20 jun 2018
Francisco Rivera y Lourdes Montes esperan su segundo hijo
El torero y la diseñadora, casados desde hace cinco años, tendrán su próximo hijo a finales de año
Lourdes Montes y Francisco Rivera durante la romería del Rocío, el 18 de mayo de 2018. GTRESONLIN
El torero Francisco Rivera Ordóñez y su esposa, la diseñadora Lourdes Montes, han anunciado que están esperando su segundo hijo.
Montes está embarazada de unas 10 semanas, por lo que esperan el nacimiento del pequeño para finales de año.
La noticia la han dado en la revista ¡Hola!, que les ha concedido su portada de este miércoles, 20 de junio, para anunciar a lo grande y en exclusiva la noticia con su casa de Ronda (Málaga) como telón de fondo.
Tal y como explica el hijo de Carmina Ordóñez y Francisco Rivera Paquirri en la publicación, la buena nueva se la comunicó su hija Carmen, que en agosto cumplirá tres años.
Montes ha explicado que este embarazo está siendo "peor que el anterior".
"Papá, va a venir la cigüeña', me dijo", explica Rivera Ordóñez que le explicó su hija.
Además, Rivera ha hablado en Espejo Público, programa en el que colabora.
Asegura que va a estar contento sea niño o niña, aunque reconoce estar "acostumbrado" a las niñas.
Sólo pide que venga bien, y asegura que quien no está nada contenta es su hija Carmen.
"No quiere ni oír hablar: 'No quiero ningún bebé, ya tengo a Cayetano.
Lo voy a encerrar, papi'. Está muy celosa", ha explicado entre risas el torero, haciendo referencia al hijo de su hermano Cayetano Rivera y la presentadora Eva González, nacido el pasado marzo.
Rivera también ha explicado que este ha sido un hijo "muy buscado", y que llevaban dos años intentando tenerlo.
Además, no ha querido confirmar si seguirán aumentando la familia.
Este será el segundo retoño para Rivera y Montes, aunque para el torero es el tercero, puesto que tiene una hija mayor, Cayetana, fruto de su primer matrimonio con Eugenia Martínez de Irujo, hija menor de la duquesa de Alba. La joven cumplirá 19 años en octubre.
El día que la reina Letizia se vistió de Melania Trump
Durante su visita a la Casa Blanca, la esposa de Felipe VI llevó un vestido de Michael Kors exactamente igual a otro que lució la primera dama de EE UU hace un año.
A las dos en punto de la tarde (las ocho, hora peninsular española) Felipe VI y la reina Letizia se reunían en la Casa Blanca con Melania y Donald Trump.
El titular de la jornada lo dejó el presidente de EE UU, que aseguró que viajará a España.
"Es un país precioso. Estuvimos en España no hace demasiado tiempo y nos encantó", dijo en referencia a su visita a Barcelona en junio de 2014.
En cambio, una de las fotos más buscadas ha sido la de la reina Letizia junto a la primera dama, Melania Trump.
Era la primera aparición de calado de Melania tras su operación de riñón de mediados de mayo.
Se la había visto en un pequeño acto a principios de junio, pero este suponía su gran retorno.
Como es habitual, lo que llevaron puesto ambas consortes llamaron poderosamente la atención.
La esposa de Trump apostó por un vestido estampado sin mangas en blanco, verde y marrón de Valentino, que cuesta alrededor de 8.000 euros.
Además, le dio el toque español a su conjunto con unos zapatos cerrados de punta y tacón alto del zapatero Manolo Blahnik.
Más que un guiño al país local, simplemente optó por uno de sus creadores favoritos.
Por su parte, doña Letizia escogió un vestido inédito. Ella sí quiso hacer un guiño al país que la recibía, y para ello optó por un diseñador estadounidense del que no había llevado nada antes: Michael Kors.
La reina llevó un vestido rosa entallado, sin mangas y con un detalle de tres botones en la cadera, que acompañó de un bolso de mano y zapatos rosas, de Magrit, a juego. El vestido tiene un precio de unos 1.500 euros
Lo llamativo es que, aunque la esposa de Felipe VI no había llevado nunca esa marca, Melania sí que la había lucido.
De hecho, y curiosamente, había llevado exactamente ese mismo vestido, solo que en color azul claro.
Y lo había hecho precisamente un año antes del encuentro, el 19 de junio de 2017, en la Casa Blanca.
Tras el posado de rigor, Melania Trump y la reina pasaron al Salón Rojo de la Casa Blanca y tomaron el te juntas, aunque sin cámaras ni prensa presente, por lo que su conversación no ha trascendido. Lo único que se sabe de su charla es gracias al mensaje que ha colgado la primera dama de EE UU en su cuenta de Twitter, donde asegura que fue "una gran visita".
"La reina Letizia y yo disfrutamos de nuestro tiempo juntas centrándonos en cómo podíamos tener un impacto positivo en los niños", escribió Melania, lo que se puede interpretar como un rechazo implícito de la esposa de Trump a las políticas de separación de niños de sus padres en la frontera del país, que ya han afectado a más de 2.000 niños y ante la que la primera dama se ha pronunciado en contra.
19 jun 2018
Tom Ford: “Nuestro mundo está construido sobre una idea falsa de felicidad”
El modisto regresa al cine con el 'thriller' 'Animales nocturnos'
El célebre diseñador relata la lucha interna que vive por ser un símbolo del consumismo.
Impecable. O no. A primera vista, Tom Ford
(Austin, 1961) roza la perfección.
Risueño, cercano, políglota, y, cómo no, elegante. Al fin y al cabo, en su mundo la apariencia lo es todo.
Y el genio que revitalizó a Gucci, viste a decenas de estrellas e ingresa mil millones de euros al año gracias a su propia marca no puede no estar a la altura.
Pero las palabras y los demonios interiores del diseñador cuentan una historia mucho más accidentada, repleta de contradicciones y sombras, alcoholismo y depresión.
Caos y altibajos, como en la vida real. Y como en Animales Nocturnos, la segunda película que el modisto presenta ahora, a siete años de su exitoso debut cinematográfico, Un hombre soltero.
“¡No sé por qué he tardado tanto!”, contaba Ford en el pasado festival de Venecia, donde el filme se hizo con el Gran Premio del Jurado.
Aunque a continuación él mismo se contestaba: “He tenido un hijo [Alexander, adoptado junto con su pareja, Richard Buckley], que es lo más importante para mí.
He abierto cientos de tiendas y reforcé los otros lados de mi vida, que marcan el ritmo para las películas.
Y me costó un tiempo encontrar el siguiente guion, libro u obra que me apasionara”.
Hasta que leyó Tres noches (Salamandra), de Austin Wright. Ese thriller metaliterario le dejó tan impactado que adquirió la opción para llevarlo al cine.
Y se encerró a trabajar en el guion: aislado en su cama, bajo las mantas, escribió de forma compulsiva hasta tener un borrador definitivo.
A ello, sumó un reparto de estrellas, encabezado por Amy Adams y Jake Gyllenhaal, y una poderosa estética, marca de la casa.
Aquel proyecto llega a las salas acompañado por las buenas críticas pero arrastrando dos pesos.
Tras una subasta aguerrida, Focus Features adquirió los derechos de distribución hace un año en el festival de Cannes por 19 millones de euros, la cifra más alta jamás pagada en un certamen de cine.
Además, tras demostrar que no era un intruso en el séptimo arte—para sorpresa incluso de varios amigos, que le auguraban un ridículo estrepitoso—, Ford se mide con el segundo intento: ¿reafirmación o caída?
“Me gusta asumir grandes desafíos. Un hombre soltero me enorgullece, pero tienes que seguir adelante, hacer el segundo filme, el tercero, el cuarto.
Has de tomar riesgos si eres una persona creativa. Si no, es bastante insulso”.
“Susan soy yo. Tiene pertenencias materiales pero se da cuenta de que no son las cosas importantes.
Lucha contra el mundo en el que yo vivo: el de los ricos absurdos, de la falsedad y la vacuidad”, relató el cineasta a The Hollywood Reporter.
El modisto reconoce que a ratos lucha contra su propia figura. Vende bolsos que valen 18.000 euros, diseña vestidos hasta para Michelle Obama, y ha construido un imperio de lujo y consumismo repartido por 122 tiendas en todo el planeta.
Y, sin embargo, afirma: “Nuestra cultura nos dice: ‘¡Bebe esto, serás feliz! ¡Compra esto, serás feliz!’.
Lo triste no vende. Nuestro mundo está construido sobre consumidores y una idea falsa de felicidad.
Y suena raro que lo diga yo. Es algo con lo que me siento en conflicto, ser una de esas personas que contribuye a crear esa cultura de las cosas”. De hecho, el modisto defiende también que la moda es perecedera y sin mucho valor, mientras que el cine pervive para siempre.
Cualquiera juzgará si la contradicción es hipócrita o sensata.
Lo cierto es que, detrás de la superficie envidiable, Ford parece esconder una cara más humana.
De pequeño, era excluido y menospreciado por distinto, porque se sentía más artista que futbolista.
Ya de mayor, padeció depresión, ahogó sus penas en el alcohol y, cuando en 2004 dejó Gucci, se encontró "perdido".
Tenía, eso sí, 100 millones de ases en la manga, tantos como el valor de las acciones de la compañía que retuvo.
Así que se lanzó al cine y se financió por su cuenta Un hombre soltero.
“Perdí mucho dinero, pero valió cada centavo”, dijo a The Hollywood Reporter. Aunque ni siquiera el éxito en dos sectores distintos aplacó su caos emocional.
Asegura que vive en el “constante miedo” de que algo cambie o se tuerza, no pasa "ni una hora" sin que piense en la muerte y acude al analista una vez por semana.
Además, cada día acaba tomando demasiados cafés y fía su sueño a las píldoras.
A su manera, él también es un animal nocturno.
Así que el filme arranca con una imagen chocante: varias señoronas bailan desnudas, sacudiendo sus voluminosas carnes. La performance es la enésima idea de Susan, galerista de éxito con una vida personal camino de la depresión.
Tras 15 años de silencio mutuo, la mujer recibe de repente la novela que su exnovio Edward por fin ha escrito
. Resulta que aquel soñador que ella criticaba por débil y poco ambicioso tenía dentro de sí una prosa animal.
Así que Susan se sumerge intrigada en las páginas y el espectador descubre junto con ella el drama salvaje que acontece en el libro. Ambos mundos parecen mezclarse cada vez más, hasta un final que Ford no quiere aclarar, para que el público lo interprete cómo prefiera.
Risueño, cercano, políglota, y, cómo no, elegante. Al fin y al cabo, en su mundo la apariencia lo es todo.
Y el genio que revitalizó a Gucci, viste a decenas de estrellas e ingresa mil millones de euros al año gracias a su propia marca no puede no estar a la altura.
Pero las palabras y los demonios interiores del diseñador cuentan una historia mucho más accidentada, repleta de contradicciones y sombras, alcoholismo y depresión.
Caos y altibajos, como en la vida real. Y como en Animales Nocturnos, la segunda película que el modisto presenta ahora, a siete años de su exitoso debut cinematográfico, Un hombre soltero.
“¡No sé por qué he tardado tanto!”, contaba Ford en el pasado festival de Venecia, donde el filme se hizo con el Gran Premio del Jurado.
Aunque a continuación él mismo se contestaba: “He tenido un hijo [Alexander, adoptado junto con su pareja, Richard Buckley], que es lo más importante para mí.
He abierto cientos de tiendas y reforcé los otros lados de mi vida, que marcan el ritmo para las películas.
Y me costó un tiempo encontrar el siguiente guion, libro u obra que me apasionara”.
Hasta que leyó Tres noches (Salamandra), de Austin Wright. Ese thriller metaliterario le dejó tan impactado que adquirió la opción para llevarlo al cine.
Y se encerró a trabajar en el guion: aislado en su cama, bajo las mantas, escribió de forma compulsiva hasta tener un borrador definitivo.
A ello, sumó un reparto de estrellas, encabezado por Amy Adams y Jake Gyllenhaal, y una poderosa estética, marca de la casa.
Aquel proyecto llega a las salas acompañado por las buenas críticas pero arrastrando dos pesos.
Tras una subasta aguerrida, Focus Features adquirió los derechos de distribución hace un año en el festival de Cannes por 19 millones de euros, la cifra más alta jamás pagada en un certamen de cine.
Además, tras demostrar que no era un intruso en el séptimo arte—para sorpresa incluso de varios amigos, que le auguraban un ridículo estrepitoso—, Ford se mide con el segundo intento: ¿reafirmación o caída?
“Me gusta asumir grandes desafíos. Un hombre soltero me enorgullece, pero tienes que seguir adelante, hacer el segundo filme, el tercero, el cuarto.
Has de tomar riesgos si eres una persona creativa. Si no, es bastante insulso”.
“Susan soy yo. Tiene pertenencias materiales pero se da cuenta de que no son las cosas importantes.
Lucha contra el mundo en el que yo vivo: el de los ricos absurdos, de la falsedad y la vacuidad”, relató el cineasta a The Hollywood Reporter.
El modisto reconoce que a ratos lucha contra su propia figura. Vende bolsos que valen 18.000 euros, diseña vestidos hasta para Michelle Obama, y ha construido un imperio de lujo y consumismo repartido por 122 tiendas en todo el planeta.
Y, sin embargo, afirma: “Nuestra cultura nos dice: ‘¡Bebe esto, serás feliz! ¡Compra esto, serás feliz!’.
Lo triste no vende. Nuestro mundo está construido sobre consumidores y una idea falsa de felicidad.
Y suena raro que lo diga yo. Es algo con lo que me siento en conflicto, ser una de esas personas que contribuye a crear esa cultura de las cosas”. De hecho, el modisto defiende también que la moda es perecedera y sin mucho valor, mientras que el cine pervive para siempre.
Cualquiera juzgará si la contradicción es hipócrita o sensata.
Lo cierto es que, detrás de la superficie envidiable, Ford parece esconder una cara más humana.
De pequeño, era excluido y menospreciado por distinto, porque se sentía más artista que futbolista.
Ya de mayor, padeció depresión, ahogó sus penas en el alcohol y, cuando en 2004 dejó Gucci, se encontró "perdido".
Tenía, eso sí, 100 millones de ases en la manga, tantos como el valor de las acciones de la compañía que retuvo.
Así que se lanzó al cine y se financió por su cuenta Un hombre soltero.
“Perdí mucho dinero, pero valió cada centavo”, dijo a The Hollywood Reporter. Aunque ni siquiera el éxito en dos sectores distintos aplacó su caos emocional.
Asegura que vive en el “constante miedo” de que algo cambie o se tuerza, no pasa "ni una hora" sin que piense en la muerte y acude al analista una vez por semana.
Además, cada día acaba tomando demasiados cafés y fía su sueño a las píldoras.
A su manera, él también es un animal nocturno.
Así que el filme arranca con una imagen chocante: varias señoronas bailan desnudas, sacudiendo sus voluminosas carnes. La performance es la enésima idea de Susan, galerista de éxito con una vida personal camino de la depresión.
Tras 15 años de silencio mutuo, la mujer recibe de repente la novela que su exnovio Edward por fin ha escrito
. Resulta que aquel soñador que ella criticaba por débil y poco ambicioso tenía dentro de sí una prosa animal.
Así que Susan se sumerge intrigada en las páginas y el espectador descubre junto con ella el drama salvaje que acontece en el libro. Ambos mundos parecen mezclarse cada vez más, hasta un final que Ford no quiere aclarar, para que el público lo interprete cómo prefiera.
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