La periodista acaba de lanzar su quinto libro, un proyecto cuyos ingresos se destinan íntegramente a Mensajeros de la Paz, y no rehuye su papel como símbolo de diversidad.
Sandra Barneda
tiene 43 años, estudió periodismo en la Universidad Autónoma de
Barcelona, hizo sus pinitos en series de televisión, condujo programas
informativos, es autora de cinco libros y desde que desembarcó hace 11 años en Telecinco es una de sus presentadoras estrella.
Este domingo cerró, con otro de los clásicos picos de audiencia del formato, El debate de Gran Hermano Vip,
un programa en el que la popular periodista ha demostrado que se siente
más libre que nunca y que ser “la chica seria del entretenimiento”
—como se autodefine— no está reñido con pasarlo bien frente y tras las
cámaras.
Un hecho que igual le ha servido para bailar o besarse en el
plató con su pareja desde hace tres años, la colaboradora televisiva Nagore Robles,
como para decir abiertamente que “detrás del miedo está el mundo.
Cuando lo superas te quitas una pesada mochila y es como… ¡una
exhalación!”.
Rehúye las etiquetas, pero precisamente ese aire fresco que ha dejado
que entre en su vida como un tsunami le da el suficiente espacio como
para no sentirse intrusa en la literatura, para afrontar su papel como abanderada del feminismo y la diversidad y para afirmar que no siente que su relación con los realities
pueda ser un lastre para volver a presentar informativos o programas
más sesudos si llega el caso.
“El prejuicio es muy pobre de espíritu. No
te define tanto lo que haces como cómo lo haces.
El qué es solo una
carcasa”, afirma Barneda.
“Lo que importa es dejarte llevar por la
curiosidad y mantener la coherencia.
Cuando trabajas o te vas de copas
tienes distintos códigos pero eres la misma.
Puedo volver a un formato más serio. Ya lo hice”.
Por eso le resulta sencillo transitar también con naturalidad entre la televisión y la literatura.
Su última obra como escritora es un proyecto solidario que ha abordado junto al artista Andrés Rudiez, No todo es un cuento. “Son siete cuentos populares transformados y a cada uno de ellos se le adjudica un pecado capital que se relaciona con hechos que afectan actualmente a la sociedad”, explica la autora.
“Por ejemplo El flautista de Hamelín se relaciona con la ira y con los totalitarismos radicales”.
Es una obra destinada a los adultos, tratada como un proyecto artístico donde las ilustraciones reclaman su parte alicuota y destinada a recaudar fondos que van íntegros a la Fundación Mensajeros de la Paz creada por el padre Ángel.
Año y medio de trabajo del que Sandra Barneda se muestra muy satisfecha porque se trata de una obra que “quiere agitar conciencias y al mismo tiempo colabora con los proyectos del padre Ángel que me gusta porque cree en los imposibles y rompe con las estructuras ancladas de la Iglesia”.
Aunque no ha sentido personalmente el lacerante aliento del calificativo intruso como escritora, sí reconoce que le han dolido artículos de otros escritores que admiraban en los que han tratado de forma despectiva a quienes denominan escritores mediáticos. "Los mediáticos permiten que la industria del libro siga activa y se puedan pagar adelantos a escritores de otro tipo", argumenta Barneda."Estos libros siempre han existido, hay espacio para todos. El prejuicio es de acomplejados", concluye.
Durante años Sandra Barneda ha blindado su privacidad, un entorno en el que incluía su orientación sexual.
Ahora también se muestra solidaria y comprometida en este terreno:
“Soy más consciente de que se puede aprovechar la fama para aumentar la conciencia colectiva”, afirma la presentadora.
“Creo que tengo la necesidad de trasladar el mensaje de que cuanto más diversos, más ricos somos”.
La periodista que se declara “directa, pasional y anclada a la realidad por su familia y sus amigos de toda la vida”, se ha implicado directamente en la defensa de los derechos de las mujeres y la comunidad LGTBI.
“Durante mucho tiempo me negué a ser abanderada de nada”, afirma Barneda, “pero hay mucho camino por hacer. Si normalmente no me callo por ejemplo en la defensa de los animales, ¿cómo me voy a callar por algo que me afecta, y sobre todo ¿cómo me voy a negar a mí misma?
No expongo mi vida pero reconozco que me hace muy feliz que me pregunten con normalidad dónde está mi chica, porque es un signo de que pueden compartir o no mi criterio pero lo respetan”. Reconoce que en este cambio ha influido su novia pero también “la necesidad de sentirme cada vez más yo”.
Tampoco es ajena a las polémicas que ha generado esta edición de Gran Hermano VIP y reconoce que en algún caso se ha sentido incómoda.
“Son situaciones delicadas que se han parado.
La lucha no está en un programa de entretenimiento sino en partidos como VOX que hablan de eliminar derechos conseguidos y leyes protectoras.
Gran Hermano no legisla”. En cualquier caso ella establece límites y se enorgullece de haber hecho famosa la frase “¡Fuera del plató!”. Pero defiende "el compañerismo brutal que ha existido entre los colaboradores del programa y su calidad.
Cuando le supera la presión siempre puede echar mano de sus aficiones: los animales, los viajes, su barrio, el deporte e ir al campo para recuperar el ritmo de la naturaleza que se olvida en las ciudades.
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