Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

10 nov 2018

Vargas Llosa e Isabel Preysler, listos para el compromiso

El autor viaja a Perú con su pareja para participar en el Hay Festival de su ciudad natal, al que también acudió su exesposa Patricia Llosa.

vargas llosa e Isabel Preysler
Mario Vargas LLosa e Isabel Preysler en Arequipa durante el Hay Festival.

 Se les ve ya "Ancianos" aparentando ser quinceañeros"

La primera vez que Mario Vargas Llosa vio los camarones de un delicioso chupe arequipeño parece que lloró. 

Luego, ese manjar de la gastronomía peruana se ha convertido en su plato favorito.

 Lo malo es que cuando suele regresar a la ciudad que le vio nacer y donde sólo pasó el primer año de vida, resulta imposible conseguir el ingrediente principal.

 Hay veda en el río y no se pueden pescar cangrejos. Trata de volver con frecuencia en la fecha de su cumpleaños —el 28 de marzo— pero entonces no se cocina chupe ni ocopa a base de crustáceos. Ahora, sí. 

Y fueron precisamente los dos platos que comió ayer en la ciudad donde se encuentra junto a Isabel Preysler, su actual pareja, para participar en el Hay Festival.

Mónica Parra lo conoce desde hace años. 

Es dueña de la picantería La Nueva Palomino y se lo preparó a su gusto como gran especialidad de la casa: queso, leche, zapallo, yuta, habitas, choclo, ajo, cebolla, papa, repollo, arroz y camarones.

 De ahí sale un delicioso y nutriente caldo rojizo con el que el premio Nobel se chupa los dedos.

 De hecho, en vez de cualquier banquete en un restaurante de postín, Mario quiso celebrar la conquista del galardón en la picantería de su amiga.

 “Eso le define”, afirma Parra, después de pasarnos sin que faltara detalle la receta.
A la comida le acompañó Isabel Preysler y convocó Penguin Random House, su editorial.

 Es la segunda vez que ella viaja con Vargas Llosa a Arequipa. Aterrizaron el pasado jueves, se cambiaron y acudieron al Monasterio de Santa Catalina (siglo XVI) para acaparar todos los flashes en la inauguración de Hay Festival. 

La fiesta congregó a más de mil asistentes a los largo del espacio que es patrimonio de la humanidad y recibió a la pareja entre pisco y cumbia. 

No había ojos para Shalman Rushdie o Helen Fielding, autora del Diario de Bridget Jones, otras dos estrellas del festival.

 Sólo para el hijo pródigo en traje con corbata y Preysler, enfundada en un vestido negro estampado.

Por Arequipa, ella ya había conocido la Biblioteca Vargas Llosa, donde él ha cedido gran parte de sus libros y cada año envía un nuevo cargamento para mantenerla convenientemente surtida. 

También su casa natal, hoy museo, en la Avenida Parra 101. Fue allí, en ese cruce hoy bullicioso, antaño más campestre, donde el autor vino al mundo en el segundo piso alquilado del edificio, en 1936. 

Allí pasó sus primeros meses de vida ante la imponente vista del Misti y el Chachani, dos de los volcanes que rodean la ciudad, con 5.822 metros de altura el primero y 6.057, el segundo. 

Mario Vargas LLosa posa en Arequipa junto a su hija Morgana y sus nietas Isabella y Anais.
Mario Vargas LLosa posa en Arequipa junto a su hija Morgana y sus nietas Isabella y Anais.
De hecho, el día de su nacimiento, la radio tronaba con la acechante actividad del Ubinas, otra boca de fuego de los alrededores. 
Apenas afectó la labor de Miss Pitzer, la comadrona más reconocida de la ciudad, aunque quizás sí los dolores de parto de Dorita, su madre, con quien un año después partiría junto a él y sus padres a Cochabamba (Bolivia) tras certificar que su marido los había abandonado.
Mario volvió a Arequipa de niño en sucesivas visitas familiares. Con tiempo para aficionarse allí al chupe de camarones que le prepararon por primera vez en casa de su tío Eduardo García. También para palpar con los pies y la mirada toda la iconografía del recuerdo que atrapaba a su madre y a sus abuelos cuando salieron hacia Bolivia, aquejados de frecuentes ataques de nostalgia. 
Pero hoy, el lugar no es un triste pozo de memorias para Vargas Llosa.
 Más bien una ciudad que lo celebra como a uno de sus nativos ilustres y a quien esta semana esperaban con orgullo.
El Hay Festival lleva cuatro años celebrándose en la ciudad blanca, que llaman, tallada a base de piedra volcánica y recia pese al embate frecuento de los terremotos.

 Se ganó el apelativo por su impacto reluciente en mitad de un agreste valle desértico, como un oasis atravesado por varios ríos de cuencas habitualmente secas. 
El autor participó en el impulso inicial del evento cultural junto a su entonces esposa, Patricia Llosa. 
Ella ha acudido a todas las ediciones anteriores, como también lo ha hecho en esta ocasión. 
El divorcio no propició un acercamiento del escritor en las fechas que se suele celebrar el evento literario pero el viernes ambos acompañaron a su hija Morgana en la inauguración de Indomables, su exposición fotográfica en el festival.
Este año, Vargas Llosa es el invitado estrella.
 “Tenía una deuda con nosotros”, comentó en la apertura del Hay la gobernadora de la región, Yamila Osorio.
 Ahora ha cumplido. Además de conversar en público hoy sábado con Rushdie, ayer viernes lo hizo con la periodista cubana Yoani Sánchez y junto a escritores peruanos de generaciones posteriores a la suya como Santiago Roncagliolo, Jeremías Gamboa, Karya Adaui, Mariana de Althaus y Renato Cisneros.

Una agenda apretada que no le impedirá pasearse por la amplia Plaza de Armas o perderse de nuevo por el asombroso laberinto sacro en perfecto estado de conservación del Monasterio de Santa Catalina.
 Con rumores de boda desde no hace muchos días, después de que la pareja apareciera en las portadas de varias revistas sin ataduras y listos para un nuevo compromiso.

La sonrisa maldita de Lucia Berlin...................... Andrea Aguilar...

Tras el sensacional éxito de 'Manual para mujeres de la limpieza', se publica una nueva colección de relatos y un volumen con escritos biográficos y cartas de la escritora,

 

Fotografía tomada por Budd Berlin de su esposa la escritora Lucia Berlin y su hijo David en Alburquerque en 1963.
Fotografía tomada por Budd Berlin de su esposa la escritora Lucia Berlin y su hijo David en Alburquerque en 1963.
Prácticamente desconocida hasta 2014, el rotundo éxito de la escritora Lucia Berlin llegó 10 años después de su muerte. Manual para señoras de la limpieza, una amplia recopilación de sus relatos reunida por Stephen Emerson y prologada por Lydia Davis, pronto se convirtió en un fenómeno literario de primer orden. Crítica y público quedaron arrebatados por esa voz inteligente, tiernamente observadora y llena de humor que era capaz de volver candorosamente digeribles incluso crudas historias de adicción y caídas en picado.
 Berlin rebosaba vida, claros y oscuros, asombraba, enganchaba, y helaba la sonrisa. 
Los derechos de aquella antología se han vendido a 30 países, y la traducción en español —una de las más exitosas en el mundo— apareció en el sello Alfaguara en 2015 y ya va por la 16ª edición.
El fulgurante ascenso de Berlin vino rodeado de un cierto aura de misterio.
 ¿Dónde había estado esta prodigiosa escritora hasta entonces? ¿Cómo había pasado desapercibida su voz?
 Calificada como “el secreto mejor guardado de las letras estadounidenses”, la imponente belleza de la autora, su accidentada vida —tres maridos y cuatro hijos antes de los 30 años— y la dura batalla contra el alcoholismo en la que estuvo metida más de una década, añadían cierto malditismo a su figura, pero no zanjaban las preguntas. 
La más acuciante para sus editores pronto pasó a ser: ¿qué más sorpresas escondía la bella Lucia? 
Aunque permanecía inédita en otras lenguas, los relatos de Berlin habían sido publicados en varios libros por editoriales independientes en EE UU. 
“Muchos de ellos quedaron reunidos por su buen amigo Emerson en Manual, pero esa era su selección.
 Por otro lado, no queríamos sacar simplemente lo que había quedado fuera”, explica en conversación telefónica desde Nueva York Devon Mazzone, del sello Farrar, Strauss & Giroux.
 Unos textos autobiográficos que conservaba la familia, y en los que Berlin trabajaba cuando murió, fueron el eje para armar dos nuevos volúmenes que ayudan a completar el retrato de la escritora. “Esos textos dialogaban con los cuentos y permitían conocer más a la autora”, dice Mazzone. 

Así, esta semana se han publicado simultáneamente en el mercado anglosajón las dos novedades: la colección de relatos Una noche en el paraíso y Bienvenida a casa, libro que reúne apuntes autobiográficos, una selección de cartas y fotografías.
 “En algún momento pensamos en sacar un solo libro, y hay algunos países que quieren hacerlo así, pero nosotros finalmente optamos por mantener cuentos y biografía separados”, explica Mazzone.
 Las versiones en español y en catalán (editadas en Alfaguara y L'Altra, respectivamente) también han apostado por esta fórmula, pero además han decidido espaciar los dos volúmenes: el libro biográfico saldrá el próximo octubre.
 “Creo que para los lectoras será agradable saber que aún queda otro Lucia Berlin el año que viene”, dice Pilar Álvarez, de Alfaguara.
Mientras tanto, esta semana han llegado a las librerías los 22 relatos de Una noche en el paraíso prologados por Mark Berlin, que falleció un año después que la escritora, en 2005. 
El mayor de los dos hijos que Berlin tuvo con su primer marido, el escultor Paul Suttman, recuerda a su madre contándoles historias: “No importa qué cuento fuera, porque cada noche traía una historia con su dulce tonada, un acento mezcla de Texas y Santiago de Chile”.
Berlin, en Oakland, California, en 1975.
Berlin, en Oakland, California, en 1975.
Nacida en Alaska en 1936, hija de un ingeniero de minas y un ama de casa, Berlin tuvo una infancia itinerante por Idaho, Kentucky, Montana, Arizona y Texas, donde pasó la Segunda Guerra Mundial con su madre y sus abuelos, antes de recalar en Chile en la adolescencia.
 En la Universidad de Nuevo México fue alumna del novelista Ramón J. Sender y se enamoró de un mexicano, episodio que indignó a sus padres y que acabó llevándola a casarse con Suttman, en parte para evitar ser enviada a Europa. 
Sus dos siguientes esposos fueron los músicos Race Newton y Buddy Berlin, este último padre de sus dos hijos menores y adicto a la heroína. 
Siguió itinerante por Nueva York, México, Guatemala, Nuevo México y, más adelante, California, ya separada de Berlin, antes de dejar el alcohol y obtener gracias a su amigo Emerson una plaza como profesora en Colorado.
 “Hubo momentos duros, incluso peligrosos”, escribe Mark. 
“Mi madre escribía historias verdaderas; no necesariamente autobiográficas, pero por poco”.
 La autoficción que muchos lectores intuyen en las páginas de Lucia Berlin es uno de los factores que, según Mazzone, han contribuido de alguna manera a su fenomenal éxito en un momento en el que este género está en auge. 
“Berlin no escribe sobre vidas perfectas, cuenta experiencias duras, pero no victimiza a la mujer. Son relatos cortos, pero con muchas capas de significado”, apunta. “Los lectores y la crítica sintieron que eran muy contemporáneos. El redescubrimiento de voces literarias femeninas y las estupendas reseñas de Manual ayudaron mucho”. El editor cita la novela Stoner como precedente de obra olvidada y redescubierta que causó sensación. También habla de la “eulogía colectiva” que la reedición de Berlin provocó, con muchos de sus amigos escribiendo sobre ella.
 La leyenda ha seguido creciendo, pero al fin como Lucia decía a sus hijos “la historia es lo que cuenta”.

9 nov 2018

Una mujer adelanta su muerte para cumplir la ley de eutanasia de Canadá

La afectada quería vivir hasta Navidad, pero no pudo porque la norma obliga a estar consciente y con lucidez en el momento de dar el consentimiento final.

  

Administración de morfina en un hospital en cuidados paliativos.  
Administración de morfina en un hospital en cuidados paliativos.
Audrey Parker, una maquilladora profesional de 57 años de edad, falleció el pasado 1 de noviembre en su casa de Halifax (Nueva Escocia) por medio de una inyección administrada por un médico. El cáncer de mama, que le fue diagnosticado en 2016, se había propagado ya a otras partes de su cuerpo, provocándole dolores insoportables. 
Unas horas antes de su deceso, Parker dijo que debió recurrir a la muerte asistida antes de la fecha que habría deseado, en razón de lo estipulado en la ley canadiense.
No puedo predecir en qué momento el cáncer afectará a mi cerebro o qué otra cosa me pondrá más enferma.
 Yo quería llegar a Navidad y Año Nuevo, mi época preferida del año, pero perdí esta posibilidad por culpa de una ley federal mal concebida”, escribió Parker en su portal de Facebook.
 La ley canadiense de ayuda a morir, que entró en vigor en junio de 2016, establece que las peticiones deben ser aprobadas primero por dos médicos.
 Posteriormente, la persona que recibirá esta asistencia tiene que estar consciente y con lucidez en el momento de dar su consentimiento final. 
“Quienes ya hayan pasado la evaluación y recibido la aprobación deberían tener la posibilidad de escoger el momento propicio para morir por medio de una petición anticipada”, manifestó Parker en la red social. 

El caso de Audrey Parker incrementa el debate en Canadá sobre la necesidad de reformar la ley
Unos 3.800 canadienses han puesto fin a sus días desde su entrada en vigor. 
En su forma actual, la reglamentación obliga a varios individuos —como sucedió con Parker— a elegir entre un fallecimiento prematuro y periodos de intenso dolor físico y emocional. 
Cabe señalar que Bélgica y Holanda permiten las peticiones de muerte asistida con antelación.
El mismo día de la muerte de Parker, Ginette Petitpas Taylor, ministra federal de Salud, dijo en Ottawa: “Es una situación muy triste. Estoy de todo corazón con la señora Parker y su familia.
 Si yo hubiera tenido la autoridad y el poder de acordar una excepción para este caso particular, habría estado encantada de hacerlo. 
Pero tenemos una ley para todos los canadienses”. Petitpas Taylor precisó que los elementos relacionados con el caso de Parker y otros temas más aparecerán en un informe que prepara un grupo de expertos —a solicitud del Gobierno— y que se hará público a finales de este año.
 Además de las peticiones de muerte asistida con antelación, diversos organismos han pedido a este grupo que tome en cuenta las limitaciones en la ley impuestas a menores de edad y enfermos mentales.
 En declaraciones a la agencia The Canadian Press, el presidente de la asociación quebequesa por el derecho a una muerte digna, Georges L’Espérance, calificó la respuesta de Wilson-Raybourd como “ridícula” y subrayó que es el reflejo de una ley que contiene errores de envergadura.
 La opinión de Shanaaz Gokool apunta en la misma dirección: “La declaración de la ministra de Justicia no es alentadora.
 Estamos recibiendo testimonios de otras personas muy preocupadas porque no pueden hacer sus peticiones con antelación. Pensemos también en un joven de 15 años que esté sufriendo terriblemente por el cáncer.
 ¿Qué puede hacer? ¿Esperar a que cumpla 18 años? Las cosas tienen que cambiar.
 Es un asunto de compasión y de respeto a los derechos”.
Sin embargo, los liberales de Justin Trudeau no han precisado qué impacto tendrá el informe sobre posibles modificaciones al marco actual. El 2 de noviembre, las palabras de Jody Wilson-Rayboud, ministra federal de Justicia, mostraron que los cambios difícilmente llegarán. “No estamos considerando hacer modificaciones a la ley. El Gobierno piensa que es adecuada en su forma actual”, indicó.

Shanaaz Gokool dirige la organización canadiense de Dying With Dignity. Cuenta a EL PAÍS que habló con Audrey Parker dos semanas antes de su muerte. “Nos ayudó a comprender la situación de estas personas que no fueron tomadas en cuenta en la ley. Es una violación contra sus derechos y que se está tolerando”, afirma vía telefónica desde Toronto.

 

Villarejo investigó al rey emérito pese a que se lo prohibió el ‘número dos’ de la Policía

El comisario pidió indagar el supuesto allanamiento en Mónaco del apartamento de Corinna Larsen.


El comisario jubilado José Manuel Villarejo investigó las supuestas cuentas en Suiza del rey emérito y su relación con Corinna Larsen pese a que se lo prohibieron expresamente sus superiores en la Policía. 
 El agente encubierto, preso hace un año por pertenencia a organización criminal, blanqueo de capitales y cohecho, solicitó el permiso para realizar esta investigación a su jefe inmediato Eugenio Pino, director adjunto operativo (DAO), el número dos de la Policía entre 2012 y 2016, y el mando se lo negó por escrito, según ha confirmado este último a El PAÍS.



Don Juan Carlos de Borbón.
Desde su regreso a la Policía en 1993, Villarejo dependió siempre de los subdirectores generales operativos y en su última etapa del DAO. 
Todos sus superiores conocieron y autorizaron que el agente compatibilizara sus actividades de detective privado con las misiones policiales que él mismo proponía o le encomendaban.
Desde su regreso a la Policía en 1993, Villarejo dependió siempre de los subdirectores generales operativos y en su última etapa del DAO. 
Todos sus superiores conocieron y autorizaron que el agente compatibilizara sus actividades de detective privado con las misiones policiales que él mismo proponía o le encomendaban.
Según ha explicado el propio Villarejo en su declaración ante el juez Diego de Egea, los fiscales anticorrupción y su abogado, él elaboraba “notas de inteligencia” en las que planteaba a sus superiores asuntos a investigar.
 Unas veces sus sugerencias se aceptaban y otras se rechazaban, según el interés, la importancia u operatividad de cada caso. Villarejo no tenía despacho, coche oficial, ordenador o subordinados a su cargo. 
Era un electrón libre que trabajaba con, al menos, tres identidades falsas facilitadas por el Ministerio del Interior.
 En 2015, el agente encubierto solicitó a Eugenio Pino, entonces responsable de la Dirección Adjunta Operativa, investigar el supuesto allanamiento del apartamento en Mónaco de Corinna Larsen, examiga de Juan Carlos I, por agentes del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) para recuperar una supuesta documentación privada que el rey emérito había confiado a esta sobre sus presuntos negocios y cuentas en Suiza. Villarejo aseguró a Pino que Corinna se había dirigido a “abogados de su familia” (la de Villarejo) para que se hicieran cargo del caso y le prestaran ayuda. 
Entre los servicios que ofrecía Cenyt, el grupo de empresas que dirigía el policía, figuraba la asesoría jurídica.
 El agente encubierto se definía, también, como abogado.
Pino declinó la petición con el argumento de que la Policía española no es una policía universal, que el rey gozaba de inviolabilidad y que Mónaco era una democracia con sus propios jueces.
 El responsable del DAO sugirió que Larsen denunciara en su propio país. 
Villarejo le respondió que le diera su respuesta por escrito, una petición nada habitual cuando su superior rechazaba sus peticiones de investigación.
 El comisario Eugenio Pino atendió su petición y le expuso su negativa por escrito, según varias fuentes consultadas. 
Pino reconoce a este periódico el episodio y los argumentos que esgrimió ante la solicitud del agente encubierto. 
“Se lo di por escrito”, afirma. 

Pese a la negativa de su superior, Villarejo desobedeció a su superior jerárquico.
 Siguió en contacto con Corinna Larsen, se encontró con ella en varias ocasiones, le grabó todos sus encuentros e indagó en las supuestas cuentas suizas que, según la examiga del rey emérito, este ocultaba fuera de España. 
Su socio y amigo Rafael Redondo, también detenido en la misma causa que el policía, asistió a alguna de esas reuniones. 
El agente encubierto argumenta en su defensa que solo pretendía localizar la supuesta documentación comprometida del monarca cuya custodia atribuye a Larsen.
La petición de Villarejo de investigar al rey llegó a oídos de responsables del Palacio de la Zarzuela y del general Félix Sanz Roldán, director del CNI, con el que el agente encubierto mantenía una disputa. 
 El policía había elaborado una nota de inteligencia en la que acusaba a agentes de ese centro de haberse quedado con una parte del rescate que el Gobierno pagó para liberar a varios periodistas españoles secuestrados por el Estado Islámico en Siria.
El Ministerio del Interior durante el Gobierno del PP no destituyó al comisario Villarejo pese a las peticiones de sus superiores.
 Una de ellas, partió precisamente del DAO Eugenio Pino. 
El agente encubierto hacia gala ante sus jefes de sus relaciones con María Dolores de Cospedal y con su marido. 
Cospedal acaba de cesar en sus cargos y renunciar a su escaño en el Congreso tras divulgarse sus conversaciones con el policía en la sede del PP.
La Fiscalía Anticorrupción pidió, también, el archivo de la pieza porque los indicios esgrimidos contra el rey emérito “son extraordinariamente débiles y no son susceptibles de investigación en sede penal”.
 Esgrimió, igualmente, que los hechos se remiten a fechas en las que Juan Carlos I gozaba de la inviolabilidad que reconoce la Constitución.
 
El pasado mes de septiembre el juez De Egea acordó el sobreseimiento provisional de la pieza que afecta al padre de Felipe VI. Su decisión tuvo lugar un mes y medio después de que arrancaran las pesquisas tras hacerse públicas las grabaciones de Villarejo a Corinna Larsen en una de sus reuniones en la casa de esta en 2015 en Londres. El instructor considera que no hay pruebas suficientes en esos audios y que Juan Carlos I era inviolable cuando ocurrieron los supuestos hechos. La antigua amiga del exjefe del Estado atribuía, sin pruebas, al monarca el cobro de comisiones y el uso de testaferros para ocultar una supuesta fortuna en Suiza y un terreno en Marrakech.