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Un Blues
Del material conque están hechos los sueños
12 dic 2018
Las reinas y princesas también heredan la ropa de la familia
Victoria
de Suecia, Máxima de Holanda y la reina Letizia son algunas
personalidades de la realeza que han recuperado vestidos que ya usaron
sus antecesoras.
Heredar el armario de los progenitores parece que está a la orden del
día entre los miembros de la realeza. La última, y la más habitual, ha
sido Victoria de Suecia, que en los premios Nobel celebrados la noche del lunes ha lucido el mismo traje que vistió su madre, la reina Silvia de Suecia,
23 años antes en el mismo evento. El diseño, de Nina Ricci, es un
vestido palabra de honor que combina el rosa en el corpiño, el dorado en
un fajín y el gris con acabado satinado en una voluminosa falda con una
gran lazada en la espalda. Además del vestido, la princesa Victoria,
igual que lució entonces la reina Silvia en 1995, llevó la banda y la
orden de la familia real sueca. Este no es el primer guiño de Victoria de Suecia a su progenitora. El
año pasado, en 2017, la princesa hizo al menos tres apariciones públicas
luciendo ropa que había pertenecido a la reina de Suecia. En abril, la
princesa llevó un vestido azul marino con topos rojos y lazo al cuello
de Yves Saint Laurent que su madre se puso en 1980. Unos meses después,
en Nueva York, Victoria de Suecia escogió el vestido fucsia que la reina
llevó en un posado de Drottningholm en 1984; y en agosto, la princesa
eligió el mismo vestido amarillo pastel con rayas en rojo y gris que su
madre lució casi 40 años antes, justo un año después de tenerla a ella. Una costumbre que parece asentarse entre otras familias reales. En España, la reina Letizia
homenajeó en enero a doña Sofía llevando por primera vez ropa de su
vestidor. Fue para la celebración del 80 cumpleaños de don Juan Carlos
con un almuerzo en la Zarzuela cuando doña Letizia decidió rescatar del
armario de doña Sofía un traje que la reina emérita había lucido 34 años antes. Se trata de un vestido gris hasta la rodilla de manga larga y
abullonada con rayas finas y un lazo anudado a un lado del cuello que la
esposa de don Juan Carlos lució durante una visita al centro de
rehabilitación médico-psicopedagógico Dionisia Plaza, en la localidad
madrileña de Aravaca, en noviembre de 1984.
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