La actriz
vuelve al cine por la puerta grande con 'La buena esposa', apoya causas
sociales y afirma que nunca ha sentido "tanto anhelo por lo que está por
venir".
Glenn Close en el estreno de 'La buena esposa' en Londres. Isabel Infantes Getty Images
Glenn Close es una
de esas actrices que sorprende. Admira la calidad de su trabajo,
reconocido con seis candidaturas al Oscar, y su variedad interpretativa. Porque esta estrella de cine, teatro y televisión igual afronta un
drama como Las amistades peligrosas, un thriller que marca época como Atracción fatal o un filme orientado al público infantil como ocurrió cuando dio vida a Cruella De Vil en 101 Dálmatas. Su vida no es menos sorprendente. Close es hija de una familia acomodada que formó parte de la agrupación Viva la gente, un
hito en la música de los años setenta. Alguien que hace más de 42 años
decidió ser actriz pero que todavía sueña con estudiar Neurociencia y
que en las lecturas se decanta por el medievo. Pero entre todas las
sorpresas que acompañan a la actriz, también destaca que a pesar de su
talla como intérprete nunca haya recibido un Oscar. Algo que, según los
rumores que se van extendiendo por Hollywood, puede cambiar con su último estreno, La buena esposa, y a sus 71 años. La película no puede llegar en mejor momento. Cuando el movimiento MeToo
acaba de cumplir un año, Glenn Close interpreta en el filme a la esposa
de un famoso escritor que recibe el Nobel y sale de las sombras para,
tras 40 años de matrimonio, alterar de una vez por todas el orden de las
cosas. “Lo que pase pasará. He vivido antes esto”, comenta la actriz a
EL PAÍS quitando importancia a los rumores de Oscar que ya la
acompañaron con El mundo según Garp, Reencuentro, El mejor, Atracción Fatal, Las amistades peligrosas y Albert Nobbs. En su cabeza, más que los Tony, los Globos de Oro o los Emmy que ha
ganado en su carrera, está grabado el comentario de una reclusa que
durante una visita de la actriz a un centro de máxima seguridad se
sintió empoderada con su presencia. “Ahora sé que no seré olvidada”, le
dijo. Y eso es lo que Close busca, no la gloria o los premios sino que
las mujeres no sean olvidadas. “Son muchos años, muchas relaciones.
A veces un arduo camino”, confiesa echando la vista atrás. “Pero nunca
me sentí más realizada que en este momento de mi vida. Nunca sentí tanto
anhelo por lo que está por venir. Está claro que soy una flor tardía. Pero no pasa nada con tal de que sepas quién eres y seas esa persona”, admite orgullosa de su evolución.
Glenn Close y su hija Annie Starke quien también participa en 'La buena esposa'.Andy KropaGetty Images
Siempre consciente de la realidad que la rodea y muy involucrada en
causas tanto sociales como políticas, la acérrima demócrata es de las
que habla a las claras.
“Nos ha llevado 14 años llevar a la pantalla una
película escrita por mujeres, producida por mujeres, interpretada por
una mujer y centrada en ella.
No es coincidencia que eso ocurra ahora”,
explica de esa cierta distancia que los últimos años la ha separado del
cine que ama.
Está orgullosa del movimiento #metoo o Time’s Up, pero en su opinión esto es solo la punta del iceberg.
“Yo espero que lleguemos a una revolución cultural, que vaya a más. Incluso si no es así, este es un gran recordatorio de lo importante que
es hacerte oír, participar en nuestra democracia”, afirma para animar
ante la proximidad de una nueva cita con las urnas en EE UU.
Close agradece a Katharine Hepburn su vocación de actriz. La escuchó
en una entrevista y en ese momento dejó los estudios de Antropología que
cursaba. No habla mucho sobre la etapa de su juventud en la que junto a
su familia perteneció a Viva la gente, pero desvela que está
preparando un libro biográfico donde tratará el tema. “Soy tímida en
general. Solo encuentro mi voz cuando actúo”, advierte. La actriz prefiere hablar de la salud mental, de las enfermedades que
afectan a varios miembros de su familia y que la llevaron a luchar por
erradicar el estigma que acompaña a estas dolencias. “El cerebro es
parte del ser humano y sus desequilibrios deben de ser vistos como los
de cualquier otro órgano”, afirma. Admite que está en ese momento de su
vida en el que le gusta simplificarlo todo. “Pasar tiempo en silencio,
leyendo, con mi perro”, enumera para describir su día ideal. Pero sigue
activa. Fue una de las primeras en pasar por la televisión
cuando todavía no estaba de moda y la oferta cinematográfica flojeaba
para mujeres “de cierta edad”. Se alegra de haberlo hecho en Al margen de la ley y luego enDamages,
pero le gusta todavía más volver al teatro. O el cine. “Esa experiencia
comunal”, deja caer. Cuando se cumple el 30º aniversario de uno de sus
trabajos más populares y también el más criticado, Atracción Fatal, propone
una nueva versión que narre esa historia de obsesión desde el lado de
la mujer. “Amo a mis personajes incondicionalmente”, subraya.
No existe ningún hombre en su vida, otro gesto con el que evita complicaciones.
De su otra larga relación sentimental con el productor John Starke nació su hija Annie, ahora debutante como actriz en La buena esposa
donde interpreta el personaje de su madre de joven.
“Se crió entre
rodajes pero evitó esta profesión todo lo que pudo. No me extraña.
Cuando tienes padres famosos te ves sometido a un doble escrutinio. Pero
esta es su verdadera vocación”, confiesa maternal. Le ha dado los
mismos consejos que a cualquier otra actriz que empieza.
“Será un viaje
duro. Hay que estar preparado para el rechazo.
Y para perseverar. Pero
merece la pena”, resume con la experiencia de toda su carrera.
Que en una
canción de Mecano digan mariconez resulta más tolerable que una
ministra lo exponga en una grabación del comisario Villarejo.
Roberto Leal y María Villar, durante la gala del miércoles de 'Operación Triunfo'.GtresOnlin
Fue lo primero que leí la mañana del jueves, la entrevista de Isabel Coixet a Martin Scorsese,
en la que el director advertía de que se “acabó el tiempo de lo
superfluo e innecesario”. ¡Qué rotundo! Somnoliento confundí estas
declaraciones con las de la Conferencia Episcopal, que promete cambiar su código de actuación en los casos de pederastia, promesas que luego se disuelven en el intrascendente café del desayuno.
Este eterno dilema entre lo que es superfluo e innecesario versus
lo trascendente y válido debería formar parte de las clases de
filosofía que, felizmente, regresan a las aulas de secundaria. Yo
plantearía que todo tiempo es a la vez intrascendente y profundo. No
existe lo innecesario porque todo es necesario. Y así llegamos a este siglo donde, por un lado, asesinan a un periodista saudí
con apellido de millonario de los ochenta, Khashoggi, en un consulado
en Turquía, mientras en televisión se debate sobre si se puede usar el término mariconez en una canción de Mecano. Y así como el príncipe heredero saudí niega cualquier vinculación con
la desaparición del periodista, reconozco que jamás había reparado en
esa mariconez de la canción de Mecano. Siempre entendí que la palabra se
empleaba refiriéndose a cursiladas. Y hay que reconocer que cursis
podemos serlo todos, seamos Isabel Coixet, Ana Torroja, Martin Scorsese o
Boris Izaguirre. Sin embargo, me parece interesante que la concursante millennial,
María Villar, subraye la homofobia en el uso de esa palabra. Habría que
comentarle, en plan paternal y asumiendo el conflicto generacional, que
el término homófobo se ha hecho mucho más popular en este siglo que en
el pasado. Y que en los años ochenta todos éramos un poquito de todo,
con hincapié en la superficialidad, una filosofía que al final ha
permitido que nuestros jóvenes entiendan que la homosexualidad no es
dañina. Y eso no es superfluo.
Susana Gallardo y Manuel Valls en la gala del Premio Planeta en Barcelona el pasado lunes.Miquel BenitezGetty Images
Por eso, que en una canción de Mecano digan mariconez resulta más tolerable que una ministra lo exponga en una grabación del comisario Villarejo. Pero hay que reconocer que la polémica le ha venido mejor a Operación Triunfo que al Gobierno, que ha tenido que capear el despiste que el presidente Sánchez tuvo con el protocolo de la Casa del Rey,
otro de esos ejemplos de conflicto generacional e institucional. Es
cierto que Pedro y Begoña deberían haberse estudiado más vídeos del
besamanos del Día de la Fiesta Nacional, pero a lo mejor les resulta
algo casi tan tedioso como las películas en plan trascendente. Se ha
discutido mucho si fue un error de protocolo de Zarzuela o de Moncloa,
pero la vez que estuve en palacio,Protocolo se deshacía para que todo fuera fácil y mecánico. Estuve
allí invitado al almuerzo después de la entrega del Premio Cervantes a
Juan Goytisolo y me hicieron sentir como un rey emplumado del Caribe. Llegado mi turno de conversación con los monarcas, me sentí muy Isabel
Coixet en la entrevista con Scorsese y quise ponerme trascendente, pero
cuando los Reyes estuvieron cerca preferí preguntarles por el menú y la
vajilla. Sus respuestas se volvieron imborrables. “Usamos la vajilla que
recibieron mis padres de regalo de bodas”, me dijo el Rey, “porque así
le damos uso y no hacemos un gasto superfluo”.
En eso, Felipe VI coincide con Scorsese. Nada superfluo. Martin
debería mudarse a España y quedarse en Barcelona. Estuve allí para asistir al Premio Planeta,
cuya velada es el único momento de tregua que experimenta la ciudad en
estos tiempos tan crispados como trascendentes. Los del Govern no
acudieron y la verdad que tampoco se notó mucho. Me encontré
compartiendo photocall con Xavier García Albiol y al coincidir
en la alfombra roja, nos dimos la mano. Albiol me dijo: “Te sigo mucho” y
le respondí: “Y yo también te sigo mucho”. La cuestión independentista ha vuelto al Premio Planeta más intenso. Si
te lo pierdes, estas fuera de órbita. Este año se incorporó Manuel Valls, gallardamente sentado al lado de Susana Gallardo,
una pareja de la que todo el mundo hablaba. Unas mesas más allá estaba
Ada Colau, cada vez más simpática y compartiendo mantel con Artur Mas y
su esposa Helena Rakosnik. Por un momento todas estas coincidencias me
hicieron ver la cena como esa fiesta en la casa de Scarlett O'Hara al
principio de Lo que el viento se llevó. Pero opté por guardarme esta impresión para no agregar más cosas superfluas e innecesarias a este mundo tan trascendente.
El
cantante, con una amplia y exitosa carrera profesional, posee un
carácter complejo que le ha apartado en ocasiones de su familia, su
representante y, ahora, de su pareja.
Miguel Bosé y Nacho Palau, en 2004.GTRESONLINE
Hijo del torero Luis Miguel Dominguín,
famoso por su peculiar estilo de ver la vida, y de Lucía Bosé, una
italiana todo carácter, Miguel Bosé ha heredado de sus padres toda esa
genialidad que le ha convertido en uno de los cantantes españoles con
más proyección internacional, pero también una personalidad compleja.
Esta semana, Ignacio Palau ha desvelado lo que era un secreto a voces:
había mantenido durante 26 años una relación “ininterrumpida” con el
cantante y, juntos, habían criado a cuatro hijos.
Es la primera vez que
una de las parejas de Bosé se atreve a hablar de él en público.
Solo
Nacho Duato rompió esta norma cuando habló de la relación que les unió
en el pasado: “Nos gustamos. Vivimos en Nueva York y fuimos felices”.
Preguntado el cantante en una ocasión cómo lograba que pocas
cosas de su vida personal trascendieran pese a ser un personaje público
explicó: “No hace falta que diga nada, mis equipos y mis amigos me
conocen y saben lo que quiero”. Por eso la presencia de Nacho Palau
nunca traspasó el círculo más íntimo de amigos. Esos que ahora tampoco
quieren hablar del litigio que les enfrenta por temor a incomodarle. Pero la de Nacho Palau no ha sido la única ruptura importante en la
vida del artista, de 62 años. El carácter de Bosé también ha arrasado
algunas de sus relaciones familiares. La propia Lucía Bosé contó en una
entrevista en televisión que se enteró de que Miguel tenía dos hijos
cuando estos ya habían venido al mundo. La convocó a su casa madrileña
de Somosaguas y le presentó a sus nietos. Siete meses después llegaron
otros dos y la reconciliación. Ser padre le acercó otra vez a su madre.
La ferocidad de Bosé también la han sufrido sus hermanas y sobrinos. Quien osa cruzar la raya y hablar de él en público de su intimidad,
queda excluido del clan. Solo la fallecida Bimba sabía manejar el
carácter de su tío. Tiene a su madre viviendo en un pueblecito de Soria, es una cueva y no se le ocurre ponerla en otro lugar mas acogedor ya que Lucía Bosé no se encuentra bien. Ni la deja que vaya a ningún programa donde su madre sacaría algo de dinero que le falta. Una familia muy interesante, y el que manda en ella es Miguel, pero de darle un Euro a su madre ni hablar.... En el camino también se quedó Rosa Lagarrigue su representante, su
amiga del colegio, que desde finales de los años 70 hasta 2014 se
encargó de gestionar su brillante carrera. No era la primera vez que se
separaban, pero esa fue la definitiva. Tras ser padre algunos vislumbraron cambios en el cantante,
como cuando habló en público de la reflexión que hizo antes de
decidirse a dar el paso: “Una carrera como la mía me exigía entregarme
durante un período full time. Además, no quería hacerlo con una
pareja. Así tengo a dos hijos maravillosos que llevan mis apellidos y
que nadie me puede quitar. Estoy harto de ver cómo se utiliza a los
niños en las separaciones, cómo pagan los platos rotos y sufren las
consecuencias de una relación que se rompe”, explicó en 2014 a la
revista Shangay, tres años después de estrenarse como padre. También desveló que Ricky Martin fue quien le sugirió esa opción. De
Nacho Palau no hubo entonces una referencia, ni la ha habido con el paso
de los años. “Nunca he querido comerciar con mi vida privada ni
compartirla”, ha dicho.
Que se había estrenado en la paternidad fue algo que no tuvo más
remedio que admitir. Un programa de televisión contó que Bosé había sido
padre cuando los niños tenían ya tres meses. Fue en abril de 2011. El
cantante anunció a través de las redes sociales: “Queridos tod@s, tengo
una buenísima noticia que contaros: he sido papá de dos niños preciosos.
Se llaman Diego y Tadeo. Soy el hombre más feliz de la tierra!!!”. En junio volvió a hablar para aclarar: “No tengo dos hijos, tengo
cuatro. A los siete meses de nacer Diego y Tadeo llegaron otros
mellizos, Ivo y Telmo”. Tampoco hubo esa vez ninguna referencia a Nacho
Palau que, junto a él, criaba a esos cuatro niños. Pero los dos y la
familia que habían formado se marcharon a vivir a Panamá para encontrar
la discreción que buscaban y que en España era más difícil de hallar.
La crisis de la pareja, que no era la primera, estalló allí. Este
verano, Bosé y Palu decidieron romper tras 26 años de relación. El cantante se llevó a sus dos niños y se instaló en México. Palau se quedó con los suyos en España. Los niños no son hermanos, pero han convivido como tal desde que nacieron. Palau ha iniciado un pleito para que los pequeños se puedan seguir criando juntos. Para ello, sus abogados se apoyarán en el Código Civil que contempla la figura del “allegado”. Palau, según fuentes conocedoras del caso, ha intentado llegar a un
acuerdo de separación con Bosé, así como a establecer un régimen de
visitas para los niños, pero no ha habido acuerdo. El jueves los
abogados de Palau presentaron la demanda contra el cantante. Bosé sigue
callado, pero sus abogados tendrán que contestar al litigo.
Los reyes han hecho acto de presencia en el teatro Campoamor de Oviedo pasadas las 18:30 de la tarde. A la entrada les esperaba gran parte del Gobierno de Pedro Sánchez, que ha saludado a los monarcas con respeto. Poco
después, los políticos han entrado al recinto y los reyes se han
quedado fuera mientras los presentes en el teatro aplaudían la llegada
de la reina Sofía. En ese momento, las cámaras han captado a Doña
Letizia y a Felipe VI intercambiando pareceres. Además, se ha podido ver
cómo la reina colocaba el pin de la solapa al rey.
GTRESONLINE
Letizia
ha arriesgado en esta edición de los Premios Princesa de Asturias. La
reina ha sido un año más la gran protagonista a su llegada al Teatro
Campoamor. Y si el año pasado optó por un diseño en tul blanco
de Felipe Varela, este año ha apostado por un vestido azul noche
plagado de brocados y bordados en distintos tonos de grises, de corte midi y falda acampanada que firma su modisto de cabecera. Destacan especialmente los motivos en el cuerpo y la falda del vestido,
cosidos a mano, que acaparan toda la atención frente a la sencillez de
la silueta, habitual en el armario de Letizia. La reina ha dejado los recogidos y ha lucido una melena lisa suelta, muy
pulida, y un maquillaje que ha cedido todo el protagonismo a la mirada,
con ojos ahumados. Una combinación que hacía brillar especialmente a
los espectaculares pendientes de diamantes del lote de joyas de pasar
que ya eligió para el concierto previo que sirve de antesala a los
premios y el pasado mes de abril para una cena de estado con el Presidente de Portugal.
GTRESONLINE
Una pieza de joyería
tan espectacular que la monarca no ha necesitado pulseras, anillos o
demás complementos, tan solo un pequeño bolso de mano de ante de Magrit,
a juego con los zapatos peep toes semitransparentes que calzó pese a las nubes que amenazaban la capital asturiana.