo tiene cierto orden; si casi todo lo que nos cuentan es mentira, eso significa que la verdad yace sepultada y oculta, pero que hay verdad. 
Esas buenas gentes, por voluntarismo o por intuición, por ciencia infusa o por mero wishful thinking o “pensamiento desiderativo” (pienso que sucede o va a suceder lo que deseo que suceda, en el presente o en el futuro), se aferran a sus creencias y nadie las puede disuadir de ellas.
 De hecho, es contraproducente intentarlo: cuantas más pruebas se les presenten de que están en el error, más se reafirmarán en él y mayor les parecerá la magnitud de la conspiración.
Si digo que esto nada tiene de extraño es porque hace mucho que los políticos se instalaron en la permanente negación pública de la realidad, y, como he dicho en otras ocasiones, su influencia sobre la población es incomprensiblemente desmesurada. 
También lo es la de las “celebridades”, se dediquen a lo que se dediquen o si no se dedican a nada. 
Pero fueron los políticos los pioneros de la actitud. 
Cada vez que ha habido elecciones, todos los partidos y sus líderes han proclamado su victoria o su avance, así hubieran sufrido un batacazo o un retroceso.
 Unos, porque fueron los más votados (aunque les fuera imposible gobernar); otros, porque mediante pactos podrían formar una mayoría (aunque hubieran perdido la mitad de sus escaños respecto a la consulta anterior); otros, porque pasaron de tres diputados a cinco, cosas así. 
 Igualmente, yo he conocido a artistas que han ido de fracaso en fracaso y que luego hablan de ellos como si hubieran sido éxitos rotundos.
 A menudo me he percatado de que no es que pretendan engañar a nadie (es público y notorio que la obra de teatro fue pateada y cosechó críticas crueles, que la novela vendió pocos ejemplares y pasó sin pena ni gloria, que la película no la fue a ver casi nadie y duró tres días en cartel), sino que ellos necesitan tanto creer que su vida es una ristra de triunfos que logran persuadirse de la única versión de la realidad que les resulta soportable. 
No es raro que abunden personajes así, tras varias generaciones educadas en la intolerancia a la frustración.
 Cada vez hay más personas que no están dispuestas a ver lo que les desagrada o las hiere, y se crean mundos paralelos con sus poderosas imaginaciones.
 “¿Cómo que Trump es un embustero que beneficia a los ricos y desprecia a las mujeres? Si sólo dice verdades, se desvive por los pobres y es exquisito y caballeroso con ellas”. “¿Cómo que Putin es manipulador y persigue a los periodistas? Si jamás ha movido un hilo y es el mayor defensor de la libertad de expresión”. 
“¿Cómo que Montero e Iglesias son narcisistas y están locos por la televisión? Si son las almas más humildes y la televisión los ha perjudicado, sobre todo la Sexta que los trata tan mal”. 
Y así hasta el delirio. 
El mundo se ha llenado de personas tozudas, impermeables, graníticas, que dan la espalda a las evidencias y me recuerdan al Caballero Negro, un personaje de una vieja película de los Monty Python del que ya hablé una vez. 
Se encontraba con el Rey Arturo en un camino y se negaba a cederle el paso.
 Luchaban. Arturo le cortaba un brazo y lo instaba a rendirse. “Bah, es un arañazo”, respondía el Caballero, y porfiaba.
 El Rey le cortaba el otro brazo: “Daos por vencido, estáis sin brazos”. “Qué va, es una herida superficial”.
 Le cortaba una pierna. “Bien, dejémoslo en tablas”, concedía el Caballero, y volvía a arremeter malamente.
 Caía la otra pierna, y todavía el tronco sin miembros gritaba: “¿Así que huís, gusano cobarde? Venid, os destrozaré a mordiscos”.
La escena era mitad cómica y mitad grimosa. Exactamente como la que ofrecen hoy tantos: los partidarios del Brexit que aún vislumbran un imperio (ruinoso); los de Chávez y Maduro que aún ven su régimen como un logro para los desfavorecidos; los independentistas catalanes que exigen la “implementación” inmediata de su República; y por supuesto los “terraplanistas” que encuentran sólo terreno llano a su paso:
 “¿Qué dicen esos malvados de la tierra esférica? Las cosas son como yo las percibo y no hay vuelta de hoja”.
 Lo mismo que el Caballero Negro, que se consideraba invencible. “¿No veis que sois sólo un tronco?” “Imposible, qué tontería. Yo nunca pierdo”.  



Javier Marías
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23 mar 2019

Cómo se perdió en la locura la madre acusada de matar a sus dos hijos en Godella

María Gombau no fue diagnosticada hasta su detención pese a haber sufrido otro brote psicótico después de haber tenido al primer hijo en 2016.

maria gombau mensua
María Gombau, en su casa, todavía sin acabar de arreglar, entre finales de 2017 y principios de 2018.

 

“La Universidad te enseña tarde”.................... Juan Cruz

Universitarios del colegio mayor Covarrubias de Madrid ponen nota al mundo, al país y a sus estudios.

Desde la izquierda, Alonso, Mónica, Irene, Manuel G., Manuel J. y Carmela, en el colegio mayor Covarrubias de Madrid el miércoles.
Desde la izquierda, Alonso, Mónica, Irene, Manuel G., Manuel J. y Carmela, en el colegio mayor Covarrubias de Madrid el miércoles.
El Plan Bolonia acortó las carreras, y universitarios que empiezan o están a punto de acabar se sienten decepcionados.
 "La Universidad te enseña siempre un poco tarde", dice Carmela García, asturiana, tercero en Ingeniería Industrial de Diseño Industrial y de Desarrollo de Producto.
Esperanza al empezar, decepción desde el comienzo, a la mitad o finalizando.
 "No salimos preparados. Cuatro años no es nada". Carmela, Miguel Jordana, segundo de Periodismo, de Navarra; Mónica Casado, asturiana, primero de esa carrera; Irene Calvo, zaragozana, en primer curso de Política y Filosofía; Alonso Villalón, malagueño, en primero de Física, y Miguel González, soriano, en cuarto de Ciencias Políticas y Derecho, coinciden en la frustración. Hablamos en el colegio mayor Covarrubias de Madrid, donde viven.
Ponen notas al mundo y a este país.
 El mundo "va mal", por debajo de un tres, y España va "a peor". Salva la nota Carmela: "Este país merece un seis. Llamas a una ambulancia y viene", dice.
 Añade Alonso: "Y para que venga no te tienes que hipotecar". Él se siente tan decepcionado "por lo que se dice y se siente aquí" que ya se ve fuera de España.
 Irene daría a este país "una nota más bien bajita, con amor lo digo".
Mónica no ha visto una Redacción y no tiene un micrófono para practicar radio. 
A Miguel Jordana le pasa igual. Mónica, además, señala que "a estas alturas del curso" aún no se han tramitado las becas, "y si a la educación se la trata así, díganme qué país es este".
 Miguel García, a punto de acabar, ahora sabe cómo abordar la política, "pero el Derecho se enseña como si fuéramos a tratar con pedazos de carne".
 La deshumanización de la enseñanza se une, dice Irene, a la escasa importancia que se da, en Filosofía, a lo que importa. 
"No se puede dar el mismo tiempo a Aristóteles que a la filosofía medieval".

Esperaban más prácticas, más humanidades, aprender a dudar. 
A Miguel Jordana le preguntamos si ya sabe qué es periodismo: "Ni idea". Irene, que estudia Filosofía, aún no ha aprendido a dudar, dice, y Alonso duda de todo, "por eso estudio Física".
A Miguel García le inquieta este país "envejecido al que la política no le importa" y que "es víctima de las noticias falsas".
 La derecha remonta (en Andalucía) y la izquierda, dice, "no se entera".
 A Carmela le da "miedo lo que puede pasar". El periodista por venir, Miguel Jordana, dice de sus estímulos: "Estar con quienes estudian otras disciplinas te enriquece.
 Eso es lo bueno de estar aquí".
Al final fue cuando Carmela dijo aquello: "La Universidad te enseña siempre un poco tarde".
Y no hay práctica. En Física, dice Alonso, "han puesto el grado de Inglés, y los que enseñan ni saben bien el inglés ni saben bien su asignatura". Carmela está "aprendiendo mucho de los productos y cómo venderlos, pero a estas alturas" no se siente "capaz de afrontar lo que implica una carrera como esta". Miguel, el estudiante de Políticas y Derecho: "Con lo que aprendes en cuatro años no tienes ni metodología ni práctica". Su decepción es el temor de Irene. Carmela cree que esa sensación se le irá acentuando. "Estoy en tercero, sigo esperando lo que vine a buscar. Y acabas la carrera y te irás con esa sensación: ¿y qué más? Y ahí entran los másteres, los talleres...".