A la entrada les esperaba gran parte del Gobierno de Pedro Sánchez, que ha saludado a los monarcas con respeto.
Poco después, los políticos han entrado al recinto y los reyes se han quedado fuera mientras los presentes en el teatro aplaudían la llegada de la reina Sofía.
En ese momento, las cámaras han captado a Doña Letizia y a Felipe VI intercambiando pareceres.
Además, se ha podido ver cómo la reina colocaba el pin de la solapa al rey.
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Y si el año pasado optó por un diseño en tul blanco de Felipe Varela, este año ha apostado por un vestido azul noche plagado de brocados y bordados en distintos tonos de grises, de corte midi y falda acampanada que firma su modisto de cabecera.
Destacan especialmente los motivos en el cuerpo y la falda del vestido, cosidos a mano, que acaparan toda la atención frente a la sencillez de la silueta, habitual en el armario de Letizia.
La reina ha dejado los recogidos y ha lucido una melena lisa suelta, muy pulida, y un maquillaje que ha cedido todo el protagonismo a la mirada, con ojos ahumados.
Una combinación que hacía brillar especialmente a los espectaculares pendientes de diamantes del lote de joyas de pasar que ya eligió para el concierto previo que sirve de antesala a los premios y el pasado mes de abril para una cena de estado con el Presidente de Portugal.
Una pieza de joyería tan espectacular que la monarca no ha necesitado pulseras, anillos o demás complementos, tan solo un pequeño bolso de mano de ante de Magrit, a juego con los zapatos peep toes semitransparentes que calzó pese a las nubes que amenazaban la capital asturiana.
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