El
diseñador que dio carta de naturaleza al estilo genuinamente americano
celebra el medio siglo de su marca entre grandes fastos y problemas
financieros.
Conectar con las nuevas generaciones es el regalo que
precisa más que nunca.
El diseñador Ralph Lauren en una entrega de premios celebrada en noviembre de 2018 en Nueva York.
James DevaneyGetty Images
Un oso de peluche marcándose un heelflip de monopatín es
todo lo que Ralph Lauren necesitaba esta Navidad. Estampado en un jersey
de lana azul marino, supone la guinda que corona las celebraciones de
su 50º aniversario. La muy necesaria prueba de que, medio siglo después,
el diseñador que ha definido no solo el estilo, sino también el sueño
de la moda americana, sigue siendo relevante. Las prenda es la estrella de la colección cápsula tramada junto a la marca de culto de skate
británica Palace que se agotó en apenas minutos tras ponerse a la
venta, a principios de noviembre. En los canales especializados de
segunda mano en Internet como StockX o Grailed se paga ahora mismo a partir de 900 euros, el doble de su precio original. Es, claro, el hito de este 2018 en términos de streetwear,
el espinoso terreno en el que el lujo se está jugando su futuro. Que
Ralph Lauren se haya anotado el tanto no resulta, en realidad, tan
extraño. “Me siento más cool que nunca”, proclamaba el diseñador y
empresario estadounidense en entrevista a la CBS desde su rancho de
Colorado, días después del magno desfile en el neoyorquino Central Park
que conmemoraba el sonado cumpleaños de su marca. “Tu trabajo ha
inspirado la historia de nuestras vidas. Las vidas que hemos vivido,
pero también aquellas a las que aspiramos. Estamos aquí porque has
perdurado”, glosó Oprah Winfrey en el brindis que le dedicó durante la cena de gala que siguió al show, el pasado 7 de septiembre.
Nacido Ralph Lifschitz en el neoyorquino barrio del Bronx, en 1939,
Lauren es el mejor ejemplo de la profecía autorrealizada de la moda
estadounidense, de talante eminentemente empresarial. En 1967, mientras
trabajaba como vendedor para la firma Beau Brummell, decidió crear su
propia línea de corbatas, más anchas y atrevidas, y también más caras de
lo que entonces se estilaba. Su jefe le advirtió del fracaso, pero al
año siguiente lanzaba Polo, la completa colección masculina sobre la que
levantaría un imperio que hoy tiene un valor de mercado estimado en
10.000 millones de dólares (88.000 millones de euros).
Jersey de Ralph Lauren.
“He observado al hombre y la mujer de mi país durante estos 50 años y
los he ayudado a evolucionar, a desarrollar sus gustos y estilos”,
continuaba ufano el diseñador en su comparecencia televisiva. Desde
luego, Lauren supo pulsar las teclas emocionales precisas a la hora de
vestirlos: apelando a la uniformadora pulcritud/corrección de la Ivy
League, cantera universitaria de intelectuales y políticos, y la
herencia aristocrática británica de la Costa Este (con sus regatas, su
pasión ecuestre y sus partidos de polo), por un lado, y a la mitología
colonizadora y cowboy del Lejano Oeste, por el otro.
Por haber unido las piezas del puzle que conforma la idea del estilo
norteamericano, al diseñador se le tiene por una suerte de
comisario/estilista antes que por un genuino creador. Y por haber sabido
hacer de ese hecho cultural un símbolo de estatus indumentario
aspiracional para millones de consumidores de clase media durante dos
largas décadas (los años 80 y casi todos los 90), un titán del negocio
de la moda.
“Es la clase de estadounidense que todos tenemos en mente: artista y
empresario, emprendedor y filántropo, y, por último, cabeza de una
dinastía. Es lo que cualquiera llamaría una estrella”, concedía su amigo
el escritor y cineasta Philippe Labro durante el homenaje que las
autoridades francesas le dedicaron en el palacio de Versalles, a
principios de este mes.
El diseñador Ralph Lauren y su esposa Ricky (en el centro) junto a sus
hijos y parejas en un evento en el castillo de Windsor en mayo de 2014:
de izquierda a derecha, Paul Arrouet y Dylan Lauren, Andrew Lauren y
Lauren Bush con David Lauren.
gtresonline
Acompañado por su esposa, Ricky (casados desde 1964), y por dos de
sus tres hijos, el primogénito Andrew (que ha preferido el cine al
negocio familiar) y Dylan (propietaria de la popular tienda de
chucherías de diseño Dylan’s Candy Bar), Lauren tenía que haber recibido
entonces la medalla de Oficial de la Legión de Honor, pero las protestas de los chalecos amarillos impidieron que el presidente Emmanuel Macron se personara en la ceremonia, que ha quedado pospuesta para 2019.
El contratiempo le ha ganado así margen al diseñador para intentar
solventar la situación financiera de su emporio, que en los dos últimos
años ha dejado de ingresar cerca de 1.000 millones de dólares en ventas,
según la web The Business of Fashion. La nefasta política de descuentos, que han depreciado su valor de marca, y la desconexión con las nuevas generaciones están detrás del problema. El plan presentado en julio por el actual director ejecutivo de la
firma, Patrice Louvet, debería restituir los ingresos perdidos en cinco
años. David, el menor de los hijos de Lauren y el único a su lado en la
marca, tiene ahora la palabra como director de innovación.
Estamos un pelín preocupados por Carlota Casiraghi. Nos apena que haya roto con su último novio y padre de su segundo hijo. Recordemos que su mamá también vivió en una montaña rusa del amor y su tía Estefanía,
en una cordillera. Pero en ellas se ha ejercido cierto micromachismo
sin reconocerlo. Lo primero que hacemos es criticarlas por lo que les
sucede porque son mujeres, aparte de princesas, guapas y ricas. Puede
ser que son esos hombres que eligen lo que está mal. Malas elecciones
encadenadas. Y ante las críticas por esas malas elecciones, sugiero que
pensemos que ellos se acercan, se ponen a tiro y ellas, por fascinantes
que puedan ser, no tienen un gran campo de elección. Mónaco,
aparte de caro y mínimo, es hermético. Y Carlota debe ser tan
inteligente como “complicada” para un caballero. Una vez pasó cerca de
mí en la exposición de Cartier en el Museo Thyssen. Miró a los ojos y
sonrió con arrollador encanto. “Encantado”, dije, y ella sin dejar de
mirarme respondió: “Yo también”.
Carlota Casiraghi el 7 de mayo de 2018 en la Gala del Museo Metropolitano de Nueva York.Taylor HillGetty Images
Hay que proteger a Carlota igual que debemos proteger los océanos de los microplásticos. Decidí reunir unos amigos para recibir el Año Nuevo, una decisión que tuvo que pasar por el vía crucis
de encajar en las agendas de todas y todos, incluyendo esos amigos que
ponen en remojo tu fiesta en la espera de mejores invitaciones. Hay que
aceptarlo, es ley de vida social. Después, los que acuden te regalan
buenos momentos. Como el de ver a Anne Igartiburu dar las campanadas un Fin de Año más, vestida con un Lorenzo Caprile que homenajeaba el clavel y con el propio Lorenzo Caprile
a mi lado, sosteniendo un cuenco con doce uvas. “Lorenzo, es
maravilloso”, le comenté por su traje (y lo bien que lo llevaba Anne),
él lo miro un instante, al bies, en nuestro televisor de hace veinte
años (casi los mismos que lleva Igartiburu dando las uvas), haciendo un
fugaz repaso técnico y musitó: “Garofano, así se llama, que es clavel en
italiano”. Y acto seguido, siguió la conversación con mis sobrinas,
tranquilo, como si el vestido fuera de otra persona. Una de las cosas
que me pido para este año es tener esa misma capacidad de distanciarme
de lo que hago. Al día siguiente, Lorenzo envió a casa un espléndido
ramo de claveles bellos y rojos. Antes de la separación de Carlota, el gran tema ha sido el robo de las joyas de María Teresa de Luxemburgo, que es de origen cubano.
Sucedió en enero pasado pero no fue hasta diciembre del 2018 que la
policía luxemburguesa detuvo e interrogó al principal sospechoso del
hurto, el maquillador de la Gran Duquesa Fue visto huyendo del lugar
del crimen en bicicleta antes de embarcar en una lancha y escapar por el
río. Un maquillador, presunto ladrón de joyas y además con conciencia
ecológica es el tipo de cosas que encienden un fin de año. Además, JV
—las iniciales aportadas por la policía— también era el maquillador de
cabecera de la reina Matilde de Bélgica y ella lo recomendó a María Teresa. Como en Los Tres Mosqueteros,
un lío de reinas, joyas y maquilladores que han dado pie a muchas
especulaciones pero que nos ha permitido descubrir que para María Teresa
de Luxemburgo, el país con mayor renta per cápita del mundo,
lo más importante en su vida es la lucha contra la pobreza.
¡Evidentemente, contra la pobreza mundial porque la de Luxemburgo está
bastante paliada! Es una ilusión muy romanticona pero el robo de sus
joyas, en uno de esos giros inesperados típicos de estas historias
folletinescas, tendría un final feliz si con su rescate va a parar todo a
las arcas de su fundación para acabar con el hambre que hay fuera de
las diminutas y acaudaladas fronteras del Gran Ducado.
Por supuesto, la prensa luxemburguesa está amordazada en este tema. Todo
se sabe a través de las prensas francesa y belga y por un amigo mío que
contactó con su tía Vilma que vive en Luxemburgo “para sentir lo que
pasa en la calle”. Ella respondió con que hay impuesta ley de silencio
pero sugirió la nueva página web de María Teresa,
ilustrada con un magnífico primer plano de ella, con cachemires
carísimos y nada de joyas, claro. Volvemos a lo mismo, no es fácil ser
gran duquesa ni pequeña princesa. Ni tampoco es fácil salir de la
pobreza.
El rey
emérito celebra su cumpleaños este sábado y deja atrás 12 meses en los
que su vida personal se ha aireado de nuevo, pero su figura
institucional se ha reconocido.
El rey Juan Carlos, el pasado 7 de diciembre en el Congreso.ÓSCAR DEL POZOGETTY
Lo celebrará
discretamente con parte de su familia y algunos amigos gracias a esa
vida de retiro que disfruta desde hace cuatro años y medio, cuando se
produjo el relevo en la Corona y su hijo Felipe VI le sucedió en la
Jefatura del Estado.
Don Juan Carlos llega a este aniversario tras un
año en el que, de nuevo, su vida privada ha sido aireada por la difusión
de las supuestas grabaciones realizadas por el comisario Villarejo a Corinna Larsen,
que revelan que el entonces jefe del Estado disponía de una estructura
financiera opaca y que la utilizaba a ella como testaferro por residir
en Mónaco.
Unas informaciones que volvieron a zarandear los cimientos de
la Casa del Rey.
Estas dos situaciones han sido las notas
discordantes en un año diseñado para homenajear la figura del Rey que
impulsó la democracia en España.
La ceremonia del aniversario de la Constitución, el pasado 7 de diciembre con la presencia de los cuatro reyes,
supuso un acto de reconocimiento de los poderes del Estado a la figura
de Juan Carlos I por su labor en el tránsito de España a la democracia.
De esta manera, además se subsanaba el error que le impidió participar
en el acto en que se conmemoraba el 40º aniversario de las primeras
elecciones democráticas, una situación que le incomodó mucho.
La
reina Sofía rodeada de su familia al completo por su 80 cumpleaños. La
infanta Cristina no aparecía en una imagen familiar desde hace casi
siete años.CASA DEL REY
Letizia parece una niña del "Resplandor"
En el aspecto familiar, don Juan Carlos también ha cerrado heridas.
El primer paso lo dio en enero de 2018 cuando en compañía de doña Sofía y
de su hija mayor, la infanta Elena, acudió a Ginebra para visitar a su
hija Cristina, que no estuvo presente en el almuerzo familiar en el que
se celebró su 80 aniversario. La absolución de la Infanta en el caso
Nóos, el 17 de febrero de 2017, y la entrada en la prisión de
Brieva (Ávila) el 19 de junio de Iñaki Urdangarin para cumplir una
condena de cinco años y 10 meses por prevaricación, malversación,
tráfico de influencias, fraude y dos delitos fiscales, ha abierto un
nuevo tiempo en las relaciones de la familia del Rey. Ahora es habitual
ver a la infanta Cristina en Madrid con sus cuatro hijos: Juan, Pablo,
Miguel e Irene. Todos ellos acudieron en noviembre a Zarzuela para celebrar con doña Sofía su 80 cumpleaños y posaron con don Felipe y doña Letizia en una imagen que no se producía tras estallar el caso Nóos. Además, don Juan Carlos quiso que su hija menor, con la que durante muchos meses cortó relaciones, le acompañara a Abu Dabi para presenciar el Gran Premio de Fórmula 1
en lo que se calificó como el viaje de la reconciliación. Porque
durante el último año ha sido su hija Elena y los hijos de esta, Felipe
(Froilán) y Victoria, sus grandes compañeros en momentos de ocio. La
infanta Elena, además, le ha acompañado en sus jornadas marineras en
Galicia. Lo que sigue sin superar don Juan Carlos son sus problemas de salud. Sus
numerosas operaciones impiden que su movilidad sea la deseada, sin
embargo, eso no le frena viajar con frecuencia para disfrutar de la vida
de un monarca jubilado.
Nunca me has gustado José Mourinho, siempre se ha notado tu envidia con Iker, y cuando Casillas , harto ya pidió irse y fue al Oporto, seguiste hablando de él,dijistes cuanto ganaba Iker Casillas, no sé que puede importarte, ganó el Mundial para España., claro que supongo no estaran ajenos ni Florentino ni Butragueño.Son los que mandan y tu malhumorado siempre, eres muy antipático y no sé por qué se fijaron en ti.
El año pasado, José Mourinho
era uno de los mejores entrenadores del mundo, dirigía uno de los
equipos más ricos y llevaba una vida aparentemente feliz junto a su
esposa tras 29 años de matrimonio. Sin embargo, puede que no lleguen a
celebrar su 30 aniversario este 2019, que ha empezado con una profunda
crisis profesional y personal para el portugués. Hace poco más de dos semanas el técnico era despedido del Manchester United tras una mala racha de resultados, y las navidades se le amargaron todavía más cuando el periódico The Sun
publicó unas fotos suyas junto a una mujer con la que presuntamente
habría mantenido una relación paralela durante ocho años. Se llama Prue
Carter Robinson, es rubia, soltera y 11 años menor que él. Mourinho la
habría conocido en 2010. En menos de una semana se ratificaba el peor
año tanto en lo profesional como en lo personal para un hombre acostumbrado a conquistar títulos,
firmar contratos millonarios y alcanzar una popularidad enorme gracias a
un carácter muy peculiar que le llevó a autocalificarse y ser conocido
como The special one.
Desde entonces se habrían sucedido escapadas y encuentros, sobre todo
en Londres desde que en 2013 el técnico salió del equipo blanco y
regresó a la capital británica para volver a entrenar al Chelsea.
Prue Carter es seguidora de ese club y posee una casa valorada en más
de 1,3 millones de euros en el norte de la ciudad. Estudió en la
prestigiosa escuela para chicas Grey Coat Hospital, en Westminster, y
trabaja en IBM, aunque ahora se ha tomado un periodo de excedencia.
La
prensa inglesa cuenta que tras ser preguntada por su amistad especial
con el portugués, Prue respondió nerviosa:
“No sé de qué me hablan”.
Después dio un portazo.
Una gran cantidad de fotos prueban la conexión
entre ambos durante los últimos ocho años.
Desde una en Madrid tomando
una copa en 2010 hasta otra paseando juntos descalzos por la playa.
Jose Mourinho en 2014, junto a su esposa, Matilde Faria, y sus dos hijos Matilde y José Mario.AFP/Getty
Mourinho intentó en vano impedir legalmente la publicación de más
imágenes la víspera de Nochebuena. El rotativo inglés obtuvo las fotos
de las redes sociales incluso de perfiles de la propia Prue, que
presumía de viajes exóticos junto al famoso entrenador. Todas esas
cuentas han sido borradas, bloqueadas o pasadas a privado, pero las
instantáneas ya estaban en manos de la prensa. !Jódete imbecil! Mourinho intentó en vano impedir legalmente la publicación de más
imágenes la víspera de Nochebuena. El rotativo inglés obtuvo las fotos
de las redes sociales incluso de perfiles de la propia Prue, que
presumía de viajes exóticos junto al famoso entrenador. Todas esas
cuentas han sido borradas, bloqueadas o pasadas a privado, pero las
instantáneas ya estaban en manos de la prensa. En 2007, se conoció otra presunta infidelidad de Mourinho con la propietaria de una boutique,
que tuvo lugar mientras aún entrenaba en Portugal. “Me dijo que se
estaba separando de su mujer porque no era feliz. Yo estaba segura de
que me decía la verdad”, contó ella a los medios entonces.
Jose Mourinho, durante el partido entre el Valencia y Manchester United, el pasado diciembre.Cordon Press
Curiosamente, el inicio de la relación con esa mujer, que acaba de
ver la luz, coincide en el tiempo con el germen de la decadencia en la
carrera del entrenador. Su etapa en el Madrid no terminó bien. Dejó el equipo blanco con el apoyo de gran parte de la afición, pero con un palmarés muy por debajo de lo esperado y con un divorcio claro con las estrellas del equipo, como Cristiano Ronaldo o Pepe. Desde entonces, The special one no ha vuelto a conocer la gloria, ni con el Chelsea ni con el Manchester United. De ambos equipos fue despedido. Del primero por la mala relación con el dueño, el magnate Roman Abramovich,
y del segundo por llegar a estar a 19 puntos del líder en la liga
inglesa. Concluía así la que es sin duda su peor etapa al frente de un
banquillo.
Aparte de aquella historia, lo que se ha sabido siempre del plano
personal del portugués es que lleva toda la vida con Matilde Faria.
Tami, como la llama todo el mundo, fue su primera novia de adolescente y
se casó con ella en 1989. Una mujer muy influyente en la carrera de su
marido, ya que le convenció para que no aceptara ser seleccionador de
Inglaterra en 2008. Una decisión que dio paso a los años de mayor gloria
del técnico, ya que ganó la Champions con el Inter y fichó por el Real Madrid.
Sobre su esposa dijo una vez: “El secreto en todo es el amor. Si tienes
éxito en un trabajo es porque lo amas, y si te va bien en tu familia es
porque en ella os amáis los unos a los otros”.
Tami y Mourinho tienen dos hijos, Matilde, de 21, y José, de 18. El
técnico se tatuó el nombre de los tres en un brazo en 2013. Lo cierto es
que durante los últimos dos años y medio en Mánchester él ha vivido en
un lujoso hotel mientras su familia ha permanecido en la casa que tienen
en Londres. Muchos medios aseguran ahora que él prefería un hotel para
tener una mayor privacidad ante posibles visitas de su amiga Prue. También ha terminado fatal con la gran figura de este último conjunto, el francés Paul Pogba,
que se ha burlado de su situación estos días en las redes sociales. En
2018 también tuvo que enfrentarse a otro episodio desagradable que
coleaba de su etapa en Madrid. Mourinho aceptó un acuerdo para ser
condenado a un año de cárcel y pagar 3,3 millones a Hacienda por fraude fiscal. Se libró de entrar en prisión, pero no del escarnio de entrar a los juzgados rodeado de focos.
Tras su despido, Mourinho se ha ido a pasar las navidades a su país,
pero no a su pueblo natal, Setúbal (a unos 50 kilómetros de Lisboa). Su
objetivo era huir de la prensa, y para ello ha estado refugiado en el
sur, en un pueblo del Algarve junto a su madre Julia y sus hijos. Los
medios portugueses aseguran que también les ha acompañado su mujer Tami. Lo que es seguro es que José Mourinho habrá empezado el año
reflexionando sobre el siguiente paso a dar para remontar el vuelo tras
un año de ocaso a todos los niveles.