Como mitad de Martes y 13 fue una presencia constante en el humor español durante dos décadas.
Cuarenta años después del debut de aquel grupo, y con un perfil mediático más bajo por decisión propia, se enfrenta a un futuro en el que no sabe por dónde tirar.
Por eso te digo que con el Maricón de España, que lo hice en el año noventa, se la colé yo y todavía no doy ni crédito ni de cómo.
¿No le pidieron explicaciones por aquel número? Nunca jamás.
Hay una cosa que se llama vis cómica. Si una cosa tiene gracia, déjala. No faltas al respeto a nadie.
Lo que pasa es que ahora solo hay polemistas y en los programas, si quieres destacar, tienes que gritar.
¿No te has dado cuenta de que hoy todos los debates, incluso políticos y deportivos, se parecen a Sálvame?
Ya que ha nombrado Sálvame, ¿hay algo que no haya contado sobre el enfado que tuvo Encarna Sánchez con usted? Aquello fue terrible, fue una persecución de lo más feroz.
De amenazarme con echarme de España, voces en mi contestador automático que no conocía, recibir llamadas con voces distorsionadas… [Finge una voz de ultratumba]: “Ojalá te mueras de cáncer”. Eso lo recibí yo a raíz de aquello.
Para las nuevas generaciones que no están al tanto: la noche del 31 de diciembre de 1991, RTVE emitió el especial El 92 cava con todo, escrito y protagonizado por Martes y 13.
El hilo conductor del programa consistía en las vacaciones de la tonadillera Isabel Pantoja y la locutora de la COPE Encarna Sánchez, mediáticas amigas y personajes constantes en la prensa rosa, en un bungaló en Palma de Mallorca.
La reacción de Encarna fue brutal. "Estos se van a tener que ir de este país", dijo desde su programa de la COPE. "Sobre todo uno, Millán. [...] El tal Millán de feo te asusta [...] Tiene cara de mala gente, de amargao, de ir con gente, me han dicho, muy mayor, y no quiero hablar mal...".
¿Qué cree que le molestó tanto? Pero vamos a ver, ese programa era absolutamente inocuo.
Ya había salido publicado por la prensa rosa que Encarna Sánchez e Isabel Pantoja habían estado pasando unos días de vacaciones en Marbella en el chalé de Encarna.
Y nosotros teníamos todo el derecho ante Dios y ante los hombres de hacer una parodia.
Igual que ellas de ponernos una demanda.
Me parece que Encarna puso una querella a RTVE y a sus cómicos, o sea, a nosotros dos, y el juez la desestimó.
Es verdad que igual no éramos conscientes del poder que teníamos nosotros saliendo en un programa como era el de fin de año.
Creo que era un problema personal de ella, que no llevaba bien lo que tenía que llevar, como llevan muchos o como llevamos muchos otras cosas.
¿Yo qué culpa tengo, tía, de que tú no tuvieras sentido del humor? Lo que pasa es que luego se habló de que habíamos cortado cosas que habíamos grabado con bollos, con tortillas… ¡juro que no! Josema y yo hemos tenido mucho gusto siempre.
Por finiquitar el tema de Encarna, ¿cómo fue la reacción de la otra implicada, Isabel Pantoja? Isabel y yo éramos amigos, trabajamos juntos.
Cuándo Martes y 13 éramos un trío estuvimos ocho meses de gira por Andalucía con ella.
Ella era guapísima, con ese pelo largo hasta los glúteos, y con ese pedazo de torero guapo a rabiar de ojazos azules [el fallecido Francisco Rivera Paquirri]. Hacían una pareja preciosa. Paco era un encanto.
Una vez contó que entró en el camerino de Paquirri cuando estaba duchándose y, vaya, había algo muy impresionante. No, no cuento nada de eso, ¡fui incapaz de mirar!
Yo llegué tarde una vez que él toreaba en Linares y a él lo estaban vistiendo.
Estaban en la habitación Fernando Conde, Josema, la madre de la Pantoja y la Pantoja, allí muy seria. Yo dije: “Perdón, pero me meo mucho”. ¿O tal vez dije “me meo toa”? No lo sé. Y me responden: “Bueno, pues pasa al baño, que Paco se está duchando”.
Y yo: “¡Glups!”. Y yo entré, es que me meaba mucho, joder.
Me puse a mear, pero no había echado ni gota. Entonces oigo que se descorre la cortina y yo pensé: “Ay, Dios mío, qué situación”.
Yo no le vi lo que tenía, si era grande o si era pequeña.
Yo no entré ahí para verle a él. Nunca ha sido mi tipo, además.
¿Qué opinión tiene de la Isabel Pantoja que conocemos hoy? Pues se me ocurren tantas frases… lo del boomerang, lo de aquellos vientos traen estos lodos…
Si tú eres altivo, que no lo digo por nadie en concreto, vas a sembrar odio.
Yo creo que Isabel ha tenido demasiada ambición.
Pero es lícito, allá cada uno.
Pero hijo mío, ser la alcaldesa de un punto de referencia tan importante como Marbella a mí no me seduce.
Y digo este caso como puedo decir otro.
La ambición es un pecado muy grande.
¿Qué le pasó con Mariló Montero? Para mí fue una decepción. No tengo nada contra esta señora.
Una vez comimos juntos cuando estaba con Carlos Herrera y nos lo pasamos muy bien. Yo no quería hacer más televisión, pero [en 2014] me ofrecieron un programa familiar y blanco ” [El pueblo más divertido, en RTVE] y me pareció bien ser copresentador con Mariló.
Pero resulta que no me dejaron hacer nada. ¡Yo no pintaba nada allí!
No hubo feeling, no pegábamos ni con cola. Ella iba por un lado y yo por otro.
“¡Ay, que me mancho, no quiero hacer esto!”.
Yo, que soy muy destroyer, hacía cosas como ponerme un pulpo a modo de peluca.
Y ella: “¡Ay, no te acerques!”. ¡Venga ya, tía! Aquello no funcionó y lo mejor que le pudo pasar al programa fue que no lo viera nadie.
De verdad que no estoy quejándome, yo también tengo mi parte de culpa.
Últimamente también se habla mucho de la vida privada de otra figura pública que es además cercano a ti, Miguel Bosé [el cantante, que vio a Martes y 13 en un club en los setenta y los puso en contacto con la discográfica CBS, fue considerado por el dúo como uno de sus padrinos]. ¿Tú te crees que hay derecho a lo que le están haciendo a Miguel Bosé?
Luego ya se enfrentan las dos España. La derecha, la izquierda, el rojo de mierda, el facha recalcitrante, ¡estamos siempre igual!
Luego como profesional te gusta o no, pero hay que ver que odios encontrados tenemos.
Es una herencia que no vamos a perder nunca. Un mal olor que nos perseguirá siempre.
Mira Fernando Trueba con su película, o lo que le pasó o el Willy Toledo, que ya ni te cuento. Qué pena, si es un tío enrollado, muy majo y encantador, ¡en qué berenjenal se ha metido! ¿Por qué?
Tal vez por defender sus ideas. ¿No está de acuerdo en que los artistas se signifiquen políticamente?
No, no es que no esté de acuerdo, pero yo no lo voy a hacer nunca. Yo tengo amigos de todos los lados: de arriba, de abajo, del este, del oeste, heteros, homosexuales… maricones, que me gusta más decirlo.
Pero al que tiene la fama le sale inmediatamente una leyenda negra.
La entrevista llega a su fin. Millán se levanta y pide un último favor: “Sé bueno conmigo, que yo soy muy directo y muy dado a decirlo todo y luego las frases se sacan de contexto.
Es una indefensión y yo, además, no tengo redes sociales. Me quedo con el WhatsApp".