Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

12 oct 2018

estilo masculino con actitud


Y entre las grandes historias de la revista, el apasionante relato de Leila Guerriero sobre el equipo de rugby de los Espartanos en una cárcel argentina. 
Guerriero desvela cómo este deporte ha conseguido reducir la tasa de reincidencia entre los reclusos que lo practican. Además, una entrevista a David Graeber, anarquista y profesor en la London School of Economics cuyas teorías en torno a la economía son pura provocación y desbaratan la importancia que las sociedades occidentales otorgan al trabajo.

El crimen nunca resuelto: ¿quién mató a Nancy Spungen?

Este 12 de octubre se cumplen cuatro décadas del asesinato de la emblemática groupie y novia de Sid Vicious, bajista de los Sex Pistols

. Estas son todas las hipótesis sobre la autoría de un crimen condenado a ser un misterio.

 

El crimen nunca resuelto: ¿quién mató a Nancy Spungen?
Sid Vicious y Nancy Spungen fotografiados en Londres en 1978. Foto: Cordon Press
Llevaban algo menos de dos meses viviendo allí. 
El Hotel Chelsea, situado entre la séptima y la octava avenida de Nueva York, ya había acogido con anterioridad a huéspedes ilustres como Bob Dylan o Patti Smith pero el trasiego de camellos, guardaespaldas, yonkis, groupies o prostitutas que entraban y salían de la infame habitación 100 era inaudito. 
Su ocupante era el célebre bajista y corista de los Sex Pistols
El 12 de octubre de 1978, a las 10 de la mañana, Sid Vicious (nacido como Simon John Ritchie) bajó a la recepción pidiendo ayuda. 
Había encontrado a su novia durante el último año, la groupie-camello-agente-contable Nancy Spungen, muerta en el suelo del baño con un cuchillo atravesándole el abdomen.
 Vicious, que vagaba por el pasillo en un claro estado de agitación, fue arrestado y acusado del crimen de la joven de 20 años.
 Salió en libertad condicional y terminó pisando la cárcel de Rikers poco después por agredir al hermano de Patti Smith en un concierto. 
En la mañana del 2 de febrero de 1979, tras celebrar una fiesta con motivo de su liberación, Vicious fue hallado muerto al sufrir una sobredosis de heroína. Nunca llegó a ser juzgado por el asesinato de su novia.
En las últimas décadas, decenas de libros, películas, exposiciones y documentales han intentado indagar en el crimen no investigado de Nancy Spungen.
 Según contaron a The Independent amigos de la pareja, la policía no quiso hacerse cargo de la investigación por “la gente peligrosa que rodeaba a la pareja en aquel tiempo. 
Y de haberse celebrado el juicio, Sid podría haber sido absuelto”. Aunque históricamente se le ha atribuido la autoría del crimen a su pareja, lo cierto es que escritores o figuras tan relevantes como el manager del grupo que revolucionó la escena del punk rock continúan hoy negando que Vicious estuviera involucrado. Cuarenta años después de la muerte de la emblemática Nancy Spungen, estas son todas las hipótesis sobre un crimen condenado a ser un misterio.

Sid Vicious y Nancy Spungen serán eternamente la pareja más icónica del punk rock. Foto: Getty
El asesino fue Sid Vicious
La teoría instaurada en la memoria popular y quizá la más factible (o simple) teniendo en cuenta el historial de altercados y la espiral de autodestrucción en la que estaba sumergida la pareja.
El propio Vicious se declaró culpable del asesinato en un primer momento, sosteniendo que lo hizo “porque era un perro asqueroso”. Horas más tarde se retractó de dicha declaración al afirmar que estaba durmiendo en el momento del apuñalamiento.
 El legendario manager de los Sex Pistols, Malcolm McLaren, escribió en 2009 un artículo para The Daily Beast poniendo la mano en el fuego por la inocencia de su representado: 
“No creo que Sid asesinara a Nancy. Era el amor de su vida”. McLaren sostiene que Vicious perdió el conocimiento aquella noche tras ingerir una enorme cantidad de barbitúricos, estando demasiado colocado como para poder apuñalar a Spungen.
Sid Vicious, arrestado tras conocerse el asesinato de Spungen. Foto: Getty
El pacto suicida
“Él no podría matar a nadie, especialmente a su novia, a no ser que fuera un doble suicidio chapucero”, añadía el manager en su escrito. 
Esta hipótesis cogió fuerza a raíz del intento de suicidio del icono punk días después del incidente y, sobre todo, cuando logró alcanzar su fatal destino.
 Quizá Spungen cumplió su parte del ‘trato’ apuñalándose a sí misma y Vicious estaba demasiado puesto como para cumplir la suya.
La madre de este, Anne Beverley, aseguró que la sobredosis que acabó con su hijo no fue accidental y que, poco después de ser incinerado, encontró una nota en su chaqueta con la siguiente petición: “Teníamos un pacto de muerte y tengo que mantener mi parte del acuerdo. 
 Por favor, enterradme junto a mi chica. Enterradme con mi chaqueta de cuero, mis vaqueros y mis botas de motero. Adiós”. Algunos de los amigos de la pareja sostienen que con su fallecimiento cumplieron con el deseo de trascender a su tiempo: “haciendo que todo el mundo recuerde su nombres” y convirtiéndose en unos “Romeo y Julieta” contemporáneos. 

El bajista, fotografiado en comisaria como principal sospechoso de la muerte. Foto: Getty
El asesino fue Rockets Redglare
En el libro Pretty Vacant: A History Of Punk, el autor Phil Strongman sostiene que Redglare, el guardaespaldas de Vicious que proporcionó los opiáceos consumidos aquella noche, se enfrentó con Spungen mientras intentaba robarles y apuñaló a la joven.

Al ver a Sid desmayado en la cama pensó que el bajista había muerto y decidió llevarse todo el dinero en metálico que pudiera. Según The New York Times, a las dos y media de la mañana la propia joven le pidió las drogas a Redglare y cinco horas más tarde otro huésped escuchó gritos femeninos procedentes de la habitación. 
“Robaron dinero de la habitación, el cuchillo de Sid fue cogido de la pared donde estaba colgado y al parecer usado por alguien para defenderse de Nancy.
 Ella no era una pusilánime. Probablemente pillara a alguien cogiéndoles dinero del cajón de la habitación”, especula McLaren.
 
El asesino fue un extraño llamado Michael
Con motivo del 30 aniversario del fallecimiento de Vicious, el escritor y biógrafo Alan Parker (no confundir con el cineasta), amigo personal de Anne Beverley, grabó un documental titulado Who Killed Nancy? (¿Quién mató a Nancy?) con el objetivo de arrojar luz sobre el misterio.
 Fue la propia progenitora del cantante quien le pidió que probara la inocencia de su hijo antes de suicidarse en 1996. 
La película sostiene que, en el momento del asesinato, Vicious estaba inconsciente tras ingerir 30 pastillas de un barbitúrico con un fuerte poder sedante.
 Aquella noche la policía encontró en la habitación huellas de hasta seis personas, ninguna interrogada.
 Según declaran varios testigos frente a la cámara, un drogadicto llamado Michael que vivía en la sexta planta del hotel visitó a la pareja un par de veces durante la madrugada y más tarde fue visto con un gran fajo de dinero atado con una mecha del cabello azul de Nancy. 
No se conocen más detalles sobre la identidad de este misterioso hombre.
 En el documental, Steve Dior, un amigo de la pareja apoya esta hipótesis: “Ese es el hombre que pienso que lo hizo. Michael”. La relación emocional entre Parker y la familia de Sid Vicious hace que muchos sean escépticos con la teoría defendida por este trabajo.


¿Qué pasa al volver de la Luna?

¿Qué pasa al volver de la Luna? Las excéntricas vidas de los pocos hombres que la pisaron.

El estreno de 'First man' devuelve el foco a estos héroes que se convirtieron en reclusos, alcohólicos, artistas o iluminados.

Neil Armstrong, Michael Collins y Buzz Aldrin posan en el Centro Espacial Kennedy, en Florida, en 1969 / En vídeo, tráiler de 'First Man'

 

¿Qué hace alguien después de pisar la Luna?
 Doce hombres lo hicieron durante tres años y medio entre las décadas de los sesenta y los setenta en los que pareció que la Luna se había convertido en un nuevo destino vacacional para el mundo. El primero fue Neil Amstrong y su extraordinaria historia vital se narra en First man, que se estrena el 11 de octubre y en la que Ryan Gosling le da vida.

Amstrong se dio cuenta de que se podía convertir en un símbolo, algo parecido a un monumento humano, y él quería ser un hombre. Por eso se alejó de todo 

Solo cuatro de ellos siguen vivos hoy (Amstrong no está en esa lista, falleció en 2012).
 Y la cuestión más interesante sobre sus vidas trasciende lo biográfico para convertirse en filosófica: tras llegar literalmente más lejos que nadie, tras ver de lejos tu propio planeta y tras ser representado como un héroe ante el mundo entero, ¿qué sucede cuando uno vuelve a su salón, se sienta en su sofá y se pregunta “y ahora qué”?

La existencia posterior de esos doce hombres tras pisar la Luna nos da una respuesta, y no es demasiado alentadora. 
Cientos de artículos y documentales han dado detalles al respecto. En el libro Lunáticos, en el que el periodista Andrew Smith analiza las existencias extrañas y erráticas de esos doce hombres tras volver a la Tierra, se deja claro que ninguno de ellos supo sobrellevar su fama y su condición de héroes. 
 "Cuando has compartido un instante con toda la humanidad, debe de ser difícil saber de forma precisa dónde acaban tus recuerdos y comienzan los de los demás", medita Davis en el libro.

Neil Amstrong (Ohio, 1930-2012) es el más famoso de todos porque fue el primero.
 Un hombre introvertido y tímido que, en realidad, cuando llegó a la Luna en 1969 ante los ojos del mundo entero llevaba a sus espaldas una experiencia que ya lo había marcado para siempre: la muerte de su hija Karen por un tumor cerebral con solo dos años en 1962.

La existencia posterior de esos doce hombres tras pisar la Luna nos da una respuesta, y no es demasiado alentadora.
 Cientos de artículos y documentales han dado detalles al respecto. En el libro Lunáticos, en el que el periodista Andrew Smith analiza las existencias extrañas y erráticas de esos doce hombres tras volver a la Tierra, se deja claro que ninguno de ellos supo sobrellevar su fama y su condición de héroes. 
"Cuando has compartido un instante con toda la humanidad, debe de ser difícil saber de forma precisa dónde acaban tus recuerdos y comienzan los de los demás", medita Davis en el libro. 
Neil Amstrong (Ohio, 1930-2012) es el más famoso de todos porque fue el primero.
 Un hombre introvertido y tímido que, en realidad, cuando llegó a la Luna en 1969 ante los ojos del mundo entero llevaba a sus espaldas una experiencia que ya lo había marcado para siempre: la muerte de su hija Karen por un tumor cerebral con solo dos años en 1962.
Alan Bean, astronauta y después pintor.

Alan Bean, astronauta y después pintor. Getty Images
Amstrong se dio cuenta muy pronto de que se podía convertir en un símbolo, algo parecido a un monumento humano, y él quería ser un hombre.
 Por eso concedió poquísimas entrevistas sobre su experiencia y dejó de firmar libros o autógrafos en convenciones espaciales. Sus más cercanos cuentan que llegaba a abandonar un restaurante si otros clientes lo reconocían. 
En Lunáticos, Davis entrevistó a casi todos los astronautas que llegaron a la luna, pero de Amstrong pudo conseguir apenas un par de breves correos electrónicos. 
Amstrong se divorció de su esposa Janet tras 38 años de matrimonio en 1994 y en 2005 fue sonada la batalla legal que tuvo con su barbero tras enterarse de que había vendido un mechón de pelo suyo por 2.600 euros.

El caso de su compañero Buzz Aldrin (Nueva Jersey, 1930) fue diferente: Aldrin, según muchos de los que lo conocen, nunca llevó bien no ser el primer hombre en pisar la luna aquel día histórico de 1969 (primero bajo Amstrong y luego él).
 Ser el segundo no fue suficiente. En una entrevista aclaró: "Siempre se me presenta como el segundo hombre en pisar la Luna... y eso es un poco degradante.
 Deberían presentarme como un miembro del primer equipo humano que pisó la Luna". 
 Aldrin aún vive hoy en Florida, en un pueblo costero llamado, con mucho sentido del humor, Satellite Beach.
 Al igual que Amstrong, llegó a la Luna con un trauma desde la Tierra: menos de un año antes de la misión espacial Apolo 11 su madre se había suicidado.
 Su abuelo se había suicidado también.
 En 2009 confesó al New York Times: “Creo que he heredado la depresión de mi familia materna”.
 Sus episodios depresivos y su batalla con el alcohol comenzaron muy poco después de volver a la Tierra.
 Al igual que Amstrong, también se divorció de su esposa Joan tras casi 20 años de matrimonio.
 Pero al contrario que él, Aldrin ha sido mucho más comunicativo con la prensa y ha llegado a contar con detalle sus batallas con la depresión y el alcohol en un libro, Magnificent obsession.
Aldrin, que tomó la comunión cuando pisó la superficie lunar, siempre sintió una conexión casi religiosa con aquel momento de su vida. 
“No estoy seguro de que un ateo pueda entender mis palabras cuando describo lo que viví”, dijo en una ocasión. “Me he sentido inútil siempre que he intentado explicarlo con palabras”.

Pero para hablar de espiritualidad, hablemos de James Irwin (Pensilvania, 1939 - Colorado, 1991). 
Irwin fue el octavo hombre en pisar la luna durante la misión Apollo 15 en 1971.
 Al año siguiente abandonó la carrera espacial para centrarse en su fe, tras afirmar que en la Luna había sentido el poder y la presencia de Dios con más fuerza que nunca. Fundó la congregación religiosa Altos Vuelos, con la que llevó a cabo misiones como ir a buscar los restos del Arca de Noé al monte Ararat, en Turquía.
Edgar Mitchell en 1972.
Edgar Mitchell en 1972. Getty Images
Charles Luke (Carolina del Norte, 1935) fue el décimo hombre en pisar la Luna en la misión Apollo 16 y el más joven de todos ellos con solo 36 años.
 Al volver, su matrimonio con su esposa Dottie estaba haciendo aguas y, según contó en una entrevista televisiva, encontrar a Dios los salvó.
 Dejó la NASA y se movió entre lo privado –creo una empresa de distribución de cerveza– y lo divino –fundó su propio ministerio pastoral, el Ministerio Duke para Cristo–.


Este tipo despertar espiritual también lo vivió Eugene Cernan (1934), que afirmó que durante su estancia en la Luna sintió “que el mundo era demasiado hermoso como para haber sido creado por accidente. Tiene que haber algo más grande que tú y que yo.
 Y lo digo en un sentido espiritual, no religioso. 
Tiene que haber un creador del universo por encima de las religiones que nosotros mismos nos hemos creado para gobernar nuestras vidas”.
Edgar Mitchell (Texas, 1930 - Florida, 2016), sexto hombre en pisar la luna, tuvo una iluminación diferente: no fue de corte religiosa, sino astrológico.
 En su biografía, Earthrise: My Adventures as an Apollo 14 Astronaut, escribió que durante las horas que estuvo sobre la Luna se dio cuenta de que “todas las moléculas de mi cuerpo y de mi nave espacial se habían fabricado hace muchísimo tiempo en alguna de las estrellas antiguas que brillaban en los cielos sobre mi cabeza”.
 Como Irwin, Mitchell abandonó la NASA en 1972 y fundó el Institute of Noetic Sciences (Instituto de Ciencias Noéticas), que estudia la relación entre el poder de la mente y el universo físico.
 Mitchell, de hecho, creía en la comunicación telepática y afirmaba ejercerla.
También creía firmemente en la existencia de extraterrestres y llegó a afirmar que la vida alienígena había visitado la Tierra, pero la NASA lo había ocultado. Algo, claro, que no gustó demasiado a sus excompañeros. Por supuesto, Mitchell también se divorció de su esposa muy poco después de su regreso de la Luna, en 1972.
El astronauta Charles Duke fotografiado en 1971.
El astronauta Charles Duke fotografiado en 1971. Getty Images
Pero si alguien convirtió este viaje en algo trascendental y a la vez físicamente tangible fue Alan Bean (Texas, 1932 - 2018), cuarto hombre en pisar la Luna en la misión Apollo 12 en 1969.
 En 1981 decidió dejar la NASA para ejercer su pasión: la pintura.
 El primer pintor en pisar la Luna se centró en repetir en decenas y decenas de lienzos la misma escena con cierto deje impresionista: una superficie brillante e iluminada por el sol, pero un cielo negro, negrísimo, ya que en la Luna no hay atmósfera.
Aquel paisaje que describieron todos los hombres que llegaron a la Luna, pero que nos costaba entender.
 Todo esto está en los cuadros de Bean, que aunque falleció la pasada primavera aún tiene obras a la venta a través de su web oficial.
 Algunas superan los 400.000 euros.
 El objetivo principal de sus pinturas, dijo, era "preservar esta gran aventura de una manera que nadie está haciendo. Pero, sobre todo, preservar esa sensación, si la puedo encontrar después de 30 años". 

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Pedro Sánchez, recibido con pitos y abucheos en el desfile del 12 de octubre

Numerosos asistentes al desfile de la Fiesta Nacional han reclamado al presidente del Gobierno que convoque elecciones.


Pedro Sánchez, durante el desfile. Delante del presidente, la ministra Margarita Robles; y junto a ellos, la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena



El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha sido recibido con gritos de "fuera", abucheos y silbidos en su primer desfile del 12 de octubre desde que llegó a La Moncloa tras la moción de censura contra Mariano Rajoy el pasado mes de junio. 
La protesta se ha repetido al finalizar el acto militar.

Sánchez  ha llegado poco antes de las 11 de la mañana al lugar central del desfile, donde ya le esperaban la ministra de Defensa, Margarita Robles; el presidente de la Comunidad de Madrid, Ángel Garrido; y la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena. 
Pese a que su llegada no ha sido anunciada por megafonía —al contrario que en anteriores desfiles—, el público concentrado ha dedicado fuertes abucheos y ha pedido al presidente del Gobierno que convocara elecciones. 
Una vez que ha llegado a la tribuna, tras escuchar el himno nacional, el público ha vuelto a pedir "elecciones". 
Al término del desfile, cuando ya se marchaba la comitiva de coches con el Sánchez en uno de ellos, los manifestantes han dedicado una monumental pitada al presidente.
 Cientos  de personas lo han abucheado y le han dedicado gritos de "fuera, fuera" y "elecciones", informa Miguel González. 
 Este recibimiento con grandes protestas ha recordado al que durante años sufrió el expresidente Zapatero.
 Durante todos los desfiles que presidió en su Gobierno fue pitado durante buena parte de la celebración del acto militar.
 Esta actitud ha contrastado con el caluroso recibimiento que ha dedicado el público a los Reyes y sus hijas. 
La Princesa Leonor asiste al desfile militar del 12 de octubre por primera vez a la derecha de su padre, un gesto con el que la Casa del Rey quiere hace visible su condición de heredera de la Corona. En años anteriores,
 la Princesa de Asturias presenciaba esta ceremonia militar junto a su madre, la Reina, y su hermana, la infanta Sofía, a la izquierda del Rey.

La Reina, junto a sus hijas, la Princesa Leonor, y la infanta Sofía.
La Reina, junto a sus hijas, la Princesa Leonor, y la infanta Sofía. EFE
Entre los asistentes al acto se encontraban el líder del PP, Pablo Casado, y el de Ciudadanos, Albert Rivera.
 Además, todos los presidentes autonómicos excepto Cataluña, País Vasco, Navarra y Baleares. También se encontraban los presidentes de las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla.
 Este año han participado 4.000 militares de los tres Ejércitos, 88 aeronaves y 152 vehículos, además de efectivos de la Guardia Civil, de la Policía Nacional, Protección Civil y Salvamento Marítimo
.El coste estimado del desfile ha sido de 423.000 euros, según afirmó el propio ministerio de Defensa, a los que hay que sumar otros 200.000 de las gradas colocadas en la calle.