Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

22 oct 2018

Antoni Miralda, Premio Velázquez de Artes Plásticas


Miralda en una de sus última exposiciones en el MACBA.  Miralda en una de sus última exposiciones en el MACBA.



El jurado le ha destacado “por una trayectoria artística sólida y transdisciplinar, desde los años 60 a la actualidad, que evidencia el carácter político y crítico de su obra”.


Antoni Miralda ha sido galardonado este lunes con el Premio Velázquez de Artes Plásticas 2018. 
El jurado le ha destacado “por una trayectoria artística sólida y transdisciplinar, desde los años 60 a la actualidad, en la que ahonda en el concepto de ritual y fiesta, con un sentido lúdico y participativo que evidencia el carácter político y crítico de su obra”. 
Y ha añadido en su motivación que “sus acciones colectivas, que involucran gran parte de la población, tanto a audiencias vinculadas al mundo artístico como también agentes de la vida cotidiana, exaltan en particular su capacidad de seducción estética, el carácter organizativo de su práctica, y su incansable trayectoria”.

Este galardón lo concede el Ministerio de Cultura y Deporte desde 2002 para otorgar el reconocimiento institucional a un creador cuya obra sobresale con especial significación en el ámbito de las artes plásticas. 
Se recompensa así la meritoria labor del galardonado a través de la concesión de un premio dirigido a destacar su aportación sobresaliente a la cultura española e iberoamericana por la totalidad de su obra.
 Está dotado con 100.000 euros.
Formado desde comienzos de 1960 en los más prestigiosos y diversos centros artísticos de Barcelona, París, Londres y Nueva York, Miralda es quizás el creador español más versátil, de los últimos 40 años. 
 Permanentemente involucrado en el arte participativo, es autor de una obra de carácter público y lúdico. 
El estudio de la memoria inmaterial es uno de sus ejes temáticos más significativos, resaltando la comunicación como un aspecto de gran importancia en toda su trayectoria. 
Ha trabajado con objetos, mixed-media, happenings (siempre relacionados con la idea de la fiesta, las liturgias ceremoniales, los ritos florales, las procesiones…) para dedicarse ya en 1967-1968 a la alquimia de las metamorfosis con sus “objetos comestibles”, como paisajes o banderas que recrea desde entonces en su obra, mostrando una precoz preocupación antropológica por el ritual. Este lenguaje le permite reflexionar sobre la capacidad de transformación que el arte posee más allá de los recintos museográficos cerrados.
Antoni Miralda es, pues, autor de una obra arriesgada, consolidada a lo largo de más de cuarenta años, fruto de un lenguaje muy personal en permanente investigación. 
A lo largo de su trayectoria, la comida se ha mantenido como referencia permanente por su condición de elemento esencial de cohesión comunitaria. 
También ha realizado numerosas instalaciones que han significado
auténticos retos y que le han permitido llevar su proceso creativo a numerosos emplazamientos del ámbito internacional.

Su obra forma parte de importantes colecciones, ha expuesto en numerosos museos y ha estado presente regularmente en galerías de todo el país así como en las principales citas artísticas internacionales.
 Su obra y su participación se han podido ver en Venecia, Hannover, París, Londres, Nueva York, Miami, Shanghái, Milán, Caracas, Lima, Bogotá, Ciudad de México, La Habana,
Montevideo, Buenos Aires, Atenas, Ámsterdam, Berlín, Bruselas, Copenhague, Dublín, Estocolmo, Helsinki, Lisboa, Luxemburgo, Roma, Viena y, por supuesto, en muchas ciudades españolas.

Dentro de sus primeros trabajos, Soldats Soldés (1967-72), se conocen como objetos “assemblages” partiendo de la acumulación de soldados de plástico blanco. 
Vive en el París de los sesenta, donde empieza a realizar proyectos introduciendo el ceremonial de la comida como elemento creativo a partir del color y su simbolismo.
 Reside en Nueva York de los setenta a los noventa, donde trabaja incidiendo en el espacio público y participativo alrededor de lo comestible.
 Cabe destacar Fest für Leda, Documenta 6, Kassel (1977); Wheat & Steak, Kansas City (1981); Santa Comida, Nueva York, Miami, Paris (1984-89); la creación junto con Montse Guillén del reconocido restaurante El Internacional en Tribeca, Nueva York (1984-1986) y el proyecto Honeymoon (1986-92), que celebra la boda imaginaria de la Estatua de la Libertad con el Monumento a Colón de Barcelona, explorando así la fusión cultural entre el Nuevo y Viejo Mundo con intervenciones en Nueva York, Barcelona, Venecia, Tokio, París, Miami o Las Vegas.

 A mediados de los años 90, partiendo del concepto “comida como cultura”, crea el FoodCulturaMuseum, un “museo sin paredes”, con el objetivo de explorar, coleccionar, preservar, documentar y difundir las conexiones entre comida, cultura popular y arte. 
El proyecto cuenta con una amplia trayectoria de actividades y exposiciones, entre las cuales se encuentran la creación del Food Pavilion para la Expo 2000 de Hannover, los proyectos Power Food y Sabores y Lenguas, que proponen reflexionar en torno al poder y la energía de la comida, la memoria culinaria, los intercambios y la riqueza gastro-cultural de diversas ciudades latinoamericanas, europeas y asiáticas. 
En 2010, el Reina Sofía presenta De gustibus non disputandum, una retrospectiva de su obra en el Palacio Velázquez del Parque del Retiro, en Madrid.
 En Expo Milano 2015 realiza para el pabellón español la instalación El viaje del sabor.
 En 2017 presenta en MACBA MiraldaMadeinUSA.

 



 

La reacción de Toñi Moreno tras conocerse que deja 'Viva la vida'

Menos mal. Era Deprimente y aburrido pese que Toñi parecía alegre y de chiste facil....pero un fin de semana y cuatro horas te obligaban a salir..
Fue la noticia bomba del fin de semana: Mediaset cambiaba a Toñi Moreno de 'Viva la vida' a 'Mujeres y hombre y vicerversa', y en su lugar llegaba Emma García.
 Intercambio de programa entre las dos presentadoras, que ha sorprendido a todos sus fans. 
Y lo de Hombres y mujeres otro bodrio, mejor películas creo yo.

Toñi Moreno
La estrategida de Mediaset de intercambiar las presentadoras de Viva la vida y Mujeres y hombres y viceversa fue la noticia televisiva del fin de semana, adelantada por el portal Yotele.
 Un intercambio que no ha sentado nada bien ni a los seguidores de Toñi Moreno ni a los de Emma García, como se hizo patente en las redes sociales. Pero… ¿qué opinan ambas presentadoras? De Emma García, solo tenemos esta foto que colgó en su instagram.

Los hijos heredan el sufrimiento de los padres

Los descendientes de prisioneros de la Guerra de Secesión americana vivieron menos que los del resto de soldados.

 

El cabo Calvin Bates, en el hospital tras salir del campo de prisioneros confederado de Andersonville. Atención, la foto ampliada puede herir su sensibilidad. 
El cabo Calvin Bates, en el hospital tras salir del campo de prisioneros confederado de Andersonville. Atención, la foto ampliada puede herir su sensibilidad. Biblioteca del Congreso de EE UU
El cabo Calvin Bates, del 20º Regimiento de Infantería de Maine del Ejército de la Unión, fue hecho prisionero por soldados de la Confederación en mayo de 1864, durante la Guerra de Secesión de EE UU (1861-1865).
 Apenas estuvo cuatro meses en el campo de prisioneros de Andersonville (Georgia) pero salió de allí demacrado, enfermo, con los dos pies amputados y un intenso sufrimiento en su mirada (ver fotografía). 
Tan duras eran las condiciones que el 40% de los prisioneros no salieron vivos de allí.
 Ahora, un estudio con miles de ellos muestra que los hijos que tuvieron los supervivientes de aquel infierno vivieron menos que los de otros veteranos.
 Incluso, murieron a una edad más temprana que sus hermanos nacidos antes de la guerra. 
De alguna manera, el dolor de sus padres se grabó en su genética.
Desde hace años, estudios en animales han mostrado que determinados factores ambientales provocan cambios en la información genética que pasan de una generación a otra. 
Es como si dejaran marcas que apagaran o encendieran genes pero sin alterar el ADN.
 Así se ha comprobado que el azúcar que toman los padres puede hacer obesos a sus descendientes o que la mala alimentación de los abuelos perjudicaría la salud de sus futuros nietos.
 A pesar del gran impacto que podría tener en la ciencia y en la salud, se sabe poco de estos mecanismos epigenéticos en humanos y saber más exigiría unos experimentos que la ética impide.
Por eso es tan excepcional la historia de Bates y el experimento social que supuso el internamiento de unos 200.000 soldados de la Unión en prisiones sudistas durante la guerra que dividió a EE UU. Un grupo de investigadoras de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) han rastreado qué fue de ellos una vez que salieron de los campos.
 Gracias a los archivos militares, saben si se casaron o ya estaban casados, dónde vivían, a qué se dedicaban o cuándo y cuántos tuvieron hijos .
 También pudieron ver cuándo murieron ellos, su mujer y sus hijos. Así comprobaron que, tal y como publican en PNAS, los que tuvieron después de pasar por sitios como Andersonville vivieron menos que los hijos de otros veteranos de guerra.
"Pasaron dos cosas en el campo: inanición, con los hombres convertidos en cadáveres andantes que morían de escorbuto y diarrea, y estrés psicológico", comenta la economista de la UCLA y principal autora del estudio Dora Costa. 
Ni ella ni sus colegas son especialistas en genética ni se ha podido estudiar el ADN de los 6.500 veteranos de guerra y sus 20.000 hijos que han investigado. 
Pero han llegado a la epigenética por descarte: Controlando diversos factores, como condición socioeconómica, origen, fecha de alistamiento, estado de salud previo... compararon la longevidad de los hijos de los veteranos que fueron prisioneros de los que no lo fueron, viendo que, en iguales circunstancias y a la misma edad, los primeros tenían el doble de posibilidades de haber muerto. 
Hay otro dato que refuerza la tesis de la base epigenética:
 Dentro de la misma familia, los hijos que el prisionero de guerra tuvo después de sobrevivir a uno de esos campos tenían hasta 2,2 veces más probabilidades de morir antes que sus hermanos a la misma edad.
"Ciertamente hay transferencia intergeneracional de rasgos en humanos, algo que puede ocurrir por métodos bien conocidos, como la herencia genética o la herencia cultural, como el aprendizaje", recuerda el profesor de la Universidad de Nueva Gales del Sur (Australia), Neil Youngson.
 "Lo que es especial aquí es que esta investigación muestra un mecanismo de herencia diferente, la epigenética, en el que una exposición ambiental (en este caso el hambre o el estrés, las autoras no pueden decir cuál) inducen cambios moleculares en los gametos que, a su vez, afectan a la salud o conducta de sus descendientes", explica este investigador, no relacionado con el estudio.

 
Uno de los soldados de la Unión, tras ser liberado de una prisión confederada. Las imágenes frontales recuerdan a las de los supervivientes del Holocausto. 
Uno de los soldados de la Unión, tras ser liberado de una prisión confederada. Las imágenes frontales recuerdan a las de los supervivientes del Holocausto. Biblioteca del Congreso de EE UU
Hasta ahora, los escasos experimentos sociales que han permitido estudiar la transmisión intergeneracional del trauma en humanos habían tenido como protagonistas a los niños, incluso aún por nacer, pero no a adultos.
 En los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial, el norte de los Países Bajos, aún bajo dominación alemana, sufrió una terrible hambruna.
 En ciudades como Róterdam o Ámsterdam las raciones no alcanzaron ni las 1.000 kilocalorías diarias
Uno de los soldados de la Unión, tras ser liberado de una prisión confederada.
 Las imágenes frontales recuerdan a las de los supervivientes del Holocausto. Biblioteca del Congreso de EE UU
 
Hasta ahora, los escasos experimentos sociales que han permitido estudiar la transmisión intergeneracional del trauma en humanos habían tenido como protagonistas a los niños, incluso aún por nacer, pero no a adultos. 
En los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial, el norte de los Países Bajos, aún bajo dominación alemana, sufrió una terrible hambruna.
 En ciudades como Róterdam o Ámsterdam las raciones no alcanzaron ni las 1.000 kilocalorías diarias El hambre afectó a la fertilidad de las mujeres, pero lo peor vendría después: los niños de las embarazadas en aquellos meses nacieron con una media de 300 gramos menos.
 Ya de adultos, aquella exposición prenatal al hambre redujo su tamaño corporal y aumentó la incidencia de diabetes y esquizofrenia.
 
Estos efectos se manifiestan a veces en la tercera generación.
 En 2017, un trabajo con una enorme muestra de 800.000 niños suecos comprobó que el trauma de perder a un padre o una madre deja una marca que heredan los hijos
 Sus autores vieron que, los niños que se quedan huérfanos en los años anteriores a la adolescencia tienden a tener, ya de adultos, más hijos prematuros y con menor peso que los que no perdieron a sus padres
. "Justo antes de la pubertad, durante el periodo de crecimiento lento, es cuando se programa la espermatogénesis y cuando los testículos empiezan a formarse
. También es un momento psicológicamente formativo y en nuestro estudio vimos que un trauma psicológico grave, la muerte de un padre, durante este período predecía los resultados al nacer de los hijos de los chicos", explica la investigadora de la Universidad de Estocolmo (Suecia) y coautora de este estudio, Kristiina Rajaleid.
Las hijas de los prisioneros de guerra, sin embargo, fueron tan longevas como los niños de los demás veteranos

Uno de los padres de la hipótesis epigenética de la transmisión del trauma es el investigador del Instituto Karolinska (Suecia), Lars Olov Bygren.
 Junto al genetista británico Marcus Pembrey, Bygren llevó a cabo el llamado estudio Överkalix en el que observaron una relación entre la disponibilidad de comida a edades tempranas y el estado de salud de los descendientes entre los habitantes de un pequeño pueblo por encima del Círculo Polar Ártico.
 En concreto, comprobaron que los nietos de aquellos que, siendo niños, habían pasado penurias por las malas cosechas, tienen mayor incidencia de problemas cardiovasculares
 "Nosotros hemos visto tres periodos sensibles a la respuesta transgeneracional, los primeros meses, hasta los dos años, durante el periodo de crecimiento lento [en torno a los 10 años] y en los 17-18 años", cuenta Bygren en un correo
. Muchos de los que se alistaron para combatir a los confederados tenían esa edad.
Pero hay un último dato del estudio de los prisioneros de guerra que intriga a los científicos: el trauma por tanto sufrimiento solo lo heredaron los hijos varones, las hijas fueron tan longevas como las del resto de los que fueron a la guerra.
 Ni las autoras ni los expertos consultados saben con certeza el porqué de esta discriminación por sexos.
 Igual el análisis de los datos de la tercera generación, de los nietos y nietas de soldados como el cabo Bates, que está en curso, pueda explicarlo.

 

Mimi Marchand, la ‘Rasputina’ del Elíseo

Una biografía de la asesora en la sombra de los Macron revela su inquietante influencia sobre la pareja presidencial.

Brigitte Macron y, a la izquierda, Mimi Marchand, en París en abril de 2017.
Brigitte Macron y, a la izquierda, Mimi Marchand, en París en abril de 2017.