Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

19 dic 2018

El origen de los regalos navideños no está en los Reyes Magos, sino en la Roma pagana

Algunas teorías fijan los orígenes de esta costumbre en la Roma clásica.


La influencia de las fiestas paganas en la Navidad actual es directa
La influencia de las fiestas paganas en la Navidad actual es directa.
 
Cuando llega diciembre, el espíritu navideño inunda las calles de todas las ciudades: los árboles de Navidad adornan los salones de las casas, los estantes de los supermercados se llenan de turrón y polvorones y los ciudadanos abarrotan las tiendas y centros comerciales en busca de regalos.
 En 2017, cada español gastó 514 euros de media en regalos de Navidad, según el observatorio Cetelem, del Grupo BNP Paribas. Pero esta tradición de entregar obsequios en estas fechas no ha existido siempre.
 ¿Por qué damos regalos en Navidad? ¿De dónde viene esta costumbre?
 Papá Noel, los Reyes Magos o el amigo invisible son solo algunas de las excusas para obsequiar a nuestros seres queridos con, por ejemplo, juguetes, perfumes, libros y ropa.
 Pero estas tradiciones tienen orígenes diferentes. 
De hecho, no hay una única teoría sobre por qué damos regalos en Navidad.
 Una de las más lejanas se remonta a la Antigua Roma y es de origen pagano. 
Los romanos realizaban rituales durante el solsticio de invierno en honor a los dioses. 
Las fiestas más populares, según la enciclopedia Britannica, eran las Saturnales, que se celebraban entre el 17 y el 24 de diciembre en honor a Saturno, el dios de la agricultura.
En esta festividad, se celebraba el fin del período más oscuro del año y el nacimiento del nuevo período de luz. 
Las Saturnales culminaban el 25 de diciembre con la celebración del Sol Invictus —el astro invencible—, cuando los días comenzaban de nuevo a alargarse y la luz vencía a la oscuridad. Además coincidían con la finalización de los trabajos del campo y la siembra de invierno.
 Por ello, todas la familias campesinas, incluidos los esclavos domésticos, tenían tiempo para descansar.
La tradición de Papá Noel

Hoy en día, el día 25 de diciembre es el día de Navidad, en el que se celebra el nacimiento del niño Jesús.
 Además, en muchos países es cuando Papá Noel (Santa Claus en Estados Unidos, Baboo Natale en Italia, Father Christmas o “padre Navidad” en Gran Bretaña) se encarga de repartir regalos a miles de niños..
Este personaje tiene sus orígenes en Licia (en la actual Turquía) a finales del siglo III. 
Allí, un niño llamado Nicolás se quedó huérfano y heredó una gran fortuna de sus padres. 
Años más tarde, el menor se convirtió en un sacerdote que destinó parte de su fortuna a ayudar a niños y desamparados.
 La devoción por el santo se extendió por Europa y hay quienes defienden que fue en ese momento cuando comenzó la tradición de hacer regalos a los más pequeños de la casa.
Orígenes en el siglo XIX
Sin embargo, el historiador Stephen Nissenbaum sostiene que en Nueva York la costumbre de comprar regalos comenzó en la primera mitad del siglo XIX.
 Según recoge la revista The Atlantic, Nissenbaum explica en su libro La batalla por la Navidad que en esa época las personas más pobres podían exigir comida y bebida a las ricas y hacer celebraciones en la calle entre el día de San Nicolás (6 de diciembre) y el día de Año Nuevo.
Entre 1800 y 1850 la población de Nueva York se multiplicó por diez.
 Las élites, según el historiador, comenzaron a temer que estas celebraciones se convirtieran en protestas cuando los empleadores se negaban a conceder tiempo libre o si se avecinaba un largo invierno de desempleo.

En respuesta a estas preocupaciones, un grupo de hombres adinerados trató de transformar en una fiesta familiar lo que hasta entonces había sido una celebración carnavalesca y callejera.
 Para ello, apelaron a una supuesta tradición que sus antepasados holandeses habían traído de Europa.
 Según esta costumbre, los regalos debían darse de padres a hijos y no de amos a trabajadores y sirvientes.
Esta nueva costumbre cuajó y los comerciantes vieron en Santa Claus un magnífico impulsor de sus ventas.
 De hecho, la imagen de Papá Noel con el trineo y los renos es una invención estadounidense. En 1823, el escritor inglés Clement Moore escribió el poema Una visita de San Nicolás, imaginando que Santa Claus surcaba los cielos en un trineo llevado por nueve renos.
 Años más tarde, el ilustrador estadounidense Thomas Nast dibujó a Santa Claus vestido de rojo con un gorro y en 1931 Coca-Cola le dio su actual aspecto.

En el siglo XIII, San Nicolás era representado en Holanda con una barba blanca, ropa eclesiástica, un saco de regalos para los niños y montado en burro.
 Los emigrantes holandeses fundaron en 1624 Nueva Holanda —hoy en día Nueva York— en el continente americano y llevaron consigo esta tradición al otro lado del charco.

 “La influencia de las Saturnales sobre las celebraciones de Navidad y Año Nuevo ha sido directa y se sigue sintiendo en el mundo occidental”, explica la misma enciclopedia.
 En esos días, los romanos decoraban las casas con plantas y candelas, celebraban banquetes y regalaban velas y estatuillas de cera a sus familiares y amigos.

La Biblia no habla de tres Reyes Magos

En algunos países como España, es habitual que los niños reciban regalos en la noche de Reyes.
 Esta costumbre es una tradición cristiana con varios siglos de historia. 
Tiene sus orígenes tras el nacimiento del niño Jesús, cuando los tres Reyes Magos le entregaron oro, incienso y mirra.
En la Biblia, solo hay una referencia a estos magos.
 Y en ningún momento dice que sean “reyes”.
 De hecho ni siquiera se aclara que sean tres, ni mucho menos sus nombres, razas o incluso aspectos.
 En el Evangelio apócrifo de la Infancia de Tomás, del siglo II, ya se afirma que se trata de tres magos, según recoge el periódico de la Iglesia católica en Colombia El Catolicismo. 
También se les asignan los nombres con los que hoy en día conocemos a los Reyes de Oriente: Melchor, Gaspar y Baltasar.
En la actualidad los grandes almacenes se han hecho eco de todas estas tradiciones e incitan a la compra compulsiva de regalos. 
 Pero aunque no esté claro un único origen sobre por qué hacemos obsequios en Navidad, cualquiera de estas tradiciones es una buena excusa que puede servirnos para sorprender con un regalo a quienes nos rodean.

Así son las tradiciones navideñas en diferentes países

Los regalos se abren en días diferentes en distintos países del mundo.
 Los niños holandeses los reciben en la víspera de San Nicolás, el 5 de diciembre. 
Un día más tarde, el día de San Nicolás, es el turno de los menores en otros países europeos como Bélgica, Alemania y República Checa
. En España, Reino Unido o Estados Unidos es habitual recibir los obsequios el día de Navidad (25 de diciembre).
 Los últimos en abrir los presentes suelen ser quienes celebran la noche de Reyes (el 6 de enero). 
Es decir, España y otros países católicos como México o Argentina.
Además, también varía el lugar en el que se dejan los regalos. En la mayor parte de Europa se ponen alrededor de los zapatos de los menores o debajo del árbol de Navidad. Mientras tanto, en algunos países como Reino Unido, Italia o Estados Unidos se suelen introducir algunos obsequios en calcetines que cuelgan de la chimenea.

 

18 dic 2018

¿De verdad llegaron a la Luna?................. Rafael Clemente

Dicen las encuestas que entre el 10% y el 20% de la población está convencida de que los vuelos a la Luna fueron un engaño. Este viernes se cumplen 50 años del 'Apolo 8', la primera misión tripulada al satélite.

 

La tripulación del 'Apolo 8' en el centro espacial Kennedy, el 21 de diciembre de 1968. NASA
En 1968, el Apolo 8 llevó tres hombres a girar en torno a la Luna. Para muchas personas aquello resultaba increíble, por incomprensible.
 Y, por lo tanto, directamente negable. Yo viví en primera persona un caso en el que mi interlocutora se mostraba admirada de que los astronautas hubieran encontrado “la puerta para salir” y sobre todo, de cómo lo harían para volverla a encontrar cuando tuvieran que volver.
 Supongo que, para ella, dejar la Tierra implicaba dar con la puerta adecuada. De eso hace ahora casi medio siglo. 
Pero a veces parece que las cosas no hayan cambiado mucho.
Dicen las encuestas que entre el 10% y el 20% de la población (las cifras varían por regiones y países) está convencida de que los vuelos a la Luna fueron una fantasía o –peor— un colosal engaño. Internet está plagado de comentarios en ese sentido y de intervenciones de “expertos” que lo atestiguan, esgrimiendo pruebas irrefutables.
El primero en explotar comercialmente el tema fue un caballero llamado William Kaysing
 Durante siete años había trabajado como redactor y responsable de ediciones técnicas en Rocketdyne, la empresa fabricante de motores cohete para los primeros misiles pero dejó su empleo en 1963, cinco años antes de que volase el primer Apolo.
El propio Kaysing declaró que cuando vio el despegue del Apolo 11 camino a la Luna ya tuvo una iluminación, una instintiva sospecha sobre la viabilidad de la aventura.
 Y confiando más y más en su intuición, en 1976 publicó, costeándolo de su propio bolsillo, su obra más conocida: Nunca fuimos a la Luna: la estafa de treinta mil millones.
En ese clásico ya aparecían casi todos los argumentos que luego harían fortuna para demostrar el engaño
: la bandera ondeando al viento en el vacío lunar, la ausencia de estrellas en las fotografías, las sombras divergentes que demostraban la existencia de varios focos de luz en el estudio donde se filmó el alunizaje, la ausencia de un cráter bajo el motor de frenado, el fantástico detalle de las fotografías incluso en la sombra… 
Y ya puestos, hasta un crimen para asegurar el silencio de un testigo.

Thomas Barron era un antiguo técnico de la North American exageradamente crítico con algunos procedimientos de control de calidad y seguridad en la construcción de la nave. 
En algunos puntos no le faltaba razón, pero tan persistente y quisquilloso era que en alguna ocasión llegó a agotar los formularios para documentar fallos, reales o supuestos.
Al final, sus superiores decidieron ignorar la mayoría de sus alarmas.
 Molesto por la poca atención recibida, a finales de 1966 decidió filtrar uno de sus informes a la prensa, lo que provocó su despido inmediato. 
Aunque, en una trágica coincidencia, solo unas semanas más tarde sus temores se verían confirmados, al menos en parte, por el fatal incendio del Apolo 1 en el que murieron los tres astronautas.
Barron prestó testimonio en la investigación del accidente. 
No fue un testigo decisivo pero pocos meses después, el automóvil en que viajaba junto a algunos familiares fue arrollado en un paso a nivel.
 La policía lo calificó de mero accidente: Barron había tratado de adelantar al tren en una carrera suicida. 
Pero el desastre le sirvió a Kaysing para señalarlo como una muestra más de hasta qué punto estaban dispuestas a llegar las fuerzas ocultas para preservar el incipiente engaño del Apolo.
Con los años, Kaysing tuvo docenas de imitadores. 
Cada uno aportaba más y más pruebas de la conspiración. 
El chivo expiatorio era la propia NASA, cuya incompetencia la incapacitaría para cumplir el objetivo en el plazo fijado por Kennedy.
Pero cuando empezaron a volar los primeros Apolo tripulados —en especial, el 8, hacia la Luna— se extendió otro argumento: la NASA podía, sí, alcanzar la Luna.
 Pero, puesto que era evidente que carecía de los medios y conocimientos necesarios, sin duda los debía haber obtenido de otra fuente: 
Solo podían ser extraterrestres ansiosos de ayudar al programa espacial americano (pero no así al ruso) o el análisis del platillo volante de Roswell, conservado en las instalaciones supersecretas del Area 51, en Nevada. 
Cuanto más descabellada fuera una hipótesis, mejor.
Esta imagen de la Tierra desde la Luna, tomada por los astronautas del 'Apolo 8', se ha convertido en icónica. 
Esta imagen de la Tierra desde la Luna, tomada por los astronautas del 'Apolo 8', se ha convertido en icónica.
Involuntariamente, el cine también contribuyó a perpetuar las sospechas.
 En 1968, el 2001 de Kubrick había presentado una imagen de la Luna muy creíble gracias a unos excelentes efectos especiales.
 Diez años más tarde se estrenó Capricorn 1, que contaba la odisea de tres astronautas forzados a simular un aterrizaje en Marte, filmado en un plató secreto en medio del desierto de Nevada. 
 Por fin, para los negacionistas todo encajaba: la NASA había contratado al propio Kubrick para organizar la pantomima del alunizaje.
 Y luego, se obligaría a mantener la boca cerrada durante toda su vida.
 El precio –exorbitante— había incluido un pago en especie: una óptica revolucionaria que le permitiría filmar escenas de su siguiente película, Barry Lyndon, solo a la luz de las velas.

En febrero de 2001, la cadena de televisión norteamericana Fox emitió un reportaje titulado La teoría de la conspiración ¿Aterrizamos en la Luna? 
 El cine había ayudado a incubar sospechas, pero lo cierto es que había alcanzado a un público limitado. 
La televisión, con mayor poder de penetración y un aura de credibilidad (“lo ha dicho la tele”) extendió el síndrome conspirativo como mancha de aceite.
El reportaje de la Fox se limitaba a repetir los argumentos de Kaysing, contando con el apoyo de una serie de “expertos” cuya ignorancia sobre el programa lunar solo era comparable a su osadía. Bajo la coartada “dejemos que sea el público quien decida”, presentaron una serie de razonamientos sesgados, parciales o simplemente falsos. 
Y eso incluía referencias a una docena de astronautas muertos o desaparecidos en “misteriosas circunstancias”.
La lista de fallecidos, presumiblemente para asegurar su silencio, alcanzó niveles absurdos: Además de los tres del Apolo 1 se incluyó a víctimas de accidentes aéreos o de carretera y más tarde a pilotos asignados a otros programas que no tenían nada que ver con el esfuerzo lunar, como el avión X-15.
 Y, claro está, al propio Thomas Barron cuyo caso venía como anillo al dedo.
Hacía treinta años del primer alunizaje.
 Para muchos jóvenes y adultos que ni siquiera habían vivido el acontecimiento, aquel valiente reportaje emitido por una cadena cuya credibilidad nadie dudaba se convirtió en dogma de fe. Reforzado, además por otros programas similares que llegaron a utilizar imágenes reales de personajes como Kissinger, Haigh o el propio Nixon con un doblaje que ponía en su boca “confesiones” de haber perpetrado el engaño.
 Todo era fantasía y así lo dijeron sus productores. 
Pero para gran parte de los espectadores era mucho más fácil y satisfactorio creerlo que aceptar la mucho más prosaica realidad.
Y así seguimos hoy. Todos tenemos algún conocido que asegura no creer que el hombre llegase a la Luna. 
Como máximo, sondas automáticas sí; astronautas no. 
La Luna está muy lejos (un encuestado aseguraba tener dificultades para sintonizar en su televisor cadenas nacionales que emitían desde cincuenta kilómetros de distancia; así que ¿cómo iban a poder verse imágenes enviadas desde la Luna, a 300.000 kilómetros?); los cinturones de radiación matarían instantáneamente a cualquiera que los atravesase (el que los astronautas recibiesen una dosis total similar a la de una radiografía era un detalle irrelevante); un ordenador de la época tenía menos potencia que una calculadora (aunque nadie se molestó nunca en echar un vistazo a su arquitectura o al software)… 
Todo ello, argumentos cogidos al vuelo, sin el más mínimo proceso crítico.
 Pese a todos los esfuerzos, esos prejuicios seguirán con nosotros por mucho tiempo. 
Será difícil, si no imposible, erradicarlos.
 Cuando alguien interioriza una idea sin detenerse a analizarla lógicamente, cualquier intento de utilizar la lógica para disuadirle está, casi seguro, condenado al fracaso.



Cinco décadas de Brad Pitt, en imágenes

Brad Pitt, en Londres en 1988. 
 Brad Pitt, en Londres en 1988.


Brad Pitt y Juliette Lewis en el estreno de 'El cabo del miedo' en noviembre de 1991, en el teatro Ziegfeld de Nueva York. 

Brad Pitt y Juliette Lewis en el estreno de 'El cabo del miedo' en noviembre de 1991, en el teatro Ziegfeld de Nueva York.

  Geena Davis, Brad Pitt y Susan Sarandon, a principios de los años noventa. Geena Davis, Brad Pitt y Susan Sarandon, a principios de los años noventa.

Brad Pitt en Los Ángeles (California) en 1993, el año antes del estreno de 'Entrevista con el vampiro' y 'Leyendas de pasión'.  
Brad Pitt en Los Ángeles (California) en 1993, el año antes del estreno de 'Entrevista con el vampiro' y 'Leyendas de pasión'.

 
 
Cinco décadas de Brad Pitt, en imágenes

Cinco décadas de Brad Pitt, en imágenes


Un repaso a la trayectoria profesional de la estrella de Hollywood en el día de su 55 cumpleaños


  • Brad Pitt en Los Ángeles (California) en 1993, el año antes del estreno de 'Entrevista con el vampiro' y 'Leyendas de pasión'. WireImage
  • Gwyneth Paltrow y Brad Pitt en 1996. La pareja se había conocido el año anterior en el rodaje de 'Seven' y salieron juntos durante dos años. 
    Gwyneth Paltrow y Brad Pitt en 1996. La pareja se había conocido el año anterior en el rodaje de 'Seven' y salieron juntos durante dos años. WireImage
  • Brad Pitt con una pistola en un fotograma de 'La sombra del diablo', de 1997. 
    Brad Pitt con una pistola en un fotograma de 'La sombra del diablo', de 1997. Getty Images
  • Brad Pitt besa la mano de la actriz Claire Forlani en una escena de '¿Conoces a Joe Black?', cinta de 1998. 
    Brad Pitt besa la mano de la actriz Claire Forlani en una escena de '¿Conoces a Joe Black?', cinta de 1998. Getty Images
  • Robert Redford y Brad Pitt en el rodaje de 'Juego de Espías', en 2001. 
    Robert Redford y Brad Pitt en el rodaje de 'Juego de Espías', en 2001. Corbis via Getty Images
  • Harrison Ford y Brad Pitt posan juntos en el 'backstage' de los Globos de Oro, en el hotel Beverly Hilton de California en enero de 2002.
    Harrison Ford y Brad Pitt posan juntos en el 'backstage' de los Globos de Oro, en el hotel Beverly Hilton de California en enero de 2002. WireImage
  • El matrimonio compuesto por Brad Pitt y Jennifer Aniston a su llegada al estreno de la película "Full Frontal", en Beverly Hills (California, Estados Unidos) en julio de 2002.
    El matrimonio compuesto por Brad Pitt y Jennifer Aniston a su llegada al estreno de la película "Full Frontal", en Beverly Hills (California, Estados Unidos) en julio de 2002. AP
  • Los actores Brad Pitt y Julia Roberts, en un fotograma de la película 'The Mexican', en 2003.
    Los actores Brad Pitt y Julia Roberts, en un fotograma de la película 'The Mexican', en 2003.
  • Brad Pitt y Angelina Jolie, en una escena de la película 'Sr. y Sra. Smith", en 2005. Esta sería la cinta que despertaría los rumores sobre una posible relación entre ambos.
    Brad Pitt, junto a Angelina Jolie y sus hijos Maddox y Zahara, en Bombay (India) en 2006.
    Angelina Jolie y Brad Pitt, a su llegada a la Cumbre Global para poner fin a la violencia sexual en conflicto celebrada en el centro Excel de Londres (Reino Unido), en 2014. Brad Pitt, en su interpretación de Aquiles, en la película 'Troya' en 2004.

Sandra Barneda deja de lado todos sus miedos............Maite Nieto..

La periodista acaba de lanzar su quinto libro, un proyecto cuyos ingresos se destinan íntegramente a Mensajeros de la Paz, y no rehuye su papel como símbolo de diversidad.

La periodista y presentadora Sandra Barneda, durante un evento, en Madrid a finales el 30 de noviembre.
La periodista y presentadora Sandra Barneda, durante un evento, en Madrid a finales el 30 de noviembre. GTRES

Por eso le resulta sencillo transitar también con naturalidad entre la televisión y la literatura. 

Su última obra como escritora es un proyecto solidario que ha abordado junto al artista Andrés Rudiez, No todo es un cuento. “Son siete cuentos populares transformados y a cada uno de ellos se le adjudica un pecado capital que se relaciona con hechos que afectan actualmente a la sociedad”, explica la autora.

 “Por ejemplo El flautista de Hamelín se relaciona con la ira y con los totalitarismos radicales”. 

Es una obra destinada a los adultos, tratada como un proyecto artístico donde las ilustraciones reclaman su parte alicuota y destinada a recaudar fondos que van íntegros a la Fundación Mensajeros de la Paz creada por el padre Ángel.

 Año y medio de trabajo del que Sandra Barneda se muestra muy satisfecha porque se trata de una obra que “quiere agitar conciencias y al mismo tiempo colabora con los proyectos del padre Ángel que me gusta porque cree en los imposibles y rompe con las estructuras ancladas de la Iglesia”. 

Aunque no ha sentido personalmente el lacerante aliento del calificativo intruso como escritora, sí reconoce que le han dolido artículos de otros escritores que admiraban en los que han tratado de forma despectiva a quienes denominan escritores mediáticos. "Los mediáticos permiten que la industria del libro siga activa y se puedan pagar adelantos a escritores de otro tipo", argumenta Barneda. 
"Estos libros siempre han existido, hay espacio para todos. El prejuicio es de acomplejados", concluye. 
Durante años Sandra Barneda ha blindado su privacidad, un entorno en el que incluía su orientación sexual.
 Ahora también se muestra solidaria y comprometida en este terreno: 
“Soy más consciente de que se puede aprovechar la fama para aumentar la conciencia colectiva”, afirma la presentadora.
 “Creo que tengo la necesidad de trasladar el mensaje de que cuanto más diversos, más ricos somos”.
La periodista que se declara “directa, pasional y anclada a la realidad por su familia y sus amigos de toda la vida”, se ha implicado directamente en la defensa de los derechos de las mujeres y la comunidad LGTBI.
 “Durante mucho tiempo me negué a ser abanderada de nada”, afirma Barneda, “pero hay mucho camino por hacer. Si normalmente no me callo por ejemplo en la defensa de los animales, ¿cómo me voy a callar por algo que me afecta, y sobre todo ¿cómo me voy a negar a mí misma?
 No expongo mi vida pero reconozco que me hace muy feliz que me pregunten con normalidad dónde está mi chica, porque es un signo de que pueden compartir o no mi criterio pero lo respetan”. Reconoce que en este cambio ha influido su novia pero también “la necesidad de sentirme cada vez más yo”.

Tampoco es ajena a las polémicas que ha generado esta edición de Gran Hermano VIP y reconoce que en algún caso se ha sentido incómoda.
 “Son situaciones delicadas que se han parado.
 La lucha no está en un programa de entretenimiento sino en partidos como VOX que hablan de eliminar derechos conseguidos y leyes protectoras.
 Gran Hermano no legisla”. En cualquier caso ella establece límites y se enorgullece de haber hecho famosa la frase “¡Fuera del plató!”. Pero defiende "el compañerismo brutal que ha existido entre los colaboradores del programa y su calidad.

Cuando le supera la presión siempre puede echar mano de sus aficiones: los animales, los viajes, su barrio, el deporte e ir al campo para recuperar el ritmo de la naturaleza que se olvida en las ciudades.