Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

14 mar 2019

La reina Letizia y Carlos de Inglaterra inauguran la exposición de Sorolla en la National Gallery

60 obras del "maestro de la luz" para descubrir el maestro valenciano al público inglés.

La reina Letizia y el príncipe Carlos, ante uno de los cuadros de la exposición. En vídeo, la reina visita la exposición de Sorolla en compañía de Carlos de Inglaterra.

Mientras Westminster se desgarraba una vez más en torno a la crisis eterna del Brexit, a un kilómetro y medio, en Trafalgar Square, la reina Letizia y el príncipe de Gales inauguraban juntos uno de los mayores acontecimientos culturales que Londres acogerá este año.
 La National Gallery mostrará, desde el 18 de marzo al 7 de julio, la exposición Sorolla: Spanish Master of Light (Sorolla: el maestro español de la luz).
Carlos de Inglaterra, rodeado del enjambre habitual de personal de Clarence House que le acompaña en cada uno de sus actos públicos, llegó con puntualidad exquisita al Ala Sainsbury, el edifcio adyacente de arquitectura moderna del museo en el que se ha instalado la exposición, a las 18:20 (19:20 hora española). Merodeó un rato en el vestíbulo, a la espera de la Reina de España, hasta que decidió que la esperaría directamente en la entrada de la primera sala. 
Letizia llegó con ligero retraso. A las 18:45 la Reina saludó al centenar de españoles que la esperaban en la calle.
 Vestido de fondo verde y azul con enormes flores lillas y verdes, de cuello redondo, cuerpo entallado y falda midi de vuelo.
 Muy similar en el corte a los diseños de Carolina Herrera que la Reina favorece para estas ocasiones.
Junto a Carlos de Inglaterra esperaban a Letizia la nieta del pintor, Blanca Pons-Soralla, especialista en la obra del artista que ha realizado labores de consultoría para el conservador de la exposición, Christopher Riopelle.
 "Son 60 obras de un Soralla en su plenitud, con su total dominio de la luz, para dar una visión lo más amplia y completa posible al público inglés de este maestro de la pintura", explica Riopelle.
Fue una visita fugaz —la Reina regresó a España esa misma noche—, pero concentró en las salas de la National Gallery a figuras relevantes españolas, como a la directora artística del English National Ballet, Tamara Rojo, o la emprsaria Esther Koplovitz, y su hija Esther Alcocer.
El director de la National Gallery, Gabriele Finaldi, acompañó a la Reina y al heredero de la Corona británica en el recorrido de las siete salas que agrupan la exposición, y explicó a Carlos y Letizia el significado o importancia de obras como "Desnudo de mujer:1902" o el retrato de la Princesa Beatriz de Battenburg, la tatarabuela de Felipe VI.
La retrospectiva de Sorolla es la primera que se exhibe en Londres desde 1908. Entonces, fue el propio pintor el que organizó una muestra de su obra en las Galerías Grafton, donde fue promovido como "el mejor pintor vivo del mundo".

 

Haruki Murakami: “El trabajo de un novelista es soñar despierto”







TODOS VIVIMOS en una especie de jaula. 
Puede ser de oro y hermosa, pero es la jaula que supone ser solo uno mismo”, dirá él, que vende libros por millones y cuyo nombre suena infaltablemente como candidato al Nobel desde hace una década.
 Haruki Murakami, autor de novelas como Tokio blues, Baila, baila, baila y 1Q84, y el escritor japonés que ha sido traducido a 50 idiomas, hizo de la literatura un salvoconducto para burlar ese encierro.
 Y de no conceder entrevistas, parte de su leyenda.




¿Murakami, el que corre un maratón por año desde hace 37, escribe improvisando como un jazzman y tiene una colección de 10.000 vinilos?
 ¿El que tachona sus historias de personajes sin nombre, canciones, túneles, gatos, soledades, espectros, sueños, crueldades y vuelve al amor y al desamor —una y otra vez— como si en verdad pudiéramos entenderlos?
Ese mismo Murakami (Kioto, 1949), fanático de los Beatles y casado a lo Lennon desde hace 47 años con una mujer llamada Yoko, acaba de entrar al salón del cuarto piso del hotel que ocupa hoy el solar de la primera casa construida en el casco colonial de Quito, fundada por Francisco Pizarro en el siglo XVI.
 El narrador que imagina novelas por entregas con libros iniciales de 600 páginas y tiene a los lectores colgados como yonquis esperando las siguientes 400 visita por primera vez ­Sudamérica a raíz de los festejos de un siglo de relaciones entre Ecuador y Japón. “La altitud hace peligroso correr aquí, pero visité Galápagos, que es muy hermoso. 
Hablé también en un teatro donde unas 2.000 personas me hicieron sentir como Bruce Springsteen”, bromea.
Lleva una barba entrecana de varios días y calza deportivas negras con cordones color naranja rabioso que hacen temer que se dará a la carrera si las preguntas lo incomodan. 
Confirma en la charla algo leído: tiempo atrás compró en Hawái la casa donde se filmó Perdidos
“Fue casualidad, no conocía la serie; cuando la vi me gustó, pero eran otros los que decían: ‘¡Esa es tu casa!’. Yo no fui capaz de reconocerla”.

Cortés, al hablar en inglés cultiva un tic: antes de responder estira los silencios como si los catara y desvía la vista hacia la derecha buscando palabras que lo expliquen en ese idioma ajeno.
 Su decimocuarta novela es la excusa de este encuentro: La muerte del comendador refiere a una escena de la ópera Don Giovanni, de Mozart, y a una pintura que encuentra el protagonista, un retratista en plena crisis existencial. 
Se publica en dos volúmenes (Tusquets lanzó el segundo el 15 de enero) y solo en Japón ha vendido 1.800.000 ejemplares.




La muerte del comendador empieza con un sueño inquietante: un artista debe pintar el retrato de un hombre sin rostro. ¿Llegó así la idea del libro? 
 No, agregué ese prólogo. Lo primero que apareció fue el paisaje. Una casa cerca del mar, en lo alto de una montaña y en el límite: hacia delante se ve despejado, y hacia atrás, siempre nubarrones. Escribí esos párrafos iniciales y me pregunté qué pasaría porque no tenía idea. 
El protagonista cuenta la historia de su esposa, de quien se separa cuando le dice que no puede seguir viviendo con él. 
Recorre Japón en coche, solo, aturdido, sin entender qué sucede, hasta que varios meses después un amigo le presta esa casa.
Muchas de sus ficciones presentan protagonistas en crisis que atraviesan la treintena. ¿Qué significado tiene esa década para usted? 
 En Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, una novela larga de los noventa, narré la vida de un treintañero cuya cotidianidad cambia cuando desaparecen primero su gato y luego su mujer. Empecé en tercera persona, pero volví a la primera porque sentía que lo que quería contar requería mayor intimidad. 
No sé por qué elijo esos protagonistas. Tal vez sea ese sesgo personal, esa búsqueda de sentido en medio de la vacilación, lo que me interesa.
 Es como si a esa edad nos diéramos cuenta de que esa vida es la nuestra.
 Ese proceso de apropiación me intriga. Uno no es tan joven ya, pero tampoco viejo. Es libre y vulnerable a la vez.
Este personaje, sin embargo, no se siente tan libre, ¿no? Su crisis es radical: pinta retratos, vive de eso, pero no sabe cuál es su obra.
 Lucha para entender lo que quiere expresar; es una búsqueda definitoria.
 La novela cuenta también eso: su descubrimiento como artista, su estado mental como creador.

¿Qué colores usaría para pintar su propio retrato? ¿Colores? Cuando escribo pienso en música, no veo ningún color.
 Quizá sea una forma de poder usarlos todos. Me pasa algo similar con los sueños. Yo no sueño. 
O no los recuerdo, pero mi literatura está llena de ellos; los imagino. Un amigo mío, psiquiatra, solía decirme: “Escribes, no tienes que soñar”.
¿Se ha psicoanalizado alguna vez? No, el psicoanálisis no me interesa, pero sí debería haberle preguntado por qué no creía necesario que yo soñara.
 Lo lamento; murió hace algunos años.
¿Extraña algo de su vida anterior a la literatura, la época en que su mujer y usted regentaban un club de jazz? Extraño el mundillo, los músicos.
 Pero desde agosto conduzco un programa de radio en Tokio. 
Soy pinchadiscos y recuperé lo más divertido de aquel tiempo.
Elijo la música —rock, pop, jazz— y hablo sobre ella y sobre literatura.
 Tenía mis dudas, pero Yoko me alentó: “Puedes hacerlo. Serías un buen DJ”, me dijo. Y estoy disfrutándolo. El sentimiento es de puro placer.
Publicó su primera novela en 1979 y cambió su rutina: dejó de trasnochar, comenzó a correr diariamente… ¿Le gustaría que sus lectores lo leyeran también con todo el cuerpo?
  [Se ríe] No, escribir novelas largas como las mías requiere un esfuerzo sostenido y metódico. 
No es un trabajo liviano; escribo con la sensación física de darlo todo; administro mi energía como el aire en los maratones e intento ofrecer siempre algo nuevo. 
Solo espero que el lector disfrute del libro. Esa es su parte.
Lo preguntaba por el modo en que sus relatos convocan todos los sentidos. Hay música, sexo, comida… Me gustan las cosas físicas. Si escribo sobre alguien que bebe una cerveza, espero que los lectores quieran una
 Busco imprimirle a mi literatura esa dimensión porque confío en la reacción corporal como algo ­auténtico, inmanejable, y si aparece, creo que la historia está funcionando.
 Si alguien en el libro enferma, me gustaría que el lector viviera sus síntomas. Ese es el propósito del relato.
Escribir sobre la soledad, la violencia, la locura, ¿qué es lo más desafiante? Lograr que los lectores rían.
 No sonreír; hablo de reír a carcajadas. Muchos japoneses leen mis libros de pie en el metro o en el tren, cuando van al trabajo; la gente alrededor los mira, puede resultar hasta vergonzoso para ellos.
 Pero yo siento que logré lo que buscaba.
 ¿Por qué es tan importante para usted? Reír y llorar son las emociones más transparentes.
 Pero hacer llorar es más sencillo. Cuando ríes es porque tu atención se ha relajado; estás allí, hay entre lo que el libro cuenta y lo que sientes un punto de encuentro, una humanidad corpórea. Me gusta llegar a ese espacio común.
 Soy escritor y, por supuesto, tengo opiniones e ideas que expresar, pero sin ese nivel físico esencial, risa y llanto, creo que sería muy difícil transmitir lo que quiero contar.
¿Tiene un sentido especial para usted cumplir 70 años? No siento nada especial, pero tampoco me arrepiento.
 Cometí errores, como todos, pero lo que pasó, pasó. La inocencia es inevitable; en eso soy una especie de fatalista.
 Me ha preguntado si lamento no haber tenido hijos.
 Simplemente sucedió. No puedo hacer nada. Acepto lo que sucede. Quizás en esto sea diferente de otras personas. 
Vivo y escribo mis novelas desde esa aceptación. Es importante para mí. 

¿Acepta también sus miedos? ¿A qué le teme? Me estoy haciendo viejo.
 No sé cómo es ni qué se siente porque es mi primera experiencia [se ríe].
 Pero tengo curiosidad y es más fuerte que el miedo. Me gustaría ver qué me va a pasar. 
He corrido maratones durante 36 o 37 años. Pero como estoy envejeciendo, empeoro; soy más lento cada vez.
 No importa. Quiero saber durante cuánto tiempo más podré correr y disfrutarlo.
 Muchos amigos lo dejaron porque les deprime. A mí no. Es la vida y quiero saber cómo sigue, qué va a pasar conmigo. 
Me entusiasma.
¿Le sorprende su éxito global? ¡Me gustaría que me lo explicaran! Sucedió en los últimos 20 años.
 Gratifica, pero es algo que pasó en los demás.
 Yo sigo igual: escribo por la mañana, cuatro o cinco horas, la misma cantidad de páginas, y cuando me levanto de la silla, solo quiero saber adónde me llevará la historia.
 Por eso vuelvo al día siguiente. 

Haruki Murakami, retratado a finales del año pasado en Nueva York.
 Haruki Murakami

Políticos noruegos proponen a la activista Greta Thunberg para el Nobel de la Paz

La adolescente sueca ha impulsado una huelga mundial para implicar a los políticos en la lucha contra el cambio climático.

Greta Thunberg, en el centro, frente al Parlamento en Estocolmo (Suecia) la semana pasada. En vídeo, entrevista a Greta Thunberg
La adolescente sueca Greta Thunberg, instigadora de una huelga escolar para pedir acciones contra el cambio climático, ha sido propuesta para el Nobel de la Paz 2019 por tres políticos noruegos, según han informado hoy los promotores de la candidatura.
"Propusimos a Greta Thunberg porque el cambio climático, si no lo frenamos, será la principal causa de las guerras, los conflictos y el flujo de refugiados que vendrán", explicó a la agencia de noticias francesa AFP el diputado Freddy André Ovstegrd. 
"Greta Thunberg lanzó un movimiento de masas en el que veo, quizás, la principal contribución a la paz", añadió.
La joven sueca de 16 años se ha convertido en una figura de la lucha contra el cambio climático y convocó una "huelga mundial" de escolares este viernes para pedir acciones para luchar eficazmente contra el fenómeno.
 Aunque ella misma admite que nunca pensó que la iniciativa llegara tan lejos: 
 "Creía que esto iba a durar tres semanas, nadie confiaba en que pudiese hacerlo. Pero lo hice. 
Y después de eso no quedé satisfecha, así que empecé #FridaysForFuture, un movimiento que he visto crecer lentamente día a día", ha explicado Thunberg a la agencia alemana DPA.

La activista sueca ya ha dado discursos ante los líderes mundiales en el foro económico de Davos y en la conferencia climática de la ONU en Katowice. 
"He recibido un apoyo enorme de todo el movimiento ecologista y de todo el mundo que defiende el clima.
 No había sido posible sin ellos", reconoce.
Thunberg explica que la idea de la huelga estudiantil estuvo inspirada por los alumnos del instituto de Parkland, en Florida, donde murieron 17 personas en febrero de 2018 debido a un tiroteo. "Creo que Rosa Parks también ha sido un gran ejemplo, una mujer tímida e introvertida sobre la que he leído mucho. 
Ahora todo el mundo tiende a ser social y extrovertida, pero yo no soy así y espero que esto inspire y demuestre a todos aquellos que son como yo que también podemos ser escuchados y hacer grandes cosas", relata.
"Es muy inspirador ver lo que una persona puede lograr simplemente sentándose en un autobús", afirma en relación a Rosa Parks, que en 1955 rechazó ceder su asiento a un hombre blanco en Montgomery, Alabama, una acción que supuso un punto de inflexión en el movimiento de los derechos civiles en Estados Unidos.
Thunberg rechaza considerarse un icono, pero es aclamada allí donde va. 
En las últimas semanas ha sido vitoreada en las protestas de Alemania, Suiza, Bélgica y Francia, países en los que se ha sumado a las marchas a favor del clima.

 

Ratificada la pena de cinco años de cárcel para Juana Rivas por sustracción de menores

 
 

La Audiencia de Granada también confirma los seis años de inhabilitación para tener la patria potestad de sus dos hijos.

Juana Rivas llega a los juzgados de Granada el pasado 2 de octubre.
Juana Rivas llega a los juzgados de Granada el pasado 2 de octubre.
La Audiencia Provincial de Granada ha ratificado la condena de cinco años de cárcel a Juana Rivas por la sustracción de sus dos hijos, de 5 y 12 años de edad, cuando en mayo de 2016 los trajo a España y no los llevó de regreso a Italia con su padre, Francesco Arcuri, como habían acordado.

Los tres miembros del tribunal que han estudiado el recurso de Juana Rivas a la sentencia de julio del año pasado confirman la pena de cárcel y los seis años de inhabilitación para ejercer la patria por dos delitos de sustracción de menores.
 El auto del Tribunal de apelación solo modifica la sentencia en lo que se refiere a la indemnización que Juana Rivas debe pagar a Arcuri por daños morales. 
El juez cifró en julio esa cuantía en 30.000 euros y ahora ha sido rebajada a 12.000.
Enrique Zambrano, abogado de Arcuri, ha destacado que "aunque haya rebajado la indemnización, sigue siendo una de las más altas que se haya dictado en España en este tipo de sentencias”. 
Pese a que la defensa de Arcuri puede solicitar la ejecución inmediata de la condena, no parece probable que Rivas ingrese en prisión en un periodo de tiempo corto. 
La defensa de Rivas puede aún recurrir en casación al Tribunal Supremo.
Ese recurso no puede impugnar los ya sentenciado. 
Es decir, la narración de los hechos –el qué ocurrió, por qué y con qué consecuencias– queda fijado por la narración de la sentencia. El auto de la sección 1 de la Audiencia provincial de Granada, compuesto por dos mujeres y tres hombres, mantiene con mucha firmeza los argumentos del juez y en la práctica ratifica todo lo investigado y sentenciado por el juez Manuel Piñar, autor de la sentencia original.
A partir de ahí, quien recurre en casación solo puede alegar errores en la aplicación de la ley por parte del tribunal.
 Enrique Zambrano, abogado de Arcuri, se mantiene a la espera de las instrucciones de su cliente respecto a pedir que se ejecute la condena. 
Si es por inadmisión, en ese momento se podría pedir la ejecución de la condena. Si no, habría que esperar a la decisión del Supremo. Este diario ha intentado sin éxito ponerse en contacto con Juana Rivas