La actriz vuelve al cine por la puerta grande con 'La buena esposa', apoya causas sociales y afirma que nunca ha sentido "tanto anhelo por lo que está por venir".
Glenn Close es una
de esas actrices que sorprende.
Admira la calidad de su trabajo, reconocido con seis candidaturas al Oscar, y su variedad interpretativa.
Porque esta estrella de cine, teatro y televisión igual afronta un drama como Las amistades peligrosas, un thriller que marca época como Atracción fatal o un filme orientado al público infantil como ocurrió cuando dio vida a Cruella De Vil en 101 Dálmatas.
Su vida no es menos sorprendente.
Close es hija de una familia acomodada que formó parte de la agrupación Viva la gente, un hito en la música de los años setenta. Alguien que hace más de 42 años decidió ser actriz pero que todavía sueña con estudiar Neurociencia y que en las lecturas se decanta por el medievo.
Pero entre todas las sorpresas que acompañan a la actriz, también destaca que a pesar de su talla como intérprete nunca haya recibido un Oscar.
Algo que, según los rumores que se van extendiendo por Hollywood, puede cambiar con su último estreno, La buena esposa, y a sus 71 años.
La película no puede llegar en mejor momento.
Cuando el movimiento MeToo acaba de cumplir un año, Glenn Close interpreta en el filme a la esposa de un famoso escritor que recibe el Nobel y sale de las sombras para, tras 40 años de matrimonio, alterar de una vez por todas el orden de las cosas. “Lo que pase pasará.
He vivido antes esto”, comenta la actriz a EL PAÍS quitando importancia a los rumores de Oscar que ya la acompañaron con El mundo según Garp, Reencuentro, El mejor, Atracción Fatal, Las amistades peligrosas y Albert Nobbs.
En su cabeza, más que los Tony, los Globos de Oro o los Emmy que ha ganado en su carrera, está grabado el comentario de una reclusa que durante una visita de la actriz a un centro de máxima seguridad se sintió empoderada con su presencia.
“Ahora sé que no seré olvidada”, le dijo. Y eso es lo que Close busca, no la gloria o los premios sino que las mujeres no sean olvidadas.
“Son muchos años, muchas relaciones. A veces un arduo camino”, confiesa echando la vista atrás.
“Pero nunca me sentí más realizada que en este momento de mi vida.
Nunca sentí tanto anhelo por lo que está por venir.
Está claro que soy una flor tardía.
Pero no pasa nada con tal de que sepas quién eres y seas esa persona”, admite orgullosa de su evolución.
Close está contagiada por el momento que está viviendo.
Admira la calidad de su trabajo, reconocido con seis candidaturas al Oscar, y su variedad interpretativa.
Porque esta estrella de cine, teatro y televisión igual afronta un drama como Las amistades peligrosas, un thriller que marca época como Atracción fatal o un filme orientado al público infantil como ocurrió cuando dio vida a Cruella De Vil en 101 Dálmatas.
Su vida no es menos sorprendente.
Close es hija de una familia acomodada que formó parte de la agrupación Viva la gente, un hito en la música de los años setenta. Alguien que hace más de 42 años decidió ser actriz pero que todavía sueña con estudiar Neurociencia y que en las lecturas se decanta por el medievo.
Pero entre todas las sorpresas que acompañan a la actriz, también destaca que a pesar de su talla como intérprete nunca haya recibido un Oscar.
Algo que, según los rumores que se van extendiendo por Hollywood, puede cambiar con su último estreno, La buena esposa, y a sus 71 años.
La película no puede llegar en mejor momento.
Cuando el movimiento MeToo acaba de cumplir un año, Glenn Close interpreta en el filme a la esposa de un famoso escritor que recibe el Nobel y sale de las sombras para, tras 40 años de matrimonio, alterar de una vez por todas el orden de las cosas. “Lo que pase pasará.
He vivido antes esto”, comenta la actriz a EL PAÍS quitando importancia a los rumores de Oscar que ya la acompañaron con El mundo según Garp, Reencuentro, El mejor, Atracción Fatal, Las amistades peligrosas y Albert Nobbs.
En su cabeza, más que los Tony, los Globos de Oro o los Emmy que ha ganado en su carrera, está grabado el comentario de una reclusa que durante una visita de la actriz a un centro de máxima seguridad se sintió empoderada con su presencia.
“Ahora sé que no seré olvidada”, le dijo. Y eso es lo que Close busca, no la gloria o los premios sino que las mujeres no sean olvidadas.
“Son muchos años, muchas relaciones. A veces un arduo camino”, confiesa echando la vista atrás.
“Pero nunca me sentí más realizada que en este momento de mi vida.
Nunca sentí tanto anhelo por lo que está por venir.
Está claro que soy una flor tardía.
Pero no pasa nada con tal de que sepas quién eres y seas esa persona”, admite orgullosa de su evolución.
Siempre consciente de la realidad que la rodea y muy involucrada en
causas tanto sociales como políticas, la acérrima demócrata es de las
que habla a las claras.
“Nos ha llevado 14 años llevar a la pantalla una
película escrita por mujeres, producida por mujeres, interpretada por
una mujer y centrada en ella.
No es coincidencia que eso ocurra ahora”,
explica de esa cierta distancia que los últimos años la ha separado del
cine que ama.
Está orgullosa del movimiento #metoo o Time’s Up, pero en su opinión esto es solo la punta del iceberg.
“Yo espero que lleguemos a una revolución cultural, que vaya a más.
Incluso si no es así, este es un gran recordatorio de lo importante que es hacerte oír, participar en nuestra democracia”, afirma para animar ante la proximidad de una nueva cita con las urnas en EE UU.
Close agradece a Katharine Hepburn su vocación de actriz.
La escuchó en una entrevista y en ese momento dejó los estudios de Antropología que cursaba.
No habla mucho sobre la etapa de su juventud en la que junto a su familia perteneció a Viva la gente, pero desvela que está preparando un libro biográfico donde tratará el tema.
“Soy tímida en general. Solo encuentro mi voz cuando actúo”, advierte.
La actriz prefiere hablar de la salud mental, de las enfermedades que afectan a varios miembros de su familia y que la llevaron a luchar por erradicar el estigma que acompaña a estas dolencias.
“El cerebro es parte del ser humano y sus desequilibrios deben de ser vistos como los de cualquier otro órgano”, afirma.
Admite que está en ese momento de su vida en el que le gusta simplificarlo todo.
“Pasar tiempo en silencio, leyendo, con mi perro”, enumera para describir su día ideal.
Pero sigue activa. Fue una de las primeras en pasar por la televisión cuando todavía no estaba de moda y la oferta cinematográfica flojeaba para mujeres “de cierta edad”.
Se alegra de haberlo hecho en Al margen de la ley y luego en Damages, pero le gusta todavía más volver al teatro.
O el cine. “Esa experiencia comunal”, deja caer.
Cuando se cumple el 30º aniversario de uno de sus trabajos más populares y también el más criticado, Atracción Fatal, propone una nueva versión que narre esa historia de obsesión desde el lado de la mujer.
“Amo a mis personajes incondicionalmente”, subraya.
No existe ningún hombre en su vida, otro gesto con el que evita complicaciones.
Incluso si no es así, este es un gran recordatorio de lo importante que es hacerte oír, participar en nuestra democracia”, afirma para animar ante la proximidad de una nueva cita con las urnas en EE UU.
Close agradece a Katharine Hepburn su vocación de actriz.
La escuchó en una entrevista y en ese momento dejó los estudios de Antropología que cursaba.
No habla mucho sobre la etapa de su juventud en la que junto a su familia perteneció a Viva la gente, pero desvela que está preparando un libro biográfico donde tratará el tema.
“Soy tímida en general. Solo encuentro mi voz cuando actúo”, advierte.
La actriz prefiere hablar de la salud mental, de las enfermedades que afectan a varios miembros de su familia y que la llevaron a luchar por erradicar el estigma que acompaña a estas dolencias.
“El cerebro es parte del ser humano y sus desequilibrios deben de ser vistos como los de cualquier otro órgano”, afirma.
Admite que está en ese momento de su vida en el que le gusta simplificarlo todo.
“Pasar tiempo en silencio, leyendo, con mi perro”, enumera para describir su día ideal.
Pero sigue activa. Fue una de las primeras en pasar por la televisión cuando todavía no estaba de moda y la oferta cinematográfica flojeaba para mujeres “de cierta edad”.
Se alegra de haberlo hecho en Al margen de la ley y luego en Damages, pero le gusta todavía más volver al teatro.
O el cine. “Esa experiencia comunal”, deja caer.
Cuando se cumple el 30º aniversario de uno de sus trabajos más populares y también el más criticado, Atracción Fatal, propone una nueva versión que narre esa historia de obsesión desde el lado de la mujer.
“Amo a mis personajes incondicionalmente”, subraya.
No existe ningún hombre en su vida, otro gesto con el que evita complicaciones.
Sigue creyendo en el matrimonio aunque sus tres intentos acabaron en divorcio.
De su otra larga relación sentimental con el productor John Starke nació su hija Annie, ahora debutante como actriz en La buena esposa
donde interpreta el personaje de su madre de joven.
“Se crió entre
rodajes pero evitó esta profesión todo lo que pudo. No me extraña.
Cuando tienes padres famosos te ves sometido a un doble escrutinio. Pero
esta es su verdadera vocación”, confiesa maternal. Le ha dado los
mismos consejos que a cualquier otra actriz que empieza.
“Será un viaje
duro. Hay que estar preparado para el rechazo.
Y para perseverar. Pero
merece la pena”, resume con la experiencia de toda su carrera.