Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

9 ago 2018

Margot Kidder, la famosa Lois Lane de 'Superman', se suicidó

La actriz fue hallada muerta en su casa de Montana el pasado 13 de mayo y hasta ahora se desconocían los motivos de un final casi anunciado tras una vida de adicciones, alcohol y enfermedades mentales.

Margot Kidder y Christopher Reeve en una escena de 'Superman' en 1978.   

 

Margot Kidder y Christopher Reeve en una escena de 'Superman' en 1978. Getty Images
 
La actriz Margot Kidder, la célebre Lois Lane de las cuatro películas de Superman que interpretó el actor Chistopher Reeve, falleció el pasado 13 de mayo en su casa de Montana y hasta ahora se desconocían los motivos de su muerte. 
La actriz, que murió a los 69 años, sufría un trastorno bipolar y unos días antes de su deceso había hablado con un programa de televisión y ella misma había dicho que estaba pasando una gripe.
Pero ahora se ha sabido fehacientemente que la actriz se suicidó con una sobredosis de drogas, sin que se hayan ofrecido detalles del tipo de sustancias que consumió. 
La información la ha ofrecido el portal TMZ basándose en informes de la oficina forense del condado de Park, en el estado de Colorado en Estados Unidos.
 Margot Kidder había vivido el éxito y la caída a los infiernos. 
 La fama la acompañó especialmente durante los cuatro años en los que interpretó a la novia de Superman con Chistopher Reeve de compañero de reparto.
 El infierno lo conoció a causa de la enfermedad mental que había sido su compañera desde su juventud pero que le fue diagnosticada muchos años después, en 1988.
 Se trataba de un trastorno bipolar y había dado sus primeros síntomas a los 14 años, cuando Kidder ingirió pastillas de codeína porque un novio la había dejado y sufría alucinaciones.
Ese incidente lo narró ella misma años después y añadió que a nadie de su familia se le ocurrió llevarla al psiquiatra. Sus “monstruos”, como ella los llamaba, la acompañaron siempre y ella se aferró a la interpretación porque pensó que “al actuar podía dejar salir a mi ser real y nadie sabría que era yo”.
Aunque hubo muchos incidente a lo largo de su vida, incluido un grave accidente en 1990 que la dejó parcialmente paralizada y arruinada por las facturas médicas a las que tuvo que hacer frente para recuperarse, su mente no aceptaba la situación.
 Lo dijo ella misma en una entrevista con la revista People: “Es muy difícil convencer a una persona maníaca de que algo anda mal.
 No tienes ganas de dormir, estás lleno de ideas”.

Margot Kidder y Christopher Reeve durante el rodaje de 'Superman', el 8 de julio de 1977.
Margot Kidder y Christopher Reeve durante el rodaje de 'Superman', el 8 de julio de 1977.

Margot Kidder en un acto en California en 2015.
Margot Kidder en un acto en California en 2015. Getty Images
El punto álgido de su enfermedad llegó en 1996 y se produjo en público en el aeropuerto de Los Ángeles.
 Un virus informático había borrado las memorias que escribía la actriz y mientras esperaba un vuelo se obsesionó con que su primer marido, el novelista Thomas McGuane y la CIA estaban tratando de matarla porque sus memorias podían cambiar el mundo. 
Veía agentes y asesinos en todas partes, comenzó a gritar a otros viajeros y llegó a hablar allí mismo con un equipo de televisión.

Desapareció durante días y cuando sus familiares la encontraron y consiguieron que hablara con un especialista en trastorno bipolar, pareció aceptar finalmente el diagnóstico de su enfermedad. 
Nunca llegó a recuperarse de su ruina financiera, ni su físico superó del todo los efecto de una vida de adicción a pastillas y al alcohol en el que se refugiaba porque prefería estar borracha que loca, según ella misma confesó.

Lo único bueno de esa época fue que volvió a acercarse a su hija, Maggie McGuane, quien ahora, cuando se han conocido las causas de la muerte de su madre, ha dicho sentirse aliviada al conocer por fin las razones de su muerte. En unas declaraciones a The Hollywood Reporte McGuane ha manifestado:
 “Es importante ser sincero con estos temas y no avergonzarse al hablar del suicidio”. Una idea que junto a la visibilización de las enfermedades mentales, apoyan otros muchos famosos de Hollywood para evitar rodear estos peligros de silencio y buscar soluciones a través de la normalización y la conversación.
 La Criptonita pudo con los dos......
 


Do the drag Publicado por Grace Morales Con faldas y a lo loco, 1959. Imagen.

Do the drag

Publicado por
Con faldas y a lo loco, 1959. Imagen: United Artists / Ashton Productions / The Mirisch Corporat
 
 
El cine y el espectáculo han contribuido de forma decisiva a la evolución de los roles de género y los cambios en las ideas y conductas sobre la sexualidad.
 Hace veinticinco años ya del estreno de la comedia Mrs. Doubtfire. El desaparecido Robin Williams se consagró con esta película (en España le pusieron un título que sonaba bien extraño, Señora Doubtfire, papá de por vida).
 Antes, Williams ya había interpretado a personajes travestidos, como el protagonista de El mundo según Garp (George Roy Hill, 1982), en un registro muy diferente, dramático y rodeado de personajes al límite, como el del transexual que encarnaba John Lithgow
 Esta, en cambio, era una película sensiblera; en ella, el actor desplegaba sus ilimitados recursos de comediante.
 Daba vida también a un actor, esta vez de doblaje y en baja forma, que no quería renunciar a sus hijos tras perder la custodia en el divorcio. Para ello, se transformaba en su improbable niñera, la excéntrica señora de avanzada edad.
 Con ese disfraz los equívocos y las situaciones cómicas se sucedían, hasta la revelación de quién era quién en el embrollo.
 Williams y el director Chris Columbus hicieron su propia lectura de la figura drag, excesiva en las maneras ,y de nuevo, empeñados en la ridiculización de la mujer de la tercera edad.
Desde luego, una labor no tan arriesgada como el personaje que Dustin Hoffman llevó al éxito en la década de los ochenta: su Dorothy Michaels, de Tootsie (Sydney Pollack, 1982);
 de nuevo, el actor veterano y en paro que decide travestirse de mujer para conseguir trabajo en una serie, con idénticos enredos y confusiones. Aquí, sin embargo, venían acompañados de una reflexión muy dura sobre las exigencias del mundo de la imagen y el abuso de poder sobre la mujer en los espacios de trabajo.
 Ese mismo año, Julie Andrews protagonizaba un memorable remake de la comedia alemana Victor Victoria (Blake Edwards), con trama parecida, la cantante en paro que es convertida en actor travesti para conseguir un puesto en un musical. 

Do the drag

Publicado por
Con faldas y a lo loco, 1959. Imagen: United Artists / Ashton Productions / The Mirisch Corporation.
El cine y el espectáculo han contribuido de forma decisiva a la evolución de los roles de género y los cambios en las ideas y conductas sobre la sexualidad.
 Hace veinticinco años ya del estreno de la comedia Mrs. Doubtfire. El desaparecido Robin Williams se consagró con esta película (en España le pusieron un título que sonaba bien extraño, Señora Doubtfire, papá de por vida).
 Antes, Williams ya había interpretado a personajes travestidos, como el protagonista de El mundo según Garp (George Roy Hill, 1982), en un registro muy diferente, dramático y rodeado de personajes al límite, como el del transexual que encarnaba John Lithgow.
 Esta, en cambio, era una película sensiblera; en ella, el actor desplegaba sus ilimitados recursos de comediante.
 Daba vida también a un actor, esta vez de doblaje y en baja forma, que no quería renunciar a sus hijos tras perder la custodia en el divorcio. Para ello, se transformaba en su improbable niñera, la excéntrica señora de avanzada edad. 
Con ese disfraz los equívocos y las situaciones cómicas se sucedían, hasta la revelación de quién era quién en el embrollo. 
Williams y el director Chris Columbus hicieron su propia lectura de la figura drag, excesiva en las maneras ,y de nuevo, empeñados en la ridiculización de la mujer de la tercera edad. 



Desde luego, una labor no tan arriesgada como el personaje que Dustin Hoffman llevó al éxito en la década de los ochenta: su Dorothy Michaels, de Tootsie (Sydney Pollack, 1982);
 de nuevo, el actor veterano y en paro que decide travestirse de mujer para conseguir trabajo en una serie, con idénticos enredos y confusiones. Aquí, sin embargo, venían acompañados de una reflexión muy dura sobre las exigencias del mundo de la imagen y el abuso de poder sobre la mujer en los espacios de trabajo. 
Ese mismo año, Julie Andrews protagonizaba un memorable remake de la comedia alemana Victor Victoria (Blake Edwards), con trama parecida, la cantante en paro que es convertida en actor travesti para conseguir un puesto en un musical. 

Tiempo atrás, dos actores daban vida a un par de músicos, testigos accidentales de la famosa matanza de San Valentín, que para salvar la vida decidían ocultarse en una orquesta de hot jazz femenino, comportándose como si fuesen dos mujeres más.
 Era Con faldas y a lo loco y nunca fue tan radical la sátira de Billy Wilder y el cambio de roles de género en el vodevil: a falta de uno, eran dos los hombres que actuaban como mujeres dentro de un universo femenino, que a su vez rompía las reglas establecidas en 1959: la orquesta de señoritas se comportaba como una orquesta masculina, pues viajaban solas y vivían de la música. 
Wilder ponía patas arriba la construcción de la identidad de género, cuando Jack Lemmon/Daphne bailaba tango con el gran Joe E. Brown, que también había encarnado a hombres disfrazados de mujer en diversas comedias.

Ajustándose a las exigencias o luchando contra la demanda de las productoras, el cine ha pasado por tiempos benignos para la expresión de la libertad sexual y otros mucho más encorsetados y machistas. Es el caso de la historia reciente del espectáculo español, en el cual, si bien nunca dejaron de existir los números de drags y cross dressing, hubo que sortear la censura y unas leyes muy peligrosas para quienes los ejecutaban. Por ejemplo, Paco Martínez Soria estuvo entre 1947 y 1967 representando en Madrid y con gran éxito una versión de La tía de Carlos, vodevil británico de finales del siglo XIX, que fue llevado al teatro y al cine en media Europa, pero aquí convenientemente edulcorado y reducido a un cliché de chistes homófobos cuando el actor aparecía en escena disfrazado de señora.
 No es extraño que la figura del travestido fuese aceptada como vehículo cómico, incluso tolerable en momentos tan difíciles, porque es identificada como una vertiente del fetichismo heterosexual, lo que no entra en colisión directa con la identidad de género masculina ni cuestiona los valores machistas, como sí lo hace el hombre con categorías afeminadas. 




 

‘La Rambla, la cicatriz de la yihad’

‘La Rambla, la cicatriz de la yihad’, un viaje a los escenarios de los atentados de agosto de 2017, en portada de ‘El País Semanal’.

atentados barcelona  

Una entrevista con Anish Kapoor, el autor de ‘la vagina de la reina’, en la que habla de la deriva nacionalista de Reino Unido, el duelo eterno entre dos grandes figuras del rap que acabaron asesinados a tiros y la historia de Rosita Moreno, una actriz del Hollywood de los años treinta, grandes historias del número de este domingo.

Barcelona llevaba años preparándose para un atentado. Cataluña era considerada un objetivo de riesgo.
 Pero no fue suficiente.
 No se detectó la célula que atentó en La Rambla y se les escapó el iman que urdió la masacre. 
El atentado no salió como los terroristas habían planeado pero asesinaron a 16 personas… En el reportaje de portada de El País Semanal de este domingo 12 de agosto, nos asomamos a los escenarios de los atentados de Barcelona y Cambrils un año después.
También en el número del próximo domingo, el escultor angloindio Anish Kapoor cuenta en una entrevista las diferencias entre el Londres que conoció cuando llegó a Reino Unido, a los 19 años, y la ciudad en la que vive ahora, con 64.
 El autor de la polémica escultura "la vagina de la reina" asiste consternado a la deriva nacionalista de un país que, lamenta, se aboca a un inevitable retroceso.
 “Boris Johnson, el señor Brexit, debería colocar su culo gordo en el tobogán que me pidió que añadiera a Orbyt y deslizarse por él hasta aterrizar en Europa”
Además, en la serie de verano Archirrivales, Diego A. Manrique cuenta el enfrentamiento entre los raperos Notorius B.I.G. y Tupac Shakur, que murieron asesinados a tiros.

 

8 ago 2018

Para olvidarse de la felicidad.................. Luis Fernando Moreno Claros

El pensamiento de Arthur Schopenhauer, padre del pesimismo metafísico, revive con nuevas traducciones y ensayos sobre sus obras.

 

El filósofo Arthur Schopenhauer, en un retrato de 1855. 
El filósofo Arthur Schopenhauer, en un retrato de 1855.
Arthur Schopenhauer, el padre del pesimismo metafísico, es uno de los filósofos más populares en España e Hispanoamérica; nuevos libros recientes vienen a vivificar su presencia en las librerías.
Es curioso el breve ensayo —aunque sustancial— del singular escritor francés Michel Houellebecq (1958). 
Este, al igual que les sucediera a Nietzsche, Thomas Mann o al austriaco Thomas Bernhard, quedó fascinado por el encuentro con las obras de Schopenhauer, allá por los años ochenta del siglo XX. El autor de novelas tan nihilistas como El mapa y el territorio o Sumisión vio en el pensador alemán un alma afín, desa­sosegada por la búsqueda de la verdad y desengañada del ser humano:
 “Ningún novelista, ningún moralista ni ningún poeta me habrá influido tanto como Schopenhauer”, afirmó.
 Por eso intentó traducir al francés algunos textos suyos, y de ahí nació este ensayo. 
Al final, sólo seleccionó un puñado de pasajes favoritos y los comentó.
Houellebecq da en el clavo con sus claras interpretaciones, que sirven tanto para los conocedores como para los neófitos; es posible que después de leer estas páginas haya quien corra a buscar El mundo como voluntad y representación, la obra capital de Schopenhauer (que cumple 200 años en noviembre de 2018); o Parerga y paralipómena, que contiene los célebres Aforismos sobre el arte de saber vivir, muy admirados por Houellebecq, por lo general editados como libro independiente.
Para olvidarse de la felicidad
Schopenhauer afirmó que la existencia es sufrimiento, y también que la contemplación estética de las cosas y los hechos del mundo nos proporciona un estado de beatitud que aleja los males inherentes al tremendo hecho de vivir. 
El arte es liberador, gracias a la paz que nos proporciona la belleza artística olvidamos los pesares; o los transforma de tal manera que nos recompensa con placer y deseos de acciones buenas y sensatas. Para Houellebecq esta prometedora visión estética es “tan simple como profundamente original”. 
Comenta también el concepto de “voluntad”, que debe entenderse “alejado del psicologismo”.
 La voluntad, según Schopenhauer, es el sustrato íntimo intangible que da cohesión a la totalidad de las cosas y los seres del mundo. Desde la ley de la gravedad hasta el eterno devorarse sin sentido de unas especies a otras en el que consiste la vida animal, “todo es voluntad”. 
Y tanto las grandes tragedias colectivas como las adversidades individuales tienen que ver con este oscuro concepto, definido como deseo infinito anhelante de satisfacción; 
Freud se inspiró en esa fuente para sus concepciones del “ello” y el inconsciente.  
Para olvidarse de la felicidad
Finalmente, el misántropo irredento que es Houellebecq destaca como lo mejor de Schopenhauer el orgullo con el que proclamaba que la mayor riqueza del hombre de genio radica en su propio interior; este goce —escribió el pesimista— se asemeja “al cálido refugio invernal en medio de la gélida noche del mundo”. 
Y añadía que, a tenor de “la necedad que reina por doquier en la sociedad”, desde siempre las personas excelsas, toda vez que sus necesidades básicas estén cubiertas, se consagraron a ocupaciones sin utilidad aparente, pero que impulsan el saber y el avance de las ciencias y las artes; pues el trabajo intelectual es el cénit de la vida feliz.

Esta última idea pertenece a los mencionados Aforismos sobre el arte de saber vivir, cuya base inicial se halla esbozada en el libro que publica Nórdica en nueva traducción: El arte de ser feliz. Schopenhauer nunca lo publicó, pues sólo era el borrador temprano de su filosofía práctica posterior.
 El erudito italiano Franco Volpi lo recuperó de entre los inéditos del filósofo, le puso título y lo editó como si fuera un “tratado” completo. 
En castellano apareció en 1998, en edición bilingüe (Herder). En esta nueva versión hubiera sido deseable un prólogo en el que se aclarase esto.
Para olvidarse de la felicidad
Las “reglas” que contiene este supuesto tratado no van dirigidas en puridad a encontrar “la felicidad”, en la que Schopenhauer jamás creyó como absoluto, sino “a ser menos desdichados en este mundo”. 
Aristóteles, Séneca, los moralistas franceses y Gracián inspiraron la esencia de tales ideas.
 El “justo medio”, la fe en uno mismo, el olvido de las quimeras que nos intimidan y nos impiden gozar del presente, la desconfianza prudente en los demás o el cultivo de un sano egoísmo son algunos de los reguladores para vivir bien que propuso Schopenhauer.
Más pensamientos suculentos de este tipo, sobre cómo desenvolverse mejor en la vida, y reflexiones filosóficas sobre la muerte y el sufrimiento y otros temas afines, todos de profundo humanismo y honda metafísica, quedan reflejados en la nueva antología de fragmentos breves y aforismos extraídos de las obras de Schopenhauer que publica Alianza (no hay que confundirla con la que en 1995 apareció en Edhasa, de título casi similar, cuyo autor fue Andrés Sánchez Pascual). 
También Alianza recupera muy remozada una obra de invitación a la lectura de Schopenhauer de 2001, útil para adentrarse en su pensamiento.
 Dice con razón que es más fácil negar y destruir que construir, y que suele tener más adeptos quien niega que quien ve las cosas por su lado mejor.
 Apostilla que Schopenhauer fue “el tipo más arrogante de cuantos escritores han existido sobre la faz de la tierra”. 
Simmel se tomó muy en serio al filósofo y quiso rebatirlo con gran seriedad.
Hoy, las ideas del viejo pesimista, clásicas en su rigor, causan más goce que pesar, y hasta sirven para animar a los tristes, porque entre otras cosas enseñó que para ser felices debemos olvidarnos de la felicidad.Y una frase de él. La mujer es un ser de cabellos largos e ideas cortas......Lo leí en Preu, en busca de la felicidad
Para olvidarse de la felicidad
El libro del filósofo y sociólogo alemán Georg Simmel presenta cuatro textos críticos con el pesimismo.
 Schopenhauer decía que bastaba comparar el dolor que siente un animal mientras es devorado por otro con cualquiera de los placeres del mundo para darse cuenta de que la intensidad del dolor es siempre mayor que la del placer.
 Afirmaba que el sufrimiento domina todo, es lo positivo; y que el placer es sólo la negación del sufrimiento, lo negativo.
 Simmel desmonta esta tesis a la vez que descifra los rasgos señeros del carácter pesimista.El arte de ser feliz. Arthur Schopenhauer. Traducción de Isabel Hernández. Ilustraciones de Elena Ferrándiz. Nórdica, 2018. 120 páginas. 19,50 euros.