Con su tendencia a usar firmas pequeñas y sostenibles, la duquesa lanza un alegato en favor de la responsabilidad social,
Nadie pone ya en duda el llamado “efecto Meghan”, o la capacidad de la duquesa de Sussex para lograr que toda prenda o accesorio que viste en público se agote en cuestión de minutos. Para las marcas pequeñas y bajo el radar que Markle tiende a favorecer, la visibilidad global que esto les aporta es el sueño hecho realidad de cualquier departamento de relaciones públicas, y suele incidir de forma directa en su cuenta de resultados.
Sobran los ejemplos: tras la aparición de Markle con su modelo Percy, la firma londinense de gafas de sol Finlay and Co. aumentó un 2.700% su facturación en Estados Unidos;
ante el incremento de la demanda de sus bolsos, la escocesa Strathberry ha ampliado plantilla y cuenta ya con un centenar de puntos de venta —el más reciente, en el prestigioso Burlington Arcade, en Londres—; la marca galesa de denim Huit se ha trasladado a un taller más grande;
y la australiana Oroton, de quien Meghan ha llevado sus bolsos cruzados y que parecía al borde de la liquidación, de momento ha sorteado la bancarrota.
Nadie pone ya en duda el llamado “efecto Meghan”, o la capacidad de la duquesa de Sussex para lograr que toda prenda o accesorio que viste en público se agote en cuestión de minutos. Para las marcas pequeñas y bajo el radar que Markle tiende a favorecer,
la visibilidad global que esto les aporta es el sueño hecho realidad de cualquier departamento de relaciones públicas, y suele incidir de forma directa en su cuenta de resultados.
Sobran los ejemplos: tras la aparición de Markle con su modelo Percy, la firma londinense de gafas de sol Finlay and Co. aumentó un 2.700% su facturación en Estados Unidos;
ante el incremento de la demanda de sus bolsos, la escocesa Strathberry ha ampliado plantilla y cuenta ya con un centenar de puntos de venta —el más reciente, en el prestigioso Burlington Arcade, en Londres—; la marca galesa de denim Huit se ha trasladado a un taller más grande;
y la australiana Oroton, de quien Meghan ha llevado sus bolsos cruzados y que parecía al borde de la liquidación, de momento ha sorteado la bancarrota.
Según cálculos de la consultora Brand Finance, las ventas de moda asociadas al “efecto Meghan” podrían ascender a 150 millones de libras (unos 171 millones de euros), además de ofrecer a las empresas británicas una ventana de exposición única.
“La interacción entre una firma y cualquier miembro de la familia real, pero particularmente las duquesas, es como el mítico toque mágico que puede transformar el desempeño de una marca de la noche a la mañana”, asegura Alex Haigh, director de Brand Finance.
La certeza de que en esa relación no median favores o intereses económicos —a Markle no le está permitido aceptar regalos— añade credibilidad a ese sello de aprobación real.
El mensaje de Meghan Markle está en su ropa
Con su tendencia a usar firmas pequeñas y sostenibles, la duquesa lanza un alegato en favor de la responsabilidad social
Londres
Según cálculos de la consultora Brand Finance, las ventas de moda asociadas al “efecto Meghan” podrían ascender a 150 millones de libras (unos 171 millones de euros), además de ofrecer a las empresas británicas una ventana de exposición única. “La interacción entre una firma y cualquier miembro de la familia real, pero particularmente las duquesas, es como el mítico toque mágico que puede transformar el desempeño de una marca de la noche a la mañana”, asegura Alex Haigh, director de Brand Finance. La certeza de que en esa relación no median favores o intereses económicos —a Markle no le está permitido aceptar regalos— añade credibilidad a ese sello de aprobación real.
Entre las marcas que acaban de comprobar lo que supone ser tocadas por la varita mágica de Markle está Theia, tal y como su director creativo, Don O'Neill —creador del vestido Athena de color marfil que la exactriz llevó a una cena de estado ofrecida por los reyes de Tonga—, explica con entusiasmo indisimulado: “Sabíamos que a su Alteza Real le gustaba el vestido, pero no nos dieron detalles sobre si se lo pondría y cuándo.
Ese jueves decisivo me levanté a las 5.30, abrí Instagram, ¡y ahí estaba!
El corazón me dio un vuelco, casi tiro el teléfono y se me llenaron los ojos de lágrimas. Me sentía como si tuviera 6 o 7 años y Santa Claus me hubiera traído el mejor regalo de Navidad de la historia”. Ese día, la web de Theia recibió 13.000 visitas adicionales y su perfil de Instagram, otras 42.000.
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