Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

13 dic 2018

Pocas veces se había oído algo así entre un diputado de Podemos y otro del PP en el Congreso: "No sé si me voy a arrepentir, pero..."

Nos ha emocionado a todos.

Pocas veces se había oído algo así en el Congreso de los Diputados. Por desgracia, porque es un gesto noble que ha sido ampliamente aplaudido por todos los presentes.
Sucedió el pasado miércoles de la mano del parlamentario por Santa Cruz de Tenerife de Podemos Alberto Rodríguez, que piropeó a un diputado de otro partido diferente.
 Nada más y nada menos que del Partido Popular: a Alfonso Candón.
"Bueno, llevo un rato pensándomelo y como sé que esto queda grabado... Y queda para la historia y para los anales de este país... No sé si me voy a arrepentir.
 Quedará en el diario de sesiones", ha dicho Rodríguez al subir a la tribuna de la cámara baja este miércoles.

"Nunca pensé que fuese a decirle algo así a alguien en esta cámara y menos a un diputado del PP: lo vamos a echar de menos", 
ha dicho mirando sin dejar ni un segundo de sonreír el parlamentario canario a Alfonso Candón, que abandona el Congreso para formar parte del grupo popular en el Parlamento andaluz.
"Le voy a decir algo. Creo que es de las cosas más bonitas que se le pueden decir a alguien", ha continuado Alberto Rodríguez, para sorpresa del resto. 
"Es usted buena persona y le pone calidez humana a este sitio", ha concluido su despedida de Candón, mientras el resto de parlamentarios ha elogiado sus palabras de la mano de una intensa ovación. 

 

12 dic 2018

Las reinas y princesas también heredan la ropa de la familia

Victoria de Suecia, Máxima de Holanda y la reina Letizia son algunas personalidades de la realeza que han recuperado vestidos que ya usaron sus antecesoras.

De izquierda a derecha: la reina Letizia, Máxima de Holanda y Victoria de Suecia.

De izquierda a derecha: la reina Letizia, Máxima de Holanda y Victoria de Suecia. 

 

Heredar el armario de los progenitores parece que está a la orden del día entre los miembros de la realeza. 
La última, y la más habitual, ha sido Victoria de Suecia, que en los premios Nobel celebrados la noche del lunes ha lucido el mismo traje que vistió su madre, la reina Silvia de Suecia, 23 años antes en el mismo evento.
 El diseño, de Nina Ricci, es un vestido palabra de honor que combina el rosa en el corpiño, el dorado en un fajín y el gris con acabado satinado en una voluminosa falda con una gran lazada en la espalda.
 Además del vestido, la princesa Victoria, igual que lució entonces la reina Silvia en 1995, llevó la banda y la orden de la familia real sueca.
Este no es el primer guiño de Victoria de Suecia a su progenitora. El año pasado, en 2017, la princesa hizo al menos tres apariciones públicas luciendo ropa que había pertenecido a la reina de Suecia. En abril, la princesa llevó un vestido azul marino con topos rojos y lazo al cuello de Yves Saint Laurent que su madre se puso en 1980. Unos meses después, en Nueva York, Victoria de Suecia escogió el vestido fucsia que la reina llevó en un posado de Drottningholm en 1984; y en agosto, la princesa eligió el mismo vestido amarillo pastel con rayas en rojo y gris que su madre lució casi 40 años antes, justo un año después de tenerla a ella.
Una costumbre que parece asentarse entre otras familias reales.
 En España, la reina Letizia homenajeó en enero a doña Sofía llevando por primera vez ropa de su vestidor.
 Fue para la celebración del 80 cumpleaños de don Juan Carlos con un almuerzo en la Zarzuela cuando doña Letizia decidió rescatar del armario de doña Sofía un traje que la reina emérita había lucido 34 años antes
Se trata de un vestido gris hasta la rodilla de manga larga y abullonada con rayas finas y un lazo anudado a un lado del cuello que la esposa de don Juan Carlos lució durante una visita al centro de rehabilitación médico-psicopedagógico Dionisia Plaza, en la localidad madrileña de Aravaca, en noviembre de 1984. 

La reina Letizia en Zarzuela, por el 80 cumpleaños de don Juan Carlos, y a la derecha, la reina Sofía en 1984. 
La reina Letizia en Zarzuela, por el 80 cumpleaños de don Juan Carlos, y a la derecha, la reina Sofía en 1984.
Máxima de Holanda, en 2004, y a la derecha, su hija Alexia, el paado abril.
Máxima de Holanda, en 2004, y a la derecha, su hija Alexia, el paado abril.
Un caso parecido es el de Máxima de Holanda, aunque en lugar de reciclar el armario de su suegra, la reina Beatriz, son sus hijas quienes han vestido prendas que ella ya había lucido antes y, además, las tres en el mismo día, durante la celebración del 51 cumpleaños del rey Guillermo de Holanda el pasado abril.
La mayor y futura heredera al trono, Amalia de Holanda, recicló una chaqueta beige del armario de la reina que combinó con su conjunto de dos piezas en tonos naranjas. La princesa Alexia, por su parte, vistió la misma falda negra midi y la cazadora vaquera que su madre lució en 2004, cuando acompañó a su marido, entonces príncipe Guillermo, al Día de la Reina
. Y, por último, la más pequeña, la princesa Ariane, utilizó la chaqueta de punto beige que la monarca ha lucido en varias ocasiones.

Irene Villa se separa tras siete años de matrimonio y tres hijos

La escritora, que se hizo famosa por sufrir uno de los más cruentos atentados de ETA, asegura que ha sido una decisión “de mutuo acuerdo y no hay terceras personas”.

Irene Villa, en Madrid, el pasado 15 de noviembre. Irene Villa, en Madrid, el pasado 15 de noviembre.

Irene Villa se separa tras siete años de matrimonio con el empresario argentino Juan Pablo Lauro, con quien tiene tres hijos en común.
 La escritora, que se hizo famosa por sufrir uno de los más cruentos atentados de ETA, ha asegurado que se trata de una decisión de mutuo acuerdo, sin dramas ni terceras personas.
 “Hace un mes que firmamos los papeles de la separación, aunque aún está pendiente el divorcio”, ha dicho Villa a la revista ¡Hola!.
“Este verano nos dimos cuenta de que teníamos que tomar una decisión, pero no fue un drama.
 Aunque nuestras familias se han llevado un gran disgusto porque no se lo esperaban…en realidad nadie se lo esperaba”, ha contado la también periodista y psicóloga, que insiste en que la relación entre ellos seguirá siendo muy buena. 
“Siempre seremos una familia, aunque la convivencia se ha terminado”. “No es una decisión cerrada, que la vida da muchas vuelta y quién sabe si con el tiempo nos volvemos a encontrar y retomamos la relación donde la dejamos”, revela.
Irene Villa y Juan Pablo Lauro. 
Irene Villa y Juan Pablo Lauro. Europa Press
Villa se convirtió en la niña de todos los españoles cuando, a los 12 años, sufrió un grave atentado de ETA el 17 de octubre de 1991. Como consecuencia de la explosión de una bomba adosada al vehículo en el que viajaba con su madre, perdió las dos piernas y tres dedos de una mano, pero su valentía y sus ganas de superación ante la adversidad la convirtieron en un auténtico ejemplo de coraje.
Conoció a Juan Pablo Lauro en 2009, en la Fundación También, una organización de integración social de personas con discapacidad de la que la escritora formaba parte.
 Dos años después, en 2011, se casaron en Madrid. 
Tras casi 10 años de relación, y siete de matrimonio, la ya expareja son padres de tres hijos: Carlos, de seis años, Pablo, de tres, y Eric, de dos.
 Hace justo un año perdieron al cuarto hijo que esperaban debido a que el embarazo resultó ser ectópico, por lo que Villa se vio obligada a ligarse las trompas.
 “Hace un año, después de que me operaran yo sentí que cambié. Ese no ha sido el motivo, pero sí, quizá, el comienzo de algo.
 Por otra parte, Juan Pablo está haciendo realidad su sueño de ser piloto y eso también nos ha cambiado la vida, pero tampoco tiene nada que ver”, aclara Villa a la publicación.


La positividad que le caracteriza no desaparece tras esta decisión: “No siento que mi matrimonio haya fracaso, para nada.
 Más bien al revés, porque tengo la suerte de tener tres hijos maravillosos y un compañero de vida, en vez de pareja, y ojalá que sea para siempre, porque es una persona muy importante para mí”.


Kim Basinger, el ocaso tranquilo de quien fue mito erótico en los ochenta

La actriz que ha protagonizado el 'striptease' más imitado de la historia del cine, acaba de cumplir 65 años libre para hablar sobre su pánico escénico y sus adicciones.

 

Kim Basinger en el estreno de 'Cincuenta sombras más oscuras' en febrero de 2017 en Los Ángeles. En vídeo, la escena del 'striptease'.

Kim Basinger forma parte de la historia del cine, del arte de la seducción y del erotismo. 
La escena de la película Nueve semanas y media, en la que realizaba un striptease frente a un jovencísimo y atractivo Mickey Rourke, la catapultó a finales de los años 80 a la categoría de mito erótico, pero también la ha perseguido para siempre.
 Desde su estreno en febrero de 1986 han pasado más de 32 años pero la huella que dejó en la carrera y la vida de Basinger aún continúa.



Kim Basinger cumplió el pasado sábado 65 años, sigue siendo una mujer bella aunque su rostro refleje no sólo el paso del tiempo y las batallas estéticas por aminorar sus efectos, sino también las huellas de una vida no tan dorada como prometía su carrera en los ochenta. En 1983 una portada en la revista epítome del erotismo, Playboy, le abrió la puerta del cine y ese mismo año llegó su papel de Domino Petachi en Nunca digas nunca jamás, la chica Bond que baila en el filme con el más célebre agente secreto interpretado, en esa ocasión, por Sean Connery.
 Después llegaron las escenas junto a Mickey Rourke en un filme del que nadie recuerda el argumento pero sí las pasiones que levantó su protagonista femenina con su desnudo al ritmo de la música de Joe Cocker.
 Fue suficiente para que su nombre se asociara para siempre a una actriz convertida en objeto de deseo, y no se libró del peso de esta fama ni cuando consiguió el Oscar a Mejor Actriz Secundaria por su interpretación en L.A. Confidential en 1998.
Mickey Rourke y Kim Basinger en 1986 y en 2009.
Mickey Rourke y Kim Basinger en 1986 y en 2009.
Intentó con verdadero ahínco conseguir papeles más serios acordes a sus dotes como actriz, pero la sombra de un desnudo impecable la ha perseguido hasta ahora y ella permanece en las sombras cuando otras intérpretes han conseguido reengancharse gracias al auge de las series de televisión que han sacado del olvido a otras compañeras de generación.
 Su última aparición sobre una alfombra roja fue en 2017 cuando interpretó un papel simbólico en Cincuenta sombras más oscuras, otro filme que le volvió a recordar que el mito del erotismo la acompañará para los restos.
Su vida personal ha sido como sus películas una noria con altos, bajos y mucho tiempo de anodina soltería.
 Primero se casó con el maquillador Ron Snyder, un matrimonio que duró nueve años y que no tuvo hijos. 
 Después llegó a su vida el actor Alec Baldwin con quien estuvo casada desde 1993 hasta 2002 y tuvo a su única hija, Ireland.
 Esta relación, fotografiada hasta la extenuación por la fama de la que entonces disfrutaban los dos miembros de la pareja, acabó en un crudo proceso de divorcio con acusaciones de ida y vuelta para conseguir la custodia de la hija que tenían en común que entonces tenía siete años.
 Baldwin calificó a su exesposa de psicópata y de querer poner contra él a la niña. 
Muchos años después la actriz habló de aquella etapa y de lo desagradable que resultó para ella y su hija: “Un divorcio es difícil para un niño sin importar cómo se produzca. Pero el nuestro fue muy público y sucio.
 Crié a Ireland de una manera poco convencional. Solo quería que se sintiera libre. Si quería invitar a amigos y rayar las paredes con lápices, me parecía bien.
 Hoy estamos bien, la vida sigue”, dijo entonces. 
Pero bromeó diciendo que debería haber elegido mejor sus películas porque en una de ellas conoció a su exmarido. 
Para rodarla renunció a protagonizar el filme Durmiendo con mi enemigo. “¿No es curioso?”, afirmó entonces Basinger, “luego me fui precisamente a dormir con el enemigo”.
 En los últimos años mantiene una relación sentimental con Mitch Stone, quien fue su peluquero. 

Kim Basinger y Mitch Stone en Sicilia en junio de 2017.
Kim Basinger y Mitch Stone en Sicilia en junio de 2017. GtresOnline
Lo realmente curioso es que la mujer que elevó la temperatura de medio mundo es en realidad una tímida compulsiva afectada por el miedo escénico durante toda su vida profesional.
 La actriz no ha ocultado nunca que sufría frecuentes ataques de ansiedad y agarofobia, una situación con la que ha tenido que luchar durante años y que en ocasiones le ha hecho recluirse durante meses en su casa. 
“Todavía me pongo ansiosa a veces, pero ya no me paraliza como solía”, afirmó en una entrevista hace unos meses.

En la vida de la intérprete existen algunas curiosidades mucho menos conocidas que las sinuosas curvas de su cuerpo.
Sus compañeros de instituto han dicho que en su juventud Kim Basinger casi no hablaba y parecía una ermitaña. 
A los 16 años perdió una apuesta con su padre y se presentó a Miss Athens, la ciudad de Georgia donde nació. 
Allí desfiló, bailó, cantó y ganó y comenzó su nueva vida como modelo, trabajo con el que consiguió ganar bastante dinero pero que también ha confesado se gastó en estupefacientes.
 Durante mucho tiempo tuvo que luchar con sus adicciones hasta conseguir salir limpia de ellas.
Kim Basinger con su hija Ireland, que como ella es modelo.
Kim Basinger con su hija Ireland, que como ella es modelo.
Antes de que comenzara su relación sentimental con Alec Baldwin, por Hollywood corrió el rumor de que Kim Basinger había mantenido un tórrido romance con la actriz Jodie Foster. 
Nunca llegó a confirmarse pero sí es cierto que vivió una breve relación con el cantante Prince mientras rodaba Batman.
 De esta época manifestó: "Solo diré que no me puse ninguna restricción durante esa etapa". Saquen sus propias conclusiones.
 Eso sí, el romance la animó a probar suerte y sacar un disco, Hollywood affair, que según los críticos podía haberse ahorrado.
Los animales son una de sus grandes pasiones, ha llegado a tener casi veinte gatos y nueve perros, y según ella sus mascotas le hacen relativizar las cosas y los problemas del día a día.
 La música es otro de sus refugios. Su padre tocaba en una big band y a ella le encanta tocar el piano y la guitarra.
Cuando el dinero entraba sin límite en sus cuentas corrientes llegó a comprar un pueblo entero de Georgia, su estado natal, y pensó en crear un parque temático sobre Hollywood. 
El proyecto nunca llegó a hacerse realidad y la elevada indemnización que tuvo que pagar tras negarse a cumplir el contrato de una película que debía protagonizar, la obligó a malvenderlo y a retirarse una temporada.


Mientras otras actrices viven el ocaso de su carrera con desesperación, a Basinger no parece importarle demasiado.
 Aceptó el papel en Cincuenta sombras más oscuras por la insistencia de su hija y el brillo de las bambalinas no parece crearle inquietudes:
 “No siento presión por no estar donde solía”, afirmó en una entrevista.
 “Lo estuve y fui muy afortunada pero sería muy triste querer tener 20 años otra vez”.
 Si a alguien todavía le queda un resto de duda, otras declaraciones de la actriz les sacaran del error: “Rezo cada noche para que este planeta piense en el futuro en algo más que en Nueve semanas y media” y “Lo que recuerde la gente de mí me importa poco, la verdad”.