Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

20 nov 2018

Marisol, Medalla de Honor 2016 del Círculo de Escritores Cinematográficos

La actriz y cantante malagueña, quien fuera niña prodigio del cine musical de los años 60, será con este premio reconocida por toda su carrera.
La actriz y cantante Pepa Flores (Málaga, 1948), más conocida como Marisol, recibirá la Medalla de Honor de la 71 edición de los premios anuales del Círculo de Escritores Cinematográficos (CEC), según ha anunciado este martes este colectivo que agrupa a guionistas y críticos de cine.

El premio es un reconocimiento a toda la carrera de quien fue niña prodigio del cine musical de los 60 y que en los 80 participó en algunos filmes de Carlos Saura (Carmen, Bodas de sangre), antes de retirarse a mediados de esa década.

Las Medallas CEC se entregarán en una gala que se celebrará el próximo 1 de febrero en el cine Palafox de Madrid. La novia, de Paula Ortiz y El desconocido, ópera prima de Dani de la Torre, parten como favoritas, con ocho y siete candidaturas respectivamente.
Junto a ellas competirán por el premio a la mejor película Un día perfecto, de Fernando León, que suma seis candidaturas; Truman, de Cesc Gay (5), y Techo y comida, de Juan Miguel del Castillo (5).

19 nov 2018

El mensaje de Meghan Markle está en su ropa

Con su tendencia a usar firmas pequeñas y sostenibles, la duquesa lanza un alegato en favor de la responsabilidad social,

Meghan Markle, en distintos 'looks' como duquesa de Sussex.
Meghan Markle, en distintos 'looks' como duquesa de Sussex. AFP/Getty Images

 Nadie pone ya en duda el llamado “efecto Meghan”, o la capacidad de la duquesa de Sussex para lograr que toda prenda o accesorio que viste en público se agote en cuestión de minutos. Para las marcas pequeñas y bajo el radar que Markle tiende a favorecer, la visibilidad global que esto les aporta es el sueño hecho realidad de cualquier departamento de relaciones públicas, y suele incidir de forma directa en su cuenta de resultados.

 Sobran los ejemplos: tras la aparición de Markle con su modelo Percy, la firma londinense de gafas de sol Finlay and Co. aumentó un 2.700% su facturación en Estados Unidos;

 ante el incremento de la demanda de sus bolsos, la escocesa Strathberry ha ampliado plantilla y cuenta ya con un centenar de puntos de venta —el más reciente, en el prestigioso Burlington Arcade, en Londres—; la marca galesa de denim Huit se ha trasladado a un taller más grande; 

y la australiana Oroton, de quien Meghan ha llevado sus bolsos cruzados y que parecía al borde de la liquidación, de momento ha sorteado la bancarrota.

 Nadie pone ya en duda el llamado “efecto Meghan”, o la capacidad de la duquesa de Sussex para lograr que toda prenda o accesorio que viste en público se agote en cuestión de minutos. Para las marcas pequeñas y bajo el radar que Markle tiende a favorecer,

 la visibilidad global que esto les aporta es el sueño hecho realidad de cualquier departamento de relaciones públicas, y suele incidir de forma directa en su cuenta de resultados.

 Sobran los ejemplos: tras la aparición de Markle con su modelo Percy, la firma londinense de gafas de sol Finlay and Co. aumentó un 2.700% su facturación en Estados Unidos;

 ante el incremento de la demanda de sus bolsos, la escocesa Strathberry ha ampliado plantilla y cuenta ya con un centenar de puntos de venta —el más reciente, en el prestigioso Burlington Arcade, en Londres—; la marca galesa de denim Huit se ha trasladado a un taller más grande;

 y la australiana Oroton, de quien Meghan ha llevado sus bolsos cruzados y que parecía al borde de la liquidación, de momento ha sorteado la bancarrota.

 Según cálculos de la consultora Brand Finance, las ventas de moda asociadas al “efecto Meghan” podrían ascender a 150 millones de libras (unos 171 millones de euros), además de ofrecer a las empresas británicas una ventana de exposición única.

 “La interacción entre una firma y cualquier miembro de la familia real, pero particularmente las duquesas, es como el mítico toque mágico que puede transformar el desempeño de una marca de la noche a la mañana”, asegura Alex Haigh, director de Brand Finance.

 La certeza de que en esa relación no median favores o intereses económicos —a Markle no le está permitido aceptar regalos— añade credibilidad a ese sello de aprobación real.

El mensaje de Meghan Markle está en su ropa

Con su tendencia a usar firmas pequeñas y sostenibles, la duquesa lanza un alegato en favor de la responsabilidad social

Meghan Markle, en distintos 'looks' como duquesa de Sussex.
Meghan Markle, en distintos 'looks' como duquesa de Sussex. AFP/Getty Images
Nadie pone ya en duda el llamado “efecto Meghan”, o la capacidad de la duquesa de Sussex para lograr que toda prenda o accesorio que viste en público se agote en cuestión de minutos. Para las marcas pequeñas y bajo el radar que Markle tiende a favorecer, la visibilidad global que esto les aporta es el sueño hecho realidad de cualquier departamento de relaciones públicas, y suele incidir de forma directa en su cuenta de resultados. Sobran los ejemplos: tras la aparición de Markle con su modelo Percy, la firma londinense de gafas de sol Finlay and Co. aumentó un 2.700% su facturación en Estados Unidos; ante el incremento de la demanda de sus bolsos, la escocesa Strathberry ha ampliado plantilla y cuenta ya con un centenar de puntos de venta —el más reciente, en el prestigioso Burlington Arcade, en Londres—; la marca galesa de denim Huit se ha trasladado a un taller más grande; y la australiana Oroton, de quien Meghan ha llevado sus bolsos cruzados y que parecía al borde de la liquidación, de momento ha sorteado la bancarrota.
Según cálculos de la consultora Brand Finance, las ventas de moda asociadas al “efecto Meghan” podrían ascender a 150 millones de libras (unos 171 millones de euros), además de ofrecer a las empresas británicas una ventana de exposición única. “La interacción entre una firma y cualquier miembro de la familia real, pero particularmente las duquesas, es como el mítico toque mágico que puede transformar el desempeño de una marca de la noche a la mañana”, asegura Alex Haigh, director de Brand Finance. La certeza de que en esa relación no median favores o intereses económicos —a Markle no le está permitido aceptar regalos— añade credibilidad a ese sello de aprobación real.
Meghan Markle con un vestido de la marca Theia durante su visita a Tonga, el 25 de octubre de 2018. 
Meghan Markle con un vestido de la marca Theia durante su visita a Tonga, el 25 de octubre de 2018. CORDON
El fenómeno acaba de ponerse a prueba de nuevo tras el reciente tour de los duques de Sussex por Australia, Nueva Zelanda, Fiji y Tonga, en cuya agenda Meghan tenía marcados inicialmente 76 compromisos oficiales en 16 días; más de dos semanas en las que tanto su amiga íntima y estilista oficiosa Jessica Mulroney como los blogs que documentan su estilo —como Meghan's Mirror o Mad about Meghan— han trabajado a pleno rendimiento. 
Entre las marcas que acaban de comprobar lo que supone ser tocadas por la varita mágica de Markle está Theia, tal y como su director creativo, Don O'Neill —creador del vestido Athena de color marfil que la exactriz llevó a una cena de estado ofrecida por los reyes de Tonga—, explica con entusiasmo indisimulado: “Sabíamos que a su Alteza Real le gustaba el vestido, pero no nos dieron detalles sobre si se lo pondría y cuándo.
 Ese jueves decisivo me levanté a las 5.30, abrí Instagram, ¡y ahí estaba! 
El corazón me dio un vuelco, casi tiro el teléfono y se me llenaron los ojos de lágrimas. Me sentía como si tuviera 6 o 7 años y Santa Claus me hubiera traído el mejor regalo de Navidad de la historia”. Ese día, la web de Theia recibió 13.000 visitas adicionales y su perfil de Instagram, otras 42.000.

 

 

La vida robada de John Lennon.................... Diego A. Manrique

Los diarios del cantante asesinado siguen causando la ruina a los que intentan explotarlos.

Uno de los diarios de John Lennon.
Uno de los diarios de John Lennon.
Tiene toda la pinta de ser una Historia Interminable, un Halcón maltés en versión neoyorquina.
 La semana pasada, las autoridades alemanas anunciaban que se iba a procesar al intermediario que en 2014 había ofrecido a una casa de subastas berlinesa los diarios, las gafas y una serie de objetos que habían pertenecido a John Lennon.
 Ninguna broma: el hombre había recibido 785.000 euros en concepto de adelanto por parte de su alijo.
 El material ya ha sido devuelto a la viuda.
 Los diarios han tenido una vida agitada desde el asesinato de John, el 8 de diciembre de 1980. 
Su asistente personal, Frederic Seaman, se los llevó del edificio Dakota, con la intención -dijo luego- de entregárselos a Julian Lennon, el maltratado primer hijo del cantante. 
 Como excusa ("John me lo pidió"), resultó un tanto endeble. Además, se los pasó a un periodista, Robert Rosen, que se ocupó de transcribirlos.
La codicia hizo su efecto.
 Entraron en escena otras personas, empeñadas en rentabilizar el hallazgo. Los diarios (en origen, unas agendas publicadas por la revista The New Yorker) fueron sustraídos posteriormente del domicilio de Rosen. 
Seaman fue detenido por policías al servicio de Yoko que, según su narración, le apalizaron para que entregara los manuscritos.
 En 1983, Seaman se reconoció culpable de hurto agravado y fue condenado a cinco años en libertad condicional.

Los diarios volvieron al Dakota pero Yoko no tomó medidas especiales para protegerlos. Y fueron birlados nuevamente, junto con cartas y grabaciones. En esta ocasión, el ladrón fue Koral Karsan, el chófer de Ono. A finales de 2006, el hombre intentó chantajear a su jefa -de la que aseguraba haber sido amante- de modo muy torpe. Retenido en una de las peores cárceles de Nueva York, Rikers Island, Karsan optó por reconocer su culpabilidad, a cambio de ser deportado rápidamente a su Turquía natal.
Por lo que parece, Yoko y sus abogados no hicieron demasiados esfuerzos por localizar las piezas sustraídas por Karsan.
 Que recalaron finalmente, como se ha contado, en Alemania. Los diarios ya eran más reliquias que documentos: los llamados "años del Dakota" han sido explorados minuciosamente en numerosos libros, incluyendo los publicados por Seaman (The Last Days of John Lennon) y Rosen (Nowhere man: los últimos días de John Lennon, en la versión española).
 En los casi 40 años que han pasado tras el asesinato, Ono se ha revelado como una hábil gestora de su patrimonio, perpetuando una visión edulcorada del difunto y promocionando su propia obra.
 Sin embargo, Yoko no tiene una gran cultura rock y seguramente desconoce Unfaithful Servant, uno de los grandes temas de The Band.
 La canción de Robbie Robertson es un lamento sombrío que avisa que suelen terminar mal las relaciones entre la señora de la casa y el criado
Es decir, que ya no escandaliza saber de la fascinación de John y Yoko por creencias irracionales (astrología, numerología, clarividencia, algo llamado direccionalismo), la sorda competencia con Paul McCartney o el desequilibrio en la relación de la pareja, con una esposa que se permitía todas las libertades mientras controlaba hasta el dinero que podía gastar su marido.

 

Me atreví con un trasplante capilar: los pros y los contras

Harto de escuchar unas veces que funciona y otras lo contrario, un periodista se hace un tratamiento y nos lo cuenta.

transplante capilar
En los últimos tiempos, el príncipe Guillermo de Inglaterra ha asumido su calvicie. Otros prefieren apurar sus posibilidades, como nuestro protagonista. Getty
En mi cumpleaños número 34, el verano pasado, un amigo me retrató con la cara enterrada en una tarta de chocolate.
 En primer plano, mi calva, una de esas con flequillo despoblado y coronilla expuesta. Meses más tarde volví a distinguirla en una toma área realizada por un dron que tuvo a mal sobrevolar mi cabeza durante un desfile de moda.
 Verla desde las alturas me causó vértigo. Y decidí hacer algo al respecto.
Me puse a morbosear en Internet y mi Instagram se inundó con ofertas de trasplantes en Turquía. 




 Algunas opciones incluían, por menos de 1.500 euros, avión, hotel cuatro estrellas, traslados, intérprete y “línea de pelo natural”.





Coincidencias de la vida, durante aquellas semanas, me invitaron a un viaje de prensa a Estambul. 
Allí reparé en todos los hombres que, de dos en dos, visitaban las atracciones de la ciudad con las cabezas rapadas y el cuero cabelludo cubierto por puntitos rojos. 
Parecían miembros de una secta convalecientes de un lavado de cerebro.
Descarté Turquía y centré mi línea de investigación en Bogotá y Madrid, donde tenía testimonios fidedignos de dos clínicas que ofrecen la misma técnica FUE (Follicular Unit Extraction): consiste en extraer y trasplantar uno a uno los folículos capilares.
 En Colombia consulté a Giovanni Bojanini, un estetista reconocido por la efectividad de sus remedios contra la calvicie.

En Madrid me recomendaron a Alexandros Seiadatan, un doctor griego al que han acudido un par de amigos actores. 
El precio era de 2,5 euros por folículo en España; uno menos en Colombia, a lo que había que sumar vuelos y hospedaje.
 Me decidí por Madrid. ¿Los motivos? La comodidad de dormir en mi cama y que Seiadatan fuera el único que no quiso raparme. 
Me importa muy poco ir por la vida rapado, pero su razón me pareció genial.
 Explicó que necesitaba ver el ángulo de crecimiento de cada pelo para injertar los nuevos folículos en la misma dirección. 

¿Alguna indicación especial previa a la intervención? Una semana sin alcohol, ingerir solo alimentos bajos en sal y nada de aspirinas o café. 
 Después de algunas formalidades, entré a un cuarto con un sillón reclinable.
 Pasé la mañana boca abajo. Si me pregunta cuánto duele, lo comparo con el pinchazo dulzón de los tatuajes.
 No lo puedo evitar, algo tengo de masoquista.
 Los pelos recolectados se implantaron por la tarde con una herramienta similar a un portaminas. 
Al día siguiente repetimos la operación.
 En total fueron 1.200 folículos. A 2,5 euros cada uno, en total 3.000 euros.

Un mes después sucedió lo que ya me habían advertido: el cuero cabelludo entró en shock y el pelo que había empezado a brotar se cayó.
 Me quedé más calvo que antes del trasplante, porque perdí buena parte del “original”. Pero es temporal.
Poco a poco, los folículos han ido despertando y ahora soy un poscalvo en etapa de recuperación.
 Tengo el cuero cabelludo rasposo y ese tacto significa esperanza: es el pelo que rompe la piel de mi cabeza para nacer áspero y glorioso.
 Con la cabeza más tupida que hace un año, estoy listo para clavar de nuevo la cara en una tarta y ofrecer mi coronilla a las fotografías de mis amigos.
 Confío en que esta vez el resultado será mucho más amable con el ego de un hombre que cumple 35 años.

Confieso que durante la semana posterior a la operación, mientras procedía con mis curas diarias, revisé minuciosamente mi ducha en búsqueda de folículos desprendidos. Encontré algunos. No pude evitar hacer la suma: ahí van 20 euros por el drenaje.